Björn caminó hasta su oficina después de escuchar aquella conversación entre Christine y su asistente, por primera vez, había sonreído, pero así como sonrió, se esfumó en segundos aquel gesto, haber escuchado como Christine había intentado intimidar y humillar a su asistente, había decidido hacer algo sin duda alguna, pero antes, tenía que hacer algo.
Ya en su oficina y recoger su abrigo, miró el reloj y estaba a punto de salir de la oficina central para ir con su asistente a hacer lo que había pensado al verla en ese uniforme. Sussan, la secretaria de él, tocó la puerta de cristal deteniendo su salida, Björn le hizo señas de que pasara.
―Disculpe, señor Björn, la señora Laurent ha dejado lo que le pidió por la mañana.
―Bien, gracias. ―luego regresó a su escritorio para d
Después de una tarde-noche agitada midiéndose cada conjunto, cada falda, cada calzado de marcas famosas, Ava entró a la casa dónde ahora estaría viviendo, Alice estaba sentada cenando cereal en el comedor, cuando vio a un par de hombres del hotel cargando bolsas y bolsas de marca, a lo último entró Ava, se le veía la cara de cansancio.― ¡Ava! Wow, ¿Qué es lo que está pasando aquí?―dijo Alice levantándose de su silla, los hombres desaparecieron dejándolas a solas finalmente. Ava se dejó caer en uno de los grandes sillones de la sala.―Mis uniformes. ―Ava dijo finalmente, Alice se acercó y comenzó a mirar el interior de una bolsa, entonces jadeó al ver la caja de zapatos con la marca GUCCI.―Oh, Dios mío, ―susurró sacando unas zapatillas negras de tacón, eran hermosas, discretas y
Björn le hizo señas a Ava para que entrara a la habitación, ella dudó por un momento, ya que era la privacidad de su ahora jefe, pero entró al ver el gesto de irritación por parte de él.Dejó el carro del servicio con el desayuno cerca del gran comedor, luego se enderezó y se pasó las manos por su saco azul marino, tenía nervios por ser su primer día oficial de trabajo como su asistente.Björn se sentó en la silla del gran comedor de la suite, era la habitación más cara y las más elegante del hotel. Se terminó de abrochar la camisa semi abierta, Ava notó que estaba descalzo, "Vaya que tiene bonitos pies. " Ava se aclaró la garganta intentando alejar ese pensamiento que quién sabe desde dónde había salido. Björn la miró.―Toma asiento. ―le señaló la si
París, Francia.Bruno dio un sorbo a su bebida, cerró los ojos saboreando el ardor que se deslizó por su garganta, luego abrió sus ojos para mirar el paisaje frente a él.―Señor Hoffmann, aquí tiene su periódico. ―anunció el ama de llaves de aquel ático. Bruno se giró hacia la mujer ya mayor, luego tomó.―Gracias. ―la mujer negó al ver el vaso de cristal en su mano.―No ha desayunado, señor. ―Bruno presionó sus labios.―Estoy bien. ―luego la mujer desapareció al ver el mal humor de su jefe.Bruno se sentó en el sillón cerca de la ventana de dónde estaba, dejó el vaso en la mesa del centro y se dispuso a leer el periódico. Pero no estaba prestando atención, los reportes que le habían llegado hace una hora por parte de Chri
Björn estaba bajo el agua de la regadera, sus manos abiertas contra el azulejo delante, su cabeza baja y con sus ojos cerrados disfrutando el agua fría. Escuchó a lo lejos el celular, era una notificación de mensaje. No se inmutó siquiera en apurarse a ver quién era quien lo estaba molestando, descartó mentalmente, Oscar no era, si fuera algo urgente, llamaría de inmediato, su padre y Bruno eran igual. La intriga comenzó a carcomer poco a poco hasta que maldijo entre dientes y cerró la llave del agua fría, tomó una toalla y se cubrió para salir, las huellas de sus pies húmedos, dejaron un camino contra el mármol.Tomó el celular que tenía cargando en la mesa de noche y abrió el mensaje, era de Thomas, su nuevo jefe de seguridad:“La señorita Gray y dos empleadas más van al club. ¿Quiere que proceda a retirarlas? “B
Christine miró a Björn en silencio casi a punto de explotar.―Deberías de entrar a la subasta, podrías encontrar algo que te llame la atención. ―el tono que usó Christine estaba vestido de sarcasmo, Björn negó mirando la pantalla de su celular, en espera de algún mensaje o llamada. ― ¿No quieres entrar?―insistió Christine.―No. Nunca me han llamado la atención las subastas. Ya tengo todo lo que quiero. ―dijo levantando la mirada a la mujer frente a ella. ―Y no necesito nada más.―Esta es una muy especial. Pero bueno, tú te lo pierdes. ―Christine sonrió y se giró para caminar a uno de los salones dónde estaba la subasta. Björn llamó a Thomas pero este no contestó, insistió de nuevo, no era de su agrado ese lugar, prefería manejar el hotel, el club se le hacía bastante oscuro, ya ten&ia
Ava sintió como sus pies eran arrastrados por el suelo frío, su corazón se agitó con miedo, "¿Qué era lo que estaba pasando?" ¿Por qué se sentía sin fuerzas? ¿Por qué todo era borroso?, sintió unas manos sobre su cuerpo, quería quitarlas, exigirles que no la tocaran, pero era como si no tuviese voluntad. Abrió como pudo un poco sus ojos, a pesar de tener los parpados pesados, alcanzó a ver a un par de mujeres que reían entre ellas, vieron la chaqueta de mezclilla que tenía sobre el vestido negro, se burlaban de cómo iba vestida, luego de nuevo manos, sintió frío, no pudo más y cerró los ojos, las voces eran lejanas, risas burlescas, ¿Qué es lo que estaban haciendo? ¿Acaso era una de esas iniciaciones de algún grupo de fanáticos del hotel? Pensó ya por último que deb&iac
Björn y su equipo de seguridad llegaron al piso diez, no podía imaginar que es lo que era esa subasta secreta, pero lo iba a averiguar. Al llegar al piso, se encontró con varios equipos de seguridad, no le sorprendió al verlos, ya que las personas interesadas en las subastas, eran personas de dinero, Björn caminó dando paso a un hombre que podía escupir fuego por la boca y quemar las paredes de ese lugar, la ira estaba corriendo por sus venas, su paso era firme e intimidante. Llegó al salón VIP ROOM, tenía una figura de un león con una corona bañado en oro y fondo negro. Se detuvo a medio pasillo,Un hombre del personal del club, lo reconoció.―Señor Hoffmann, ¿En qué le puedo ayudar? ―preguntó de inmediato y con los nervios de punta, era la primera vez que lo veía en la subasta privada de su jefe Bruno.― ¿Dónde s
Entraron a una gran habitación, la luz era tenue, solo había siete mesas, una pequeña lámpara tenía cada una, había seis hombres sentadas en ellas, -no se miraban sus rostros a falta de más luz- la última estaba libre y estaba cerca del centro. Nicoletta le hizo señas de que tomara asiento, Björn estaba sorprendido ya que ella le puso en la superficie de la mesa una mini tableta, se inclinó mostrando su escote.―Es nuevo ahora el procedimiento, presionarás el botón rojo y aparecerá en aquella pantalla, al develar lo que hay detrás de aquellas cortinas, aparecerá los detalles de la subasta… ―Björn levantó su mirada y cerca de unas cortinas negras estaba colgada la televisión, había siete líneas, y en ella números marcando “ceros” ―el botón es para subir la apuesta y se marcará en el