El camino hacia el éxito, pasa por la humillación
El camino hacia el éxito, pasa por la humillación
Por: Sophi
1. Entrevista

Prólogo

Me miré en el espejo del baño, el pelo completamente despeinado y el maquillaje corrido, vestida con una especie de disfraz de lencería de conejita. Esto superaba todo lo que había tenido que aguantar en mi oscuro pasado.

“NO NO NO” grité entre sollozos, “¡no pienso volver a humillarme!”

Empezaron a aporrear la puerta del baño y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

¿Cómo había llegado hasta aquí!? Mi vida por fin estaba yendo perfecta, ¿cuándo se torcieron tanto las cosas?.

————————

Unos meses antes….

Carla

Ahí estaba yo, con mi camisa blanca, mi falda de tubo negra larga, mis tacones y mi abrigo de ante. En la mano, como cada mañana, un buen café para poder empezar el día. Era un día soleado y con cielos azules, lo que era augurio de buena suerte, o eso esperaba.

Miré hacia arriba al gran edificio que se extendía sobre mi cabeza, el lugar donde estaría la recompensa final a todos mis esfuerzos de tantos años. Me sentía extraña, como si no me hubiera ganado el estar aquí.

Descarté esos pensamientos antes de que empezaran a desmotivarme, hoy tenía que sentirme segura y preparada.

La pobre huérfana que todo el mundo despreció o ignoró por fin iba a demostrarle al mundo que valía mucho, y que lograría todo lo que se propusiera.

Cogí aire y por fin abrí las grandes puertas de cristal y entré. El Hall era enorme, decorado de forma impecable con una mezcla de mármol y cristal y pequeñas estatuas estratégicamente colocadas, como si de un pequeño museo se tratase. El portero levantó la cabeza de su gran mesa y me miró de arriba a abajo.

“¿Desea algo?“

Me había pillado embobada mirando todo a mi alrededor, como una niña pequeña, así que intenté recomponerme y le miré con gesto serio, intentando aparentar ser lo más profesional que pude.

“Tengo una cita para una entrevista de trabajo en 15 minutos“

El portero puso cara de impaciente.

”¿Nombre?”

”ah si, Carla Alec”

El portero escribió rápidamente en su ordenador, aunque se tomó para mi parecer algo más del tiempo necesario para verificarlo y responder.

”Perfecto señorita Alec, suba a la planta 15 y espere en la sala de espera a ser atendida, no se mueva de allí hasta que alguien la avise“

“¿No se mueva de ahí?, parece una orden” pensé

Acto seguido volvió a mirar su pantalla y ya no me volvió a mirar, su trabajo conmigo había acabado.

Me dirigí al ascensor un poco nerviosa, me subí y acto seguido me miré al espejo para adecentar mi vestimenta.

Observé mi reflejo, hoy me veía guapa, mi pelo castaño claro estaba perfectamente colocado y caía en una onda al lado de mi cara. Me había dado un poco de sol estos días, por lo que mi piel se había puesto algo morena y las mejillas se me habían sonrojado algo, provocando más contraste con mis ojos color miel. Desplacé la vista ahora hacia mi cuerpo, perfectamente moldeado por la ropa que llevaba, la camisa me quedaba algo pegada al pecho pero sin llegar a ser llamativa, y la falda me hacía buena cintura y junto con los tacones, unas piernas que parecían kilométricas, lo cual estaba lejos de la realidad, ya que mido 1,64. Había elegido bien, simple pero formal, un sólo anillo en la mano y unos pendientes dorados, lo suficiente para llamar ligeramente la atención.

Por fin las puertas se abrieron y salí del ascensor, encontrándome con un largo pasillo acristalado con varias salas a los lados, entré en la que parecía la sala de espera, me senté e intenté tranquilizarme. ”Todo de cristal” pensé, ”qué poca privacidad tiene aquí la gente, será para controlar que todo el mundo haga su trabajo”

Hoy tenía la entrevista posiblemente más importante de mi vida. La empresa en la que me encontraba era una de las mejores empresas de todo el mundo, se dedicaba al desarrollo de software y aplicaciones, ciberseguridad y todo lo relacionado. Llevaba tantos años formándome para poder tener un buen trabajo y teniendo una vida, en ocasiones tan horrible, que en estos momentos estar aquí se me hacía un poco como un sueño borroso, como cuando duermes poco y te encuentras al día siguiente como con neblina mental.

Por fin me llamaron y cuando entré vi una mujer y un hombre que me dieron la bienvenida y me invitaron a sentarme. Después de eso hubo una sucesión de preguntas durante una hora con las que me fui sintiendo más y más tranquila y confiada, y acabamos la entrevista con risas ligeras y sin ningún tipo de nervios, al fin y al cabo, había luchado mucho por conseguir esto.

Salí de allí con la promesa de que en los siguientes días me llamarían para decirme si estaba contratada o no, pero segura y feliz. Me dirían que si, lo intuía.

Mientras salía contenta y acelerada del ascensor me choqué contra un hombre trajeado. Mi tacón se dobló un poco e hizo que tropezara contra él, perdiendo completamente el equilibro.

“Oh no, el café” pensé.

Pero fue demasiado tarde.

Vi cómo el café se abría y y rápidamente empapaba todo el traje de aquel hombre, mientras me agarró por la cintura para sujetarme.

Le empecé a pedir perdón un poco avergonzada y me recompuse lo mejor que pude, haciendo como si no hubiera pasado nada.

“Vaya desastre, perdone, de verdad, ha sido sin querer, he tropezado” comencé a decir.

Al levantar la mirada me encontré con unos ojos verdes gatunos observándome con frialdad y desprecio y antes de que pudiera decir algo más, me soltó, subió al ascensor y cerró las puertas sin mirar atrás.

Me quedé unos segundos parada mirando como una tonta la puerta cerrada del ascensor.

”Tierra trágame” pensé mientras me dirigía a la puerta todavía avergonzada.

“aunque bueno ha sido un accidente, y quería decirle que le pagaba la tintorería para su traje si hacía falta, no era como para tratarme con ese desprecio, ¿no?”pensé y salí por la puerta dispuesta a disfrutar un poco del sol y del día mientras esperaba la ansiada llamada.

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