Volví a abrir las puertas y ante mí aparecieron los dos gorilas. “Pasillo recto y escalera a la izquierda, segundo piso, puerta del final” me dijo el segurata aburrido, como si lo que acababa de ver fuera una escena común para él. Les miré, tentada de pedirles un móvil, pero algo me decía que ni siquiera se dignarían a mirarme. Finalmente me dirigí hacia donde me indicó, creo que no tenía más opción. Pasé cerca de varias escaleras y de innumerables puertas, esto era como un laberinto, hasta que, por fin, llegué a mi destino. La puerta estaba entreabierta, asi que la terminé de abrir con cuidado y silenciosamente. Ante mi se abrió un enorme despacho también con luz tenue pero sin ser roja esta vez. En la habitación había un gran escritorio laboriosamente creado, con terciopelo y madera y con preciosas filigranas. La butaca que había por detrás no se quedaba atrás, majestuosa, digna de un rey. Las paredes forradas de terciopelo verde, le daban a la estancia un ambiente
CARLA Baje todavía aguantándome las lágrimas hasta la primera habitación donde ya había estado. Nada más entrar me encontré a la chica gato esperándome. “Vaya, pensaba que ya no volverías con lo que has tardado, bienvenida de nuevo” dijo con voz cansada . Me volvió a llevar a la habitación donde estaba mi ropa de cambio. Entré y cerré la puerta tras de mi y por fin, me eché a llorar. Poco a poco me fui calmando y cogí las prendas que había sobre el sofá. Era un conjunto de lencería con un corsé de encaje negro que se ajustaba con unas cintas de satén cruzadas por detrás. La parte de abajo era un tanga brasileño de encaje también con unas tiras que se unían a unas medias negras semitransparentes que me llegaban por mitad de los muslos. En el tanga estaba cosido un pequeño pompón que deduje, simulaba la cola de un conejo. Para el cuello, un pequeño collar de tela ajustado, también negro, y para finalizar unos tacones de aguja con tiras entrecruzadas que se ataban en mis
Carla Tras las puertas se extendía una enorme sala iluminada con luz tenue, en ella había una enorme barra con todo tipo de bebidas alcohólicas detrás, una zona que podría ser de baila y varias zonas como de descanso, unas con mesas y otras simplemente sofás o sitios cómodos para poder recostarse. Todo de forma lujosamente decorada. En el medio nos esperaban ya varias chicas con diferentes atuendos y un hombre de traje negro con una máscara de becerro. El hombre fue nombrando cada uno de los animales y dándoles unas indicaciones. Las chicas se fueron yendo hasta que sólo quedé yo. “Tú, la coneja, ven, tu función será que los clientes de las mesas centrales se sientan como en casa, estate atenta a lo que necesitan, ¿lo has entendido?” Asentí. En realidad no había entendido nada, ¿qué se supone que tenía que hacer?. “En 5 minutos esto se empezará a llenar” dijo el maestro de ceremonias a todas. Cómo no sabia qué hacer, localicé a la chica gato y me puse cerca de la ba
Llegué a casa en shock y me di una ducha caliente para intentar borrar todo lo que había pasado ese día. Me costó mucho salir y cuando por fin lo logré me fui directa a la cama. Estaba tan mentalmente agotada que ni siquiera me costó dormirme. Al día siguiente no fui al trabajo. Me quedé vagando por la casa pasando del sofá a la cama y de la cama al sofá. Ni siquiera podía pensar en lo que había pasado el día anterior. Estaba en un estado de neblina mental total. Al día siguiente me desperté y me vestí de forma automática. No fue hasta que llegué a las puertas del edificio cuando reaccioné ligeramente, entré corriendo, temerosa de encontrarme al señor de Luca por el camino y me encerré en mi despacho. Sabía que mi cerebro estaba ignorando todo como si sólo hubiera sido una pesadilla y si me lo encontraba esa pequeña burbuja temporal se rompería. Me puse a hacer mi trabajo para que las horas pasaran deprisa. Toc toc, unos golpes en la puerta. Mi corazón empezó a latir
GABRIEL Perfecto. Todo estaba ocurriendo según lo planeado. Mandé que llamaran a la señorita Alec por el error que había cometido en la defensa digital de un cliente muy importante y que le dijeran que se presentara en la oficina inmediatamente. Llegó deprisa, con cara de asustada, y se asustó aún más cuando me vio allí, esperando junta a su puerta. Tenía el pelo un poco alborotado, la camisa sin cerrar del todo, con el principio de su pecho entreviéndose y estaba un poco roja por la carrera. Deliciosa. “Me encantará tener esta imagen tuya asustada y suplicando mientras te hago mía” pensé para mi mientras me enderezaba y me iba. Esperé un poco y ordené que la mandaran a mi despacho. Quería escuchar ya sus súplicas y lloros. Al fin y al cabo después de investigar sobre su vida descubrí que esta era su meta final. Ascender en esta empresa para demostrar de lo que era capaz una pobre huérfana sin ayuda. “Pobre huerfanita, vas a tener demostrar mucho más, pero si te
Prólogo Me miré en el espejo del baño, el pelo completamente despeinado y el maquillaje corrido, vestida con una especie de disfraz de lencería de conejita. Esto superaba ya todo lo que había tenido que aguantar en mi pasado. Sus manos recorriendo mi cuerpo llegando a rozar mi sexo, su boca contra la mía y su lengua recorriendo mi cuello venían a mi cabeza una y otra vez. Me sorprendí entrecerrando los ojos, casi como disfrutando de las escenas. ¡NO, NO, NO!, ¿qué me pasaba?, ese hombre era el causante de mis desgracias, el hombre por el cual después de esforzarme tanto no podía tener mi vida deseada. Empezaron a aporrear la puerta del baño y un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Cómo había llegado hasta aquí!?, ¿cuándo se torcieron tanto las cosas?. ———————— Unas semanas antes… Carla Ahí estaba yo, con mi camisa blanca, mi falda de tubo negra larga, mis tacones y mi abrigo de ante. En la mano, como cada mañana, un buen café para poder empezar el día. Era un día solead
Carla Los siguientes días fueron una sucesión de nervios y de pensamientos intrusivos que intenté apartar saliendo a pasear, viendo series y comiendo todo lo que pillaba por la casa. Y, por fin, al quinto día, el teléfono empezó a sonar. ”Hola, Carla Alec al teléfono, ¿quién es? ” No se por qué había contestado así, un poco ridículo teniendo en cuenta que llevo contando cada hora minuto y segundo desde hace cinco días para recibir esta llamada. ”Hola señorita Alec, soy de la empresa Ripec, queremos informarle de que está usted contratada y que debe presentarse pasado mañana día 19 a las 7:30 en la planta 21 para firmar el contrato y conocer las instalaciones.“ Se me empezó a acelerar el corazón por la alegría, quería gritar a todo volumen y dar saltos por toda la habitación, pero conseguí controlarme y con voz profesional dije ”Perfecto, allí estaré “, como si ya supiera que me iban a contratar, como si lo diera por hecho; y acto seguido, colgaron. ¡No me lo podía cree
Carla Salí súper relajado de la ducha y fui directa a la habitación a vestirme. Me puse un pijama ligero largo, ya que en esta casa siempre hacía mucho calor, me até la toalla al pelo y me dirigí al espejo echarme mis cremas en la cara. Terminé y me miré, el pijama se pegaba un poco en mis pechos y en mi trasero. “Quizás debería comprarme uno más grande para visitas ” pensé mientras intentaba que quedara un poco más separado de mi cuerpo. Sin darle más vueltas salí de mi habitación y me dirigí a la cocina. Allí me encontré a Marc, con música en su móvil mientras cocinaba algo sin camiseta. Se me desvió la vista hacia su espalda, le había visto muchas veces sin camiseta, pero siempre me sorprendía un poco. Marc siempre había tenido un cuerpo increíble, desde que le conocí, espalda ancha, torso definido, pero últimamente se había puesto todavía más en serio a entrenar y los resultados eran más que evidentes. Miré la curva de sus hombros y la definición de sus brazos. Si,