6. Compañeros

Carla

Me giré un poco sobresaltad al escuchar esa voz detrás de mi. “¿Sería el jefe?“ pensé, pero lo descarté casi al momento por la forma totalmente irónica en la que había dicho “privacidad” era evidente que no podía haber ninguna privacidad en este sitio siendo todo de cristal.

Detrás de mi, apoyado relajadamente en una de las puertas había un joven sonriendo perezosamente. Era alto y atractivo, con pelo moreno en melenita que le llegaba por encima de las orejas abriéndose en dos en su frente, dándole un aspecto juvenil y despreocupado, ojos marrones claros, y un sonrisa que haría desmayarse a muchas a su paso.

“Señor Klaus“ dijo Rubi no muy entusiasmada por la intervención no pedida del hombre, “esta es la señorita Alec, su nueva compañera, empezará a trabajar en este despacho“ después se giró hacia mi para dar por finalizada la conversación con el señor Klaus.

“Es un placer señorita Alec, mi nombre es Alejandro, si en algún momento necesita algo, estaré en la fila de despachos del otro pasillo, y si no lo necesita, también” y acto seguido me guiño un ojo descarado y se alejó por el pasillo con ese área relajada a su alrededor.

“Encantada…” dije muy bajito, me había quedado un poco alucinada con el descaro de Alejandro.

Pero Rubi atrajo de forma rápida de nuevo mi atención.

“Cómo le decía, este es su despacho, tiene, cómo puede ver una mesa, una silla ajustable, una lámpara y un pequeño sillón para que pueda relajarse. Las cristaleras del exterior están selladas pero puede activar el filtro de aire o el aire acondicionado cuando le plazca. Además, a partir de mañana dispondrá aquí de un ordenador y las pantallas necesarias para poder realizar su trabajo. No hace falta que traiga nada de fuera, cuando necesite algo, haga una solicitud y se le proporcionará en el menor tiempo posible” dijo señalando cada cosa.

“Perfecto, muchas gracias” dije y entré para colgar las cosas. Estaba tan emocionada como una niña pequeña por tener ese mini despacho, pero me controlé e hice como si fuera a lo que estaba acostumbrada.

Después de dejar mis cosas Rubi me guío de nuevo hasta el ascensor, subimos a la planta 25 esta vez.

“Está es la zona de altos ejecutivos, no le está permitido subir a menos que tenga una cita concertada en esta planta específicamente, ¿está claro?” inquirió mirándome. Asentí con la cabeza.

“Bien, sigamos” y me llevo al fondo de este pasillo.

Al final del pasillo había una sala enorme con una gran mesa de recepción y al fondo un despacho enorme; de nuevo con puertas acristaladas; y exquisitamente decorado. Tenía una mesa enorme de cristal también, supongo que dónde se hacían conferencias, y una zona de sofás para reuniones más relajadas y tomar cafés, o eso imaginaba.

“Y este despacho, ¿a quién pertenece?” dije por romper un poco el silencio y quitarme la curiosidad de encima.

“Pues esta mesa es mi mesa, desde aquí trabajo yo y este despacho es de… “ no pudo terminar, otra voz proveniente de detrás la volvió a interrumpir.

“Es mío” dijo la voz.

“¿Qué le pasaba aquí a los hombres con acercarse sigilosamente e interrumpir conversaciones de otras personas?” pensé para mi aunque no dije nada, y menos mal.

“Señor De Luca, no sabía que su reunión terminaría tan pronto, estaba enseñándole las instalaciones a la nueva empleada, la señorita Alec” dijo Rubi señalándome.

“De acuerdo, acuérdate después de llamar al señor Robinson para confirmar la reunión de mañana” dijo el señor De Luca, mi nuevo jefe, sin echarme una mirada siquiera y dirigiéndose a su despacho dada por terminada la conversación.

Eso fue la señal clara para irnos de allí y no molestar. Rubi se volvió a dirigir hacia el ascensor y yo antes de irme me atreví a echar una mirada furtiva a ese hombre.

Estaba ya sentado observando la pantalla de su móvil, pero debió de darse cuenta de que le miraba ya que levantó la cabeza y me miró directamente a los ojos. Me quedé un segundo paralizada cuando esos ojos verdes gatunos de mirada fría se clavaron en mi, pero rápido reaccioné y me di la vuelta para seguir mi camino detrás de Rubi.

Mientras me iba luche por las ganas de volverme a girar para mirarle. “No seas maleducada y cotilla” me reproché.

Rubi me llevó a unas cuantas salas más, me enseñó el comedor y de nuevo, me llevó a mi despacho y me dejó allí sola para que acomodara.

“Vaya jefe más indiferente” pensé al quedarme sola. “Bueno, mientras no tenga problemas con él por mi como si no hablamos nunca.”

Me puse a pensar en ese último momento algo incómodo y de repente, me acordé, no es la primera vez que veía esos ojos verdes, ya los había visto el día que vine por primera vez, en el ascensor, cuando le tiré el café por encima. ¡Mierda!, ¿cómo podía tener tan mala suerte? ¿Se acordaría él de que fui yo?

Me intenté tranquilizar, ese día el incidente ocurrió muy rápido y no me había visto nunca, lo más probable es que no se acuerde, ¿no?.

“Vaya forma de conocer al señor De Luca. Me limitaré a hacer mi trabajo perfecto y pasar desapercibida para no tener problemas, voy a ser un fantasma muy efectivo para la empresa”

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