El viento caliente arrastraba el polvo entre los vientos, la vieja carretera era la misma que recordaba de antaño y los recuerdos más hermosos iban acompañados tambien de los más terribles. Aquellas colinas, aquellas praderas, alguna vez habían sido el paraíso terrenal de un inocente niño que cada día tenía el mejor día acompañado de su madre. Sin embargo, hoy en día no era así, y aquellos verdes prados se hallaban vacíos.
Elijah, observaba aquello desde el balcón de su vieja habitación de infancia, sintiendo su corazón sobrecogido de tristeza y añoranzas que ya no podrían ser. El sonido de un chapuzón, sin embargo, lo sacaba de aquellos nostálgicos recuerdos de su infancia dolorida, haciendo que prestara atención en la enorme alberca que durante mucho tiempo había estado en desuso. Sus ojos ambarinos se fijaron en la escultural figura de aquella mujer que parecía nadar como toda una experta. Sus cabellos negros se hallaban completamente empapados, y su belleza única lo había deslumbrado. Aquellos ojos de cielo lo miraron durante un momento, y la cálida sonrisa de esa mujer, lo había hecho sentirse indefenso durante un momento.
—Buenos días señor Black, debería bajar a tomar el desayuno, todo lo que prepara Giuseppe es realmente delicioso, sería terrible si le hiciera un desaire — grito Madison y el no supo que pensar cuando la escucho tan preocupada por los sentimientos de un simple sirviente.
Mirandola entrar en la piscina otra vez, nuevamente se sentía intrigado por ella. Había vuelto a revisar aquella tarjeta, y efectivamente no había sido utilizada para nada. ¿Qué clase de mujer era su esposa? En sus casi veintisiete años de vida, nunca había conocido a una mujer como esa que no se lanzaba como un perro rabioso sobre el dinero o no suplicaba por meterse en su cama. Ella no se había acercado a el más que de manera meramente cortes, respetando su aun matrimonio y bateándolo en todos y cada uno de los intentos que había hecho por coquetear con ella. ¿Era real? ¿O esa era solo una estrategia para lograr intrigarlo y enloquecerlo para tenerlo a sus pies? No podía confiar en ella; todas las mujeres eran iguales, interesadas o lujuriosas que tan solo deseaban de él lo único que podría ofrecerles: dinero o pasión.
Toquidos en su puerta lo distrajeron, y autorizando entrar, vio que su fiel sirviente Giuseppe, se acercaba a él con un sobre en sus manos.
—Mi joven amo, aquí le tengo lo que me ha solicitado, desde el momento mismo en que esta tarjeta llegó a la mansión, la señorita me ordeno que la dejara olvidada en algún cajón. Como puede ver, no fue sacada del sobre, así como llegó, así mismo se quedó —
Elijah tomó aquel empolvado sobre que, efectivamente, no mostraba señal alguna de haber sido abierto. Esa tarjeta ni siquiera había sido sacada, tal cual él la mando, seguía intacta. ¿Aquella mujer estaba loca? ¿Qué mujer en su sano juicio dejaba escapar una oportunidad única como esa? Durante años habían desfilado por su cama toda clase de mujeres, y cada una de ellas gritaban de la emoción cuando les regalaba alguna joya o las llevaba a las más costosas tiendas a comprarse todo cuanto quisiera. Sin embargo, su aun esposa había tomado aquella tarjeta para dejarla olvidada, era casi como si le hubiese aventado el dinero que le había ofrecido a la cara y no lograba entender el motivo. Sabía bien que su padre estaba en problemas cuando se habían casado, ella no tenía ni un solo dólar en su cuenta bancaria, entonces, ¿Cómo había sobrevivido en todo ese tiempo? Harrington apenas comenzaba a recuperarse, no había ningún sentido en aquello.
—Giuseppe, respóndeme solo con la verdad. ¿Cómo es la señorita Harrington? ¿Cómo ha hecho para sobrevivir sin usar mi dinero? ¿Y porque lo has permitido? Ella viste con ropa barata, no usa perfumes, no le he visto ninguna joya, ni siquiera las argollas matrimoniales que envié para la boda, ¿Sabes si ella las empeñó o algo? — cuestionó.
Giuseppe negó, y extendiendo su mano, dejó en la de su amo aquellas argollas matrimoniales de oro y diamante que había comprado para su falsa boda.
—No mi señor, la señorita Harrington es en verdad muy especial. Llego aquí el mismo día en que se llevó a cabo su boda y aun usando su vestido de novia. Ella me entregó estas argollas diciendo que no las usaría sin un esposo a su lado, y luego rechazo cualquier ayuda de dinero que usted le envió, rechazo tambien el cambiar su viejo auto por alguno de los suyos, y desde ese día, la vi yendo y viniendo todos los días. Ella aun es estudiante universitaria, está estudiando medicina, y vive con sus propios recursos, se mantiene de una pequeña cafetería que se encuentra cercana al campus universitario en que ella estudia, es una chica en realidad maravillosa mi señor, y si me permite decirlo, no debería de dejarla ir —
—Gracias, Giuseppe, bajare enseguida a desayunar — respondió Elijah.
Viéndolo salir, Elijah se sintió sorprendido por las palabras de su sirviente. Su esposa era estudiante de medicina, y dándose cuenta, entendió que realmente no sabía nada sobre ella; no se había interesado en conocerla y la había metido dentro del mismo saco que a todas las demás mujeres con las que se había acostado alguna vez. Bajando a tomar el desayuno frente a la piscina, la vio salir de allí. Quedándose sin aliento, notó como aquella mujer era realmente bella, sin embargo, no pudo evitar notar algo que lo dejó intrigado…aquella cicatriz en su vientre.
Madison, notó como el primo de su esposo fantasma la estaba mirando. Sus ojos ambarinos miraban fijamente a su abdomen, y cubriéndose rápidamente con la toalla, salió tan rápido como pudo a su habitación. Aquella m*****a cicatriz, aquellos malditos recuerdos…su pasado, su terrible pasado, seguía haciéndose presente.
Mirándose en el espejo, Madison nuevamente tomaba fuerzas. Ella no volvería a ser aquella mujer que casi queda dentro del abismo. Aquel hombre que la había dañado, que la había marcado, hacia ya mucho tiempo que se había ido. Poniéndose su vestido celeste, se coloreo un poco los labios. No iba a permitirse ser débil…nunca más. Bajando al desayunador, saludo a los sirvientes mostrando su gran sonrisa de siempre y rogando que aquel apuesto hombre no le hiciera pregunta alguna sobre aquella cicatriz.
Elijah, quería saber que era aquella marca, pero viendo la reacción que había tenido, se abstuvo de preguntar. Viéndola acercarse, noto lo hermosa que lucía en aquel encantador y sencillo vestido celeste que tan solo hacia resaltar aquellos bellos ojos de cielo. Su esposa era hermosa, realmente bella, sin embargo, ella lo odiaba, y quería divorciarse de él, pero, no iba a permitírselo. Viéndola saludar a la servidumbre como si fueran sus parientes, nuevamente aquella duda afloraba dentro de él. ¿Ella era real? ¿Ella no estaba fingiendo todo aquello? Sus sirvientes la saludaban con genuino cariño, e incluso Giuseppe, que siempre era reservado con las personas, la consideraba realmente maravillosa. Aun a pesar de que no le agradaba estar en aquella vieja mansión lena de malos recuerdos, se quedaría un poco más, quería conocerla, saber todo sobre ella, y entonces, saber a ciencia cierta si le concedería su deseo de divorciarse…o si la obligaría a quedarse a su lado.
—Gracias Giuseppe, como siempre, delicioso, saldré toda la tarde, iré a ver mi departamento nuevo, y saldré con los chicos, ya no tendremos mucho tiempo para salir de paseo una vez que comience el nuevo semestre, ya sabes cómo es esto — dijo Madison llamando la atención de Elijah.
—Por supuesto, señorita, el mecánico vino muy temprano y su auto ya puede ser utilizado nuevamente, el joven Connolly llamo hace un rato atrás y le ha dejado el mensaje de que la verían en la cafetería — respondió el sirviente.
Elijah se sintió repentinamente molesto al escuchar que su esposa se vería con un tipo desconocido. ¿Ella se estaba viendo con otro hombre? ¿Lo estaba engañando? Ella no podía ser perfecta, por supuesto que no, y sintiéndose aún más molesto al imaginarla viéndose con otro hombre, apretó los puños por debajo de la mesa, además, ella seguía dispuesta a irse de la mansión, y no deseaba que eso ocurriera, así, no la tendría cerca suyo.
—¿Puedo acompañarla? No conozco a nadie en la ciudad y me gustaría conocer a más personas estaré una larga temporada por aquí, ¿Sería una molestia pedirle acompañarla? — cuestiono arrastrando alguna muestra de celos en su voz.
Madison sonrió. — Por supuesto, puede venir, mis amigos son muy amables, estoy segura de que le resultaran agradables, se lo difícil que es adaptarse a un lugar nuevo —
Nuevamente, aquella radiante sonrisa que le mostraba, lo hacía sentirse repentinamente nervioso. Sin embargo, aún quedaba averiguarlo, ¿Aquella mujer era verdadera? ¿O terriblemente falsa?
Aquellos ojos celestes que lo habían cautivado, lo hacían sentir cosas que nunca antes había sentido. Aquel era el comienzo de una historia, y Elijah, por primera vez en su vida, quería creer que aquello, era verdadero.
Los paisajes verdes y reconfortantes de siempre, parecían perderse mientras se alejaba poco a poco de la hermosa mansión Black , las ideas revoloteaban como mariposas en su mente, todo parecía marchar bien, Madison había recibido las llaves de su nuevo apartamento que estaría cerca de la universidad y esa mañana se dirigía a revisar que todo estuviera en orden con la mudanza, los recuerdos de su vida en soledad siendo la esposa de un fantasma, finalmente, quedarían atrás; era libre de prepararse para el futuro que siempre soñó...y quizás enamorarse, o quizás no. La refrescante brisa matutina golpeaba con suavidad su hermoso rostro sonriente, su auto finalmente estaba listo y parecía no haber problemas de ningún tipo. Todo marchaba bien, había llamado a su querida amiga Stefany quien la ayudaría a acomodar las cajas de mudanza que seguramente ya habían llegado y estarían apiladas en la entrada del edificio, ese sería un día ocupado y había pedido a Ernest, el primo de su esposo, que la
Las risas de la chica fueron interrumpidas por el molesto sonido del timbre del departamento, Madison entre risas se apresuró a abrir dejando ver a una pequeña y muy delgada jovencita de cabello corto y castaño y unos enormes ojos del mismo color que las hojas verdes de los árboles, era bonita, aunque su belleza era más infantil, junto a ella se encontraba un joven rubio de ojos azules que había corrido a abrazar a Madison tan pronto como abrió la puerta, otro chico más de aspecto más serio y con gafas había entrado al departamento, aunque esté parecía tener mucha más educación que el otro joven, para su desgracia, conocía bastante bien a aquellos dos.— Stefany, Adrien, Erick, me alegra mucho que vinieran — dijo Madison quitándose de encima al rubio y abrazando a la chica bajita.Dos de aquellos rostros, sin embargo, no eran desconocidos para él. Se trataban de nada mas y nada menos que dos viejos conocidos, miembros de las familias mas poderosas e la ciudad estando solo por debajo d
Las chicas habían terminado de acomodar casi todo y se habían tomado algunos minutos para descansar.— Ese chico que estaba contigo parecía muy serio y elegante, el tipo de hombre del que cualquiera podría enamorarse — dijo repentinamente Stefany.— ¿Lo crees? Bueno, si es muy apuesto, a decir verdad, nunca había visto un hombre así, pero sabes que no es mi prioridad ahora mismo tener una pareja — rio Madison sin darle importancia.Stefany la miro seria.— Madison, Adrien no quería que te lo dijera, pero creo que debes saberlo — dijo la pelinegra.— ¿Decirme que? — pregunto la pelinegra intrigada ante la seriedad de la chica.— El regresará...viene desde Inglaterra, ha concluido sus estudios y tomara el control como cabeza de su familia, solo quiero decirte, que no dejaremos que el vuelva a hacerte daño — dijo la chica con seriedad.Madison palideció ante las palabras de Stefany, todo pensamiento que tenía hasta ese momento, desde la extraña reacción de Adrien ante Ernest y lo curioso
Aquellas palabras de Eccheli, habían dejado a Elijah con tantas dudas. Aquella cicatriz en el cuerpo de su esposa, aquella charla extraña con su amiga; todo aquello había mantenido su mente ocupada. Aquella mañana había solicitado a su investigador privado todo lo que pudiera de Madison. Tenía que averiguar qué era lo que estaba pasando. El calor del verano parecía haberse desvanecido repentinamente. El hermoso cielo celeste, había sido invadido por espesas nubes que parecían presagiar una tormenta. De a poco, gruesas gotas lluvias comenzaban a caer, dejando el suelo completamente empapado y en el aeropuerto, un desfile de guardaespaldas desfilaba protegiendo a un elegante hombre que caminaba de manera arrogante. —Señor O´Brien, sea bienvenido a New York, espero que el viaje haya sido de su total agrado… —Silencio — interrumpía aquel elegante hombre. Sus cabellos rubios, casi platinos, su tez aperlada y tersa, y aquellos fieros ojos tan ámbar que parecían ser casi amarillos, lo hac
El insoportable calor del verano parecía robar la vitalidad de la juventud que apresurada intentaba mantener su energía de siempre. Las calles, vacías de día y atiborradas de noche, dejaban claro que la gente decidía escapar del sofoco que las altas temperaturas les provocaba. La cafetería, sin embargo, recibía clientes sedientos y hambrientos durante todo el día desde la apertura hasta el cierre, bebidas frías y sabrosos helados de mil sabores y colores eran los predilectos de los muchos jóvenes que diariamente llegaban en busca de algún manjar que les ayudará a refrescarse.— ¡Que tenga un buen día señor! — decía la única empleada que atendía la cafetería, y quien era tambien una de las mejores amigas de Madison.Le Amore era un refugio para miles de estudiantes que dentro de muy poco comenzaban el nuevo semestre; era casi como una bendición para refugiarse del ajetreo y el estrés. Aquel sitio, era el primer hijo de Madison Harrington, la cafetería que, a base de mil esfuerzos y sac
El viento soplaba con suavidad, y aquellas memorias que creyó para siempre enterradas, llegaban como una poderosa ola que estremecía sin piedad el corazón de Elijah.— ¿Sucede algo Ernest? — pregunto Madison sacando a Elijah de sus pensamientos.— Estoy bien — respondió Elijah.Sintiendo una leve punzada al ser llamado por un nombre falso, por un momento quiso saber cómo se escucharía su nombre saliendo de esos hermosos labios sonrosados sin el deje de decepción y molestia con el que la joven solía pronunciarlo.— Pareces algo conmocionado, quizás nos vendría bien a ambos salir a caminar un momento, tanto pensar en las clases y tú en lo que sea que ocupe tus pensamientos parece que nos ha afectado, además este sofocante calor no ayuda mucho — dijo la joven sonriendo.Nuevamente, Elijah quería preguntarle qué era lo que le había pasado con ese maldito, pero no se sentía con derecho a hacerlo. Caminando por las aglomeradas calles de la ciudad, finalmente llegaron hasta un pequeño parque
Del otro lado en la cuidad, amigas disfrutaban de una tranquila noche de chicas.— Mis sentimientos por usted no han cambiado, pero una palabra suya me silenciara para siempre...—Suspiros profundos se dejaron escuchar en la pequeña pero cómoda habitación de la joven.— Dios ¿Porque no puedo encontrar un hombre así para mí? — reprochaba Eimy ganándose una risita de parte de Beatriz y Madison.— Es un personaje literario, lo escribió una mujer, obviamente nunca encontraremos a nadie así — dijo Stefany con ironía.Todas se rieron y miraron a la delgada chica con ironía.— Pero ¿Cómo puedes decir eso cuando tienes a Eccheli suspirando por ti? — reprochó Beatriz entre risitas.— Es verdad, el chico es como un príncipe, ¡Es tan malditamente apuesto y gentil que en verdad es ofensivo que digas eso Stefy! — chillo la bella pelirroja.— Adrien es muy ruidoso, no me deja ni respirar, no me extrañaría que estuviera en el edificio de enfrente espiando lo que hacemos con tal de no perderme de vis
Madison recorría apresurada los pasillos, aquello era excitante, era el primer día del último semestre de su universidad, al graduarse finalmente sería médico, entonces, encontraría la manera de hacer que Maddox volviera a caminar, aquello era su prioridad, nada más importaba, y este era finalmente el paso cúspide que debía dar para lograr todo aquello que desde muy joven se había propuesto. Se negaba a pensar en Daryl O´Brien, en recordar su doloroso pasado o nada más. En aquel momento, su única y siempre presente prioridad, era su hermano pequeño.Ella y Maddox habían quedado huérfanos siendo aún muy pequeños; un maldito conductor ebrio había truncado los sueños de convertirse en futbolista de su hermano menor, y se había llevado la vida de su madre. Maddox, poco recordaba de ese cruel suceso, y, sin duda alguna, aquello era lo mejor. Él había dejado de caminar, y ambos, siendo llevados al orfanato sin ningún familiar que pudiese cuidarlos, habían perdido toda esperanza cuando todas