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El Secreto del CEO
El Secreto del CEO
Por: Francis Wil
Capítulo 1 – Hace 15 años

Capítulo 1 – Hace 15 años

Narrador:

Los Amery se disponían a pasar un fin de semana de familia en la casa del campo. Últimamente el padre había estado muy ausente debido a las responsabilidades de sus negocios, por ello quería compensarlos con este breve viaje de fin de semana

‒ Chicos, ¿ya subieron sus bolsos al coche? – preguntó la madre al pie de la majestuosa escalera que unía el salón principal con el pasillo que llevaba a sus dormitorios

‒ Si, mami, ya voy – dijo mientras corría hacia ella con su mochila colgando de sus hombros Mateo, el mayor de los gemelos

‒ ¿Tu hermano?

‒ En su dormitorio, ya sabes que le gusta estropearlo todo

‒ Ve al coche que tu padre ya está allí – el niño obedeció y ella se dirigió al dormitorio de Izan. Al entrar lo encontró recostado en la cama con los auriculares puestos, se acercó y se los quitó - ¿Qué parte de “ya nos vamos”, no has entendido Izan?

‒ ¿Me puedo quedar?

‒ No

‒ Es que no quiero ir

La madre se sentó junto a él y le acarició la cabeza.

‒ ¿Dime que sucede Izan, porque no quieres ir a un fin de semana en familia?, ¿acaso no has extrañado a tu padre?

‒ Da lo mismo, él solo tiene tiempo para Mateo

‒ No digas eso, hijo, el los ama a los dos

‒ ¿A sí? – se sentó y la miró desafiante – voy a ir a ese estúpido fin de semana familiar y te demostraré que él solo tiene tiempo para Mateo, verás que le enseñará a pescar, a cazar y vaya a saber qué otras cosas en las cuales no me incluirá y durante la cena ellos se pasarán hablando de los negocios que heredará, ya que me considera una bala perdida y siempre estaré dependiendo primero de mi padre y luego de mi hermano

‒ Eres muy cruel con tu padre

‒ No madre, él es cruel conmigo, cree que no me he enterado de que si el muere Mateo es quien manejará todo el dinero de la familia y a mí solo me tocará una mensualidad

‒ ¿El dinero es lo único que te interesa Izan?

‒ ¿Acaso hay algo más importante que eso madre?

‒ Pues sí que lo hay, la familia por ejemplo

‒ Yo no quiero una familia, no me gustan las familias

‒ Pero perteneces a una y que te ama mucho

‒ Que particular sentido del amor tienen ustedes – dejó salir un suspiro – mira, no me voy porque aun soy menor y sobre todo no podría acceder al dinero familiar – redondeó los ojos – si no fuera por esos dos pequeños detalles, haría mucho tiempo que ustedes no sabrían de mi existencia

‒ ¡Qué feo que pienses así! – su rostro reflejó una profunda tristeza – me rompes el corazón hijo, yo te adoro

‒ Espero que lo recuerdes cuando toque repartir el dinero y dejen de castigarme de ésta forma

‒ ¡por Dios Izan!, te desconozco, ¿cuándo te llenaste tanto de rencor y te volviste tan insensato?

‒ Siempre lo fui mamá, solo que ustedes nunca se interesaron por conocerme – se puso de pie y cogió su mochila – pero no te pongas triste por mí, seguro que Mateo les colma todas las expectativas – caminó hacia la puerta y allí se detuvo – ¿vienes?, no querrás que papá se enfade ya, desde antes de salir si quiera

Y se dirigieron al coche, donde por supuesto ya estaban su padre y Mateo hasta con el cinturón de seguridad puesto

‒ ¡Qué bueno que te dignaste a venir y deleitarnos con tu grata compañía, Izan!

‒ Por favor Liam, no empieces, tengamos un fin de semana en familia y felices, te lo ruego – interrumpió Sofía, madre de los gemelos y esposa de Liam

‒ Trataré – rezongó el padre y emprendió la marcha

En el camino Mateo y su padre no dejaban de hablar, desde lo que harían al llegar a la casa, como de los negocios, es que el chico, a pesar de tener tan solo 17 años, era muy hábil para eso. Izan solo se refugiaba en su mundo mientras escuchaba su música lo más alta que los oídos le soportaban. Su padre lo miró un par de veces por el retrovisor, pero él

lo ignoró. Eso enfureció a Liam, quien le había hecho un par de preguntas y él no las había respondido. Entonces estiró su mano hacia atrás tratando de arrancarle los auriculares de las orejas a su hijo

‒ ¡Pero serás mal educado y prepotente!, al menos ten la decencia de responder cuando te hago una pregunta directa – le gritaba mientras trataba, sin éxito, de llegar hasta la cabeza de su hijo

Eso hizo que el coche comenzara a hacer zigzag en la carretera, perdiendo totalmente el dominio del mismo y chocando de frente con un camión que venía en sentido contrario. El estruendo insoportable, los objetos volando dentro del coche, sus padres gritando al igual que su hermano, los hierros retorciéndose y las bolsas de aire pegando en el rostro de su madre haciendo que una catarata de sangre se desprendiera del mismo, es una escena que los jóvenes, únicos sobrevivientes de ese accidente, jamás olvidarían

‒ ¿Qué sucedió? – pregunto Izan al abrir los ojos y llevar su mano a la frete para sentir su cabeza vendada

‒ ¿No recuerdas nada? – le preguntó la enfermera que estaba parada a su lado

‒ No, ¿dónde estoy, donde está mi madre? – trató de sentarse en la cama pero una puntada en la cien se lo impidió

‒ Tuviste un terrible accidente de tránsito

‒ ¿Están todos bien?

‒ Tu hermano está en cirugía en éste momento

‒ ¿Y mi madre, donde carajos está mi madre?

‒ Lo siento mucho, tú y tu hermano son los únicos que sobrevivieron

‒ ¿Me está diciendo que mis padres están muertos? – preguntó el joven gritando y, ahora sí, sentado en la cama

‒ Lo siento tanto, lo siento mucho

‒ Mujer, ¿acaso no puede responder una pregunta tan simple? – estaba realmente enfadado – Le preguntaré otra vez, ¿mis padres están muertos?

‒ Sí

Ante esa respuesta la sangre de Izan se heló, todo se volvió ne*gro para él y su corazón se detuvo.

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