GABRIEL
“Otra reunión inanguantable para hacerme perder el tiempo” pensé recostado en la silla, aburrido ya por la charla interminable y sin conclusiones que estaban teniendo mis subordinados a mi alrededor. “¿Qué opina entonces señor De Luca?” dijo uno de ellos mirándome. Me levanté de mi asiento. “Opino que llevamos dos horas dando vueltas a lo mismo y no hemos llegado a ninguna conclusión, me gustaría posponer esta reunión hasta que obtengan más información sobre esa empresa y por qué alguien querría hacerse con sus datos” dije con indiferencia. Acto seguido cogí mis documentos y salí por la puerta. No soportaba perder el tiempo y mucho menos que me lo hicieran perder. Hace años que era el propietario de esta empresa y había conseguido que en este poco tiempo se convirtiera en una de las empresas más importantes del mundo. Las grandes compañías no dudaban en reclamar nuestros servicios para proteger todas sus bases informáticas o para crear nuevos recursos tecnológicos para sus empresas. Cogí el ascensor mientras me pasaba una mano por el pelo pensando en todas las reuniones que tendría hoy. Lo que tenía claro y la experiencia me lo demostraba cada día, es que si si quieres que algo se haga rápido y bien lo tienes que hacer tú mismo. Llegué a la planta de mi despacho y empecé a cruzar el pasillo cuando empecé a escuchar voces que provenían del final, del lugar donde se encontraba mi despacho. Una parecía venir de mi asistente personal, la señorita Philip, pero la otra no la reconocía. Me fui acercando y me encontré a las dos mujeres de espaldas. Miré a la mujer de la cual no reconocía la voz. Iba enfundada en un traje gris de dos piezas, con una camisa elegante abajo y unos pequeños tacones. No se habían dado cuenta de que estaba allí, así que me quedé un poco más observando. Los pantalones se iban estrechando hasta desembocar en un culo bastante marcado, apretado por la tela del pantalón. “Interesante” pensé. Y justo en ese momento la escuché preguntar por mi despacho. “Es mío” dije sobresaltándolas. “Señor De Luca, no sabía que su reunión terminaría tan pronto, estaba enseñándole las instalaciones a la nueva empleada, la señorita Alec” contestó la señorita Philip . La miré sin hacer mucho caso a lo que me decía y le recordé que confirmara mi reunión de mañana. Después me di la vuelta y me metí en mi despacho, dejándolas ver qué la visita en este zona estaba finalizada. Escuché cómo se iban y noté que alguien se giraba furtivamente a mirarme. Era la mujer nueva, ¿cómo había dicho mi asistente que se llamaba? Señorita Alec o algo así. Levanté la mirada para clavar mis ojos directamente en los suyos, se quedó un poco paralizada lo que aproveché para poder observar su cara. Maquillaje ligero, pelo castaño que caía en ondas, cara fina y suave, labios gorditos y ojos que parecían de un azul suave cristalino, aunque de eso no estaba muy seguro ya que a esta distancia no se apreciaban bien. “Muy interesante” pensé sosteniendo la mirada. Reaccionó y se dio la vuelta deprisa, lo que me volvió a dar una visión de sus pantalones apretados. Y entonces recordé, ya me había cruzado con esta mujer antes, en el ascensor, cuando me tiró el café por encima arruinándolo para el resto del día. “Tendré que estar atento a lo que hace, no quiero que arruine mi empresa por no estar pendiente de lo que tiene que estar” pensé con desprecio. El resto del día fue un continuo ir y venir de llamadas y correos. Me quedé un poco más de tiempo para resolver todo antes de volver a mi casa. Al llegar me desnudé completamente y, aunque ya era de noche, me metí en mi piscina para relajarme un poco. Después salí, me puse una bata y me dirigí a la casa. Me senté en el sofá de mi casa con una copa en la mano. Me puse a repasar el día para comprobar que no se me había pasado nada y mi mente volvió al encuentro en mi despacho. Cogí mi teléfono y marqué un número. Pitidos.. y al final una voz algo somnolienta se puso al teléfono. - “¿Señor De Luca? Qué puedo hacer por usted?” - “Buenas noches señor Klaus, me gustaría pedirle algo. Quiero que investigue a la señorita Alec, su nueva compañera, ya sabe, vida, antecedentes, familiares, parejas… todo lo que pueda encontrar.” - “Por supuesto señor De Luca, veré lo que puedo encontrar” - “Buenas noches señor Klaus” Colgué el teléfono satisfecho e impaciente por ver qué conseguía encontrar Klaus sobre es chica.Me levanté como cada día desde hacía tres semanas, con el sonido horrible de la alarma, pero feliz y satisfecha con mi vida. Fui a por café a la cocina y estaba leyendo las noticias en mi móvil cuando me llegó un mensaje. “Buenos días señora, le mando este mensaje para notificarle que no olvide que tenemos reunión a las 9:30” Solté una carcajada, era Alejandro, mi compañero de trabajo. Estas dos semanas nos habíamos estado conociendo y la verdad es que me estaba empezando a caer muy bien. Hablábamos todos los días y nos ayudábamos a resolver los problemas del trabajo. Tenía que reconocer que Alejandro me alegraba allí la vida, siempre con su cara pilla y sus bromas. Con ese pensamiento llegué al trabajo, sabiendo que Alejandro me esperaba para tomarnos nuestra reglamentaria taza de café. Me bajé del ascensor y allí estaba, con una sonrisa de oreja a oreja. Aunque… hoy le pasaba algo, no le llegaba la sonrisa a los ojos, que parecían muy cansados. “Buenos días, ¿cómo has desc
Me desperté sobresaltada y gritando. Busqué la luz rápidamente y la encendí. Gotas de sudor caían por mi frente. Otra vez pesadillas, hacia mucho que no me pasaba, pero siempre me despertaba con una sensación horrible que permanecía en mis entrañas durante todo el día. Una mezcla de angustia y miedo. Siempre soñaba sobre lo mismo, la muerte de mi madre y la desaparición de mi padre, y cómo cambió mi vida después de eso. Me quedé sola a los 15 años, sin familiares ni nadie que quisiera atenderme. Al principio caí en un agujero negro de tristeza del que pensé que jamás podría salir. Dormía en casas abandonadas y robaba comida para sobrevivir pero sin tener realmente ganas de seguir viviendo. La gente con la que me cruzaba me miraba con desprecio o desviaban la mirada. Por dios era una NIÑA, ¿cómo puede ser que nadie me ayudara?. Apreté los puños con rabia. Hasta aquel día en el que ÉL me recogió. Noté como mi mandíbula se tensaba. Roger Klein, el hombre que creía que iba a
Ahí estaba, avanzando por el pasillo bajo la mirada de ese hombre imponente y serio. ¿Tal había sido la magnitud de los daños como para que se presentara el señor De Luca personalmente? En estos momentos quería que la tierra me tragase. Llegué a donde estaban sin atreverme a levantar la mirada. ¿Por qué no decían nada? “He llegado lo antes posible” dije para romper el silencio “Señorita Alec, el señor Klaus ha resuelto ya el problema de filtración de datos, ahora deberemos valorar de qué magnitud ha sido” dijo Rubi cortándome. El señor De Luca se irguió y me miró con frialdad. “La quiero al final del día en mi despacho señorita Alec” dijo y vi cómo se alejaba por el pasillo. Rubi se marchó detrás sin decir una palabra más. “Hola…” le dije a Alejandro cuando se marcharon “siento que te hayas visto envuelto en este lío” Alejandro suspiró. “No pasa nada, yo ya estaba aquí, y sabes que estoy encantado de ayudarte. He he hecho un arreglo temporal, tendrás que
Me fui acercando al despacho del señor De Luca y mi ansiedad fue subiendo con cada paso que daba a enfrentarme a ese poderoso hombre. Respiré hondo. Haciendo un acopio de fuerzas y llamé a la puerta sintiendo su abrasadora mirada vigilando cada movimiento que hacía. “Entre” dijo el señor de Luca con voz grave. Entré por la puerta y ahí estaba, recostado sobre su butaca negra con los brazos cruzados. “Siéntese” me ordenó. “Señorita Alec, supongo que ya sabrá quién soy, me presento formalmente, soy el señor De Luca, jefe y dueño de esta empresa” Asentí con la cabeza. Se levantó y se puso delante de mi, apoyado ligeramente sobre su mesa, pero de pie, lo que me obligaba a mirarle desde abajo, posición que me incomodó un poco. “No son las mejores condiciones para conocernos, pero así ha ocurrido.” dijo con tono neutro. Tragué saliva. “Cómo debe de haber visto en el informe, ha cometido un error muy grave, gracias al cuál se han filtrado datos muy importantes de una g
Carla Llegué a casa exhausta por el día tan intenso que había tenido. Descansé un poco y comí algo, sin hambre. Después me puse a ducharme y a arreglarme de nuevo, el sitio estaba a 40 minutos en coche asi que tenía que darme prisa. Me estaba terminando de maquillar cuando me di cuenta de algo. No sabía qué ropa tenía que llevar. ¿Era una reunión de traje o más bien un cóctel de vestido? o incluso de gala podía ser. Cogí el móvil para sacarme de dudas y escribí. “Buenas noches señor De Luca, me acabo de dar cuenta de que no me ha dicho qué tipo de evento es. Me gustaría saberlos para poder elegir adecuadamente la ropa que ponerme. Un saludo Carla Alec.” El mensaje llegó en segundos. “Buenas noches señorita Alec, la vestimenta no es lo más importante en esta reunión, elija lo que quiera o con lo que se sienta cómoda” “Qué considerado” pensé, a lo mejor ya no estaba tan furioso y se me iba a dar la oportunidad de demostrar mi valía en la reunión. Me vestí con un
Esas palabras cayeron sobre mi como una losa, pesando toneladas e incapacitándome para respirar. No podía creerlas, seguía teniendo la esperanza de que esto fuera una broma muy pesada, pero mi instinto me gritaba que saliera de allí y me alejara corriendo lo más lejos que pudiera. Y eso hice, fue instintivo. Me di la vuelta dejando atrás a esa chica y su extraño disfraz de carnaval pervertido, subí las escaleras sin prácticamente reparar en los escalones y corrí por el pasillo hasta vislumbrar la salida. Atravesé el muro de los dos vigilantes, que no se esperaban a alguien saliendo corriendo desde dentro, abrí la puerta y salí. Corrí todavía más hasta llegar a una callejón y de repente paré. Cogí una bocanada enorme de aire, en toda la carrera no me había dado cuenta que no había respirado ni una sola vez. M****a. Estaba diluviando, tampoco me había dado cuenta. ¿Y ahora? Estaba en un callejón oscuro bajo la lluvia sin nada alrededor. Me acerqué temblando a la calle principal
Volví a abrir las puertas y ante mí aparecieron los dos gorilas. “Pasillo recto y escalera a la izquierda, segundo piso, puerta del final” me dijo el segurata aburrido, como si lo que acababa de ver fuera una escena común para él. Les miré, tentada de pedirles un móvil, pero algo me decía que ni siquiera se dignarían a mirarme. Finalmente me dirigí hacia donde me indicó, creo que no tenía más opción. Pasé cerca de varias escaleras y de innumerables puertas, esto era como un laberinto, hasta que, por fin, llegué a mi destino. La puerta estaba entreabierta, asi que la terminé de abrir con cuidado y silenciosamente. Ante mi se abrió un enorme despacho también con luz tenue pero sin ser roja esta vez. En la habitación había un gran escritorio laboriosamente creado, con terciopelo y madera y con preciosas filigranas. La butaca que había por detrás no se quedaba atrás, majestuosa, digna de un rey. Las paredes forradas de terciopelo verde, le daban a la estancia un ambiente
CARLA Baje todavía aguantándome las lágrimas hasta la primera habitación donde ya había estado. Nada más entrar me encontré a la chica gato esperándome. “Vaya, pensaba que ya no volverías con lo que has tardado, bienvenida de nuevo” dijo con voz cansada . Me volvió a llevar a la habitación donde estaba mi ropa de cambio. Entré y cerré la puerta tras de mi y por fin, me eché a llorar. Poco a poco me fui calmando y cogí las prendas que había sobre el sofá. Era un conjunto de lencería con un corsé de encaje negro que se ajustaba con unas cintas de satén cruzadas por detrás. La parte de abajo era un tanga brasileño de encaje también con unas tiras que se unían a unas medias negras semitransparentes que me llegaban por mitad de los muslos. En el tanga estaba cosido un pequeño pompón que deduje, simulaba la cola de un conejo. Para el cuello, un pequeño collar de tela ajustado, también negro, y para finalizar unos tacones de aguja con tiras entrecruzadas que se ataban en mis