Tienes…que irte, hermanito, no puedes morir junto a mí, tu, tu no lo mereces, ve y vive la vida feliz que mereces, te lo ruego, esta es…mi última…voluntad. Te lo suplico.Emerson Chadburn, abría los ojos celestes mirando la intensa luz de la lampara sobre su cama, aquello se sentía como un deja vu. De nuevo, estaba en el hospital y se esforzaba por recordar exactamente qué era lo que había pasado. Sus ojos se llenaron de lágrimas, al recordar de manera fugaz y repentina, como con sus últimas palabras, Daryl le había suplicado que se marchara de allí y viviera la feliz vida que siempre había merecido.“Demonios, niño, tienes que dejarlo irse, morirás si te quedas en este lugar”A sus memorias llegaban tambien los recuerdos del patriarca Black levantando la viga que le cayó encima cuando bajó por aquellas escaleras con el cuerpo de Daryl que, al caer, lo había cubierto, había intentado sin mucho éxito huir de ese terrible incendio tan solo para cumplir la última voluntad de su hermano.
Madison y Eimy se miraron la una a la otra después de mirar aquella fantasmal aparición que las miraba fijamente desde la puerta. Emerson Chadburn estaba allí, en una silla de ruedas con ambas piernas fracturadas y se dirigió hasta ellas para luego abrazarlas a ambas. — ¡Ahhhhhh! — grito Eimy empujándolo. — ¡Eres un maldito fantasma! ¡Vienes a atormentarnos! — dijo en estado de shock sin lograr procesar al momento lo que estaba realmente pasando. Emerson rio ante aquella absurda reacción. Madison sintió como su pecho estallaba de alegría y las lágrimas le brotaron de los ojos celestes, esta vez, de felicidad. — Estas vivo, ¿Cómo es posible? — dijo sollozando volviendo a aferrarse a su hermano gemelo, aquel que creía perdido. Emerson la abrazó de vuelta, hincada, la joven lloraba en su pecho abrazada a su cintura, realmente la había hecho sufrir mucho con la decisión de morir junto a Daryl, mirando hacia la ventana hacia aquellos cielos celestes, le agradeció el liberarlo de la culp
Dos meses habían pasado desde que habían logrado sobrevivir a aquel martirio, todos se hallaban revestidos en sus mejores galas, esperando en aquella iglesia a que la novia hiciera su entrada. Fuera de aquella preciosa catedral, Emerson, en su silla de ruedas, acomodaba el velo de Madison, quien estaba al borde de las lágrimas por la gran emoción que estaba sintiendo, su pequeña pancita apenas era visible, pero aquello, poco les importaba, no se someterían a las voluntades de una sociedad que los había destruido a ambos. Aquel, era el día más feliz de la joven de ojos celestes, la boda que no había tenido cuando puso su firma en aquel frio papel que la unió para siempre a Elijah Black, la boda, con la que alguna vez soñó siendo una niña y que le inflaba el pecho de verdadera dicha.— Te ves hermosa — le dijo Emerson sintiéndose orgulloso.— ¿De verdad lo crees? ¿Crees que le guste a Elijah? — cuestiono nerviosa.Emerson miraba a su hermana gemela usando ese hermoso vestido blanco de h
Amor. Aquel sentimiento que te lleva del cielo al infierno en una sola vuelta a la luz del sol.—Luces hermosa, Madison —Un vestido. Aquella prenda, la más especial para una mujer, que la haría lucir como la más hermosa princesa que feliz esperaba a su destinado encuentro con el perfecto príncipe.—Seguro el será un hombre muy afortunado de tenerte, será el esposo más dichoso —Un marido. Aquel que una mujer escogía como su único, como aquel hombre con el que estaba dispuesta a compartir el resto de su vida, y de quien se había enamorado en medio de flores y bellos cuentos que pasaban desde las páginas hasta la realidad.—Es una pena, él ha dicho que no asistirá a su propia boda, esto debe de permanecer en secreto, o ella quedará expuesta al ridículo —Aquel lugar se sentía solitario, tan vacío como aquel que sentía en lo profundo de su corazón. Todas las pocas miradas presentes, estaban sobre la hermosa y solitaria novia, que lucía tan hermosa como una princesa, pero que era tan mis
Un año había transcurrido desde aquella farsa, un año desde que era tan solo una esposa olvidada.—Firme aquí, con esto, estará completa su solicitud de divorcio señorita Harrington —Fuera de aquella vieja y hermosa mansión, había un clima maravilloso. Los cielos celestes estaban despejados, y el cantar de las aves animaba su espíritu. Pronto, volvería a recuperar su libertad, pues para sorpresa de nadie, su desconocido esposo no había cumplido con su parte del contrato.—Entonces, señor Gardner, ¿Con esto estaré libre? — cuestionó Madison esperanzada.El abogado asintió. — Así es señorita Harrington, tan solo hará falta la firma del señor Black, pero dado su incumplimiento del contrato, no será difícil conseguirla, pronto usted volverá a ser soltera, no tiene nada de qué preocuparse —Madison sonrió. Finalmente, y después de un año completo, dejaría de ser la esposa de Elijah Black.—Por aquí señor, le mostraré la salida —La bella pelinegra salía hacia la piscina para nadar un rato
—Mucho gusto, soy Madison Harrington, ¿Y usted es? —El viento nocturno se sintió repentinamente helado aun y a pesar de estar a la mitad del verano. El ruido de las sirenas de ambulancia que llegaban al lugar, apenas alcanzaba a escucharlo. El tiempo parecía haberse congelado en el instante mismo en que esa hermosa y joven mujer le había dicho su nombre, y sintiéndose confundido, e incluso asustado, Elijah se había quedado sin palabras en aquel momento.Aquella sonrisa resplandeciente, aquellos ojos celestes tan claros como el color del cielo después de una lluvia en primavera. Era hermosa, la mujer más bella que el jamás antes hubiera visto, y su sencillez cautivadora la hacía resplandecer como a la más pura y brillante de las estrellas. El orgulloso y frío Elijah Black, por primera vez en su vida, se había quedado sin palabras, y esa mujer le miraba directamente a los ojos como nadie más lo había hecho.—¿Se encuentra bien señor? ¿Necesita ayuda? — cuestiono Madison al ver que el h
El viento caliente arrastraba el polvo entre los vientos, la vieja carretera era la misma que recordaba de antaño y los recuerdos más hermosos iban acompañados tambien de los más terribles. Aquellas colinas, aquellas praderas, alguna vez habían sido el paraíso terrenal de un inocente niño que cada día tenía el mejor día acompañado de su madre. Sin embargo, hoy en día no era así, y aquellos verdes prados se hallaban vacíos.Elijah, observaba aquello desde el balcón de su vieja habitación de infancia, sintiendo su corazón sobrecogido de tristeza y añoranzas que ya no podrían ser. El sonido de un chapuzón, sin embargo, lo sacaba de aquellos nostálgicos recuerdos de su infancia dolorida, haciendo que prestara atención en la enorme alberca que durante mucho tiempo había estado en desuso. Sus ojos ambarinos se fijaron en la escultural figura de aquella mujer que parecía nadar como toda una experta. Sus cabellos negros se hallaban completamente empapados, y su belleza única lo había deslumbr
Los paisajes verdes y reconfortantes de siempre, parecían perderse mientras se alejaba poco a poco de la hermosa mansión Black , las ideas revoloteaban como mariposas en su mente, todo parecía marchar bien, Madison había recibido las llaves de su nuevo apartamento que estaría cerca de la universidad y esa mañana se dirigía a revisar que todo estuviera en orden con la mudanza, los recuerdos de su vida en soledad siendo la esposa de un fantasma, finalmente, quedarían atrás; era libre de prepararse para el futuro que siempre soñó...y quizás enamorarse, o quizás no. La refrescante brisa matutina golpeaba con suavidad su hermoso rostro sonriente, su auto finalmente estaba listo y parecía no haber problemas de ningún tipo. Todo marchaba bien, había llamado a su querida amiga Stefany quien la ayudaría a acomodar las cajas de mudanza que seguramente ya habían llegado y estarían apiladas en la entrada del edificio, ese sería un día ocupado y había pedido a Ernest, el primo de su esposo, que la