Capítulo 9 – Tú y yo tenemos un trabajo que hacer
Brenda:¡Madre mía!, ese hombre me dejó temblando, no creía que fuera capaz de hacer lo que había dicho; “No tienes que pedirme nada, cerré la puerta cuando entré y quiero hacerte el amor en esta mesa mientras froto tu trasero contra estos papeles donde mi hermano acaba de ponerte un precio” y luego su promesa para la noche; “Shhh, mejor no digas nada o voy a arrepentirme de dejarte en paz aquí e irme, pero esta noche volveré por lo que me corresponde, espero que te encuentres tan dispuesta como anoche”, junto con la insinuación de que algo había pasado que yo no recordaba, eso hacía que mi cuerpo se estremeciera y no quisiera responderme‒ Sírvase, Señora Amery, aquí tiene su tarjeta de crédito ya lista para que pueda usarla donde y como le plazca. No tiene límite, ya que en el caso de exceder lo que tiene en su cuenta, de manera automática se le transferirá el monto original directo de la cuenta de su esposo, el Señor Amery – por suerte ese hombre me sacó de mis pensamientos‒ Muchas gracias Señor Mancuso – tomé la tarjeta y la guardé en uno de los bolsillos de mi pantalón – ha sido usted muy amable‒ Un placer, señora, si necesita algo, cualquier cosa, no dude en llamarme‒ Así lo haréYo estaba deseosa de marcharme de ese sitio, no quería volver a encontrarme con Izan, ese hombre lograba aterrorizarme solo con su cercanía, pues hoy ni siquiera le había visto directamente, solo sentí su mano en mi nuca y sus labios rozando mi oreja, pero solo eso bastó para perturbarme sobre manera. Y el beso en la mejilla, eso hizo que mi cuerpo reaccionara de una manera extraña, pues se estremeció pero no le tuvo miedo. Al pasar por el hall principal del banco, lo pude ver sentado sobre el escritorio de una de las jóvenes que allí trabajaban teniendo, lo que parecía ser, una amable conversación. Al levantar la vista y fijar sus ojos en los míos, mis piernas se aflojaron y casi me caigo. Me sonrió de medio lado, bajé mi cabeza, no quería mirarlo, pero era imposible y volví a levantarla, a lo que me hizo una mueca de quien deja escapar un beso de sus labios. Sentí mi rostro arder y mi corazón palpitar con rapidez.‒ Señora Amery – escuché a Mancuso gritar tras de mi – faltó su firma en un documento, disculpe mi torpezaLo acompañé nuevamente a su oficina y lo firmé. Al salir sentí un gran alivio al ver que Izan ya no se encontraba allí. Así que me tranquilicé y salí para dirigirme al coche. Pero al abrir la puerta, mi sangre se heló, pues él se encontraba dentro. Traté de no entrar pero me tomó de la muñeca y me jaló al interior. Pasó por encima de mí y cerró la puerta. Miré al chofer para pedirle auxilio, pero estaba claro que no me lo daría, pues en lugar de eso, subió el vidrio ne*gro que aisla la cabina de conducir con el resto del coche. Yo permanecía inmóvil en el lugar que había caído luego de que me forzara a entrar en el vehículo. Se acercó lentamente y acarició mi rostro. Era la primera vez que podía observarlo con claridad, era idéntico a Mateo.‒ No tienes que tenerme miedo Brenda, no voy a hacerte daño – yo le miraba pero no respondía – tu y yo tenemos un trabajo que hacer – sonrió, mientras con una mano acariciaba mi rostro y la otra estrujaba una de mis rodillas, su contacto me causaba escalofríos – creo que tú y yo, empezamos con mal pie – yo seguía sin responderle – creo que mi nombre ya lo sabes, así como yo sé el tuyo. Pero mi cometido en tu vida es hacer que mi hermano pueda tener un heredero‒ ¿Por qué no le dona un poco de esperma? – fue lo primero que pude decir‒ ¿Qué quieres que te diga? – y sonrió, con esa sonrisa que hacía estragos en mi cuerpo – me gustan las cosas a la antigua, soy todo un romántico – ¿Romántico? ¿acaso ese hombre no escuchaba lo que decía? ¿qué tenía de romántico abusar de una mujer? – sé lo que piensas – ¿ahora era adivino? – ¿Qué hay de romántico en obligar a una mujer a tener se*xo conmigo? – pues sí, parecía serlo, no volví a hablar, pero mis ojos cada vez se abrían más y comenzaron a temblar – te aseguro, mi niña, que si no te hubiera sentido tan receptiva a mis caricias te hubiera dejado en paz‒ ¿Receptiva a sus caricias? – mi boca parecía tener vida propia, pues a pesar de que traté de evitarlo, habló‒ Sí, estuviste muy receptiva, tal y como lo estás ahora – se acercó y besó mi cuello, lo empujé, pero fue inútil – y anoche – sonrió – ¡uf, lo de anoche!, esperarme des*nuda en la cama, eso fue lo máximo – no le preguntaría que había sucedido, eso sí que no lo haría – eres hermosa y lo sabes – me miró fijamente, sus ojos tenían un brillo peculiar, no lograba descifrarlo – esto no se va a detener hasta que hagamos ese bebé, así que sería bueno que nos llevemos lo mejor que podamos – se separó al fin de mi – eres virgen, eso me quedó muy en claro – hablaba en presente, eso quería decir que no me había quitado esa condición la noche anterior – lo que quiero saber es si también fue tu primer beso‒ Sí – respondí de manera espontánea, ¿pero que clase de pregunta morbosa era esa?‒ Entonces vamos a tener que practicar en eso – volvió a acercarse – ahora voy a besarte, nada de lo que hagas podrá impedirlo, así que te sugiero que me correspondas o tendré que infringirte algún castigo luego, y créeme cuando te digo que preferiría no hacerlo – seguía sin responderleSe acercó a mí, pasó sus dedos por mis labios y con el pulgar me obligó a abrir la boca. Sentir la punta de su dedo en mi lengua hizo que mi piel se erizara, estaba aterrada. Lo apoyó en mis dientes y empujó hacia abajo. Acercó sus labios a los míos y sin más preámbulos metió su lengua en mi boca para jugar con la mía. Había sido muy claro en lo de castigarme así que obedecí, y como pude, le correspondí. Su mano tomó mi nuca para acercarme más a él y poder profundizar el beso. Luego de unos segundos, que a mí me parecieron horas, se separó de mí‒ No fue tan difícil ¿o sí?, creo que lo disfrutaste tanto como yo – sonrió y se bajó del cocheNo sé si odiar o amar a Izan, ¿a ustedes que les provoca?, comenten y díganmeloCapítulo 10 – Eres muy afortunadaNarrador:Luego de su encuentro tanto en el banco como en el coche con Izan, Brenda había quedado muy perturbada y buscando la manera de terminar con ese trato, el cual la estaba volviendo loca, le solicitó al chófer que la llevara a casa de su abuela.‒ Brenda, pero ¿qué carajos haces aquí?‒ Abuela – y se lanzó a los brazos de la anciana a llorar‒ ¿Pero qué sucede?, ya suéltame – y se quitó a su nieta de encima – no puedes estar aquí Brenda, el trato fue que tú y yo no volviéramos a mantener contacto nunca más‒ ¿Por eso es que cambiaste de número telefónico?‒ Exacto y me hubiera mudado si no estuviera segura de que no vendrías jamás – frunció el ceño – pero parece que me equivoqué, pues aquí está
Capítulo 11 – Tendrás que provocarlo tú mismaNarrador:Luego de la tensa conversación con Mateo, Brenda se dirigió a su dormitorio sin detenerse por nada más en el camino. Al entrar cerró la puerta tras de sí y recostó su espalda a la misma, dejó escapar un largo y profundo suspiro, redondeó los ojos y pensó “hoy ya nada puede ser peor”, sin embargo observó que había algo sobre su cama, parecía ropa. Se acercó lentamente pensando que tal vez Clara la hubiera dejado allí para que se la pusiera luego de darse una ducha, pero su corazón se detuvo y sus ojos se abrieron hasta casi saltarse de sus cuencas. No eran prendas comunes, era un conjunto de ropa interior muy sexy de encaje ne*gro, también había una rosa roja y debajo de ella lo que parecía ser una nota. La tomó con la punta de los dedos tratando de no mover la rosa como si se tratara de una bomba que podría estallar si se movía. Abrió el papel y la leyó“Estabas muy sexy hoy en el banco y me dejaste con ganas de ti, no he dejado
Capítulo 12 – Izan es muy bueno en esas cuestionesNarrador:Brenda lloró durante toda la noche eso hizo que no lograra dormir. Cuando llegó la mañana, como todas ellas, Clara irrumpió en la habitación y abrió las persianas, dejando así que todo el dormitorio se iluminara por la entrada del astro rey en su plenitud‒ Señora Amery, el señor la espera en el comedor para desayunar‒ ¡Una vez, Clara, solo por una vez!, ¿podrías ser amable conmigo y no solo no abrir las persianas para provocarme poco menos que una ceguera, sino que además harías el esfuerzo de saludarme como si me consideraras una persona real?‒ Yo la considero una persona real, créame, la veo muy real, y si no interactúo más con usted es a pedido del Señor Amery, él ha sido muy específico en cuanto al relacionamiento que debemos tener la servidu
Capítulo 13 – El vestido para la galaNarrador:Al fin había llegado el lunes, día en que, Mateo y Brenda, se presentarían por primera vez en un evento como un matrimonio ante la sociedad. La inauguración con su correspondiente apertura y puesta en marcha de la planta de procesamiento de desechos químicos en la fábrica de la cual Jordan era el gerente. Desde la noche en la cual Izan había castigado a Brenda, haciendo que ella tuviera que satisfacerse a sí misma, no había vuelto a colarse en su habitación. Eso provocaba en Brenda, sentimientos enfrentados, por un lado le odiaba por lo que le hacía y por el otro estaba expectante a que viniera y le hiciera sentir las cosas que solo él le había hecho sentir. De pronto algo la sacó de sus pensamientos, era Clara, que venía, como todos los días, a despertarla‒ Buenos días Señora Amery
Capítulo 14 – La galaNarrador:Mateo y Brenda se dirigieron a la gala. Ella mantuvo el vestido, se sentía cómoda con él y sobre todo hermosa. Al llegar todos se acercaron a la pareja algunos para saludarlos, otros para felicitarlos ante la reciente boda, pero la mayoría por la curiosidad que les despertaba la tan hermosa jovencita que acompañaba a Mateo Amery. Como era de esperarse, él la presentó con toda formalidad y lleno de orgullo. A la hora de cortar la cinta de inauguración, Mateo, quien era el que debía hacerlo, le solicitó a Brenda que lo hiciera por él ya que el lugar, donde se encontraba dicha cinta, era un poco dificultoso para que él pudiera acercarse en la silla de ruedas.‒ Anda Brenda, hazlo por mí – le habría pedido Mateo‒ ¿Se ha vuelto loco, como se supone que lo haga? – le murmuró muy cerca de su oído‒ No me vas a decir que nunca jugaste con tijeras – eso heló la sangre de la joven, ¿acaso él sabía algo?‒ ¿Qué fue lo que dijo?‒ Simplemente toma las tijeras, cor
Capítulo 15 – La borracheraNarrador:Brenda ya se encontraba en el coche cuando llegó Mateo.‒ ¿Se puede saber en qué carajos estabas pensando Brenda, cuando te emborrachaste en la primera gala en sociedad que nos ven juntos como un matrimonio? – le inquirió al subir‒ Ah, no es para tanto – dijo en un balbuceo tratando de quitarle importancia‒ Pues fíjate que lo es – rezongó – Menos mal que nadie te vio, solo Jordan – Brenda le miró fijamente‒ No tienes por qué ponerte así Izan, tú me has hecho cosas peores‒ ¡Por Dios Brenda!, yo no soy Izan‒ No te hagas, te conozco hasta por el perfume – se acercó a él muy lentamente mientras su corazón no dejaba de palpitar con rapidez – anda, si sé que te mueres por meterte dentro de mí, lo que no sé ¿es porque no lo haces y ya?‒ Brenda…‒ Brenda nada – y le estampó un profundo beso, tan profundo que él no pudo más que abrir sus labios y dejar que Brenda jugara con la lengua dentro de su boca, cuando sintió que se le estaba yendo de las mano
Capítulo 16 – Vientos de libertadBrenda:Luego de hablar con Mateo en su despacho subí corriendo a mi habitación. Aún no había tenido tiempo de analizar lo que había, o mejor dicho lo que me había sucedido, ¿por qué me lancé sobre Mateo para besarlo?, lo que sí estaba más que claro es que no pensaba en él cuando lo hacía, sino que pensaba en Izan, y eso me espantó, ¿cómo era capaz de desear a mi abusador, al punto de querer besarle con esas ganas?, yo tenía que odiarle, era mi obligación, no podía darme el lujo de que me gustara, ni siquiera un poco. Pero solo recordar las cosas que me había hecho sentir en solo dos noches y con una visita fugaz en ambas, aunque la última había sido una tortura, una dulce tortura, hacía que mi intimidad se sintiera incómoda y algo húmeda, eso me escandalizaba. Por suerte me iría unos días a la casa de campo. Yo había escuchado hablar mucho de ella y lo hermosa que era, Ema, la hija de la cocinera, siempre me contaba que había pasado largas temporadas
Capítulo 17 – Sin prisa, con calmaNarrador:Brenda quedó paralizada, casi no podía respirar y su corazón estaba a punto de estallar. Ella esperaba que fuera Mateo quien interrumpiera su paz, pero ¿Izan?, ¡a él sí que no se lo esperaba!‒ ¿Usted? – balbuceó cuando su boca decidió moverse al fin‒ Sí, yo, voy a pensar que no te alegra verme – se acercó y le pasó el dedo por el escote de la bikini, lo enganchó en la unión para darle un leve tirón y soltarlo - ¿Qué te parece si terminamos esta conversación en el dormitorio? – no esperó que le respondiera y comenzó a caminar, pero se detuvo – no demores, no me gusta esperar – y siguió su caminoElla juntó sus rodillas al pecho y se abrazó de ellas, no lloraba, pero no podía moverse. Perdió la noción de cuánto tiempo pasó entre que Izan se fue y estaba nuevamente parado frente a ella. Levantó la vista, pero el sol hizo lo suyo y tuvo que cerrar sus ojos, fue cuando sintió que la tomaba por las muñecas y la obligaba a poner