París, Francia.
Bruno dio un sorbo a su bebida, cerró los ojos saboreando el ardor que se deslizó por su garganta, luego abrió sus ojos para mirar el paisaje frente a él.
―Señor Hoffmann, aquí tiene su periódico. ―anunció el ama de llaves de aquel ático. Bruno se giró hacia la mujer ya mayor, luego tomó.
―Gracias. ―la mujer negó al ver el vaso de cristal en su mano.
―No ha desayunado, señor. ―Bruno presionó sus labios.
―Estoy bien. ―luego la mujer desapareció al ver el mal humor de su jefe.
Bruno se sentó en el sillón cerca de la ventana de dónde estaba, dejó el vaso en la mesa del centro y se dispuso a leer el periódico. Pero no estaba prestando atención, los reportes que le habían llegado hace una hora por parte de Chri
Björn estaba bajo el agua de la regadera, sus manos abiertas contra el azulejo delante, su cabeza baja y con sus ojos cerrados disfrutando el agua fría. Escuchó a lo lejos el celular, era una notificación de mensaje. No se inmutó siquiera en apurarse a ver quién era quien lo estaba molestando, descartó mentalmente, Oscar no era, si fuera algo urgente, llamaría de inmediato, su padre y Bruno eran igual. La intriga comenzó a carcomer poco a poco hasta que maldijo entre dientes y cerró la llave del agua fría, tomó una toalla y se cubrió para salir, las huellas de sus pies húmedos, dejaron un camino contra el mármol.Tomó el celular que tenía cargando en la mesa de noche y abrió el mensaje, era de Thomas, su nuevo jefe de seguridad:“La señorita Gray y dos empleadas más van al club. ¿Quiere que proceda a retirarlas? “B
Christine miró a Björn en silencio casi a punto de explotar.―Deberías de entrar a la subasta, podrías encontrar algo que te llame la atención. ―el tono que usó Christine estaba vestido de sarcasmo, Björn negó mirando la pantalla de su celular, en espera de algún mensaje o llamada. ― ¿No quieres entrar?―insistió Christine.―No. Nunca me han llamado la atención las subastas. Ya tengo todo lo que quiero. ―dijo levantando la mirada a la mujer frente a ella. ―Y no necesito nada más.―Esta es una muy especial. Pero bueno, tú te lo pierdes. ―Christine sonrió y se giró para caminar a uno de los salones dónde estaba la subasta. Björn llamó a Thomas pero este no contestó, insistió de nuevo, no era de su agrado ese lugar, prefería manejar el hotel, el club se le hacía bastante oscuro, ya ten&ia
Ava sintió como sus pies eran arrastrados por el suelo frío, su corazón se agitó con miedo, "¿Qué era lo que estaba pasando?" ¿Por qué se sentía sin fuerzas? ¿Por qué todo era borroso?, sintió unas manos sobre su cuerpo, quería quitarlas, exigirles que no la tocaran, pero era como si no tuviese voluntad. Abrió como pudo un poco sus ojos, a pesar de tener los parpados pesados, alcanzó a ver a un par de mujeres que reían entre ellas, vieron la chaqueta de mezclilla que tenía sobre el vestido negro, se burlaban de cómo iba vestida, luego de nuevo manos, sintió frío, no pudo más y cerró los ojos, las voces eran lejanas, risas burlescas, ¿Qué es lo que estaban haciendo? ¿Acaso era una de esas iniciaciones de algún grupo de fanáticos del hotel? Pensó ya por último que deb&iac
Björn y su equipo de seguridad llegaron al piso diez, no podía imaginar que es lo que era esa subasta secreta, pero lo iba a averiguar. Al llegar al piso, se encontró con varios equipos de seguridad, no le sorprendió al verlos, ya que las personas interesadas en las subastas, eran personas de dinero, Björn caminó dando paso a un hombre que podía escupir fuego por la boca y quemar las paredes de ese lugar, la ira estaba corriendo por sus venas, su paso era firme e intimidante. Llegó al salón VIP ROOM, tenía una figura de un león con una corona bañado en oro y fondo negro. Se detuvo a medio pasillo,Un hombre del personal del club, lo reconoció.―Señor Hoffmann, ¿En qué le puedo ayudar? ―preguntó de inmediato y con los nervios de punta, era la primera vez que lo veía en la subasta privada de su jefe Bruno.― ¿Dónde s
Entraron a una gran habitación, la luz era tenue, solo había siete mesas, una pequeña lámpara tenía cada una, había seis hombres sentadas en ellas, -no se miraban sus rostros a falta de más luz- la última estaba libre y estaba cerca del centro. Nicoletta le hizo señas de que tomara asiento, Björn estaba sorprendido ya que ella le puso en la superficie de la mesa una mini tableta, se inclinó mostrando su escote.―Es nuevo ahora el procedimiento, presionarás el botón rojo y aparecerá en aquella pantalla, al develar lo que hay detrás de aquellas cortinas, aparecerá los detalles de la subasta… ―Björn levantó su mirada y cerca de unas cortinas negras estaba colgada la televisión, había siete líneas, y en ella números marcando “ceros” ―el botón es para subir la apuesta y se marcará en el
Ava sintió como las ramas secas se quebraban bajo sus pies mientras intentaba alejarse lo más posible de aquel hombre. Muchas veces su madre le repitió que no confiara en las personas que venían de fuera, pero ella se escudó en su trabajo como guía de turista en aquel pueblo, pero había algo en él que la había atrapado, quizás la forma en que la había tratado durante ese mes, se había maravillado con las historias que le contó mientras iban de excursión, los roces de los dedos cuando él le ayudó a armar su casa de acampar, la sonrisa de él era deslumbrante, simplemente era el primer hombre que la había atrapado y la hizo soñar despierta. Pero esa noche, todo había cambiado. Se armó una excursión antes de que él se fuese del pueblo, se habían unido el grupo de Alice y, cuando menos lo vio venir, ha
Björn sintió como su corazón se agitó con fiereza cuando cerró la puerta, había mentido, él no mentía, no solía hacerlo por qué sabía que las mentiras tenían piernas cortas y tarde o temprano se encontraría con la verdad, ya que lo había vivido años atrás. Estaba a punto de regresar a la habitación y decirle lo que había sucedido, no importaba luego llenarse de problemas con demandas y policías, era lo que menos le importaba en estos momentos. Tocaron a la puerta haciendo que se detuviera. ―Adelante. ―dijo en un tono alto, la puerta se abrió y apareció Thomas con una bolsa de lavandería. ―Señor, la ropa, ―Björn miró de manera fugaz hacia la puerta de la habitación y retiró la mano del picaporte, para luego dirigirse hacia a Thomas. ―Gracias. ―dijo Björn en voz baja tomando la bolsa, Thomas lo notó algo extraño. ― ¿Está todo bien, señor? ―Björn lo miró con el ceño fruncido. ―Ha despertado la señorita Gray. ―Thomas se tensó y él s
Christine estaba subiendo los escalones para dirigirse a la oficina principal del club, sabía que se encontraría con Nicoletta Costa tarde o temprano, así que de una vez dejaría claro las cosas entre las dos, era una mujer en la que aún no confiaba para nada, pero Bruno y el padre de este si, por eso ella era una pieza fundamental en el lugar. Llegó a las puertas dobles y estas estaban custodiadas por dos hombres altos y fornidos vestidos en trajes de seguridad, no se inmutaron con la presencia de la rubia.―Buenos días, me gustaría hablar con la señora Costa. ―Uno de los hombres la miró detenidamente.― ¿Tiene cita?―Christine presionó sus labios.―No. Pero soy la mano derecha del señor Hoffmann, es un asunto de último momento. ―el otro hombre llamó por el micrófono en el interior de su manga y murmuró algo, luego