Después de dos años viviendo en la ciudad que nunca duerme, Ava hizo todo lo posible por sobrevivir, sus ahorros de años se habían ido en un abrir y cerrar de ojos, y cuando finalmente encontró algo en un call center, en el área de atención a clientes y no pagaban lo suficiente, pero por el momento, hasta que encontrara algo más, se quedaría ahí.
―Atención a clientes A&T, mi nombre es Ava Gray, ¿En qué puedo ayudarle?―ese día era otro como cualquiera desde que entró a trabajar, era demasiado solitaria en la planilla en la que trabajaba y era buena en lo que hacía, y eso, la mantenía a flote...por el momento. ―Sí, muy bien, ―siguió en su llamada atendiendo la queja del cliente, mientras sus dedos se movían con agilidad sobre el teclado.
Ya habían pasado dos años que no había vuelto a su pueblo, sus padres seguían recibiendo una parte de su sueldo al mes, para así de alguna forma, demostrarles que sus sueños estaban en proceso de realizarse, -aunque a veces tenía que estirar el cheque para sobrevivir a final del mes- y apenas lo lograba. La imagen de aquella joven que había escapado de su pueblo, era distinta hoy en día. Muchas noches esperó el reclamo de sus padres por lo que había pasado aquella noche, pero nunca llegaron las palabras que más temía escuchar, pero sabía que tarde o temprano, se enterarían, así que se aferró a seguir dónde estaba.
―Ava, hora de salida. ―anunció el jefe del equipo, ella asintió, al terminar la llamada, se desconectó y se retiró la diadema con el micrófono, se dejó caer en el respaldo de su silla y soltó un largo suspiro. Se levantó y recogió su abrigo, era invierno y el frío era horrible. El grupo al que pertenencia, estaban en un cubículo platicando emocionados, se escuchó las risas y conversaciones de sus compañeros. ―Ava, ¿No quieres unirte? Es el cumpleaños de Marie e iremos por unas cervezas y alitas.
―Gracias, ya tengo planes. ―apenas pudo sonreír a medias para no verse tan fría, los demás suspiraron discretamente. ―Buenas noches. ―todos la despidieron mientras empezó su camino a la planta baja.
Después de una hora, estaba llegando al edificio dónde rentaba un departamento demasiado pequeño, cuando levantó la mirada para subir los escalones, se detuvo bruscamente. Había una mujer sentada a medio camino y tenía un gran abrigo cubriéndola. Ella sonrío al verla.
― ¡AVA!―era Alice, su mejor amiga del pueblo, al ver su reacción, esta se levantó y bajó a toda prisa para ir al encuentro de Ava, Ava apenas pudo reaccionar. ― ¡Te he extrañado tanto!―las dos se abrazaron y al separarse, Ava estaba llorando. ―Tú también me has extrañado...―se volvieron a abrazar.
―Alice, tengo tanto que contarte...―Ava sintió una calidez en aquel abrazo, aunque platicaban casi a diario por redes sociales, nunca le dijo su verdadera situación, y en unos momentos más, se daría cuenta, ¿Con que cara vería a su amiga? ¿Le iría a contar a sus padres lo que realmente está viviendo?
Ava abrió la puerta con dificultad de aquel departamento, Alice estaba emocionada pero al ver el diminuto lugar, se sorprendió.
― ¿Quieres algo de tomar? Tengo agua embotellada, té...―Ava cerró la puerta detrás de ella, luego retiró su abrigo y lo colgó cerca de la puerta, Alice hizo lo mismo.
―Agua está bien, ―Alice dio un recorrido con su mirada demasiado rápida ya que no había mucho espacio que ver. ―Es muy pequeño el lugar...―susurró para sí misma, se volvió para buscar a Ava que ya estaba en la diminuta cocina. ― ¿Y cómo has estado?
― ¿Por qué no me contaste que venías?―preguntó Ava al mismo tiempo que le entregó la botella de agua, Alice sonrió.
―Te he mentido...―hizo un puchero. ―Llevo dos días en la ciudad, llegué ayer por la mañana. ―Ava se sorprendió, alzó sus cejas con sorpresa.
― ¿Qué?―preguntó atónita.
Alice se sentó en el brazo del único sillón doble que parecía estar en la "sala", suspiró al retirar lentamente el tapón de la botella de agua, luego miró a Ava.
―Christine Laurent, es una mujer francesa que conocí en el pueblo cuando trabajaba de guía de turista hace unas semanas, mientras escalábamos, escuchó mi queja, ―Alice soltó una risita. ―mi queja de que ya estaba saturada de lo mismo de vivir y hacer en el pueblo, una cosa llevó a otra y terminó dándome su tarjeta, me ofreció trabajo como recepcionista en un hotel de campo a las afueras de esta ciudad, hoy he visto el lugar dónde me quedaré a vivir, ya firmé un contrato de trabajo y la paga es muy buena... ―Ava estaba aún sorprendida. ―Ella me ha preguntado si conocía a alguien más para ocupar otra vacante y cómo estás tú aquí...
―Alice...―susurró Ava apenada. ―No necesito que me hagas favores...
―Espera, espera, todo el sueldo es mensual, no te preocuparías por pagar renta, ni comida, ni servicios, sería libre de impuestos, podrás enviar más dinero a tu familia, además Frank ya va a entrar a la universidad...―dijo Alice, miró el lugar y dejó la mirada en su amiga. ―El lugar es bastante grande, el tamaño de este lugar es de una habitación, imagina el resto.
Frank, su hermano menor, al recordarlo, suspiró. Ya se iba a graduar en un par de meses y deseaba ir a la universidad, ¿Cómo decirle que no podría pagar la matrícula para que pudiese estudiar? Entonces todo lo que Alice dijo, se volvió algo bueno, quizás una señal.
― ¿No pagas nada para vivir ahí?―Alice sonrió al ver que su amiga se lo estaba pensando.
―Nada, solo trabajas entre ocho a doce horas diarias. Es un hermoso hotel de campo, tiene lujo por dónde quiera, hasta el váter, no quieres ni usarlo para no estropear su lujo...―Alice comenzó a reír y contagió a Ava, por primera vez en mucho tiempo, no reía y eso la relajó por un momento. ―Anda, anímate. ―Ava realmente se le hacía demasiada belleza.
―Mañana es mi día libre, podría ir a ver la vacante y confirmar si realmente es como dices que es… ―Alice sonrió triunfante.
―No te vas a arrepentir…
La lluvia no cesaba desde que había subido a la camioneta blindada en el aeropuerto, el clima se había vuelto más irritante desde que el nuevo chófer asignado para llevarlo al club, daba unos cuantos frenones por la falta de educación de los demás conductores, maldijo entre dientes en su idioma natal: alemán. Revisó su celular y notó que tenía varias llamadas de su hermano mayor: Bruno.Bruno Hoffmann era el mayor de los tres hijos que tenía el dueño del imperio de clubes Einsam, quién años atrás en New York, había creado el primer hotel Seasons y el club, estos habían crecido su fama como la espuma ya que era estrictamente para gente de alta sociedad, un lugar demasiado peculiar e íntimo, así como extravagante y psicodélico. Uno tenía que esperar seis meses para ser admitido a este club, ya que se hacía
Ava se miró en el espejo, estaba indecisa en si llevar el cabello suelto o recogido, se había puesto el único pantalón negro de vestir que tenía, los zapatos más elegantes con un diminuto tacón y una blusa lisa en color blanco con un listón delgado y negro amarrado en un moño a punto de desbaratarse, se puso solo un poco de rubor en sus pálidas mejillas, y rímel en sus largas pestañas, optó entonces por llevar suelto su cabello de último momento. Creía que así su rostro redondo, no se notaría mucho.― ¿Ya? ―escuchó decir impaciente a su amiga afuera del baño. Ava tomó aire y lo soltó lentamente entre dientes sin dejar de mirarse en el reflejo del espejo. Notó esas ojeras que apenas el maquillaje cubrió, ¿Por qué estaba nerviosa? Solo era una entrevista para un mejor trabajo, tendr&ia
Ava miró detenidamente al jefe de personal, él tenía una cerca arqueada, luego su ceño se arrugó, estaba algo sorprendido al escuchar a una de las mejores empleadas de la empresa informando su renuncia.― ¿Renunciar?―repitió esa palabra, Ava asintió sin dudar, para él era algo difícil de creer, ¿A dónde iría? ¿Habrá encontrado un mejor trabajo?― ¿Hay algún problema?―preguntó Ava a la reacción de él, de inmediato él se aclaró la garganta y negó.―Claro que no, es solo que me ha tomado por sorpresa, has sido una de las mejores empleadas de la empresa, ―aunque él pensó que muy solitaria pero buena empleada. ― ¿Has encontrado un trabajo bueno? ¿Con prestaciones? ―Ava se quedó mirando detenidamente unos breves segundos al hombre frente a ella vesti
Björn recordó que Ava no se había instalado aún, así que no podía andar cuidando maletas ni dejándolas por el lugar.―Primero, se va a instalar dónde va a vivir, pase con mi secretaria para que le dé el resto de la información, cuando termine de acomodarse, le llamaré para ponernos manos en la obra. ―Ava asintió, se volvió y Björn notó que Christine esperaba afuera de la oficina central, estuvo a punto de poner los ojos en blanco pero se detuvo al ver que Ava se inclinó para tomar la agarradera de la maleta. ―Espere, señorita Gray. ―Ava giró su rostro para mirarlo, Björn rodeó el escritorio para acercarse a ella, la mirada de Christine a través del cristal grueso de las dobles puertas de esa oficina, era de molestia. Björn abrió la puerta y miró a Ava. ―La señora Laurent la llevará a conocer
Ava esperó algo impaciente afuera de la oficina central dónde tenía que verse con su ahora jefe: Hoffmann.―Este es tu uniforme. ―anunció en un tono cargado de frialdad la secretaria. Ava se levantó como un resorte y se acercó a la rubia que estaba llegando al escritorio.―Gracias…―lo tomó y miró la tela, entonces Ava se quedó incomoda al ver la talla del uniforme, “¿Talla S?” “¿Era broma?”― ¿Algún problema? ―preguntó Sussan arqueando una ceja, su rostro mostró diversión oculta, Ava entendió que ella y la francesa se habían aliado.―Bueno, sí. ―hizo una breve pausa mostrándole la etiqueta. ―La talla es pequeña, no me quedará. ―confesó Ava sin mostrar la molestia que había provocado su burla más obvia en su rostro.―Lo siento, pero
Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello
Björn caminó hasta su oficina después de escuchar aquella conversación entre Christine y su asistente, por primera vez, había sonreído, pero así como sonrió, se esfumó en segundos aquel gesto, haber escuchado como Christine había intentado intimidar y humillar a su asistente, había decidido hacer algo sin duda alguna, pero antes, tenía que hacer algo.Ya en su oficina y recoger su abrigo, miró el reloj y estaba a punto de salir de la oficina central para ir con su asistente a hacer lo que había pensado al verla en ese uniforme. Sussan, la secretaria de él, tocó la puerta de cristal deteniendo su salida, Björn le hizo señas de que pasara.―Disculpe, señor Björn, la señora Laurent ha dejado lo que le pidió por la mañana.―Bien, gracias. ―luego regresó a su escritorio para d
Después de una tarde-noche agitada midiéndose cada conjunto, cada falda, cada calzado de marcas famosas, Ava entró a la casa dónde ahora estaría viviendo, Alice estaba sentada cenando cereal en el comedor, cuando vio a un par de hombres del hotel cargando bolsas y bolsas de marca, a lo último entró Ava, se le veía la cara de cansancio.― ¡Ava! Wow, ¿Qué es lo que está pasando aquí?―dijo Alice levantándose de su silla, los hombres desaparecieron dejándolas a solas finalmente. Ava se dejó caer en uno de los grandes sillones de la sala.―Mis uniformes. ―Ava dijo finalmente, Alice se acercó y comenzó a mirar el interior de una bolsa, entonces jadeó al ver la caja de zapatos con la marca GUCCI.―Oh, Dios mío, ―susurró sacando unas zapatillas negras de tacón, eran hermosas, discretas y