En aquella mansión vieja y con olor a humedad, donde el dolor de una vida había quedado permanentemente marcado, Daryl mantenía sus ojos cerrados. Al fondo, en aquel viejo aparato demasiado antiguo, se reproducía un enorme disco negro de vinilo que dejaba escuchar a Mozart y su réquiem. La vida, la muerte, todo lo que el montón de experiencias que había amado y sufrido, se arremolinaban en sus pensamientos en un círculo sin fin. Recordando algún cuento que leyó de niño, sentía que Madison y Emerson eran su rosa, aquella que nunca debió arrancar de su sitio. Había visto a Madison morir en vida, marchitarse como una flor en medio de su desierto, así como a Emerson morir en carne con amargura, consumido por una venganza que nunca se concretó. La vida, nunca era justa, más bien, era una cruenta y sanguinaria batalla donde solo el más apto lograba sobrevivir. El fuerte, devoraba al débil, el fuerte lo obtenía todo para sí mismo, mientras que el débil, tan solo se arrastraba a esperar su mu
Una fuerte lluvia de nuevo se dejaba sentir en la ciudad. Con sus manos unidas en oración, Eimy suplicaba por el regreso sano y salvo de su mejor amiga y tambien, de Emerson. Había estado casi al colapso nervioso desde el día en que la joven fue secuestrada y tan solo se había mantenido fuerte para cuidar de su gemelo; sin embargo, con la huida de este, se sentía en una especie de limbo en el que iba de una emoción a otra sin parar. Toda su vida había sido una joven de carácter reacio, sus padres nunca fueron su mejor ejemplo, entre juergas y discusiones por dinero, creció sin sentir nunca estabilidad en su vida, y quizás, eso mismo era lo que había anhelado tener siempre. Con la llegada de Madison y su ingreso a la universidad, lejos de sus padres y su inmadurez, finalmente sentía que su vida comenzaba a tomar un orden; entre todo lo difícil que era mantenerse ella sola, sus amigos y estudios le daban aquella calma que nunca antes había podido tener.Nuevamente, comenzaba a llorar en
El relajante sonido del viento entre las hojas de los árboles, lograba tranquilizarla. El aroma a flores frescas y la cálida brisa gentil que le acariciaba la cara, la hizo abrir súbitamente los ojos. De pronto, se hallaba en aquellas hermosas colinas donde hacia años había descubierto un precioso lago de aguas cristalinas junto a Daryl O´Brien. El corazón se le apretaba en el pecho, inflamado en aquellas memorias hermosas que alguna vez la hicieron realmente feliz.Acariciando con las yemas de los dedos la hierba fresca y humedecida por el roció matutino, Madison caminaba con pasos lentos subiendo poco a poco aquella colina donde una vez prometió toda su vida a ese primer hombre al que amo con todo lo que una vez fue. Mirando hacia los cielos, se quedó brevemente embelesada por la belleza de estos, tan azul celeste como nunca antes los vio, que se sintió demasiado conmovida y de pronto, las lágrimas comenzaron a brotar desde sus ojos celestes.Retomando su marcha, Madison Harrington
El techo blanco, sin mancha alguna de aquella habitación, era todo cuanto veían sus ojos celestes. El corazón que le latía en el pecho, le dolía tanto por el sufrimiento que se sentía casi muerta en vida. Acariciando su vientre, nuevamente lloraba en silencio por su terrible perdida. Emerson les había comprado a ella y su hijo una oportunidad para vivir…pero el precio había sido el mas alto de todos. Girando su vista en dirección al sofá, pudo ver a su amado esposo durmiendo sentado en el con los brazos cruzados; había despertado en medio de aquellas montañas y le dijeron que había muerto durante algunos minutos, los paramédicos llegaron un rato después, y se la llevaron junto a los demás heridos en diferentes ambulancias. La mansión O´Brien había ardido hasta sus cimientos, cumpliendo el deseo de Daryl de que no quedase nada de aquello que le causo tanto dolor. Sin embargo, su amado Elijah Black le había dicho la verdad, Emerson no se había separado ni un instante de Daryl y ambos ha
Tienes…que irte, hermanito, no puedes morir junto a mí, tu, tu no lo mereces, ve y vive la vida feliz que mereces, te lo ruego, esta es…mi última…voluntad. Te lo suplico.Emerson Chadburn, abría los ojos celestes mirando la intensa luz de la lampara sobre su cama, aquello se sentía como un deja vu. De nuevo, estaba en el hospital y se esforzaba por recordar exactamente qué era lo que había pasado. Sus ojos se llenaron de lágrimas, al recordar de manera fugaz y repentina, como con sus últimas palabras, Daryl le había suplicado que se marchara de allí y viviera la feliz vida que siempre había merecido.“Demonios, niño, tienes que dejarlo irse, morirás si te quedas en este lugar”A sus memorias llegaban tambien los recuerdos del patriarca Black levantando la viga que le cayó encima cuando bajó por aquellas escaleras con el cuerpo de Daryl que, al caer, lo había cubierto, había intentado sin mucho éxito huir de ese terrible incendio tan solo para cumplir la última voluntad de su hermano.
Madison y Eimy se miraron la una a la otra después de mirar aquella fantasmal aparición que las miraba fijamente desde la puerta. Emerson Chadburn estaba allí, en una silla de ruedas con ambas piernas fracturadas y se dirigió hasta ellas para luego abrazarlas a ambas. — ¡Ahhhhhh! — grito Eimy empujándolo. — ¡Eres un maldito fantasma! ¡Vienes a atormentarnos! — dijo en estado de shock sin lograr procesar al momento lo que estaba realmente pasando. Emerson rio ante aquella absurda reacción. Madison sintió como su pecho estallaba de alegría y las lágrimas le brotaron de los ojos celestes, esta vez, de felicidad. — Estas vivo, ¿Cómo es posible? — dijo sollozando volviendo a aferrarse a su hermano gemelo, aquel que creía perdido. Emerson la abrazó de vuelta, hincada, la joven lloraba en su pecho abrazada a su cintura, realmente la había hecho sufrir mucho con la decisión de morir junto a Daryl, mirando hacia la ventana hacia aquellos cielos celestes, le agradeció el liberarlo de la culp
Dos meses habían pasado desde que habían logrado sobrevivir a aquel martirio, todos se hallaban revestidos en sus mejores galas, esperando en aquella iglesia a que la novia hiciera su entrada. Fuera de aquella preciosa catedral, Emerson, en su silla de ruedas, acomodaba el velo de Madison, quien estaba al borde de las lágrimas por la gran emoción que estaba sintiendo, su pequeña pancita apenas era visible, pero aquello, poco les importaba, no se someterían a las voluntades de una sociedad que los había destruido a ambos. Aquel, era el día más feliz de la joven de ojos celestes, la boda que no había tenido cuando puso su firma en aquel frio papel que la unió para siempre a Elijah Black, la boda, con la que alguna vez soñó siendo una niña y que le inflaba el pecho de verdadera dicha.— Te ves hermosa — le dijo Emerson sintiéndose orgulloso.— ¿De verdad lo crees? ¿Crees que le guste a Elijah? — cuestiono nerviosa.Emerson miraba a su hermana gemela usando ese hermoso vestido blanco de h
Amor. Aquel sentimiento que te lleva del cielo al infierno en una sola vuelta a la luz del sol.—Luces hermosa, Madison —Un vestido. Aquella prenda, la más especial para una mujer, que la haría lucir como la más hermosa princesa que feliz esperaba a su destinado encuentro con el perfecto príncipe.—Seguro el será un hombre muy afortunado de tenerte, será el esposo más dichoso —Un marido. Aquel que una mujer escogía como su único, como aquel hombre con el que estaba dispuesta a compartir el resto de su vida, y de quien se había enamorado en medio de flores y bellos cuentos que pasaban desde las páginas hasta la realidad.—Es una pena, él ha dicho que no asistirá a su propia boda, esto debe de permanecer en secreto, o ella quedará expuesta al ridículo —Aquel lugar se sentía solitario, tan vacío como aquel que sentía en lo profundo de su corazón. Todas las pocas miradas presentes, estaban sobre la hermosa y solitaria novia, que lucía tan hermosa como una princesa, pero que era tan mis