Aquellas palabras de Eccheli, habían dejado a Elijah con tantas dudas. Aquella cicatriz en el cuerpo de su esposa, aquella charla extraña con su amiga; todo aquello había mantenido su mente ocupada. Aquella mañana había solicitado a su investigador privado todo lo que pudiera de Madison. Tenía que averiguar qué era lo que estaba pasando. El calor del verano parecía haberse desvanecido repentinamente. El hermoso cielo celeste, había sido invadido por espesas nubes que parecían presagiar una tormenta. De a poco, gruesas gotas lluvias comenzaban a caer, dejando el suelo completamente empapado y en el aeropuerto, un desfile de guardaespaldas desfilaba protegiendo a un elegante hombre que caminaba de manera arrogante. —Señor O´Brien, sea bienvenido a New York, espero que el viaje haya sido de su total agrado… —Silencio — interrumpía aquel elegante hombre. Sus cabellos rubios, casi platinos, su tez aperlada y tersa, y aquellos fieros ojos tan ámbar que parecían ser casi amarillos, lo hac
El insoportable calor del verano parecía robar la vitalidad de la juventud que apresurada intentaba mantener su energía de siempre. Las calles, vacías de día y atiborradas de noche, dejaban claro que la gente decidía escapar del sofoco que las altas temperaturas les provocaba. La cafetería, sin embargo, recibía clientes sedientos y hambrientos durante todo el día desde la apertura hasta el cierre, bebidas frías y sabrosos helados de mil sabores y colores eran los predilectos de los muchos jóvenes que diariamente llegaban en busca de algún manjar que les ayudará a refrescarse.— ¡Que tenga un buen día señor! — decía la única empleada que atendía la cafetería, y quien era tambien una de las mejores amigas de Madison.Le Amore era un refugio para miles de estudiantes que dentro de muy poco comenzaban el nuevo semestre; era casi como una bendición para refugiarse del ajetreo y el estrés. Aquel sitio, era el primer hijo de Madison Harrington, la cafetería que, a base de mil esfuerzos y sac
El viento soplaba con suavidad, y aquellas memorias que creyó para siempre enterradas, llegaban como una poderosa ola que estremecía sin piedad el corazón de Elijah.— ¿Sucede algo Ernest? — pregunto Madison sacando a Elijah de sus pensamientos.— Estoy bien — respondió Elijah.Sintiendo una leve punzada al ser llamado por un nombre falso, por un momento quiso saber cómo se escucharía su nombre saliendo de esos hermosos labios sonrosados sin el deje de decepción y molestia con el que la joven solía pronunciarlo.— Pareces algo conmocionado, quizás nos vendría bien a ambos salir a caminar un momento, tanto pensar en las clases y tú en lo que sea que ocupe tus pensamientos parece que nos ha afectado, además este sofocante calor no ayuda mucho — dijo la joven sonriendo.Nuevamente, Elijah quería preguntarle qué era lo que le había pasado con ese maldito, pero no se sentía con derecho a hacerlo. Caminando por las aglomeradas calles de la ciudad, finalmente llegaron hasta un pequeño parque
Del otro lado en la cuidad, amigas disfrutaban de una tranquila noche de chicas.— Mis sentimientos por usted no han cambiado, pero una palabra suya me silenciara para siempre...—Suspiros profundos se dejaron escuchar en la pequeña pero cómoda habitación de la joven.— Dios ¿Porque no puedo encontrar un hombre así para mí? — reprochaba Eimy ganándose una risita de parte de Beatriz y Madison.— Es un personaje literario, lo escribió una mujer, obviamente nunca encontraremos a nadie así — dijo Stefany con ironía.Todas se rieron y miraron a la delgada chica con ironía.— Pero ¿Cómo puedes decir eso cuando tienes a Eccheli suspirando por ti? — reprochó Beatriz entre risitas.— Es verdad, el chico es como un príncipe, ¡Es tan malditamente apuesto y gentil que en verdad es ofensivo que digas eso Stefy! — chillo la bella pelirroja.— Adrien es muy ruidoso, no me deja ni respirar, no me extrañaría que estuviera en el edificio de enfrente espiando lo que hacemos con tal de no perderme de vis
Madison recorría apresurada los pasillos, aquello era excitante, era el primer día del último semestre de su universidad, al graduarse finalmente sería médico, entonces, encontraría la manera de hacer que Maddox volviera a caminar, aquello era su prioridad, nada más importaba, y este era finalmente el paso cúspide que debía dar para lograr todo aquello que desde muy joven se había propuesto. Se negaba a pensar en Daryl O´Brien, en recordar su doloroso pasado o nada más. En aquel momento, su única y siempre presente prioridad, era su hermano pequeño.Ella y Maddox habían quedado huérfanos siendo aún muy pequeños; un maldito conductor ebrio había truncado los sueños de convertirse en futbolista de su hermano menor, y se había llevado la vida de su madre. Maddox, poco recordaba de ese cruel suceso, y, sin duda alguna, aquello era lo mejor. Él había dejado de caminar, y ambos, siendo llevados al orfanato sin ningún familiar que pudiese cuidarlos, habían perdido toda esperanza cuando todas
El día finalmente había terminado, Madison esperaba a sus amigas que sin más, la sacaron casi a jalones y empujones del campus, argumentando estar hartas de la ridícula cantidad de gente que se hallaba en el lugar, Adrien y Erick salían detrás de ella con una expresión molesta en sus rostros, no había tenido siquiera tiempo de contarles que el profesor Connor la había invitado a hacer sus prácticas en su reconocido hospital, todos parecían estar preocupados por algo, sin embargo en su apresurada salida del recinto, pudo ver cómo Ernest sacaba a jalones al chico con el que había chocado esa mañana, ambos se gritaban y había alcanzado a ver cómo lo forzaba a subir a su auto, por alguna razón todos parecían estar alterados.Finalmente habían llegado hasta su cafetería, sus amigos habían insistido en cerrar el lugar solo para ellos a lo que finalmente accedió, ya se sentía bastante angustiada al ver las expresiones de todos ellos, incluso Jhon que no había asistido al primer día, se encon
Un par de meses habían transcurrido desde que el semestre había comenzado, el calor sofocante finalmente había dejado de atormentar a las masas para dar paso a los frescos vientos otoñales que arrastraban tras de sí las hojas secas de las copas de los árboles, Madison había comenzado sus prácticas en el hospital del sagrado corazón, su profesor y reconocido médico Lionel Connor, dueño del hospital, amablemente le había ofrecido realizar sus prácticas allí desde el tórrido primer día al comienzo del nuevo semestre, sus amigos aún se mantenían alertas ante la amenaza que la perseguía, Manuel, su guardaespaldas, se había vuelto un buen amigo, y aunque Ernest no había estado muy conforme con la presencia del hombre, no le había vuelto a mencionar algo al respecto, tampoco le pregunto la razón por la cual el guardaespaldas la estaba cuidando, y aunque eso le pareció extraño, lo dejo pasar, no habían vuelto a saber nada de aquel hombre que la buscaba, y cada día rogaba a dios no encontrarlo
Eliott se sentía como un maldito enjaulado, había intentado por todos los medios acercarse a la hermosa Madison Harrington que había conocido el primer día de clases, pero siempre se encontraba acompañada por ese extraño guardaespaldas y su séquito de amigos que parecían seguirla a todos lados, además su estúpido hermano lo había amenazado con sacarlo de la herencia familiar si no le seguía el extraño jueguito que se traía entre manos fingiendo ser otra persona, ¿Ernest Black? ¿Que acaso se había sacado ese nombre directo del trasero? No le había ni siquiera explicado el porqué de su falsa identidad, pero sabía que Madison Harrington tenía algo que ver con ello, ya que el malnacido no despegaba su vista de la bella jovencita, la seguía a todas partes y siempre procuraba ayudarla, era obvio que estaba interesado en ella, pero viendo la actitud de la joven dedujo que la chica no había tocado su cama y esa debía ser la razón por la cual se hallaba tan obsesionado con ella, nadie resistía