Me levanté como cada día desde hacía tres semanas, con el sonido horrible de la alarma, pero feliz y satisfecha con mi vida.
Fui a por café a la cocina y estaba leyendo las noticias en mi móvil cuando me llegó un mensaje. “Buenos días señora, le mando este mensaje para notificarle que no olvide que tenemos reunión a las 9:30” Solté una carcajada, era Alejandro, mi compañero de trabajo. Estas dos semanas nos habíamos estado conociendo y la verdad es que me estaba empezando a caer muy bien. Hablábamos todos los días y nos ayudábamos a resolver los problemas del trabajo. Tenía que reconocer que Alejandro me alegraba allí la vida, siempre con su cara pilla y sus bromas. Con ese pensamiento llegué al trabajo, sabiendo que Alejandro me esperaba para tomarnos nuestra reglamentaria taza de café. Me bajé del ascensor y allí estaba, con una sonrisa de oreja a oreja. Aunque… hoy le pasaba algo, no le llegaba la sonrisa a los ojos, que parecían muy cansados. “Buenos días, ¿cómo has descansado hoy?” me Dino comenzando a andar hacia la sala donde tomábamos café. “Yo genial y ¿tú? Parece que anoche te atropelló un camión. ¿Te preocupa algo?” Inquirí levantando una ceja y dándome prisa para ponerme a su altura. Alejandro suspiró. “Nooo, mucho trabajo y he dormido muy mal, mi gato se ha portado horrible, sólo eso, no te preocupes.” dijo evitando un poco mi mirada. Le pasaba algo, estaba segura, pero estaba claro que no quería contármelo, así que cambié de tema para no incomodarle. “¿Tienes gato?” dije desviando la conversación. Él me miró agradeciéndome con los ojos. “Siii, lo adopté el año pasado, se llama Dante.” me dijo mirándome agradecido. “Cuando quieras puedes venir a conocerle…” “¡Ay si me encantaría! dije apresuradamente. “y a mi gato también” dijo de nuevo con una sonrisa de oreja a oreja. Me callé y le miré, poniéndome un poco roja. “¡¡Alejandro!!” grité, lo que hice que soltara una carcajada, recuperando su buen humor. “Así que encantada eh?” Me dijo todavía riéndose. No le hice más caso y fui a servirme un café aguantándome las ganas de reírme. “Venga, vamos a ponernos a trabajar que después tenemos reunión y hoy hay muchas cosas por hacer” le dije cortando las bromas insinuantes. No sabía si había algo de verdad en este tipo de bromas o las decía más bien lo hacía porque sabía que me acababan avergonzando. Yo creo que más bien lo segundo. En todo caso surtían su efecto. El resto del día no paramos, estuvimos cada uno en nuestro despacho trabajando sin descanso. A cada uno nos habían encargado establecer la defensa virtual de dos empresas nuevas. Llevábamos varios días cada uno con la suya, aunque a veces cuando estábamos muy cansados nos ayudábamos mutuamente. Hoy Alejandro no vino, lo cuál me extrañó pero lo achaqué a que estaba cansado y a que no quería que le preguntara otra vez si estaba bien. “Me gustaría que confiara en mi, ya hemos hablado un poco del pasado de cada uno” pensé, pero entendí que a lo mejor todavía era pronto. Por fin, terminé con mi trabajo del día y recogí todo para marcharme. Al irme vi que era de las últimas, y qué Alejandro todavía estaba en su despacho delante del ordenador. Llamé a su puerta. “¿Necesitas ayuda? Yo ya he terminado con lo mío, no me importa quedarme” “No gracias, prefiero terminar esto solo” dijo con la mirada clavada en la pantalla. Me dolió un poco la reacción, no nos conocíamos desde hace tanto pero habíamos labrado ya una pequeña amista y siempre solíamos salir juntos del edificio. “¿Te espero fuera entonces? Mañana tengo día libre así que no tengo prisa” dije todavía en la puerta. “No, será mejor que te vayas, todavía voy a tardar” dijo todavía sin mirarme. ¿Qué le pasaba?, ¿Había dicho algo que no debía? “Vaaale…” dije decepcionada por su reacción. Él levantó la cabeza al escucharme y me miró un poco ¿arrepentido?, creo que era eso. “Lo siento Carla, no pretendo ser borde, es que hoy prefiero estar sólo, pasado ponemos todo en común ¿vale?. Descansa mucho mañana y disfruta mucho del día” me dijo con voz suave y cansada. “No te preocupes, lo entiendo, a veces simplemente uno necesita soledad y muchas gracias, nos vemos pasado mañana” le dije con actitud comprensiva y cerrando la puerta tras despedirme. Aún así salí del edificio con una sensación rara y cuando finalmente llegué a casa le escribí un mensaje. “Hola, no me quiero entrometer, de verdad, pero si en algún momento necesitas a alguien por lo que sea para hablar o simplemente tomar algo por ahí, avísame, buenas noches” Su respuesta tardo dos minutos. “Muchas gracias señorita. Lo tendré en cuenta. Descansa mucho. :)” Bueno, yo había hecho lo que había podido. Cuando estuviera preparado me lo contaría.Me desperté sobresaltada y gritando. Busqué la luz rápidamente y la encendí. Gotas de sudor caían por mi frente. Otra vez pesadillas, hacia mucho que no me pasaba, pero siempre me despertaba con una sensación horrible que permanecía en mis entrañas durante todo el día. Una mezcla de angustia y miedo. Siempre soñaba sobre lo mismo, la muerte de mi madre y la desaparición de mi padre, y cómo cambió mi vida después de eso. Me quedé sola a los 15 años, sin familiares ni nadie que quisiera atenderme. Al principio caí en un agujero negro de tristeza del que pensé que jamás podría salir. Dormía en casas abandonadas y robaba comida para sobrevivir pero sin tener realmente ganas de seguir viviendo. La gente con la que me cruzaba me miraba con desprecio o desviaban la mirada. Por dios era una NIÑA, ¿cómo puede ser que nadie me ayudara?. Apreté los puños con rabia. Hasta aquel día en el que ÉL me recogió. Noté como mi mandíbula se tensaba. Roger Klein, el hombre que creía que iba a
Ahí estaba, avanzando por el pasillo bajo la mirada de ese hombre imponente y serio. ¿Tal había sido la magnitud de los daños como para que se presentara el señor De Luca personalmente? En estos momentos quería que la tierra me tragase. Llegué a donde estaban sin atreverme a levantar la mirada. ¿Por qué no decían nada? “He llegado lo antes posible” dije para romper el silencio “Señorita Alec, el señor Klaus ha resuelto ya el problema de filtración de datos, ahora deberemos valorar de qué magnitud ha sido” dijo Rubi cortándome. El señor De Luca se irguió y me miró con frialdad. “La quiero al final del día en mi despacho señorita Alec” dijo y vi cómo se alejaba por el pasillo. Rubi se marchó detrás sin decir una palabra más. “Hola…” le dije a Alejandro cuando se marcharon “siento que te hayas visto envuelto en este lío” Alejandro suspiró. “No pasa nada, yo ya estaba aquí, y sabes que estoy encantado de ayudarte. He he hecho un arreglo temporal, tendrás que
Me fui acercando al despacho del señor De Luca y mi ansiedad fue subiendo con cada paso que daba a enfrentarme a ese poderoso hombre. Respiré hondo. Haciendo un acopio de fuerzas y llamé a la puerta sintiendo su abrasadora mirada vigilando cada movimiento que hacía. “Entre” dijo el señor de Luca con voz grave. Entré por la puerta y ahí estaba, recostado sobre su butaca negra con los brazos cruzados. “Siéntese” me ordenó. “Señorita Alec, supongo que ya sabrá quién soy, me presento formalmente, soy el señor De Luca, jefe y dueño de esta empresa” Asentí con la cabeza. Se levantó y se puso delante de mi, apoyado ligeramente sobre su mesa, pero de pie, lo que me obligaba a mirarle desde abajo, posición que me incomodó un poco. “No son las mejores condiciones para conocernos, pero así ha ocurrido.” dijo con tono neutro. Tragué saliva. “Cómo debe de haber visto en el informe, ha cometido un error muy grave, gracias al cuál se han filtrado datos muy importantes de una g
Carla Llegué a casa exhausta por el día tan intenso que había tenido. Descansé un poco y comí algo, sin hambre. Después me puse a ducharme y a arreglarme de nuevo, el sitio estaba a 40 minutos en coche asi que tenía que darme prisa. Me estaba terminando de maquillar cuando me di cuenta de algo. No sabía qué ropa tenía que llevar. ¿Era una reunión de traje o más bien un cóctel de vestido? o incluso de gala podía ser. Cogí el móvil para sacarme de dudas y escribí. “Buenas noches señor De Luca, me acabo de dar cuenta de que no me ha dicho qué tipo de evento es. Me gustaría saberlos para poder elegir adecuadamente la ropa que ponerme. Un saludo Carla Alec.” El mensaje llegó en segundos. “Buenas noches señorita Alec, la vestimenta no es lo más importante en esta reunión, elija lo que quiera o con lo que se sienta cómoda” “Qué considerado” pensé, a lo mejor ya no estaba tan furioso y se me iba a dar la oportunidad de demostrar mi valía en la reunión. Me vestí con un
Esas palabras cayeron sobre mi como una losa, pesando toneladas e incapacitándome para respirar. No podía creerlas, seguía teniendo la esperanza de que esto fuera una broma muy pesada, pero mi instinto me gritaba que saliera de allí y me alejara corriendo lo más lejos que pudiera. Y eso hice, fue instintivo. Me di la vuelta dejando atrás a esa chica y su extraño disfraz de carnaval pervertido, subí las escaleras sin prácticamente reparar en los escalones y corrí por el pasillo hasta vislumbrar la salida. Atravesé el muro de los dos vigilantes, que no se esperaban a alguien saliendo corriendo desde dentro, abrí la puerta y salí. Corrí todavía más hasta llegar a una callejón y de repente paré. Cogí una bocanada enorme de aire, en toda la carrera no me había dado cuenta que no había respirado ni una sola vez. M****a. Estaba diluviando, tampoco me había dado cuenta. ¿Y ahora? Estaba en un callejón oscuro bajo la lluvia sin nada alrededor. Me acerqué temblando a la calle principal
Volví a abrir las puertas y ante mí aparecieron los dos gorilas. “Pasillo recto y escalera a la izquierda, segundo piso, puerta del final” me dijo el segurata aburrido, como si lo que acababa de ver fuera una escena común para él. Les miré, tentada de pedirles un móvil, pero algo me decía que ni siquiera se dignarían a mirarme. Finalmente me dirigí hacia donde me indicó, creo que no tenía más opción. Pasé cerca de varias escaleras y de innumerables puertas, esto era como un laberinto, hasta que, por fin, llegué a mi destino. La puerta estaba entreabierta, asi que la terminé de abrir con cuidado y silenciosamente. Ante mi se abrió un enorme despacho también con luz tenue pero sin ser roja esta vez. En la habitación había un gran escritorio laboriosamente creado, con terciopelo y madera y con preciosas filigranas. La butaca que había por detrás no se quedaba atrás, majestuosa, digna de un rey. Las paredes forradas de terciopelo verde, le daban a la estancia un ambiente
CARLA Baje todavía aguantándome las lágrimas hasta la primera habitación donde ya había estado. Nada más entrar me encontré a la chica gato esperándome. “Vaya, pensaba que ya no volverías con lo que has tardado, bienvenida de nuevo” dijo con voz cansada . Me volvió a llevar a la habitación donde estaba mi ropa de cambio. Entré y cerré la puerta tras de mi y por fin, me eché a llorar. Poco a poco me fui calmando y cogí las prendas que había sobre el sofá. Era un conjunto de lencería con un corsé de encaje negro que se ajustaba con unas cintas de satén cruzadas por detrás. La parte de abajo era un tanga brasileño de encaje también con unas tiras que se unían a unas medias negras semitransparentes que me llegaban por mitad de los muslos. En el tanga estaba cosido un pequeño pompón que deduje, simulaba la cola de un conejo. Para el cuello, un pequeño collar de tela ajustado, también negro, y para finalizar unos tacones de aguja con tiras entrecruzadas que se ataban en mis
Carla Tras las puertas se extendía una enorme sala iluminada con luz tenue, en ella había una enorme barra con todo tipo de bebidas alcohólicas detrás, una zona que podría ser de baila y varias zonas como de descanso, unas con mesas y otras simplemente sofás o sitios cómodos para poder recostarse. Todo de forma lujosamente decorada. En el medio nos esperaban ya varias chicas con diferentes atuendos y un hombre de traje negro con una máscara de becerro. El hombre fue nombrando cada uno de los animales y dándoles unas indicaciones. Las chicas se fueron yendo hasta que sólo quedé yo. “Tú, la coneja, ven, tu función será que los clientes de las mesas centrales se sientan como en casa, estate atenta a lo que necesitan, ¿lo has entendido?” Asentí. En realidad no había entendido nada, ¿qué se supone que tenía que hacer?. “En 5 minutos esto se empezará a llenar” dijo el maestro de ceremonias a todas. Cómo no sabia qué hacer, localicé a la chica gato y me puse cerca de la ba