La lluvia no cesaba desde que había subido a la camioneta blindada en el aeropuerto, el clima se había vuelto más irritante desde que el nuevo chófer asignado para llevarlo al club, daba unos cuantos frenones por la falta de educación de los demás conductores, maldijo entre dientes en su idioma natal: alemán. Revisó su celular y notó que tenía varias llamadas de su hermano mayor: Bruno.
Bruno Hoffmann era el mayor de los tres hijos que tenía el dueño del imperio de clubes Einsam, quién años atrás en New York, había creado el primer hotel Seasons y el club, estos habían crecido su fama como la espuma ya que era estrictamente para gente de alta sociedad, un lugar demasiado peculiar e íntimo, así como extravagante y psicodélico. Uno tenía que esperar seis meses para ser admitido a este club, ya que se hacía una extenuante investigación a profundidad de la persona, había desde jueces de alto rango, así como millonarios y jeques poderosos.
Björn miró por la ventanilla de nuevo, mientras apretó su mandíbula con fuerza, pensó si Bruno tendría una buena excusa para hacerlo viajar, ¿Qué es lo que no quería decirse por celular o videollamada? No era la primera vez que Bruno llamaba a su hermano, si no era por qué había problemas en el club o el hotel, era por qué se había metido en problemas de falda, en sus reglas no aplica el: "Soy casada" o el "soy prohibida" o el simple "No me gustas”, y debido a esto, a veces tenía que desaparecer por culpa de sus instintos carnales o por su adicción al sexo o al juego.
Dos horas después, lo sacaron de sus pensamientos.
—Señor Hoffmann, hemos llegado. —Björn no se había dado cuenta entre tanto pensamiento que habían llegado al hotel Seasons a las afueras de la ciudad, era de noche y aún seguía lloviendo, ¿Se podía irritar más?
—Gracias. —el gerente del lugar, abrió su puerta. —Buenas noches...—dijo en un gruñido al bajar.
—Buenas noches, señor Hoffmann, su hermano lo espera en la oficina central. —Björn se sacudió su americana y de manera elegante, entró al hotel, los altos techos, las lámparas en forma de diamante en solo cristal, le hacía recordar a su madre, el diseño del hotel tenía el toque de ella, al llegar al elevador principal, sintió la mirada, cuando buscó discretamente quien lo estaba observando, se encontró con Christine, él presionó sus labios, luego regresó su mirada hacia las puertas de cristal del elevador.
— ¿Tanto así estás enojado conmigo que no me miras?—la susurrante voz de Christine, le irritó.
—Buenas noches, Christine.
—Buenas noches, Björn. —suspiró al hablar, luego se cruzó de brazos y observó su perfil. —Pensé que ya no regresarías a la ciudad.
—Negocios.
—Recuerdo que la última vez en nuestra cama dijiste que nunca más volverías a New York. —Björn se tensó. Había tenido una aventura con Christine, la segunda al mando en el hotel después de Bruno, pero cuando ella creyó haber sentido que estaba pasando algo más que solo un affaire, Björn la terminó, esa última vez habían peleado demasiado horrible que hasta una marca dejó en su mano con el florero de cristal que arrojó contra él. Por el dolor que ella sintió, se prometió a no regresar, pero eso hace ya cinco años, así que debería Christine de superarlo...pensó.
El timbre de la llegada del elevador, la hizo impacientar al ver que no decía nada al veneno en sus palabras que acababa de arrojar, las puertas se abrieron y él entró, ella se puso frente a él y detuvo la puerta de cristal.
— ¿No vas a decir nada a lo que he dicho?—Björn alejó su mano sutilmente sin retirar la mirada en ella.
—Debiste de superarlo, —levantó la otra mano y se la puso enfrente de ella. —Así como yo he superado esta puta cicatriz, Laurent. —ella abrió mucho más sus ojos al recordar la cicatriz, las puertas se cerraron frente a ella llevándose a un Björn frío e intimidante. Su mirada siguió hasta dónde el desapareció.
Björn llegó al piso dónde se encontraba la oficina central del hotel, caminó pensando detenidamente cada respuesta que daría por si quería persuadirlo de quedarse a manejar este hotel. Entre menos viera a Christine y a su padre, Björn estaría tranquilo, no quería tener de nuevo sus arranques de ira que tanto había tratado por años con su psiquiatra y no necesitaba más problemas de los que ya tenía en la actualidad.
Tocó la puerta y entró, Bruno estaba en el majestuoso escritorio de cristal, levantó la mirada hacia Björn que pareció irritado.
—Pensé que no vendrías. —luego bajó la mirada a la pantalla de su celular.
— ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que no puedes decirme por celular o videollamada? ¿Crees que no tengo trabajo como tú?—Bruno levantó la mirada de manera intimidante pero para Björn, ya no era nada, había aprendido a vivir con la máscara de Bruno así como sus propios demonios y ya lo que venía después de eso, le importaba una m****a.
Björn se sentó ignorando la mirada de Bruno.
—Necesito que me cubras seis meses en el hotel y el club. —Björn cruzó una pierna sobre la otra y se recargó en el respaldo del sillón de cuero, olía el lugar a puros cubanos, a alcohol y hasta podría jurar que a sexo. —Solo seis meses.
— ¿Por qué no se lo pides a Oscar?—el tercer hermano Hoffmann. Bruno torció sus labios y el enojo que estaba controlando por lo que tenía que hacer, salió a la superficie.
— ¡Oscar es un hijo de puta! ¡Él no quiere saber nada del manejo de ningún hotel ni club! Desde que pasó el último problema, él se ha deslindado de todo lo que tenga que ver con nosotros, lo sabes.
—No puedo. Esta vez no cubriré tu cagadero, Bruno. Si es todo, saldré en un par de horas de regreso a Alemania. —Björn se levantó desenfadado y seguro de sí mismo de no seguir ayudando a Bruno, entonces llegaron las palabras que tanto le hacían golpear a su hermano.
—Björn, soy tu hermano mayor. Tienes que ayudarme. O no me quedará de otra que decirle a nuestro padre el debacle financiero que pasó en Australia con el club que manejabas. —Björn cerró sus ojos mientras daba la espalda a su hermano mayor.
—Ese error ha sido pagado desde hace más de cinco años, Bruno. —se volvió hacia a su hermano.
—Pero nuestro padre no lo sabe. —hizo una breve pausa al ver que estaba obteniendo lo propuesto. —Es por eso que no hay que contarnos nuestros secretos, por qué somos tan sangre fría y maldita que podemos usarlos contra nuestra familia. —Björn se tensó más.
— ¿Por qué te encanta estarme jodiendo con lo mismo? ¿Le quieres decir a nuestro padre? Hazlo. Estoy hasta el límite que cada vez que no cedo a ayudarte, me amenazas con algo que ya nadie recuerda.
— ¿Y el incendio? ¿Y la persona que murió ahí? —al escucharlo decir eso, se acercó a paso veloz hacia Bruno quién se había levantado de su silla y estaba a medio camino de su hermano, ambos eran altos, un poco más, Bruno. Björn lo tomó de la camisa y tiró de él con fuerza.
—No te atrevas a seguir hablando por qué te voy a reventar esa cara. —Dijo con ira contenida, —No sabes cómo sucedieron las cosas, así que ¡NO HABLES!
Bruno sonrió.
—Saca esa agresividad que contienes cada día, Björn. Es malo contenerla...
Lo soltó y se alejó hasta llegar a la puerta.
—Me largo a Alemania, asume por primera vez las consecuencias de tus actos, Bruno. —abrió la puerta de cristal y la azotó al salir, caminó con sus manos en forma de puño, la ira había finalmente salido a la superficie, necesitaba aplacar todo el tornado que estaba a punto de aparecer.
Ava se miró en el espejo, estaba indecisa en si llevar el cabello suelto o recogido, se había puesto el único pantalón negro de vestir que tenía, los zapatos más elegantes con un diminuto tacón y una blusa lisa en color blanco con un listón delgado y negro amarrado en un moño a punto de desbaratarse, se puso solo un poco de rubor en sus pálidas mejillas, y rímel en sus largas pestañas, optó entonces por llevar suelto su cabello de último momento. Creía que así su rostro redondo, no se notaría mucho.― ¿Ya? ―escuchó decir impaciente a su amiga afuera del baño. Ava tomó aire y lo soltó lentamente entre dientes sin dejar de mirarse en el reflejo del espejo. Notó esas ojeras que apenas el maquillaje cubrió, ¿Por qué estaba nerviosa? Solo era una entrevista para un mejor trabajo, tendr&ia
Ava miró detenidamente al jefe de personal, él tenía una cerca arqueada, luego su ceño se arrugó, estaba algo sorprendido al escuchar a una de las mejores empleadas de la empresa informando su renuncia.― ¿Renunciar?―repitió esa palabra, Ava asintió sin dudar, para él era algo difícil de creer, ¿A dónde iría? ¿Habrá encontrado un mejor trabajo?― ¿Hay algún problema?―preguntó Ava a la reacción de él, de inmediato él se aclaró la garganta y negó.―Claro que no, es solo que me ha tomado por sorpresa, has sido una de las mejores empleadas de la empresa, ―aunque él pensó que muy solitaria pero buena empleada. ― ¿Has encontrado un trabajo bueno? ¿Con prestaciones? ―Ava se quedó mirando detenidamente unos breves segundos al hombre frente a ella vesti
Björn recordó que Ava no se había instalado aún, así que no podía andar cuidando maletas ni dejándolas por el lugar.―Primero, se va a instalar dónde va a vivir, pase con mi secretaria para que le dé el resto de la información, cuando termine de acomodarse, le llamaré para ponernos manos en la obra. ―Ava asintió, se volvió y Björn notó que Christine esperaba afuera de la oficina central, estuvo a punto de poner los ojos en blanco pero se detuvo al ver que Ava se inclinó para tomar la agarradera de la maleta. ―Espere, señorita Gray. ―Ava giró su rostro para mirarlo, Björn rodeó el escritorio para acercarse a ella, la mirada de Christine a través del cristal grueso de las dobles puertas de esa oficina, era de molestia. Björn abrió la puerta y miró a Ava. ―La señora Laurent la llevará a conocer
Ava esperó algo impaciente afuera de la oficina central dónde tenía que verse con su ahora jefe: Hoffmann.―Este es tu uniforme. ―anunció en un tono cargado de frialdad la secretaria. Ava se levantó como un resorte y se acercó a la rubia que estaba llegando al escritorio.―Gracias…―lo tomó y miró la tela, entonces Ava se quedó incomoda al ver la talla del uniforme, “¿Talla S?” “¿Era broma?”― ¿Algún problema? ―preguntó Sussan arqueando una ceja, su rostro mostró diversión oculta, Ava entendió que ella y la francesa se habían aliado.―Bueno, sí. ―hizo una breve pausa mostrándole la etiqueta. ―La talla es pequeña, no me quedará. ―confesó Ava sin mostrar la molestia que había provocado su burla más obvia en su rostro.―Lo siento, pero
Al rato después, los tacones sonaron contra el mármol de piso central dónde se encontraba la oficina de su jefe, sin dejar de caminar, Ava torció su labio al sentir como la falda tipo lápiz, se aferraba a su redondo trasero, Alice se había escapado para poder modificar el único uniforme que le dieron a su amiga, pero sabía Alice, que estaban intentando que renunciara, pero ellos y el resto del hotel, conocían a Ava Elizabeth Gray.Ava se detuvo frente al escritorio de Sussan quién levantó la mirada lentamente y observando el uniforme, se sorprendió al notar que remarcaba bastante la silueta de la mujer, la blusa blanca, se mostró un poco estirada de los botones por sus grandes...atributos. Ava se había recogido su cabello castaño en un moño para intentar verse más arreglada y presentable. “¿Quién andaría con el cabello
Björn caminó hasta su oficina después de escuchar aquella conversación entre Christine y su asistente, por primera vez, había sonreído, pero así como sonrió, se esfumó en segundos aquel gesto, haber escuchado como Christine había intentado intimidar y humillar a su asistente, había decidido hacer algo sin duda alguna, pero antes, tenía que hacer algo.Ya en su oficina y recoger su abrigo, miró el reloj y estaba a punto de salir de la oficina central para ir con su asistente a hacer lo que había pensado al verla en ese uniforme. Sussan, la secretaria de él, tocó la puerta de cristal deteniendo su salida, Björn le hizo señas de que pasara.―Disculpe, señor Björn, la señora Laurent ha dejado lo que le pidió por la mañana.―Bien, gracias. ―luego regresó a su escritorio para d
Después de una tarde-noche agitada midiéndose cada conjunto, cada falda, cada calzado de marcas famosas, Ava entró a la casa dónde ahora estaría viviendo, Alice estaba sentada cenando cereal en el comedor, cuando vio a un par de hombres del hotel cargando bolsas y bolsas de marca, a lo último entró Ava, se le veía la cara de cansancio.― ¡Ava! Wow, ¿Qué es lo que está pasando aquí?―dijo Alice levantándose de su silla, los hombres desaparecieron dejándolas a solas finalmente. Ava se dejó caer en uno de los grandes sillones de la sala.―Mis uniformes. ―Ava dijo finalmente, Alice se acercó y comenzó a mirar el interior de una bolsa, entonces jadeó al ver la caja de zapatos con la marca GUCCI.―Oh, Dios mío, ―susurró sacando unas zapatillas negras de tacón, eran hermosas, discretas y
Björn le hizo señas a Ava para que entrara a la habitación, ella dudó por un momento, ya que era la privacidad de su ahora jefe, pero entró al ver el gesto de irritación por parte de él.Dejó el carro del servicio con el desayuno cerca del gran comedor, luego se enderezó y se pasó las manos por su saco azul marino, tenía nervios por ser su primer día oficial de trabajo como su asistente.Björn se sentó en la silla del gran comedor de la suite, era la habitación más cara y las más elegante del hotel. Se terminó de abrochar la camisa semi abierta, Ava notó que estaba descalzo, "Vaya que tiene bonitos pies. " Ava se aclaró la garganta intentando alejar ese pensamiento que quién sabe desde dónde había salido. Björn la miró.―Toma asiento. ―le señaló la si