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Capítulo 7. Advertencia

Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.

Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello todo esponjado como el de ella?” Nadie. Todas estaban bien peinadas así que ella no sería la excepción. Ava notó la presencia de dos hombres custodiando las puertas de cristal, se acercó a la secretaria.

―¿Se encuentra el señor Hoffmann?―Sussan arqueó una ceja y luego torció su labio.

―Está en una junta importante y no debe de ser interrumpido. Así que te tocará esperar. ―luego retomó de nuevo su mirada en la ropa de ella. ―Por cierto, no puedes andar así, ―Ava arqueó su ceja con sorpresa, miró el atuendo, luego a la mujer rubia.

―Es el uniforme que me has entregado hace rato. ¿Qué tiene de malo? ¿No te gusta como se me ve? Por qué si es así, lo siento, has dicho que es el único uniforme que hay, no podré complacerte. ―la sonrisa sarcástica de Ava apareció en sus labios al terminar sus palabras, la rubia, no dijo nada más, incluso notó Ava que la molestia le hizo teñir las mejillas, la vena de su sien se levantó, luego la mirada se clavó en la pantalla de la computadora. Ava suspiró discretamente, miró el sillón de espera y luego recordó que la falda se ajustaba bastante a su cuerpo, ¿Y si se sienta y se rompe? Así que prefirió esperar, miró los retratos que estaban en la sala de espera, había cuadros colgando, eran fotografías del hotel, de la fuente y otros lugares que aun no conocía. Se escuchó voces a su espalda, se giró y aparecieron dos hombres en traje elegante, detrás de uno, su jefe y se miraron por un momento, este notó lo ajustado del uniforme y llamaba bastante la atención, hasta Anton se dio cuenta y eso a su hijo no le gustó por una extraña razón.

―Entra. ―ordenó Hoffmann.

―¿Y quién es la joven?―preguntó Anton abrochando el botón de su americana y mostrando una sonrisa.

―Es mi asistente. ―Al ver Björn que no reaccionó Ava, volvió a ordenar sin dejarla hablar,. ―Entra. Y espera. ―Ava asintió educadamente. Al entrar se quedó de pie, al ver que aun no entraba su jefe, se pasó una mano para ajustar el botón del sacó, pero no alcanzaba a cerrarse, así que lo dejó suelto, revisó que la camisa blanca quedara fajada dentro de la falda.

―¿Ya terminó?―Ava brincó en su lugar al escuchar la voz ronca de su jefe, intentó no sonrojarse, se enderezó de inmediato y pasó las manos para enfrente y las entrelazó.

―Lo siento, no escuché que había entrado. ―dijo Ava en un tono serio, sintió la presencia de su jefe detrás de ella, giró su rostro y efectivamente la estaba observando en silencio. Björn se tensó al ser pillado observando el uniforme, presionó sus labios con dureza. La esquivó y rodeó el escritorio de cristal, luego se dejó caer de manera irritada. ―Haré una pregunta, solo una y solo moverás tu rostro en afirmación o negación. ―Ava asintió. ―¿Le han dado un uniforme que no era su talla?―ella asintió. ―Bien, primero, necesito que vaya a la oficina de la señora Laurent, donde tuvo su entrevista y pida que le de otro uniforme.

―Me ha dicho la secretaria que era el único, claramente no es mi talla, pero me informaron que no podía trabajar sin uno. Así que hice un poco de cambios de último momento para poder entrar en él. ―Björn estaba intentando controlar sus propios demonios en su interior, claramente Christine era parte de esto, tomó el teléfono y llamó a su secretaria, segundos después, la puerta se abrió y apareció Sussan con su tableta contra su pecho.

―¿Si, señor?―preguntó de manera profesional quedando de pie frente a su escritorio y a lado de Ava.

―¿Quién fue la persona que le entregó el uniforme a mi asistente?―Björn estaba preparándose para hacer arder a todo aquel que estuvo involucrado en humillar a su asistente. Sussan abrió sus ojos un poco más.

―Eh, yo...―Sussan decidió limpiarse las manos de inmediato. ―La señora Laurent me lo entregó. ―Björn presionó sus labios.

―Puede retirarse. ―le dijo a Sussan y ella casi salió corriendo. Ava miró a su jefe quién a simple vista estaba a punto de estallar de la molestia.

―¿Quiere que veamos lo de mis obligaciones como asistente?―Björn negó.

―Vaya a su habitación y póngase lo que tenía anteriormente, luego la espero aquí de nuevo. ―Ava asintió, luego se volvió para salir, pero Björn la llamo cuando ella puso su mano en el picaporte de acero. ―Espere. ―Ava se volvió de medio perfil para mirar a su jefe.

―¿Si, señor?

Björn la miró en silencio unos segundos más, pero luego negó y le hizo señas de que se retirara. Ava hizo caso y salió camino hacia su habitación para cambiarse.

Entró a su nueva habitación y buscó el cambio de ropa que se había quitado, al terminar de alistarse, tocaron a su puerta, salió a toda prisa intentando arreglar el moño recogido, al abrir la puerta, apareció Christine, Ava se sorprendió, sin decir nada más, esta entró sin pedir permiso, miró alrededor para averiguar si estaba sola, luego se giró hacia a Ava que siguió en silencio con la mano en el picaporte de la puerta.

―Deberías de buscar otro empleo, el personal que se contrata aquí, no es de tu nivel. ―Hoffmann escuchó como Christine le habló a Ava. Los puños se formaron en sus manos, entonces escuchó la respuesta de su asistente.

―Si tanto le molesta, debería de hablarlo con el señor Hoffmann. Él es quién me contrato y el único quién me puede despedir. Y otra, si me sigue molestando y poniendo trabas a mi trabajo, no me quedaré de brazos cruzados. ―Björn sonrió y luego se retiró a su oficina.

Christine se cruzó de brazos y alzó su ceja perfecta.

―Esta es una advertencia. ―luego salió de la casa, Ava soltó el aire que estaba reteniendo sin darse cuenta.

―¿En dónde es que te has metido, Ava?

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