Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.
Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello todo esponjado como el de ella?” Nadie. Todas estaban bien peinadas así que ella no sería la excepción. Ava notó la presencia de dos hombres custodiando las puertas de cristal, se acercó a la secretaria.
―¿Se encuentra el señor Hoffmann?―Sussan arqueó una ceja y luego torció su labio.
―Está en una junta importante y no debe de ser interrumpido. Así que te tocará esperar. ―luego retomó de nuevo su mirada en la ropa de ella. ―Por cierto, no puedes andar así, ―Ava arqueó su ceja con sorpresa, miró el atuendo, luego a la mujer rubia.
―Es el uniforme que me has entregado hace rato. ¿Qué tiene de malo? ¿No te gusta como se me ve? Por qué si es así, lo siento, has dicho que es el único uniforme que hay, no podré complacerte. ―la sonrisa sarcástica de Ava apareció en sus labios al terminar sus palabras, la rubia, no dijo nada más, incluso notó Ava que la molestia le hizo teñir las mejillas, la vena de su sien se levantó, luego la mirada se clavó en la pantalla de la computadora. Ava suspiró discretamente, miró el sillón de espera y luego recordó que la falda se ajustaba bastante a su cuerpo, ¿Y si se sienta y se rompe? Así que prefirió esperar, miró los retratos que estaban en la sala de espera, había cuadros colgando, eran fotografías del hotel, de la fuente y otros lugares que aun no conocía. Se escuchó voces a su espalda, se giró y aparecieron dos hombres en traje elegante, detrás de uno, su jefe y se miraron por un momento, este notó lo ajustado del uniforme y llamaba bastante la atención, hasta Anton se dio cuenta y eso a su hijo no le gustó por una extraña razón.
―Entra. ―ordenó Hoffmann.
―¿Y quién es la joven?―preguntó Anton abrochando el botón de su americana y mostrando una sonrisa.
―Es mi asistente. ―Al ver Björn que no reaccionó Ava, volvió a ordenar sin dejarla hablar,. ―Entra. Y espera. ―Ava asintió educadamente. Al entrar se quedó de pie, al ver que aun no entraba su jefe, se pasó una mano para ajustar el botón del sacó, pero no alcanzaba a cerrarse, así que lo dejó suelto, revisó que la camisa blanca quedara fajada dentro de la falda.
―¿Ya terminó?―Ava brincó en su lugar al escuchar la voz ronca de su jefe, intentó no sonrojarse, se enderezó de inmediato y pasó las manos para enfrente y las entrelazó.
―Lo siento, no escuché que había entrado. ―dijo Ava en un tono serio, sintió la presencia de su jefe detrás de ella, giró su rostro y efectivamente la estaba observando en silencio. Björn se tensó al ser pillado observando el uniforme, presionó sus labios con dureza. La esquivó y rodeó el escritorio de cristal, luego se dejó caer de manera irritada. ―Haré una pregunta, solo una y solo moverás tu rostro en afirmación o negación. ―Ava asintió. ―¿Le han dado un uniforme que no era su talla?―ella asintió. ―Bien, primero, necesito que vaya a la oficina de la señora Laurent, donde tuvo su entrevista y pida que le de otro uniforme.
―Me ha dicho la secretaria que era el único, claramente no es mi talla, pero me informaron que no podía trabajar sin uno. Así que hice un poco de cambios de último momento para poder entrar en él. ―Björn estaba intentando controlar sus propios demonios en su interior, claramente Christine era parte de esto, tomó el teléfono y llamó a su secretaria, segundos después, la puerta se abrió y apareció Sussan con su tableta contra su pecho.
―¿Si, señor?―preguntó de manera profesional quedando de pie frente a su escritorio y a lado de Ava.
―¿Quién fue la persona que le entregó el uniforme a mi asistente?―Björn estaba preparándose para hacer arder a todo aquel que estuvo involucrado en humillar a su asistente. Sussan abrió sus ojos un poco más.
―Eh, yo...―Sussan decidió limpiarse las manos de inmediato. ―La señora Laurent me lo entregó. ―Björn presionó sus labios.
―Puede retirarse. ―le dijo a Sussan y ella casi salió corriendo. Ava miró a su jefe quién a simple vista estaba a punto de estallar de la molestia.
―¿Quiere que veamos lo de mis obligaciones como asistente?―Björn negó.
―Vaya a su habitación y póngase lo que tenía anteriormente, luego la espero aquí de nuevo. ―Ava asintió, luego se volvió para salir, pero Björn la llamo cuando ella puso su mano en el picaporte de acero. ―Espere. ―Ava se volvió de medio perfil para mirar a su jefe.
―¿Si, señor?
Björn la miró en silencio unos segundos más, pero luego negó y le hizo señas de que se retirara. Ava hizo caso y salió camino hacia su habitación para cambiarse.
Entró a su nueva habitación y buscó el cambio de ropa que se había quitado, al terminar de alistarse, tocaron a su puerta, salió a toda prisa intentando arreglar el moño recogido, al abrir la puerta, apareció Christine, Ava se sorprendió, sin decir nada más, esta entró sin pedir permiso, miró alrededor para averiguar si estaba sola, luego se giró hacia a Ava que siguió en silencio con la mano en el picaporte de la puerta.
―Deberías de buscar otro empleo, el personal que se contrata aquí, no es de tu nivel. ―Hoffmann escuchó como Christine le habló a Ava. Los puños se formaron en sus manos, entonces escuchó la respuesta de su asistente.
―Si tanto le molesta, debería de hablarlo con el señor Hoffmann. Él es quién me contrato y el único quién me puede despedir. Y otra, si me sigue molestando y poniendo trabas a mi trabajo, no me quedaré de brazos cruzados. ―Björn sonrió y luego se retiró a su oficina.
Christine se cruzó de brazos y alzó su ceja perfecta.
―Esta es una advertencia. ―luego salió de la casa, Ava soltó el aire que estaba reteniendo sin darse cuenta.
―¿En dónde es que te has metido, Ava?
Björn caminó hasta su oficina después de escuchar aquella conversación entre Christine y su asistente, por primera vez, había sonreído, pero así como sonrió, se esfumó en segundos aquel gesto, haber escuchado como Christine había intentado intimidar y humillar a su asistente, había decidido hacer algo sin duda alguna, pero antes, tenía que hacer algo.Ya en su oficina y recoger su abrigo, miró el reloj y estaba a punto de salir de la oficina central para ir con su asistente a hacer lo que había pensado al verla en ese uniforme. Sussan, la secretaria de él, tocó la puerta de cristal deteniendo su salida, Björn le hizo señas de que pasara.―Disculpe, señor Björn, la señora Laurent ha dejado lo que le pidió por la mañana.―Bien, gracias. ―luego regresó a su escritorio para d
Después de una tarde-noche agitada midiéndose cada conjunto, cada falda, cada calzado de marcas famosas, Ava entró a la casa dónde ahora estaría viviendo, Alice estaba sentada cenando cereal en el comedor, cuando vio a un par de hombres del hotel cargando bolsas y bolsas de marca, a lo último entró Ava, se le veía la cara de cansancio.― ¡Ava! Wow, ¿Qué es lo que está pasando aquí?―dijo Alice levantándose de su silla, los hombres desaparecieron dejándolas a solas finalmente. Ava se dejó caer en uno de los grandes sillones de la sala.―Mis uniformes. ―Ava dijo finalmente, Alice se acercó y comenzó a mirar el interior de una bolsa, entonces jadeó al ver la caja de zapatos con la marca GUCCI.―Oh, Dios mío, ―susurró sacando unas zapatillas negras de tacón, eran hermosas, discretas y
Björn le hizo señas a Ava para que entrara a la habitación, ella dudó por un momento, ya que era la privacidad de su ahora jefe, pero entró al ver el gesto de irritación por parte de él.Dejó el carro del servicio con el desayuno cerca del gran comedor, luego se enderezó y se pasó las manos por su saco azul marino, tenía nervios por ser su primer día oficial de trabajo como su asistente.Björn se sentó en la silla del gran comedor de la suite, era la habitación más cara y las más elegante del hotel. Se terminó de abrochar la camisa semi abierta, Ava notó que estaba descalzo, "Vaya que tiene bonitos pies. " Ava se aclaró la garganta intentando alejar ese pensamiento que quién sabe desde dónde había salido. Björn la miró.―Toma asiento. ―le señaló la si
París, Francia.Bruno dio un sorbo a su bebida, cerró los ojos saboreando el ardor que se deslizó por su garganta, luego abrió sus ojos para mirar el paisaje frente a él.―Señor Hoffmann, aquí tiene su periódico. ―anunció el ama de llaves de aquel ático. Bruno se giró hacia la mujer ya mayor, luego tomó.―Gracias. ―la mujer negó al ver el vaso de cristal en su mano.―No ha desayunado, señor. ―Bruno presionó sus labios.―Estoy bien. ―luego la mujer desapareció al ver el mal humor de su jefe.Bruno se sentó en el sillón cerca de la ventana de dónde estaba, dejó el vaso en la mesa del centro y se dispuso a leer el periódico. Pero no estaba prestando atención, los reportes que le habían llegado hace una hora por parte de Chri
Björn estaba bajo el agua de la regadera, sus manos abiertas contra el azulejo delante, su cabeza baja y con sus ojos cerrados disfrutando el agua fría. Escuchó a lo lejos el celular, era una notificación de mensaje. No se inmutó siquiera en apurarse a ver quién era quien lo estaba molestando, descartó mentalmente, Oscar no era, si fuera algo urgente, llamaría de inmediato, su padre y Bruno eran igual. La intriga comenzó a carcomer poco a poco hasta que maldijo entre dientes y cerró la llave del agua fría, tomó una toalla y se cubrió para salir, las huellas de sus pies húmedos, dejaron un camino contra el mármol.Tomó el celular que tenía cargando en la mesa de noche y abrió el mensaje, era de Thomas, su nuevo jefe de seguridad:“La señorita Gray y dos empleadas más van al club. ¿Quiere que proceda a retirarlas? “B
Christine miró a Björn en silencio casi a punto de explotar.―Deberías de entrar a la subasta, podrías encontrar algo que te llame la atención. ―el tono que usó Christine estaba vestido de sarcasmo, Björn negó mirando la pantalla de su celular, en espera de algún mensaje o llamada. ― ¿No quieres entrar?―insistió Christine.―No. Nunca me han llamado la atención las subastas. Ya tengo todo lo que quiero. ―dijo levantando la mirada a la mujer frente a ella. ―Y no necesito nada más.―Esta es una muy especial. Pero bueno, tú te lo pierdes. ―Christine sonrió y se giró para caminar a uno de los salones dónde estaba la subasta. Björn llamó a Thomas pero este no contestó, insistió de nuevo, no era de su agrado ese lugar, prefería manejar el hotel, el club se le hacía bastante oscuro, ya ten&ia
Ava sintió como sus pies eran arrastrados por el suelo frío, su corazón se agitó con miedo, "¿Qué era lo que estaba pasando?" ¿Por qué se sentía sin fuerzas? ¿Por qué todo era borroso?, sintió unas manos sobre su cuerpo, quería quitarlas, exigirles que no la tocaran, pero era como si no tuviese voluntad. Abrió como pudo un poco sus ojos, a pesar de tener los parpados pesados, alcanzó a ver a un par de mujeres que reían entre ellas, vieron la chaqueta de mezclilla que tenía sobre el vestido negro, se burlaban de cómo iba vestida, luego de nuevo manos, sintió frío, no pudo más y cerró los ojos, las voces eran lejanas, risas burlescas, ¿Qué es lo que estaban haciendo? ¿Acaso era una de esas iniciaciones de algún grupo de fanáticos del hotel? Pensó ya por último que deb&iac
Björn y su equipo de seguridad llegaron al piso diez, no podía imaginar que es lo que era esa subasta secreta, pero lo iba a averiguar. Al llegar al piso, se encontró con varios equipos de seguridad, no le sorprendió al verlos, ya que las personas interesadas en las subastas, eran personas de dinero, Björn caminó dando paso a un hombre que podía escupir fuego por la boca y quemar las paredes de ese lugar, la ira estaba corriendo por sus venas, su paso era firme e intimidante. Llegó al salón VIP ROOM, tenía una figura de un león con una corona bañado en oro y fondo negro. Se detuvo a medio pasillo,Un hombre del personal del club, lo reconoció.―Señor Hoffmann, ¿En qué le puedo ayudar? ―preguntó de inmediato y con los nervios de punta, era la primera vez que lo veía en la subasta privada de su jefe Bruno.― ¿Dónde s