Ava miró detenidamente al jefe de personal, él tenía una cerca arqueada, luego su ceño se arrugó, estaba algo sorprendido al escuchar a una de las mejores empleadas de la empresa informando su renuncia.
― ¿Renunciar?―repitió esa palabra, Ava asintió sin dudar, para él era algo difícil de creer, ¿A dónde iría? ¿Habrá encontrado un mejor trabajo?
― ¿Hay algún problema?―preguntó Ava a la reacción de él, de inmediato él se aclaró la garganta y negó.
―Claro que no, es solo que me ha tomado por sorpresa, has sido una de las mejores empleadas de la empresa, ―aunque él pensó que muy solitaria pero buena empleada. ― ¿Has encontrado un trabajo bueno? ¿Con prestaciones? ―Ava se quedó mirando detenidamente unos breves segundos al hombre frente a ella vestido informal.
―Sí. ―fue todo lo que salió de la boca de ella, no tenía por qué dar más información, además, no tenía tanta confianza como para ponerse a decirle a dónde iría.
―Oh, ―dijo el jefe de personal, ―deja preparo la documentación que tienes que firmar...―se puso de pie, se acercó a la puerta, al abrirla, le dijo algo a su secretaria, Ava miró la hora, entonces vio el mensaje de su amiga Alice, torció el labio al recordar que le pidió que le llamara al terminar la entrevista, abrió el mensaje y su amiga estaba algo ansiosa por saber que había pasado. Tecleó una respuesta rápida: "Tengo el trabajo, estoy renunciando, al desocuparme te llamo. " y le dio enviar. Levantó la mirada y notó que sigilosamente el hombre había regresado a su silla. ―Solo tardará un momento en lo que me traen los papeles, ―Ava asintió lentamente. ― ¿Tu jefe de planilla sabía que querías renunciar?
―No. ―y luego el silencio reinó en el lugar, tocaron a la puerta y entró la secretaria con la carpeta de información de Ava y la documentación. Ava sintió que estaba haciendo bien, estaba buscando prosperar y pensó al final que era lo mejor.
Claro que era lo mejor. No pagaría renta. Servicios. Tendría comida. Podría ayudar a su familia y a Frank a ir a la universidad. ¿Qué más quería?
Después de un par de horas, Ava estaba cerrando la puerta de su mini departamento, había hablado con la arrendataria, -que vivía a su lado- y le informó de la nueva situación. Le regresaría el depósito al dejar el lugar. Ahora, a empacar.
***
― ¿Qué?―se escuchó del otro lado de la línea el tono de sorpresa de Alice. ―El mismo dueño te ha dado trabajo, ―el chillido de felicidad se escuchó tan fuerte que Ava tenía que separarse de la bocina de su celular.
―Creo que no te han escuchado en China...―bromeó divertida.
― ¿Asistente? ¡Dios mío! ¡Está súper, amiga! ―Ava suspiró. ― ¿Qué pasa?
―Nada. Es solo que cuando llegué a la ciudad, empecé de cero, este departamento...―Ava detuvo sus palabras. ―Bueno, es nostalgia dejar el pequeño lugar. ―se aclaró la garganta, no quería ponerse triste, al contrario, debía de alegrarse por el nuevo camino que estaba a punto de dirigirse.
―Por cierto, el chófer llegará a la misma parada de ayer, esperará diez minutos antes de venirte, eres de las últimas de la ruta.
―Gracias.
― ¿Tienes muchas cosas?―preguntó su amiga.
―No. Solamente ropa, lo demás no tiene valor.
―Bien, descansa, te veo mañana y te ayudaré a instalarte.
―Gracias, Alice. Muchas gracias...
―De nada amiga, estaremos juntas.
***
Por la mañana, Ava tenía su mano en el picaporte de la puerta principal, miró por última vez el diminuto lugar en el que vivió dos años, cerró finalmente y le entregó las llaves a su arrendataria, se despidieron y ella tiró de su maleta. Los nervios estaban aflorando conforme iba a acercándose a la parada dónde la recogería el chófer del hotel. Si todo iba bien, como lo tenía planeado en su cabeza, podría enviar dinero para la matrícula de Frank, él podría salir del pueblo y prepararse para el futuro, aunque no se arrepintió de estudiar a distancia, quería que para Frank fuese distinto. Cuando le contó la nueva noticia, se había emocionado, sus padres también, Frank seguía trabajando de guía de turista, así también ahorraría más para mantenerse y no recargarse en su familia.
Después de dos horas y media de viaje, Ava visualizó el gran hotel, se le hizo tan elegante y majestuoso, los nervios en el interior de su estómago creció más y más, hoy mismo firmaría contrato y empezaría a vivir en este lugar. "¿Cómo no emocionarse?"
Ella fue la última en bajar de la camioneta blindada del personal, al tomar su maleta que el chófer le entregaba, dio un respingo al escuchar su nombre, cuando se volvió, era Björn.
―Señor...Hoffmann. ―dijo rápidamente Ava.
―Estaba esperándola. Sígame. ―Ava asintió y tiró de su maleta siguiendo a su ahora...jefe. Al cruzar por el pasillo se encontraron con Christine Laurent, la segunda a mano después de Björn, ella se detuvo al ver que la mujer castaña venía detrás de él.
― ¿Qué pasa? ―preguntó a Björn, él se detuvo, haciendo que Ava casi tropezara con su maleta.
―Nada. ¿Tiene que pasar algo?―Christine levantó una ceja y miró detrás de él a la castaña.
―Pensé que había pasado algo. Por eso pregunto, ―se acercó un poco a Björn, ―Sé qué eres el dueño de este hotel, pero yo sigo siendo la segunda a mano, por lo tanto...
―Termina con tu palabrería, ¿Qué quieres saber?―Björn dijo de manera tajante y cortando la distancia entre ellos dos, Christine tenía que retroceder por su altura, la mirada intimidante de Björn le recordó su pasado juntos. Björn no dejó de mirarla, al ver que no habló, retrocedió, le hizo una seña sin mirar a Ava para que siguiera, Christine tuvo que tomar aire bruscamente cuando desaparecieron al dar vuelta a la derecha por ese mismo pasillo, el calor que le había provocado era un recordatorio de que Björn la odiaba.
Al llegar al piso central dónde se encontraba la oficina, Björn se detuvo ante la secretaria, ella se puso de pie de inmediato.
―Señor Hoffmann, está listo lo que me ha pedido. ―Sussan, la secretaria de ese piso, miró a Ava, era extraño ver a una joven mujer castaña en el hotel, ya que normalmente todas las mujeres que Bruno y Christine contrataban, eran rubias y muy esbeltas.
―Gracias, que nadie me interrumpa, no quiero llamadas ni mensajes hasta que termine esta reunión con la señorita Gray. ―Sussan asintió rápidamente, Björn empujó la puerta de cristal y le cedió el paso a Ava, quién tiró con más fuerza de la maleta grande, casi tropezaba cuando Björn atrapó como reflejo de su codo, haciendo que ella maldijera entre dientes. Björn se irritó y la soltó de inmediato, tomó del agarre de la maleta y tiró con brusquedad dejándola a un lado de uno de los sillones. ―Entre, el tiempo corre. ―dijo molesto caminando hacia su ahora escritorio de cristal.
Ava se sentó en la silla que le señaló, Björn tomó la carpeta que le había dejado Sussan, le dio un visto, Ava miró disimuladamente alrededor de ellos, el silencio fue interrumpido por esa voz ronca de Björn.
―Aquí tiene su contrato, revíselo. ―se lo extendió por encima del escritorio, Ava lo aceptó y comenzó a revisarlo por un momento, Björn se dejó caer en el respaldo de la silla de cuero. Ava alzó sus cejas al leer el sueldo que ganaría. ― ¿Qué pasa? ¿Algo no le gusta?―Ava se aclaró la garganta, alzó su mirada a él para contestar.
―No, no, no es eso. ―Ava preguntó. ― ¿Esa cifra es anual?―Björn negó lentamente, ¿Qué era muy poco lo que le pagaría? ― ¿Es mensual?―Asintió Björn.
― ¿Por qué?―preguntó Björn confundido.
―Es bastante. ―Ava susurró al bajar la mirada de nuevo a los documentos, al escucharla, Björn se quedó sin palabras.
―Pero las funciones de tu puesto, lo vale. Ahí está las funciones que desempeñarás. Así como las horas semanales que tienes que cumplir. Soy muy exigente, señorita Gray. ―Ava levantó la mirada al hombre del otro lado de la mesa de cristal. ¿Acaso ha sonado de manera intimidante?
― ¿Tengo que estar disponible las veinticuatro horas del día?―preguntó Ava sorprendida, Björn asintió sin dudarlo.
―Suelen ocurrir imprevistos a cualquier hora del día, señorita Gray, es un hotel y un club. No quiere decir que la estaré llamando a las tres de la madrugada, solo pido disponibilidad total. Vivirá en este lugar, no tendrá que correr a tomar un taxi o manejar dos horas y media de la ciudad hasta acá. ―Ava bajó de nuevo la mirada a la documentación, eran mucha la paga, ¿Por qué se estaba preocupando por ello? Al contrario, debería de brincar de la felicidad que podrá no solo pagar la matricula, si no varias. Leyó detenidamente el resto de las dos hojas en total silencio, algo que le agradó a Björn. Miró como el largo mechón castaño salió de su oreja y como sus dedos se lo llevaron detrás de nuevo, -una extraña reacción en Björn- la mirada de ella siguió en la documentación, Björn salió de sus propios pensamientos al escuchar cuando Ava se aclaró la garganta y luego levantó la mirada a él.
―Dice que tengo que cumplir un mes de prueba, si lo paso, luego será un contrato por seis meses mientras usted esté al mando del lugar, si usted cree que no puedo con el puesto durante el mes de prueba,―Ava intentó no sonar preocupada por quedarse sin trabajo. ― ¿Podría aplicar para otro puesto aquí mismo? ¿En el hotel o el club? Ya sea de limpieza u otro puesto...―Björn arrugó su ceño. ― ¿O tengo que irme? o si paso los seis meses y usted ya no está al mando, ¿La otra persona podría contratarme?―imaginar a Bruno tomando el control de nuevo, le hizo tensarse.
Ya qué sus planes, habían cambiado.
―Te preocupa quedarte sin trabajo, ¿No?―Ava dejó la documentación en el escritorio frente a ella.
―He entregado mi departamento al saber que tengo que vivir aquí, me costó conseguir un lugar desde que he llegado, las rentas están por los cielos, claro que me preocupa no llenar sus expectativas, el tener que regresarme y no tener un techo dónde vivir.
Björn se quedó callado, había escuchado cada palabra de su boca, la forma en que lo dijo y sus ojos fijos en él, como si no le intimidara el hombre que estaba sentado frente a ella, ¿Acaso no veía la figura masculina y cargada de frialdad? Ella no se embelesó como el resto del personal y en eso incluyó a Christine, Ava... ¿Era inmune a su presencia? Sus ojos siguieron observándolo detenidamente.
―Lo que deberías de pensar es en que tienes que cumplir al pie de la letra las funciones de tu trabajo, como cualquier otro más y sobre todo no romper las reglas. ―Björn se enderezó y se recargó contra el escritorio de cristal, acomodando sus brazos. ―Haciéndolo, no tendrás que preocuparte por ello ni por el techo en un futuro...―Ava arqueó una ceja sin poderlo evitar.
―Yo cumpliré al pie de la letra, pero... ¿Quién me garantizará tener un techo al finalizar mi mes de prueba o después de los seis meses?
―Nadie debe de garantizarlo ya que no es nuestro problema después de tu finalización de prueba o después de los seis meses. Pero, yo te garantizaré. Si no pasas el mes, puedes aplicar para otro trabajo aquí mismo, así como también puedes quedarte en este lugar hasta que tengas uno en la ciudad si decides irte, creo que con eso debe de ser estar suficiente claro. ―Björn comenzó a irritarse, nadie cuestionaba nada y mucho menos los contratos, estaba familiarizado con el lugar, sus funciones, así como cada detalle de cada empleado, su paga, las horas que trabajaban así como en qué lugar vivía cada uno en este lugar o las demás cadenas. Soltó el aire entre dientes y se levantó. Ava dudó y se arrepintió de inmediato haber hecho esa pregunta, tenía razón, después del mes, era su problema. Pero ya qué. Se levantó, tomó la pluma que le entregó y firmó.
―Aquí tiene. ¿Cuándo comenzaré?―Björn la miró detenidamente.
―Hoy mismo, señorita Gray.
Björn recordó que Ava no se había instalado aún, así que no podía andar cuidando maletas ni dejándolas por el lugar.―Primero, se va a instalar dónde va a vivir, pase con mi secretaria para que le dé el resto de la información, cuando termine de acomodarse, le llamaré para ponernos manos en la obra. ―Ava asintió, se volvió y Björn notó que Christine esperaba afuera de la oficina central, estuvo a punto de poner los ojos en blanco pero se detuvo al ver que Ava se inclinó para tomar la agarradera de la maleta. ―Espere, señorita Gray. ―Ava giró su rostro para mirarlo, Björn rodeó el escritorio para acercarse a ella, la mirada de Christine a través del cristal grueso de las dobles puertas de esa oficina, era de molestia. Björn abrió la puerta y miró a Ava. ―La señora Laurent la llevará a conocer
Ava esperó algo impaciente afuera de la oficina central dónde tenía que verse con su ahora jefe: Hoffmann.―Este es tu uniforme. ―anunció en un tono cargado de frialdad la secretaria. Ava se levantó como un resorte y se acercó a la rubia que estaba llegando al escritorio.―Gracias…―lo tomó y miró la tela, entonces Ava se quedó incomoda al ver la talla del uniforme, “¿Talla S?” “¿Era broma?”― ¿Algún problema? ―preguntó Sussan arqueando una ceja, su rostro mostró diversión oculta, Ava entendió que ella y la francesa se habían aliado.―Bueno, sí. ―hizo una breve pausa mostrándole la etiqueta. ―La talla es pequeña, no me quedará. ―confesó Ava sin mostrar la molestia que había provocado su burla más obvia en su rostro.―Lo siento, pero
Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello
Björn caminó hasta su oficina después de escuchar aquella conversación entre Christine y su asistente, por primera vez, había sonreído, pero así como sonrió, se esfumó en segundos aquel gesto, haber escuchado como Christine había intentado intimidar y humillar a su asistente, había decidido hacer algo sin duda alguna, pero antes, tenía que hacer algo.Ya en su oficina y recoger su abrigo, miró el reloj y estaba a punto de salir de la oficina central para ir con su asistente a hacer lo que había pensado al verla en ese uniforme. Sussan, la secretaria de él, tocó la puerta de cristal deteniendo su salida, Björn le hizo señas de que pasara.―Disculpe, señor Björn, la señora Laurent ha dejado lo que le pidió por la mañana.―Bien, gracias. ―luego regresó a su escritorio para d
Después de una tarde-noche agitada midiéndose cada conjunto, cada falda, cada calzado de marcas famosas, Ava entró a la casa dónde ahora estaría viviendo, Alice estaba sentada cenando cereal en el comedor, cuando vio a un par de hombres del hotel cargando bolsas y bolsas de marca, a lo último entró Ava, se le veía la cara de cansancio.― ¡Ava! Wow, ¿Qué es lo que está pasando aquí?―dijo Alice levantándose de su silla, los hombres desaparecieron dejándolas a solas finalmente. Ava se dejó caer en uno de los grandes sillones de la sala.―Mis uniformes. ―Ava dijo finalmente, Alice se acercó y comenzó a mirar el interior de una bolsa, entonces jadeó al ver la caja de zapatos con la marca GUCCI.―Oh, Dios mío, ―susurró sacando unas zapatillas negras de tacón, eran hermosas, discretas y
Björn le hizo señas a Ava para que entrara a la habitación, ella dudó por un momento, ya que era la privacidad de su ahora jefe, pero entró al ver el gesto de irritación por parte de él.Dejó el carro del servicio con el desayuno cerca del gran comedor, luego se enderezó y se pasó las manos por su saco azul marino, tenía nervios por ser su primer día oficial de trabajo como su asistente.Björn se sentó en la silla del gran comedor de la suite, era la habitación más cara y las más elegante del hotel. Se terminó de abrochar la camisa semi abierta, Ava notó que estaba descalzo, "Vaya que tiene bonitos pies. " Ava se aclaró la garganta intentando alejar ese pensamiento que quién sabe desde dónde había salido. Björn la miró.―Toma asiento. ―le señaló la si
París, Francia.Bruno dio un sorbo a su bebida, cerró los ojos saboreando el ardor que se deslizó por su garganta, luego abrió sus ojos para mirar el paisaje frente a él.―Señor Hoffmann, aquí tiene su periódico. ―anunció el ama de llaves de aquel ático. Bruno se giró hacia la mujer ya mayor, luego tomó.―Gracias. ―la mujer negó al ver el vaso de cristal en su mano.―No ha desayunado, señor. ―Bruno presionó sus labios.―Estoy bien. ―luego la mujer desapareció al ver el mal humor de su jefe.Bruno se sentó en el sillón cerca de la ventana de dónde estaba, dejó el vaso en la mesa del centro y se dispuso a leer el periódico. Pero no estaba prestando atención, los reportes que le habían llegado hace una hora por parte de Chri
Björn estaba bajo el agua de la regadera, sus manos abiertas contra el azulejo delante, su cabeza baja y con sus ojos cerrados disfrutando el agua fría. Escuchó a lo lejos el celular, era una notificación de mensaje. No se inmutó siquiera en apurarse a ver quién era quien lo estaba molestando, descartó mentalmente, Oscar no era, si fuera algo urgente, llamaría de inmediato, su padre y Bruno eran igual. La intriga comenzó a carcomer poco a poco hasta que maldijo entre dientes y cerró la llave del agua fría, tomó una toalla y se cubrió para salir, las huellas de sus pies húmedos, dejaron un camino contra el mármol.Tomó el celular que tenía cargando en la mesa de noche y abrió el mensaje, era de Thomas, su nuevo jefe de seguridad:“La señorita Gray y dos empleadas más van al club. ¿Quiere que proceda a retirarlas? “B