Ava se miró en el espejo, estaba indecisa en si llevar el cabello suelto o recogido, se había puesto el único pantalón negro de vestir que tenía, los zapatos más elegantes con un diminuto tacón y una blusa lisa en color blanco con un listón delgado y negro amarrado en un moño a punto de desbaratarse, se puso solo un poco de rubor en sus pálidas mejillas, y rímel en sus largas pestañas, optó entonces por llevar suelto su cabello de último momento. Creía que así su rostro redondo, no se notaría mucho.
― ¿Ya? ―escuchó decir impaciente a su amiga afuera del baño. Ava tomó aire y lo soltó lentamente entre dientes sin dejar de mirarse en el reflejo del espejo. Notó esas ojeras que apenas el maquillaje cubrió, ¿Por qué estaba nerviosa? Solo era una entrevista para un mejor trabajo, tendría más dinero para enviar a su familia, así Frank iría a la universidad, así como ella. ―Tenemos que estar unos minutos antes de que llegue el chofer.
―Voy, ya terminé. ―anunció Ava, tomó su bolso y salió del baño, Alice la observó.
―Te ves muy bien. ―Alice le guiñó el ojo. Después de unos minutos, habían salido del diminuto departamento de Ava, luego siguieron hasta llegar al chófer que esperaba por el nuevo personal que estaba llegando a la ciudad, era una camioneta negra y era blindada, al subir el interior estaba refrigerado, si esos sillones que miró estaban cómodos, sin duda se quedaría dormida como un oso en pleno invierno.
Dos horas y media después, llegaron al hotel Seasons, la fachada del lugar era impresionante, tenía una fuente muy grande tirando chorros de agua por lo alto, demasiado alto, los jardines eran hermosos y cuando llegaron a una entrada que no era la principal del hotel, el chófer anunció la llegada y que podían bajar.
―La señora Laurent los espera. ―anunció el hombre al volante, eran seis personas aparte de Ava y Alice, bajaron y se dirigieron a la puerta de personal del hotel, al abrirse la puerta, apareció una hermosa rubia, alta, delgada, y tenía un conjunto azul marino –falda estilo lápiz, blusa blanca y encima un saco del mismo color de la falda, zapatillas de tacón de aguja que le hacían ver muy pero muy elegante. Les hizo señas de que cruzaran hasta al final del pasillo y que dieran vuelta a la derecha, le sonó el celular y comenzó a hablar en francés, Ava se quedó embelesada con el idioma en el que la rubia hablaba. “Dicen que el francés es el idioma del romance” definitivamente estaba de acuerdo, el tono que empleaba y como el sonido se desenvolvía en su oído, le hizo suspirar.
―Me encanta escuchar hablar francés, se me hace tan sexy…―confesó Alice a Ava quien estaba igual que ella, otra mujer les mostró dónde debían tomar lugar, Ava era la última. ―Yo te dejo aquí, tengo que ir al conjunto a cambiarme por el uniforme, entro en una hora, al terminar la entrevista, llámame. ―se emocionó Alice de que Ava, su amiga de años del pueblo, estuviera ahí, ya que no se sentiría tan sola en un mundo de tanto lujo como era el hotel. Al irse, Ava le afloró de inmediato los nervios en el centro de su estómago, intentó hacer ejercicios de respiración para poder tranquilizar su mente, pensaba que si pasaba la entrevista, podría ahorrar finalmente, no se preocuparía por las facturas a final de mes, podría no preocuparse por la comida y ayudaría más a su familia. “Por favor, dame la oportunidad de trabajar aquí…” rezó en su interior.
Christine había recibido de nuevo una llamada de la cocina en el club, había problemas y no la dejaban hacer su trabajo, el último joven que entrevistó sería el último para ir de inmediato a solucionarlo a como diera lugar, al salir, se dio cuenta que faltaba una, pero al darle una revisada sutilmente de pies a cabeza, sabía que sería descartada de inmediato.
Ava al verla, se puso de pie, pero Christine levantó una mano.
―Tengo que salir, las entrevistas se han terminado. ―Ava arqueó una ceja, ¿Tanto tiempo de viaje para no entrevistarla? ―Te llamaremos, deja tu información con mi asistente. ―la rubia que estaba en un escritorio a unos cuantos metros de la puerta de la oficina de Laurent, se puso de pie, hasta pensó la asistente que su jefa estaba siendo muy grosera. Antes de que dijera algo, Christine se retiró dejándola de pie sin dejarle dar replica. La rubia y Ava se quedaron observando por unos segundos más.
―No te preocupes, así es ella, ¿Quieres dejarme tu información? ―Ava se sintió molesta.
―Eso es una falta de respeto. ―susurró, pero la asistente asintió.
―Me disculpo por ella, suele ser así.
Björn estaba llegando a la sala de seguridad dónde se encontraba las cámaras de ambos lugares: El hotel y el club. El jefe de seguridad se sorprendió al verlo entrar sin ser anunciado, se levantó de un movimiento brusco.
―Señor Hoffmann, ―se aclaró de inmediato la garganta y se tensó, ningún Hoffmann entraba a ese lugar así que si estaba sorprendido.
―Solo estoy revisando. ―contestó Björn despreocupado mirando las cámaras frente a él. ― ¿Esa es la oficina de la señora Laurent?
El hombre al ver que le señaló la pantalla.
―Sí, es la oficina. ―Björn notó a Christine que había salido de su oficina, cuando levantó la mano hacia a una mujer que estaba a una distancia de ella, no se mostró el rostro pero su cabello castaño era evidente. El de seguridad notó la escena que estaba observando su jefe. ―Debe de estar con las entrevistas, hace una hora han llegado de la ciudad con posibles prospectos.
Björn notó que Christine se retiró dejando a la mujer ahí de pie, luego una rubia acercándose a la castaña.
―Llama y pregunta si ya terminó las entrevistas. ―ordenó Björn al jefe de seguridad, este tomó el teléfono y llamó a la asistente de Christine, después de preguntar, tapó la bocina, miró a su jefe y le contó.
―Acaba de decir la asistente de la señora Laurent que tuvo que cancelar la última entrevista por un problema en la cocina del club. ―Björn torció su labio. ―La asistente dice que ella era la última.
―Qué la envíe a la oficina central, yo terminaré el trabajo de la señora Laurent. ―el hombre asintió y le informó a la asistente lo que había ordenado el señor Hoffmann.
Björn había decidido ayudar por última vez a Bruno, esta misma mañana él se había ido del país por seis meses, aparte de que lo amenazó con develar a su padre un error de él del pasado, no veía mal quedarse una temporada, pero lo que le huía, era encontrarse con su padre, quién al igual que su hermano sacaban lo peor de él, uno de los motivos por el cual había puesto tierra y mar de por medio para poder controlar esa ira que llevaba en su interior.
Cruzó el largo pasillo y le informó a la secretaria que cuando llegara una mujer castaña, le hiciera pasar. La secretaria asintió, luego entró y tomó lugar en aquella majestuosa mesa de cristal, se recargó en la silla de cuero y suspiró. La secretaria anunció la llegada y luego una de las puertas dobles de cristal se abrió para dar paso a una joven mujer, Björn entrecerró su mirada y luego se levantó.
―Buenos días, ―anunció Ava de manera educada.
―Buenos días, tome asiento. ―Ava hizo caso y Björn levantó su mano en señal de que le entregara la carpeta que tenía en su mano, Ava se la entregó y luego tomó lugar en la silla frente al gran escritorio. Björn notó molestia en la mirada de Ava, había abierto la carpeta pero luego la cerró, Ava y Björn se quedaron observándose en silencio por unos breves segundos. ― ¿Está molestándole algo, señorita Gray? ―Björn había alcanzado a ver su apellido antes de dirigirse a ella.
―No. ―contestó en un tono serio, pero Ava estaba molesta por la actitud de la mujer francesa, ¿Creía que no había notado como la había visto de pies a cabeza? ¿Acaso por qué no era como Alice o la asistente la descartaba sin antes leer su solicitud?
―Está molesta. ―confirmó Björn.
Ava lo miró detenidamente, intentó controlar su lengua, ya había tenido este tipo de situaciones de decir lo que pensaba y muchas veces, terminaba mal. Quería ahora con más ganas ese trabajo, de lo que sea, pero regresar a seguir pasando lo mismo y que su hermano no fuese a la universidad, se negaba rotundamente irse sin ese empleo.
―No lo estoy, ―y luego puso una sonrisa fingida, pero Björn no era tonto, dejó a un lado la carpeta y se inclinó sobre el escritorio de cristal.
―Puedo ver que es mala intentando mentir. ¿Qué es lo que le ha molestado?
―Que no estoy molesta y no estoy intentando mentir. ―respondió irritada sin poderlo controlar.
Björn notó con más fuerza en sus palabras que realmente sí que estaba molesta, ¿Le habrá dicho algo Christine?
― ¿Normalmente eres así de respondona?―preguntó demasiado curioso. Ella presionó sus labios mostrando unos hoyuelos demasiado marcados. Él se quedó hipnotizado por ese simple detalle en su rostro.
― ¿Desde cuándo decir lo que uno piensa es ser respondona? ―Björn se sorprendió que le haya respondido con otra pregunta, ¿Acaso no se da cuenta de quién es? De él depende si saldrá de este hotel con trabajo. Se recargó en el respaldo de la silla de cuero, luego soltó el aire entre dientes de manera irritada.
― ¿Qué es lo que te ha dicho la señora Laurent?―quería saber más.
―Qué dejara mi información con la asistente y que me llamarían, pero creo que no sería así. ―esas últimas palabras lo dijo sin filtro a como la había visto, estaba segura que la descartaría sin parpadear.
―Bueno, ella está solucionando un problema, y yo te entrevistaré. ―hizo una pausa. ―Bien, entonces dime por tus palabras quien eres, Ava Gray. ―Björn palmeó la carpeta, dándole a entender que no leería el contenido, que quería escucharlo de ella. Ava se tensó, luego intentó controlarse, ella podía hacerlo, era su oportunidad de mostrarle que podría ser parte de ese hotel.
―Soy Ava Elizabeth Gray, trabajo en atención a clientes en un call center de A&T, vivo en la ciudad desde hace dos años, tengo una carrera en Marketing y Business Management. ―Björn se sorprendió, ¿Cómo es que está trabajando en un call center? imaginaba que la paga era bastante baja.
― ¿Estudiaste en que universidad?―preguntó Björn más curioso por la joven mujer frente a él.
―Estudié la carrera a distancia en Harvard. ―Björn alzó sus cejas con mucha sorpresa, Ava se dio cuenta de su reacción. ―Tiene muy buenas carreras a distancia...―Ava se sonrojó por primera vez y lo notó Björn.
― ¿Y por qué no ir a la universidad directamente?―preguntó Björn.
―No quería dejar a mi familia.
Björn asintió lentamente, para la joven mujer, era primero la familia, algo que en su caso no existía.
―Bien, ―se aclaró la garganta y la miró detenidamente unos segundos más en silencio. ―El puesto vacante es para ser mi asistente. ―Ava alzó sus cejas pero de inmediato se repuso. ―No confío en ningún personal actual de este hotel. Así que como eres nueva y yo voy instalándome, me va bien. El salario será bueno, las prestaciones igual que el resto del personal del club y del hotel, vivirás en el condominio junto a los demás y son doce horas de trabajo. ―Ava asintió, no importaba por el momento, haría lo que fuese para no perder este trabajo. ―Así que como aún tienes el otro trabajo, te daré el resto del día para que renuncies a tu otro empleo y empezarías mañana a primera hora, que será a las cinco de la mañana, te dejaré con la secretaria las instrucciones y lo que es tu trabajo en general.
―Muchas gracias, señor...―no sabía ni cómo se llamaba. Björn se dio cuenta.
―Hoffmann. Es mi apellido, solamente la gente cercana a mí y de confianza, me llama por mi nombre. Así que solo llámame Hoffmann. ―Ava asintió. Tocaron a la puerta y Björn se dio cuenta que era Christine, le hizo señas de que entrara, Christine no sabía que la mujer que le estaba dando la espalda, era la joven mujer que había despachado un rato atrás.
―Señor Hoffmann, ¿Podemos hablar? Es urgente. ―Björn asintió, luego miró a Ava.
―Espera unos minutos afuera, Christine te dará el recorrido breve y la información de la documentación que debes traer para armar tu carpeta de trabajo. ―Ava asintió y se levantó, al girarse se encontró con la mirada de sorpresa y algo más de Christine. Caminó a la salida y Christine no le quitó la mirada, luego miró a Björn.
―Ella está descartada. No es necesario que...―Björn la interrumpió.
― ¿Disculpa? ¿Quién la ha descartado?―sonó irónico, Christine no dijo nada. ―Aquí el jefe por seis meses soy yo, ahorita no estamos para descartar personal, se acerca la temporada alta y tú poniéndote los moños.
―Ella no es la persona que normalmente se contrata. ―Björn enfureció en segundos al escuchar el tono que empleó.
―Yo la he contratado y punto.
Ava miró detenidamente al jefe de personal, él tenía una cerca arqueada, luego su ceño se arrugó, estaba algo sorprendido al escuchar a una de las mejores empleadas de la empresa informando su renuncia.― ¿Renunciar?―repitió esa palabra, Ava asintió sin dudar, para él era algo difícil de creer, ¿A dónde iría? ¿Habrá encontrado un mejor trabajo?― ¿Hay algún problema?―preguntó Ava a la reacción de él, de inmediato él se aclaró la garganta y negó.―Claro que no, es solo que me ha tomado por sorpresa, has sido una de las mejores empleadas de la empresa, ―aunque él pensó que muy solitaria pero buena empleada. ― ¿Has encontrado un trabajo bueno? ¿Con prestaciones? ―Ava se quedó mirando detenidamente unos breves segundos al hombre frente a ella vesti
Björn recordó que Ava no se había instalado aún, así que no podía andar cuidando maletas ni dejándolas por el lugar.―Primero, se va a instalar dónde va a vivir, pase con mi secretaria para que le dé el resto de la información, cuando termine de acomodarse, le llamaré para ponernos manos en la obra. ―Ava asintió, se volvió y Björn notó que Christine esperaba afuera de la oficina central, estuvo a punto de poner los ojos en blanco pero se detuvo al ver que Ava se inclinó para tomar la agarradera de la maleta. ―Espere, señorita Gray. ―Ava giró su rostro para mirarlo, Björn rodeó el escritorio para acercarse a ella, la mirada de Christine a través del cristal grueso de las dobles puertas de esa oficina, era de molestia. Björn abrió la puerta y miró a Ava. ―La señora Laurent la llevará a conocer
Ava esperó algo impaciente afuera de la oficina central dónde tenía que verse con su ahora jefe: Hoffmann.―Este es tu uniforme. ―anunció en un tono cargado de frialdad la secretaria. Ava se levantó como un resorte y se acercó a la rubia que estaba llegando al escritorio.―Gracias…―lo tomó y miró la tela, entonces Ava se quedó incomoda al ver la talla del uniforme, “¿Talla S?” “¿Era broma?”― ¿Algún problema? ―preguntó Sussan arqueando una ceja, su rostro mostró diversión oculta, Ava entendió que ella y la francesa se habían aliado.―Bueno, sí. ―hizo una breve pausa mostrándole la etiqueta. ―La talla es pequeña, no me quedará. ―confesó Ava sin mostrar la molestia que había provocado su burla más obvia en su rostro.―Lo siento, pero
Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello
Björn caminó hasta su oficina después de escuchar aquella conversación entre Christine y su asistente, por primera vez, había sonreído, pero así como sonrió, se esfumó en segundos aquel gesto, haber escuchado como Christine había intentado intimidar y humillar a su asistente, había decidido hacer algo sin duda alguna, pero antes, tenía que hacer algo.Ya en su oficina y recoger su abrigo, miró el reloj y estaba a punto de salir de la oficina central para ir con su asistente a hacer lo que había pensado al verla en ese uniforme. Sussan, la secretaria de él, tocó la puerta de cristal deteniendo su salida, Björn le hizo señas de que pasara.―Disculpe, señor Björn, la señora Laurent ha dejado lo que le pidió por la mañana.―Bien, gracias. ―luego regresó a su escritorio para d
Después de una tarde-noche agitada midiéndose cada conjunto, cada falda, cada calzado de marcas famosas, Ava entró a la casa dónde ahora estaría viviendo, Alice estaba sentada cenando cereal en el comedor, cuando vio a un par de hombres del hotel cargando bolsas y bolsas de marca, a lo último entró Ava, se le veía la cara de cansancio.― ¡Ava! Wow, ¿Qué es lo que está pasando aquí?―dijo Alice levantándose de su silla, los hombres desaparecieron dejándolas a solas finalmente. Ava se dejó caer en uno de los grandes sillones de la sala.―Mis uniformes. ―Ava dijo finalmente, Alice se acercó y comenzó a mirar el interior de una bolsa, entonces jadeó al ver la caja de zapatos con la marca GUCCI.―Oh, Dios mío, ―susurró sacando unas zapatillas negras de tacón, eran hermosas, discretas y
Björn le hizo señas a Ava para que entrara a la habitación, ella dudó por un momento, ya que era la privacidad de su ahora jefe, pero entró al ver el gesto de irritación por parte de él.Dejó el carro del servicio con el desayuno cerca del gran comedor, luego se enderezó y se pasó las manos por su saco azul marino, tenía nervios por ser su primer día oficial de trabajo como su asistente.Björn se sentó en la silla del gran comedor de la suite, era la habitación más cara y las más elegante del hotel. Se terminó de abrochar la camisa semi abierta, Ava notó que estaba descalzo, "Vaya que tiene bonitos pies. " Ava se aclaró la garganta intentando alejar ese pensamiento que quién sabe desde dónde había salido. Björn la miró.―Toma asiento. ―le señaló la si
París, Francia.Bruno dio un sorbo a su bebida, cerró los ojos saboreando el ardor que se deslizó por su garganta, luego abrió sus ojos para mirar el paisaje frente a él.―Señor Hoffmann, aquí tiene su periódico. ―anunció el ama de llaves de aquel ático. Bruno se giró hacia la mujer ya mayor, luego tomó.―Gracias. ―la mujer negó al ver el vaso de cristal en su mano.―No ha desayunado, señor. ―Bruno presionó sus labios.―Estoy bien. ―luego la mujer desapareció al ver el mal humor de su jefe.Bruno se sentó en el sillón cerca de la ventana de dónde estaba, dejó el vaso en la mesa del centro y se dispuso a leer el periódico. Pero no estaba prestando atención, los reportes que le habían llegado hace una hora por parte de Chri