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Capítulo 4: Falsa, verdadera.

El viento caliente arrastraba el polvo entre los vientos, la vieja carretera era la misma que recordaba de antaño y los recuerdos más hermosos iban acompañados tambien de los más terribles. Aquellas colinas, aquellas praderas, alguna vez habían sido el paraíso terrenal de un inocente niño que cada día tenía el mejor día acompañado de su madre. Sin embargo, hoy en día no era así, y aquellos verdes prados se hallaban vacíos.

Elijah, observaba aquello desde el balcón de su vieja habitación de infancia, sintiendo su corazón sobrecogido de tristeza y añoranzas que ya no podrían ser. El sonido de un chapuzón, sin embargo, lo sacaba de aquellos nostálgicos recuerdos de su infancia dolorida, haciendo que prestara atención en la enorme alberca que durante mucho tiempo había estado en desuso. Sus ojos ambarinos se fijaron en la escultural figura de aquella mujer que parecía nadar como toda una experta. Sus cabellos negros se hallaban completamente empapados, y su belleza única lo había deslumbrado. Aquellos ojos de cielo lo miraron durante un momento, y la cálida sonrisa de esa mujer, lo había hecho sentirse indefenso durante un momento.

—Buenos días señor Black, debería bajar a tomar el desayuno, todo lo que prepara Giuseppe es realmente delicioso, sería terrible si le hiciera un desaire — grito Madison y el no supo que pensar cuando la escucho tan preocupada por los sentimientos de un simple sirviente.

Mirandola entrar en la piscina otra vez, nuevamente se sentía intrigado por ella. Había vuelto a revisar aquella tarjeta, y efectivamente no había sido utilizada para nada. ¿Qué clase de mujer era su esposa? En sus casi veintisiete años de vida, nunca había conocido a una mujer como esa que no se lanzaba como un perro rabioso sobre el dinero o no suplicaba por meterse en su cama. Ella no se había acercado a el más que de manera meramente cortes, respetando su aun matrimonio y bateándolo en todos y cada uno de los intentos que había hecho por coquetear con ella. ¿Era real? ¿O esa era solo una estrategia para lograr intrigarlo y enloquecerlo para tenerlo a sus pies? No podía confiar en ella; todas las mujeres eran iguales, interesadas o lujuriosas que tan solo deseaban de él lo único que podría ofrecerles: dinero o pasión.

Toquidos en su puerta lo distrajeron, y autorizando entrar, vio que su fiel sirviente Giuseppe, se acercaba a él con un sobre en sus manos.

—Mi joven amo, aquí le tengo lo que me ha solicitado, desde el momento mismo en que esta tarjeta llegó a la mansión, la señorita me ordeno que la dejara olvidada en algún cajón. Como puede ver, no fue sacada del sobre, así como llegó, así mismo se quedó —

Elijah tomó aquel empolvado sobre que, efectivamente, no mostraba señal alguna de haber sido abierto. Esa tarjeta ni siquiera había sido sacada, tal cual él la mando, seguía intacta. ¿Aquella mujer estaba loca? ¿Qué mujer en su sano juicio dejaba escapar una oportunidad única como esa? Durante años habían desfilado por su cama toda clase de mujeres, y cada una de ellas gritaban de la emoción cuando les regalaba alguna joya o las llevaba a las más costosas tiendas a comprarse todo cuanto quisiera. Sin embargo, su aun esposa había tomado aquella tarjeta para dejarla olvidada, era casi como si le hubiese aventado el dinero que le había ofrecido a la cara y no lograba entender el motivo. Sabía bien que su padre estaba en problemas cuando se habían casado, ella no tenía ni un solo dólar en su cuenta bancaria, entonces, ¿Cómo había sobrevivido en todo ese tiempo? Harrington apenas comenzaba a recuperarse, no había ningún sentido en aquello.

—Giuseppe, respóndeme solo con la verdad. ¿Cómo es la señorita Harrington? ¿Cómo ha hecho para sobrevivir sin usar mi dinero? ¿Y porque lo has permitido? Ella viste con ropa barata, no usa perfumes, no le he visto ninguna joya, ni siquiera las argollas matrimoniales que envié para la boda, ¿Sabes si ella las empeñó o algo? — cuestionó.

Giuseppe negó, y extendiendo su mano, dejó en la de su amo aquellas argollas matrimoniales de oro y diamante que había comprado para su falsa boda.

—No mi señor, la señorita Harrington es en verdad muy especial. Llego aquí el mismo día en que se llevó a cabo su boda y aun usando su vestido de novia. Ella me entregó estas argollas diciendo que no las usaría sin un esposo a su lado, y luego rechazo cualquier ayuda de dinero que usted le envió, rechazo tambien el cambiar su viejo auto por alguno de los suyos, y desde ese día, la vi yendo y viniendo todos los días. Ella aun es estudiante universitaria, está estudiando medicina, y vive con sus propios recursos, se mantiene de una pequeña cafetería que se encuentra cercana al campus universitario en que ella estudia, es una chica en realidad maravillosa mi señor, y si me permite decirlo, no debería de dejarla ir —

—Gracias, Giuseppe, bajare enseguida a desayunar — respondió Elijah.

Viéndolo salir, Elijah se sintió sorprendido por las palabras de su sirviente. Su esposa era estudiante de medicina, y dándose cuenta, entendió que realmente no sabía nada sobre ella; no se había interesado en conocerla y la había metido dentro del mismo saco que a todas las demás mujeres con las que se había acostado alguna vez. Bajando a tomar el desayuno frente a la piscina, la vio salir de allí. Quedándose sin aliento, notó como aquella mujer era realmente bella, sin embargo, no pudo evitar notar algo que lo dejó intrigado…aquella cicatriz en su vientre.

Madison, notó como el primo de su esposo fantasma la estaba mirando. Sus ojos ambarinos miraban fijamente a su abdomen, y cubriéndose rápidamente con la toalla, salió tan rápido como pudo a su habitación. Aquella m*****a cicatriz, aquellos malditos recuerdos…su pasado, su terrible pasado, seguía haciéndose presente.

Mirándose en el espejo, Madison nuevamente tomaba fuerzas. Ella no volvería a ser aquella mujer que casi queda dentro del abismo. Aquel hombre que la había dañado, que la había marcado, hacia ya mucho tiempo que se había ido. Poniéndose su vestido celeste, se coloreo un poco los labios. No iba a permitirse ser débil…nunca más. Bajando al desayunador, saludo a los sirvientes mostrando su gran sonrisa de siempre y rogando que aquel apuesto hombre no le hiciera pregunta alguna sobre aquella cicatriz.

Elijah, quería saber que era aquella marca, pero viendo la reacción que había tenido, se abstuvo de preguntar. Viéndola acercarse, noto lo hermosa que lucía en aquel encantador y sencillo vestido celeste que tan solo hacia resaltar aquellos bellos ojos de cielo. Su esposa era hermosa, realmente bella, sin embargo, ella lo odiaba, y quería divorciarse de él, pero, no iba a permitírselo. Viéndola saludar a la servidumbre como si fueran sus parientes, nuevamente aquella duda afloraba dentro de él. ¿Ella era real? ¿Ella no estaba fingiendo todo aquello? Sus sirvientes la saludaban con genuino cariño, e incluso Giuseppe, que siempre era reservado con las personas, la consideraba realmente maravillosa. Aun a pesar de que no le agradaba estar en aquella vieja mansión lena de malos recuerdos, se quedaría un poco más, quería conocerla, saber todo sobre ella, y entonces, saber a ciencia cierta si le concedería su deseo de divorciarse…o si la obligaría a quedarse a su lado.

—Gracias Giuseppe, como siempre, delicioso, saldré toda la tarde, iré a ver mi departamento nuevo, y saldré con los chicos, ya no tendremos mucho tiempo para salir de paseo una vez que comience el nuevo semestre, ya sabes cómo es esto — dijo Madison llamando la atención de Elijah.

—Por supuesto, señorita, el mecánico vino muy temprano y su auto ya puede ser utilizado nuevamente, el joven Connolly llamo hace un rato atrás y le ha dejado el mensaje de que la verían en la cafetería — respondió el sirviente.

Elijah se sintió repentinamente molesto al escuchar que su esposa se vería con un tipo desconocido. ¿Ella se estaba viendo con otro hombre? ¿Lo estaba engañando? Ella no podía ser perfecta, por supuesto que no, y sintiéndose aún más molesto al imaginarla viéndose con otro hombre, apretó los puños por debajo de la mesa, además, ella seguía dispuesta a irse de la mansión, y no deseaba que eso ocurriera, así, no la tendría cerca suyo.

—¿Puedo acompañarla? No conozco a nadie en la ciudad y me gustaría conocer a más personas estaré una larga temporada por aquí, ¿Sería una molestia pedirle acompañarla? — cuestiono arrastrando alguna muestra de celos en su voz.

Madison sonrió. — Por supuesto, puede venir, mis amigos son muy amables, estoy segura de que le resultaran agradables, se lo difícil que es adaptarse a un lugar nuevo —

Nuevamente, aquella radiante sonrisa que le mostraba, lo hacía sentirse repentinamente nervioso. Sin embargo, aún quedaba averiguarlo, ¿Aquella mujer era verdadera? ¿O terriblemente falsa?

Aquellos ojos celestes que lo habían cautivado, lo hacían sentir cosas que nunca antes había sentido. Aquel era el comienzo de una historia, y Elijah, por primera vez en su vida, quería creer que aquello, era verdadero.

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