Un año había transcurrido desde aquella farsa, un año desde que era tan solo una esposa olvidada.
—Firme aquí, con esto, estará completa su solicitud de divorcio señorita Harrington —
Fuera de aquella vieja y hermosa mansión, había un clima maravilloso. Los cielos celestes estaban despejados, y el cantar de las aves animaba su espíritu. Pronto, volvería a recuperar su libertad, pues para sorpresa de nadie, su desconocido esposo no había cumplido con su parte del contrato.
—Entonces, señor Gardner, ¿Con esto estaré libre? — cuestionó Madison esperanzada.
El abogado asintió. — Así es señorita Harrington, tan solo hará falta la firma del señor Black, pero dado su incumplimiento del contrato, no será difícil conseguirla, pronto usted volverá a ser soltera, no tiene nada de qué preocuparse —
Madison sonrió. Finalmente, y después de un año completo, dejaría de ser la esposa de Elijah Black.
—Por aquí señor, le mostraré la salida —
La bella pelinegra salía hacia la piscina para nadar un rato antes de marcharse. Quizás, lo único que extrañaría seria aquella bella mansión que había sido su hogar durante un año completo, sin embargo, no se quejaba de aquel pequeño departamento al que se mudaría dentro de tres días, pues aquel lugarcito lo había pagado con su propio esfuerzo.
—Señorita, el abogado se ha ido —
Madison miró a Giuseppe, el fiel mayordomo que siempre buscaba la manera de hacerle ver que su joven amo era un hombre honorable.
—Se lo que vas decirme, y la respuesta es no, no voy a detener el divorcio, y por favor Giuseppe, no me digas de nuevo lo buena persona que es Elijah Black, no puedo pensar eso del hombre que durante todo un año no mostró interés alguno en conocerme. Ni una llamada, ni una carta, nunca he hablado con mi esposo, es casi lo mismo que estar casada con un fantasma, así que como te dije el día en que legue a esta casa, no quiero tener nada que ver con él, además, dentro de poco tiempo deberá de recibir la notificación de la solicitud — aseguro.
En Dubái, Elijah revisaba sus correos. Igual que siempre, mil ofertas de negocios, fechas con las reuniones que tendría con inversionistas, y demás. Su vida era en realidad bastante sencilla, o al menos, lo había sido de tal manera desde que se había alejado de su padre y su patético medio hermano. No tenía intención alguna de regresar pronto a Inglaterra, pues la vida en Dubái era una delicia placentera a la que no quería ni iba renunciar. Repentinamente, el sonido de una nueva notificación entrante había capturado momentáneamente su atención. Aquel mensaje que llegaba a su bandeja de entrada, tenía por asunto algo que lo había dejado paralizado en su sitio.
“Solicitud de divorcio en proceso”
Consternado, el apuesto hombre de cabellos castaños y ojos ambarinos, abría aquel correo con la premura que lo haría un desahuciado ganando la lotería. El correo era de un abogado estadounidense, y procediendo a leerlo, con cada párrafo crecía más y más su intriga y su consternación.
“Deberá presentarse el día 15 de julio del año en curso, para comparecer ante el juez…la señora Madison, apellido de soltera Harrington, ha solicitado que su matrimonio con el señor Elijah Black, por incumplimiento de contrato…”
Aquella mujer, su olvidada esposa, ¿Acababa de solicitarle el divorcio?
Tomando el teléfono, ordenaba a su contador personal el revisar los estados de cuenta de la tarjeta que había enviado para aquella mujer con la que estaba legalmente casado. Si ella quería divorciarse de él, le daría exactamente lo que quería, pero no sin antes hacerla pagar cada maldito lujo que a sus costillas se hubiera pagado. Creía saber cuál era su plan; seguramente se había comprado mil lujos, incluso alguna propiedad, después de todo le había dado carta abierta a comprarse lo que deseara, y con ello en mente, seguramente su flamante esposa había gastado millones para luego divorciarse de él y quedar con la vida resuelta disfrutando con algún amante. Conocía como trabajaba la mente de las mujeres; ellas tan solo y sin fallar, iba tras el dinero, aquello era todo lo único que realmente les importaba en la vida…su madrastra era la prueba viviente de ello.
—Si, señor Black, he revisado minuciosamente cada movimiento en la tarjeta, y…
—Espera, ¿Tan rápido? — Elijah, interrumpiendo, imaginaba que aquello demoraría horas, pues una mujer con una tarjeta de crédito sin límites, seguramente hacia miles de compras diarias.
—Si señor, verá, he revisado la tarjeta a nombre de la señorita Harrington, y hemos detectado que no presenta movimiento alguno, la tarjeta no ha sido utilizada ni una sola vez desde que fue emitida, ¿Hay algo más que necesite? — cuestionó el contador.
Sin palabras, Elijah tan solo terminaba aquella llamada; estaba tan sorprendido que apenas y si podía creerlo. ¿Era verdad que aquella mujer no había utilizado la tarjeta que le envió ni siquiera para pagarse un café? Aquello era simplemente inaudito. Tomando nuevamente su teléfono, Elijah pedía averiguar todo sobre aquella mujer, pues era simplemente imposible que ella no hubiera gastado un solo dólar de su cuantioso dinero. Tenía que averiguar a fondo, no creía que una mujer, simplemente dejara en el olvido una tarjeta de crédito. Aquello, era simplemente imposible. Llamando a su secretaria, había tomado una decisión. Aquello era algo que debía de ver por el mismo.
—Consígueme un vuelo para Londres, lo necesito para hoy mismo —
Días después, en Londres, aquella joven se notaba cabizbaja. El día había terminado, y Madison caminaba cruzando el campus de su universidad. Las clases para el nuevo semestre comenzarían pronto. Había a duras penas completado la matricula; una carrera de medicina era costosa, y mucho más en aquella prestigiosa universidad para millonarios. Su padrastro difícilmente y aun con la ayuda de Jeremías Black, había logrado salir de su crisis financiera, pero no deseando mortificarlo, ella había asumido sola la responsabilidad. Su padre…sus amigos, todos ellos la habían ayudado para lograr salir del pozo en que aquel cruel hombre la había dejado, y por ello, era necesario demostrarles a todos que ella sola era capaz de lograrlo.
Deseaba convertirse en médico; aquel era su mayor sueño desde que era una niña. Algún día, estaba segura, ayudaría a su hermano pequeño, y muchas otras personas a sanar. Sin embargo, regresar a aquel lugar, no era sencillo; aquel hombre, aquellas palabras, la hacían regresar a aquel trauma que tanto dolor le había costado poder superar. Apresurándose, se subió a su automóvil, y manejando hacia la vieja mansión Black, pudo divisar aquel accidente. Alguien estaba herido en el suelo. Sin dudarlo, se orillaba con su viejo auto para ver en que podía ayudar. Aquel niño estaba tendido en el suelo, su madre, lloraba a su lado desconsolada.
—Por favor, ayúdeme a sostenerlo, soy estudiante de medicina y parece ser una falla en el corazón, ¿Qué es lo que ha pasado? —
Elijah regresaba después de tantos años a aquella ciudad que representaba a los peores años de su vida, el recuerdo de su amada madre, seguía latente. Aquella vieja mansión llena de fantasmas del pasado lo estaba esperando, y el, se preguntaba si realmente había valido regresar tan solo para conocer a la esposa que el deseaba divorciarse. Mirando aquel tumulto en la calle, podía mirar que la vialidad había sido cerrada. Molesto, ordeno a su chofer que se detuviera y bajó del vehículo para ordenar que se movieran a un lado y lo dejaran pasar; entre más rápido diera por terminado aquel asunto, sería mejor para él, así podría salir rápido de aquellas tierras malditas.
Acercándose a mirar que era lo que había ocurrido, sus ojos ambarinos se quedaron fijos en aquella hermosa mujer de cabellos negros que con tanto esfuerzo reanimaba el corazón de aquel niño. Era realmente bella, casi como un ángel guardián que hacia lo imposible por ayudar a ese pequeño. En poco tiempo, aquel infante había dado un fuerte y profundo respiro, y aquella joven hermosa había sonreído. Los padres del niño se acercaban a ella para darle las gracias y ofrecerle dinero, pero aquella lo había rechazado cortésmente asegurando que era su deber ayudar.
¿Quién era aquella joven tan hermosa? Casi embelesado, Elijah se había acercado a ella notando que era dueña de unos hermosos ojos azules, tan azules como el color del cielo.
—Que gran hazaña de una chica tan joven, dime, ¿Cuál es tu nombre? ¿Me permites invitarte una copa? —
Madison observo a aquel apuesto extraño. Era un hombre demasiado elegante, tanto que no parecía ser de los alrededores, su porte y elegancia, tan solo le sumaban a su belleza, y aquellos ojos ámbar, parecían ser tan profundos y misteriosos como el océano.
—Lo siento señor, pero no bebo alcohol, además, una mujer aun casada no suele salir con desconocidos — dijo entre risas risueñas.
—Tu esposo debe de ser un hombre afortunado, ¿Al menos podrías regalarme tu nombre? Has salvado la vida de ese pequeño, sin duda, eres una heroína —
Sonriendo, la hermosa pelinegra sintió sus mejillas arder ante aquel cumplido.
—Mucho gusto, soy Madison Harrington, ¿Y usted es? —
Elijah se había quedado paralizado, aquella hermosa mujer, resultaba ser…su desconocida esposa que descaradamente había estado ignorado.
—Mucho gusto, soy Madison Harrington, ¿Y usted es? —El viento nocturno se sintió repentinamente helado aun y a pesar de estar a la mitad del verano. El ruido de las sirenas de ambulancia que llegaban al lugar, apenas alcanzaba a escucharlo. El tiempo parecía haberse congelado en el instante mismo en que esa hermosa y joven mujer le había dicho su nombre, y sintiéndose confundido, e incluso asustado, Elijah se había quedado sin palabras en aquel momento.Aquella sonrisa resplandeciente, aquellos ojos celestes tan claros como el color del cielo después de una lluvia en primavera. Era hermosa, la mujer más bella que el jamás antes hubiera visto, y su sencillez cautivadora la hacía resplandecer como a la más pura y brillante de las estrellas. El orgulloso y frío Elijah Black, por primera vez en su vida, se había quedado sin palabras, y esa mujer le miraba directamente a los ojos como nadie más lo había hecho.—¿Se encuentra bien señor? ¿Necesita ayuda? — cuestiono Madison al ver que el h
El viento caliente arrastraba el polvo entre los vientos, la vieja carretera era la misma que recordaba de antaño y los recuerdos más hermosos iban acompañados tambien de los más terribles. Aquellas colinas, aquellas praderas, alguna vez habían sido el paraíso terrenal de un inocente niño que cada día tenía el mejor día acompañado de su madre. Sin embargo, hoy en día no era así, y aquellos verdes prados se hallaban vacíos.Elijah, observaba aquello desde el balcón de su vieja habitación de infancia, sintiendo su corazón sobrecogido de tristeza y añoranzas que ya no podrían ser. El sonido de un chapuzón, sin embargo, lo sacaba de aquellos nostálgicos recuerdos de su infancia dolorida, haciendo que prestara atención en la enorme alberca que durante mucho tiempo había estado en desuso. Sus ojos ambarinos se fijaron en la escultural figura de aquella mujer que parecía nadar como toda una experta. Sus cabellos negros se hallaban completamente empapados, y su belleza única lo había deslumbr
Los paisajes verdes y reconfortantes de siempre, parecían perderse mientras se alejaba poco a poco de la hermosa mansión Black , las ideas revoloteaban como mariposas en su mente, todo parecía marchar bien, Madison había recibido las llaves de su nuevo apartamento que estaría cerca de la universidad y esa mañana se dirigía a revisar que todo estuviera en orden con la mudanza, los recuerdos de su vida en soledad siendo la esposa de un fantasma, finalmente, quedarían atrás; era libre de prepararse para el futuro que siempre soñó...y quizás enamorarse, o quizás no. La refrescante brisa matutina golpeaba con suavidad su hermoso rostro sonriente, su auto finalmente estaba listo y parecía no haber problemas de ningún tipo. Todo marchaba bien, había llamado a su querida amiga Stefany quien la ayudaría a acomodar las cajas de mudanza que seguramente ya habían llegado y estarían apiladas en la entrada del edificio, ese sería un día ocupado y había pedido a Ernest, el primo de su esposo, que la
Las risas de la chica fueron interrumpidas por el molesto sonido del timbre del departamento, Madison entre risas se apresuró a abrir dejando ver a una pequeña y muy delgada jovencita de cabello corto y castaño y unos enormes ojos del mismo color que las hojas verdes de los árboles, era bonita, aunque su belleza era más infantil, junto a ella se encontraba un joven rubio de ojos azules que había corrido a abrazar a Madison tan pronto como abrió la puerta, otro chico más de aspecto más serio y con gafas había entrado al departamento, aunque esté parecía tener mucha más educación que el otro joven, para su desgracia, conocía bastante bien a aquellos dos.— Stefany, Adrien, Erick, me alegra mucho que vinieran — dijo Madison quitándose de encima al rubio y abrazando a la chica bajita.Dos de aquellos rostros, sin embargo, no eran desconocidos para él. Se trataban de nada mas y nada menos que dos viejos conocidos, miembros de las familias mas poderosas e la ciudad estando solo por debajo d
Las chicas habían terminado de acomodar casi todo y se habían tomado algunos minutos para descansar.— Ese chico que estaba contigo parecía muy serio y elegante, el tipo de hombre del que cualquiera podría enamorarse — dijo repentinamente Stefany.— ¿Lo crees? Bueno, si es muy apuesto, a decir verdad, nunca había visto un hombre así, pero sabes que no es mi prioridad ahora mismo tener una pareja — rio Madison sin darle importancia.Stefany la miro seria.— Madison, Adrien no quería que te lo dijera, pero creo que debes saberlo — dijo la pelinegra.— ¿Decirme que? — pregunto la pelinegra intrigada ante la seriedad de la chica.— El regresará...viene desde Inglaterra, ha concluido sus estudios y tomara el control como cabeza de su familia, solo quiero decirte, que no dejaremos que el vuelva a hacerte daño — dijo la chica con seriedad.Madison palideció ante las palabras de Stefany, todo pensamiento que tenía hasta ese momento, desde la extraña reacción de Adrien ante Ernest y lo curioso
Aquellas palabras de Eccheli, habían dejado a Elijah con tantas dudas. Aquella cicatriz en el cuerpo de su esposa, aquella charla extraña con su amiga; todo aquello había mantenido su mente ocupada. Aquella mañana había solicitado a su investigador privado todo lo que pudiera de Madison. Tenía que averiguar qué era lo que estaba pasando. El calor del verano parecía haberse desvanecido repentinamente. El hermoso cielo celeste, había sido invadido por espesas nubes que parecían presagiar una tormenta. De a poco, gruesas gotas lluvias comenzaban a caer, dejando el suelo completamente empapado y en el aeropuerto, un desfile de guardaespaldas desfilaba protegiendo a un elegante hombre que caminaba de manera arrogante. —Señor O´Brien, sea bienvenido a New York, espero que el viaje haya sido de su total agrado… —Silencio — interrumpía aquel elegante hombre. Sus cabellos rubios, casi platinos, su tez aperlada y tersa, y aquellos fieros ojos tan ámbar que parecían ser casi amarillos, lo hac
El insoportable calor del verano parecía robar la vitalidad de la juventud que apresurada intentaba mantener su energía de siempre. Las calles, vacías de día y atiborradas de noche, dejaban claro que la gente decidía escapar del sofoco que las altas temperaturas les provocaba. La cafetería, sin embargo, recibía clientes sedientos y hambrientos durante todo el día desde la apertura hasta el cierre, bebidas frías y sabrosos helados de mil sabores y colores eran los predilectos de los muchos jóvenes que diariamente llegaban en busca de algún manjar que les ayudará a refrescarse.— ¡Que tenga un buen día señor! — decía la única empleada que atendía la cafetería, y quien era tambien una de las mejores amigas de Madison.Le Amore era un refugio para miles de estudiantes que dentro de muy poco comenzaban el nuevo semestre; era casi como una bendición para refugiarse del ajetreo y el estrés. Aquel sitio, era el primer hijo de Madison Harrington, la cafetería que, a base de mil esfuerzos y sac
El viento soplaba con suavidad, y aquellas memorias que creyó para siempre enterradas, llegaban como una poderosa ola que estremecía sin piedad el corazón de Elijah.— ¿Sucede algo Ernest? — pregunto Madison sacando a Elijah de sus pensamientos.— Estoy bien — respondió Elijah.Sintiendo una leve punzada al ser llamado por un nombre falso, por un momento quiso saber cómo se escucharía su nombre saliendo de esos hermosos labios sonrosados sin el deje de decepción y molestia con el que la joven solía pronunciarlo.— Pareces algo conmocionado, quizás nos vendría bien a ambos salir a caminar un momento, tanto pensar en las clases y tú en lo que sea que ocupe tus pensamientos parece que nos ha afectado, además este sofocante calor no ayuda mucho — dijo la joven sonriendo.Nuevamente, Elijah quería preguntarle qué era lo que le había pasado con ese maldito, pero no se sentía con derecho a hacerlo. Caminando por las aglomeradas calles de la ciudad, finalmente llegaron hasta un pequeño parque