Bruno iba bajando en el elevador custodiado, estaba hirviendo de la ira al escuchar que Björn había vendido todo lo que por años trabajó, pensó en que era muy injusto, él merecía más que solo dos casas y una cuenta que no tenía el dinero suficiente como para vivir unos años con los lujos que estaba acostumbrado.
—Vamos bajando. —dijo el guardia por el radio a otro, Bruno miró sus esposas frente a él, luego a los números. Se escuchó la voz a través del radio donde anunciaba que estaban listos. — ¿Está triste el niño rico por qué “papi” no dejó mucho dinero? —Bruno solo apretó su mandíbula con dureza, el otro guardia soltó una risa burlona. —Estos ricos hijos de papá, ¿Estás insatisfecho con los millones que te dejaron? ¿Sabes lo que uno como nosotros d
Penitenciaría Estatal Rikers Island en Nueva York. Ángel alzó sus cejas con sorpresa. —Pero en el expediente dice que tiene cargos de asociación para delinquir y desviación de fondos. —A ver, —Jeffrey hizo una llamada, marcó y esperó un momento, miró a Ángel. —Hablaré y me darán la información real y completa, no dudo que su abogado haya pagado una gran suma para mentir en el archivo para protegerlo, ¿Ese dinero está en mi bolsillo? No. Así que es mi penitenciaria y aquí son mis reglas. —detuvo lo que dijo cuándo contestaron, hizo las preguntas correctas, minutos después, colgó. Ángel miró detenidamente en espera a que dijera algo. — ¿Qué hubo problemas en el permiso que se le dio para la lectura del testamento de su padre? —Ángel asintió. —Pero está estable, el medico informó que en un par de días se le dará de alta. —Perfecto, —Jeffrey se levantó de su silla. —Cuándo el riquillo salga de la sala de enfermería, quiero
Meses después…El labio inferior de Björn tembló cuando desvió la mirada, no quería mostrarse así la primera vez que ella lo veía, tomó aire y lo soltó lentamente para poder tranquilizar a su corazón agitado, giró su rostro y se encontraron cara a cara, era hermosa, tenía sus ojos abiertos, lo miró fijamente sin saber quién era.—Hola, sé qué es la primera vez que nos vemos y por educación voy a presentarme, así que si me ves que estoy a punto de derrumbarme, ignóralo por favor. —Björn tomó aire y lo soltó lentamente. —Soy Björn, sé qué la barba está de más y puede ser que no esté presentable, pero haz la excepción por favor, es que a mi esposa le encanta…—se aclaró la garganta. —no es
Seis años después…—Me gusta el color rojo vino, pero el azul turquesa se ve mejor en ti, —Björn torció sus labios mirando lo que tenía en sus manos, desvió su mirada hacia ella que estaba frente a él. — ¿Cuál eliges? —la pequeña Elizabeth estiró su mano y tomó el listón color vino, —Tenías que ser mi hija, —sonrió orgulloso por la decisión de la pequeña, con cuidado recogió su cabello y luego pasó el listón para hacer el nudo en la nuca, momento después, acomodó su cabello ondulado y castaño claro, sus ojos azules lo miraron, las largas pestañas se agitaron por un momento, Björn retrocedió para mirar si había hecho un buen trabajo. Se cruzó de brazos y esperó a que la pequeña dijera algo cua
Amelia tenía el corazón agitado por el temor de no poder lograr ayudar a Ava en el parto, Sarah no tenía al igual que ella la experiencia de partera, pero había escuchado en ocasiones a las amigas de su pueblo, así que ella se quedó a su lado, mientras los hombres esperaban afuera de la habitación, a excepción de Björn que insistió en quedarse a lado de Ava, sosteniendo su mano.—Ahora, tienes que pujar, —dijo Amelia entre las piernas de Ava, esta estaba intentando hacer los ejercicios de respiración pero el dolor fue insoportable por momentos que pensó que se desmayaría.—Ya han llamado al doctor, Björn—anunció el padre de Ava, Björn le agradeció mientras sostenía la mano de su esposa.—Tienes que pujar, —pidió la madre de ella, — ¡Ahora! —Ava asintió y tom&oacut
Alice y Oscar habían tomado un vuelo a Hawái donde disfrutarían su luna de miel e intentarían buscar a su primer hijo. Amelia, Sarah, Arnold y unos amigos cercanos, se habían sentado en una de las mesas de la boda, ya muchos invitados se habían marchado y en sí, quedaban solo la familia. Frank había llevado a su primera novia y la había presentado a la familia, era una chica hermosa de origen coreana, se habían conocido en la empresa donde ambos trabajaban en New York y al parecer, la relación iba en serio. Ava tenía a Elizabeth en brazos, con su hermoso vestido, había sido una de las que arrojó pétalos de rosas mientras venía Alice al altar. Todo el rato bien portada pero en la fiesta, había corrido con un par de niños y había quedado cansada, mientras los gemelos, Björn y Nico –este último en honor a Nicoletta-estaban plácidamente dormidos en sus cunas. Björn tenía brazo recargado en la orilla de la silla de Ava y ella lo siguió mirando disimuladamente. —A
Ava cruzó el bosque como pudo, tenía su ropa rasgada, con marcas en su piel por una lucha por defenderse, sus uñas estaban en su mayoría rotas, solo tenía un zapato puesto, el otro, no supo en que momento lo había perdido y en ese momento lo único que tenía que hacer, era alejarse.Cuándo llegó a su cabaña en aquella parte de las afueras del pueblo, sabía que tenía que huir, la habían visto con ese hombre y sin duda, esparciría el rumor de que la hizo suya, que ella había cedido a entregarse a él sin chistar, por la mañana, sería la comidilla del pueblo, sus padres se avergonzarían de ella, ningún vecino hablaría con ellos por tener a una hija fácil. ¿Qué sería más fácil en estos momentos? Irse. Evitarles problemas, aunque nunca le dio una señ
Después de dos años viviendo en la ciudad que nunca duerme, Ava hizo todo lo posible por sobrevivir, sus ahorros de años se habían ido en un abrir y cerrar de ojos, y cuando finalmente encontró algo en un call center, en el área de atención a clientes y no pagaban lo suficiente, pero por el momento, hasta que encontrara algo más, se quedaría ahí.―Atención a clientes A&T, mi nombre es Ava Gray, ¿En qué puedo ayudarle?―ese día era otro como cualquiera desde que entró a trabajar, era demasiado solitaria en la planilla en la que trabajaba y era buena en lo que hacía, y eso, la mantenía a flote...por el momento. ―Sí, muy bien, ―siguió en su llamada atendiendo la queja del cliente, mientras sus dedos se movían con agilidad sobre el teclado.Ya habían pasado dos años que no había vuelto
La lluvia no cesaba desde que había subido a la camioneta blindada en el aeropuerto, el clima se había vuelto más irritante desde que el nuevo chófer asignado para llevarlo al club, daba unos cuantos frenones por la falta de educación de los demás conductores, maldijo entre dientes en su idioma natal: alemán. Revisó su celular y notó que tenía varias llamadas de su hermano mayor: Bruno.Bruno Hoffmann era el mayor de los tres hijos que tenía el dueño del imperio de clubes Einsam, quién años atrás en New York, había creado el primer hotel Seasons y el club, estos habían crecido su fama como la espuma ya que era estrictamente para gente de alta sociedad, un lugar demasiado peculiar e íntimo, así como extravagante y psicodélico. Uno tenía que esperar seis meses para ser admitido a este club, ya que se hacía