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Capítulo 5: Lo que deseaba.

Los paisajes verdes y reconfortantes de siempre, parecían perderse mientras se alejaba poco a poco de la hermosa mansión Black , las ideas revoloteaban como mariposas en su mente, todo parecía marchar bien, Madison había recibido las llaves de su nuevo apartamento que estaría cerca de la universidad y esa mañana se dirigía a revisar que todo estuviera en orden con la mudanza, los recuerdos de su vida en soledad siendo la esposa de un fantasma, finalmente, quedarían atrás; era libre de prepararse para el futuro que siempre soñó...y quizás enamorarse, o quizás no. La refrescante brisa matutina golpeaba con suavidad su hermoso rostro sonriente, su auto finalmente estaba listo y parecía no haber problemas de ningún tipo. Todo marchaba bien, había llamado a su querida amiga Stefany quien la ayudaría a acomodar las cajas de mudanza que seguramente ya habían llegado y estarían apiladas en la entrada del edificio, ese sería un día ocupado y había pedido a Ernest, el primo de su esposo, que la acompañase a su destino.

Elijah observaba la pequeña figura de su aún esposa; era increíble la emoción que desbordaba por montones por una razón tan simple como una mudanza, aunque, extrañamente, comenzaba a tomar cariño de aquellas actitudes tan simples y a veces infantiles que tenía la hermosa chica. Aún recordaba su silueta delicada y femenina saliendo de la piscina, aquella visión le recordaba a las ninfas que jugueteaban y danzaban en los claros y lagos de los bosques en los cuentos de hadas o los mitos griegos, su figura envuelta de luz, lo mucho que le recordó a la belleza grácil y pura que una vez lucio con orgullo su hermosa madre...no entendía que tenía aquella joven de cabellera azabache que la hacía lucir tan diferente al resto de mujeres que había conocido a lo largo de sus muchas noches, era simplemente distinta.

La carretera finalmente desaparecía de su vista dejando atrás los verdes prados y las omnipresentes montañas para dar paso al frio gris de los múltiples edificios de la ciudad, Elijah podía ver el repentino cambio de semblante de la chica, parecía realmente decepcionada por dejar de admirar lo que madre natura regalaba a la vista para solo mirar la fría presencia de la urbanización.

— ¿Sucede algo Madison? Pareces decepcionada — pregunto el apuesto castaño.

La azabache suspiró.

— Aunque me emociona mucho la idea de finalmente dejar atrás la mansión Black, no puedo negar que extrañaré la hermosa vista de las praderas y montañas, creo que, de cierta manera, me había acostumbrado a mirar todo aquello durante el tiempo que estuve allí — respondió la chica.

— ¿Y porque no se queda? — pregunto Elijah con intriga.

La joven sonrió con resignación.

— No, realmente necesito estar cerca de la universidad, además, solo es cuestión de días para lleguen los papeles que darán por hecho mi divorcio, sé que el señor Black es un hombre ocupado, pero en algún momento firmará, después de todo, no es algo que le importe en absoluto, tengo muchos sueños que quiero realizar — dijo la chica estacionando su auto frente a un viejo edificio, ciertamente la universidad New York estaba a unos pasos de allí.

Elijah descendió del viejo coche en silencio, cada que ella lo mencionaba sentía una molestia en el pecho. El divorcio, el pésimo concepto en que lo tenía, y aunque no era para menos, le causaba malestar saber que su joven esposa lo considerara tan desalmado.

Ingresando al edificio, el castaño pudo observar que el lugar lucía bastante arruinado y viejo. Si bien, no parecía que fuera a derrumbarse de un momento a otro, podía mirar que la pintura lucía vieja y carcomida por el paso de los años. El portero, aunque muy amigable, se veía bastante mayor; parecía que había sido colocado a propósito allí para hacer juego con el ambiente decadente que se apreciaba en todo el inmueble. De ninguna manera podría permitir que su joven esposa viviera en tales condiciones deplorables, pero sabía que no había poder humano, demoníaco o divino, que hiciera cambiar de idea a la joven mujer.

Había pasado los últimos días tratando de convencerla por todos los medios de quedarse en la mansión, y todas y cada una de esas ocasiones se había negado rotundamente. Era terca, no había duda de ello y no se dejaba comprar fácilmente tampoco. No mansión, no dinero, no auto nuevo; todo se lo lanzó a la cara diciendo que sola podría hacerse cargo de ella misma; aquello le provocó varias jaquecas y Giuseppe había pagado los platos rotos del malhumor que le ganó las muchas veces que la Harrington desprecio su ayuda. El solo podía mirar un horrible y muy viejo edificio de apartamentos, perfecto escenario de aquellas películas hollywoodenses sobre asesinos en serie, pandillas callejeras o mafias internacionales tratando de ocultarse, ella, sin embargo, miraba su nuevo y dulce hogar cuál cuento de ensueño y de hadas, como si nada malo pudiese ocurrir allí, Elijah se tocó el puente de la nariz previniendo que una nueva jaqueca llegaba.

— ¿No crees que es fantástico? Vamos, ayúdame a subir estás cajas para comenzar a ordenar todo en mi departamento — dijo Madison con alegría, aunque, desde el punto de vista del castaño, con un despreocupado y sonriente semblante.

— ¿No crees que este lugar es un poco aterrador para una chica? — pregunto con horror el castaño al ver algo de moho en alguna pared ocasional.

— Claro que no, es perfecto, no tenía demasiado presupuesto y por supuesto que no molestaría al padre con algo más costoso — refunfuño Madison inflando sus mejillas.

Elijah negó en silencio sintiendo ya a la migraña invadirlo.

Finalmente llegaron al departamento en el quinto piso del lugar, era bastante pequeño, quizás si era espacio más que suficiente para dos personas, pero Elijah, acostumbrado a los grandes lugares lujosos, aquello lucía como un armario, al menos pudo sentir algo de alivio al ver que su lugar no estaba enmohecido o se veía deteriorado, ambos dejaron las pesadas cajas en el piso y la azabache extendió sus brazos.

— Finalmente estoy aquí, este es mi propio lugar y es algo que conseguí con mi propio esfuerzo, ¿No crees que es maravilloso!? — pregunto con emoción la hermosa jovencita.

Elijah sonrió al ver el entusiasmo de su joven esposa, mirando de nuevo el lugar de pronto no lo sintió tan pequeño, ella estaba orgullosa, después de todo, había logrado comprarlo ella misma sin la ayuda de nadie; aunque él no podía entender del todo la emoción de la joven esposa, sabía que esto era muy importante y especial para ella, al final de cuentas él no podía comprender la emoción de pelear férreamente por algo, todo cuánto quiso lo tuvo en el momento que lo deseó, nunca se había planteado antes lo que podía valer y significar el esfuerzo propio para obtener algo que deseas hasta ese momento.

Los minutos transcurrían entre bromas de parte de la chica y ambos acomodando todo en los lugares que ella creía convenientes, la simplicidad de Madison lo llenaba de intriga y al mismo tiempo lo divertía. Debía admitir que la chica tenía un humor bastante bueno aunque algo ácido y sarcástico, era fascinante verla reír por la más pequeña tontería, aquella esposa que intenconadamente habia dejado en el olvido, era tan diferente e indescifrable para el que quería ver más y más.  

Quería conocerla, quería poseerla. Debía ganarse su corazón...quería que ella, le llamara por su verdadero nombre. Había cometido un terrible error al ignorarla, pero el miedo de que ella lo rechazara cuando supiera quien era en realidad, lo hacia guardar silencio. ¿Seria posible? Si el ganaba su corazón justamente, ¿Ella seria capaz de perdonarlo? No lo sabía, pero aquella hermosa mujer, había logrado hacerlo desear algo más que su cuerpo…el quería tener tambien, su corazón.

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