5. Primer día

Me desperté asustada, ¿Qué hora era?, ¿Llegaría tarde?.

Busqué mi móvil rápidamente por la cama, ¿había sonado la alarma? ¿La había pospuesto?.

Por fin lo encontré entre las sábanas y lo encendí, las 5:30.

Un suspiro enorme salió de mi, menos mal, ni siquiera había sonado la alarma.

Me empecé a estirar bostezando. Por fin había llegado el día. Me di una ducha mientras se hacía el café y me intenté tomar un par de tostadas, aunque sólo me pude acabar media, tenía el estómago completamente cerrado.

Después fui hacia mi habitación y observé la ropa que me había comprado ayer, ¿Cuál sería la perfecta para el primer día?

Estuve unos minutos dándole vueltas y al final me decidí por un traje de dos partes gris plateado muy elegante. Tenía pantalones de pata ancha que se apretaban al llegar a la parte del culo acompañados con un chaleco a juego, me puse una camisa blanca debajo, por encima llevaría sólo mi abrigo largo beige.

Acto seguido fui al baño a hacerme mi rutina de cremas y a maquillarme. Escogí hacerme un maquillaje ligero, base, colorete y sombra de ojos ahumada, no quería llamar demasiado la atención. El pelo se me ondeaba sólo así que dejé que se fuera secando al aire. Completé el look con unos pendientes de aro dorados, una cartera para llevar documentos y unos pequeños tacones de punta fina.

Me miré en el espejo del pasillo antes de salir, perfecta, todo iba a salir bien.

Llegué al edificio en un taxi que me dejó directamente en la puerta. Cogí aire y entré. Al entrar me encontré con la mirada perezosa del portero, que me saludó con la cabeza.

“Hola, soy la chica de la entrevista del otro día, empiezo hoy a trabajar”.

No se por qué me puse a dar explicaciones, él se limitó a asentir y a volver a mirar la pantalla del ordenador.

Subí de nuevo al ascensor y miré el reloj, las 7:15, perfecto.

Al llegar a la planta ya me estaban esperando.

“Señorita Alec, venga con nosotros al despacho por favor” me dijeron la pareja que me había hecho la entrevista. No estaban solos, a su lado había una impresionante mujer rubia, ojos azules y cara de hada, tendría aproximadamente 24 o 25 años y parecía salida de una revista de modelos.

Les seguí hasta un despacho y me indicaron que me sentara. Yo miraba de forma disimulada a la mujer rubia, ¿Quién sería?, tenía entendido que el jefe de la empresa era un hombre, pero, ¿y ella entonces? ¿Y conocería hoy a la persona que controlaba esta gran empresa?.

Por fin la mujer rubia se dirigió a mi.

“Buenas días señorita Alec, mi nombre es Rubi Philip, y soy la secretaria y asistente personal de el señor Gabriel De Luca, su nuevo jefe. A él le gusta supervisar en persona las firmas de contratos pero esta mañana tenía una reunión muy importante que no podía posponer. Pero no se preocupe que yo he traído conmigo todos los documentos necesarios.” dijo la mujer mirándome fijamente. Acto seguido puso un montón de documentos sobre la mesa que fue deslizando hasta que estuvieron delante de mi.

“Esto es todo. Léaselo con calma, la dejaremos el tiempo que necesite, sin prisa, y cuando tenga alguna duda o esté preparada para firmar simplemente avísenos“ me dijo amablemente y a continuación saco su móvil y su agenda y empezó a escribir, dándome algo de privacidad para poder leer el contrato.

Empecé a leerme el contrato, era enorme, folios y folios escritos con letra pequeña, es imposible que me leyera todo eso, pero ¿Qué podía pasar? Era una empresa conocida mundialmente, si hacia mi trabajo no tenía por qué pasar nada.

Firmé el contrato y se lo entregué a Rubi, que lo miró durante unos segundos y asintió. Después me pasó otro documento. Lo miré extrañada.

“Esto, señorita Alec es un contrato de confidencialidad, como comprenderá esta empresa trabaja con muchos datos de otras empresas, por lo que no queremos ningún tipo de filtración. Todo lo que ocurra dentro de esta empresa permanece dentro de esta empresa, ¿Está claro?” dijo con seriedad.

“Por supuesto, lo entiendo perfectamente” dije yo con la misma seriedad, y, aunque muy extrañada, firmé el papel. Nunca había visto un contrato de este tiempo en ninguna empresa.

Se lo entregué y ella volvió a sonreír. Se levantaron los tres y la pareja se alejó con los documentos firmados, mientras que Rubi se quedó y me miró de nuevo.

“Ahora procederé a enseñarle un poco las instalaciones señorita Alec, si hace el favor de acompañarme..” se dio media vuelta y salió por la puerta, sin esperar para ver si la seguía.

Me levanté y rápidamente fui tras ella, nos subimos al ascensor y me llevo a la planta 13. Comparada con las otras dos plantas en las que había estado está parecía menos lujosa, aunque conservando el aire formal y las dichosas cristaleras por todo el pasillo, en serio, en este edificio no debía de existir la privacidad.

“¿Sería el baño también de cristal?“ pensé, y la idea me hizo esbozar una pequeña sonrisa.

Rubi se extrañó un poco al verme sonreír para mi misma, pero no preguntó. Seguimos caminando hasta parar casi al final del pasillo en otro pequeño cubículo acristalado. Rubi abrió la puerta del despacho.

“Este será su despacho, puede acomodar aquí sus cosas mientras seguimos haciendo el recorrido, nadie entrará ni las tocará” me dijo, mientras yo abría un poco los ojos, sorprendida.

“¿Tengo despacho propio?“ dije para mi, pero en voz suficientemente alta para que Rubi lo escuchara. ¡Mierda! “Claro que hay despachos propios en una empresa de este calibre, no preguntes tonterías“ me reprendí mentalmente.

“Aquí todo el mundo tiene su despacho propio, para poder trabajar sin ruidos ni molestias y tener “privacidad” “.

Escuché cómo decía una voz muy varonil desde detrás de mí.

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