Capítulo 13 – El vestido para la gala
Narrador:Al fin había llegado el lunes, día en que, Mateo y Brenda, se presentarían por primera vez en un evento como un matrimonio ante la sociedad. La inauguración con su correspondiente apertura y puesta en marcha de la planta de procesamiento de desechos químicos en la fábrica de la cual Jordan era el gerente. Desde la noche en la cual Izan había castigado a Brenda, haciendo que ella tuviera que satisfacerse a sí misma, no había vuelto a colarse en su habitación. Eso provocaba en Brenda, sentimientos enfrentados, por un lado le odiaba por lo que le hacía y por el otro estaba expectante a que viniera y le hiciera sentir las cosas que solo él le había hecho sentir. De pronto algo la sacó de sus pensamientos, era Clara, que venía, como todos los días, a despertarla‒ Buenos días Señora AmeryCapítulo 14 – La galaNarrador:Mateo y Brenda se dirigieron a la gala. Ella mantuvo el vestido, se sentía cómoda con él y sobre todo hermosa. Al llegar todos se acercaron a la pareja algunos para saludarlos, otros para felicitarlos ante la reciente boda, pero la mayoría por la curiosidad que les despertaba la tan hermosa jovencita que acompañaba a Mateo Amery. Como era de esperarse, él la presentó con toda formalidad y lleno de orgullo. A la hora de cortar la cinta de inauguración, Mateo, quien era el que debía hacerlo, le solicitó a Brenda que lo hiciera por él ya que el lugar, donde se encontraba dicha cinta, era un poco dificultoso para que él pudiera acercarse en la silla de ruedas.‒ Anda Brenda, hazlo por mí – le habría pedido Mateo‒ ¿Se ha vuelto loco, como se supone que lo haga? – le murmuró muy cerca de su oído‒ No me vas a decir que nunca jugaste con tijeras – eso heló la sangre de la joven, ¿acaso él sabía algo?‒ ¿Qué fue lo que dijo?‒ Simplemente toma las tijeras, cor
Capítulo 15 – La borracheraNarrador:Brenda ya se encontraba en el coche cuando llegó Mateo.‒ ¿Se puede saber en qué carajos estabas pensando Brenda, cuando te emborrachaste en la primera gala en sociedad que nos ven juntos como un matrimonio? – le inquirió al subir‒ Ah, no es para tanto – dijo en un balbuceo tratando de quitarle importancia‒ Pues fíjate que lo es – rezongó – Menos mal que nadie te vio, solo Jordan – Brenda le miró fijamente‒ No tienes por qué ponerte así Izan, tú me has hecho cosas peores‒ ¡Por Dios Brenda!, yo no soy Izan‒ No te hagas, te conozco hasta por el perfume – se acercó a él muy lentamente mientras su corazón no dejaba de palpitar con rapidez – anda, si sé que te mueres por meterte dentro de mí, lo que no sé ¿es porque no lo haces y ya?‒ Brenda…‒ Brenda nada – y le estampó un profundo beso, tan profundo que él no pudo más que abrir sus labios y dejar que Brenda jugara con la lengua dentro de su boca, cuando sintió que se le estaba yendo de las mano
Capítulo 16 – Vientos de libertadBrenda:Luego de hablar con Mateo en su despacho subí corriendo a mi habitación. Aún no había tenido tiempo de analizar lo que había, o mejor dicho lo que me había sucedido, ¿por qué me lancé sobre Mateo para besarlo?, lo que sí estaba más que claro es que no pensaba en él cuando lo hacía, sino que pensaba en Izan, y eso me espantó, ¿cómo era capaz de desear a mi abusador, al punto de querer besarle con esas ganas?, yo tenía que odiarle, era mi obligación, no podía darme el lujo de que me gustara, ni siquiera un poco. Pero solo recordar las cosas que me había hecho sentir en solo dos noches y con una visita fugaz en ambas, aunque la última había sido una tortura, una dulce tortura, hacía que mi intimidad se sintiera incómoda y algo húmeda, eso me escandalizaba. Por suerte me iría unos días a la casa de campo. Yo había escuchado hablar mucho de ella y lo hermosa que era, Ema, la hija de la cocinera, siempre me contaba que había pasado largas temporadas
Capítulo 17 – Sin prisa, con calmaNarrador:Brenda quedó paralizada, casi no podía respirar y su corazón estaba a punto de estallar. Ella esperaba que fuera Mateo quien interrumpiera su paz, pero ¿Izan?, ¡a él sí que no se lo esperaba!‒ ¿Usted? – balbuceó cuando su boca decidió moverse al fin‒ Sí, yo, voy a pensar que no te alegra verme – se acercó y le pasó el dedo por el escote de la bikini, lo enganchó en la unión para darle un leve tirón y soltarlo - ¿Qué te parece si terminamos esta conversación en el dormitorio? – no esperó que le respondiera y comenzó a caminar, pero se detuvo – no demores, no me gusta esperar – y siguió su caminoElla juntó sus rodillas al pecho y se abrazó de ellas, no lloraba, pero no podía moverse. Perdió la noción de cuánto tiempo pasó entre que Izan se fue y estaba nuevamente parado frente a ella. Levantó la vista, pero el sol hizo lo suyo y tuvo que cerrar sus ojos, fue cuando sintió que la tomaba por las muñecas y la obligaba a poner
Capítulo 18 – Nunca le haría dañoIzan:Sabía que estaba en la finca, su exquisito aroma, ya se había adueñado de todo el lugar, imposible estar allí y no pensar en ella. Salí a buscarla y la vi cabalgar, ella ni sospechó que era yo quien estaba en el jeep, cuando pasó al trote y hasta los buenos días me dio. El sombrero de ala ancha y las gafas de sol negras camuflaron mi presencia, el sol hizo su trabajo, encandilándola un poco, pues tuvo que poner su mano sobre las cejas para poder distinguir que había alguien dentro del vehículo detenido a su paso, pero no pudo ver que se trataba de mí. Esa noche fui a su habitación, con la intención de hacerla mía de una vez por todas, pero al verla dormir tan plácida y completamente confiada, solo pude arroparla y besar su frente. Pensé en dejarla en paz unos cuantos días, para que d
Capítulo 19 – Cuando la llamaba por su nombreIzan:Cuando cesaron sus espasmos, me puse de pie. La observé desnuda sobre la cama, empapada en transpiración y recuerdo que pensé, “bendito el verano”, pues ver ese hermoso cuerpo, sudoroso sobre mi cama, siendo yo el responsable, era por demás excitante. Y sonreí, mientras ella sollozaba casi en silencio. Me quité la ropa, Brenda mantenía sus ojos cerrados, no quise presionarla aún. Cuando ya estuve desnudo frente a ella, la tomé de las muñecas y la obligué a sentarse al borde de la cama. Le pasé mi miem*bro por su rostro, ella hacía muecas, pero no abría sus ojos.‒ Brenda, mírame – y me miró con los ojos muy grandes, supongo que el hecho de llamarla por su nombre, la sorprendió – ahora vas a abrir la boca muy grande como para que yo pueda meter esto dentro, no te atrevas a morderlo porque entonces sí, despídete de tu vida – ella solo me miraba – ¿Has entendido bien?Asintió con la cabeza, pero se negaba a abrir la boca, así que con do
Capítulo 20 – El bañoIzan:Luego de que Brenda se marchó de mi habitación, caí en un profundo sueño, es que habíaquedado muy agotado, esa chiquilla no tenía idea de que estuve conteniéndome para nolastimarla, la deseaba de una manera brutal y la hubiera embestido sin miramientos ni piedad deser otra mujer, pero era Brenda y, por algún motivo, hacía que deseara cuidarla aunque nopudiera evitar hacerla mía. Solo deseaba darle placer, uno incontrolable, que la volviera loca pormí al punto de pretender lograr que me pidiera que le hiciera el amor, aunque de eso aún estabaun poco lejos. Al despertarme al fin, veo que ya es entrada la noche. Así que me dirijo a la duchay me doy una muy larga. No dejo de pensar en Brenda, en lo mucho que me gusta y que quierovolver a estar con ella. Salgo de la habitación y voy hasta la cocina, allí me encuentro con Sara,el ama de llaves.‒ Señor Amery, buenas noches‒ Buenas noches Sara, hay algo preparado
Capítulo 24 – Con solo dos dedosIzan:Quería que Brenda se rindiera ante mí, que sucumbiera como lo hacían todas las mujeres, pero ella se resistía, aun luego de haberla tomado por completo. Ella me desesperaba, no podía sacarla de mi cabeza y la chiquilla parecía no querer dejarme entrar en la suya. Rogaba por que llegara el día que, al correrse, gimiera mi nombre y luego me pidiera más. Pero ese día parecía bastante lejano así que debía tomar lo que se me ofrecía. La arrojé sobre la cama, su expresión de terror hacía que me desconcentrara, no quería que me tuviera miedo, quería que me deseara y se entregara a mí.‒ Ya no te resistas Brenda, te guste o no, quieras reconocerlo o prefieras seguir haciendo como que no sucede, tú me perteneces, eres mía – me coloqué sobre ella y con una mano sujeté las suyas por sobre su cabeza, la miré fijamente, esta vez ella no esquivaba mi mirada, eso me desconcertó un poco – soy el primer hombre que ha probado la exquisitez de tu cuerpo, el primero