a Arielle le gusta jugar con fuego ¿Como se pone a beber con el diablo? Si la historia les gusta dejen una reseña en el inicio, pueden llenar ahí de mensajitos cada vez que quieran. a mi me ayuda mucho. L@s leo
El primer sorbo de whisky se desliza por mi garganta con un ardor reconfortante. Pero que en este momento siento verdaderamente fresco, lo cual evita el carraspeo por lo fuerte del alcohol.Es estúpido. Beber en mi noche de bodas, en el bar de un hotel, con Cassian Harrington sentado frente a mí. Sin duda es una pésima idea.No obstante bebo otro trago, ignorando la ironía de la situación, ignorando la opresión en mi pecho cada vez que lo miro de reojo y veo su expresión indescifrable, su forma de sostener el vaso, la forma en que sus labios rozan el cristal antes de beber.No debería fijarme en eso. Pero lo hago.Cassian levanta la mirada y la cruza con la mía en el instante en que llevo mi vaso a los labios.Mis dedos se tensan alrededor del cristal, pero no aparto la vista.Sus ojos oscuros se posan en mi boca con un atisbo de diversión, sin embargo no ha dicho nada desde que llegamos a la barra. Solamente se limitó a pedir las bebidas y se quedó en silencio viéndome.—¿Qué pretende
El calor del whisky en mi cuerpo no tiene comparación con el fuego que este hombre desata en mí cuando sus labios acortan la distancia con los míos.«Va a besarme» comprendo de inmediato, y aunque no es correcto deseo que lo haga.Pero en ese instante…El teléfono de Cassian suena. El sonido rompe el momento como una maldita explosión. Mi cuerpo se tensa, mis ojos se abren.Cassian entrecierra los suyos con irritación, pero su mandíbula se aprieta antes de sacar el móvil del bolsillo de su chaqueta. No veo el nombre en la pantalla.Pero su expresión cambia. Se endurece. Y sin mirarme, sin decir una palabra, contesta.La burbuja en la que estábamos atrapados se revienta de golpe. Pero el fuego sigue aquí. Ardiendo. Consumándonos poco a poco..Todo pasa tan rápido, y cuando veo ya estamos en su auto, de vuelta a la mansión. El tiempo transcurre en un silencio espeso.Cassian no ha vuelto a mirarme desde que contestó esa llamada. Al parecer era su hija preguntándose a qué hora volvería p
Perspectiva de CassianSalgo de la mansión y camino hasta mi auto. Al detenerme junto a él elevo mi mirada de forma automática hasta la habitación donde ella está ahora.Mi nuera.Esa palabra resuena en mi m*ldita cabeza con un peso extraño, una ironía cruel que me hace apretar los dientes con mayor fuerza cuando veo que está en la ventana, con su silueta recortada contra la luz tenue de la habitación que ahora comparte con Daniel. Sus dedos se aferran al borde de la cortina por un segundo antes de que desaparezca de mi vista.Y yo… yo sigo aquí, mirando como un m*ldito imbécil.Respiro hondo, negándome a caer en esta j*dida debilidad.Ajusto la corbata con un tirón brusco antes de entrar al auto y encender el motor. No sé a dónde c*rajos voy, pero lo que sí sé es que necesito un trago.Manejo sin rumbo fijo, hasta que mis instintos me llevan al único lugar donde puedo ahogar esta j*dida inquietud.“The Monarch”Uno de los clubes más exclusivos de la ciudad.Aparco en la entrada y baj
*Dos meses atrás*Perspectiva de CassianLa copa de whisky se siente fría en mi mano, pero no lo suficiente como para enfriar la irritación que aún hierve en mi interior.La discusión con Daniel fue como cualquier otra: él con su arrogancia juvenil, su m*ldita testarudez, negándose a aceptar que este matrimonio es lo mejor para todos. Y yo, jugando mi papel de villano, forzándolo a asumir su destino, a amarrarse a la empresa, a su apellido, a la vida que le pertenece, aunque no lo quiera.Exhalo con cansancio. Nunca ha sido fácil con él. Porque nunca ha entendido que, en este mundo, el poder lo es todo.—Tienes que relajarte, Cass —gruñe Darius, inclinándose sobre la barra mientras bebe un sorbo de su cóctel. Observo a mi hermano. Se nota relajado pese a que se ha decidido que Daniel sea quien tome mi lugar en la empresa en un par de años y no él. Lo miró por un par de segundos corroborando que de verdad se note convencido, aunque creo que lo que está es resignado—. J*der, ni siquiera
La puerta se cierra detrás de nosotros con un sonido sordo, como el eco de una decisión que no tiene vuelta atrás.La elevo del suelo y sus piernas de inmediato rodean mi cintura, al tiempo que su vestido se eleva alimentando el deseo primitivo que corre por mi sangre. Sus brazos esbeltos están alrededor de mi cuello, mientras sus dedos se entierran en mi cabello.Sonrío contra su boca, porque sé que en este punto ella ya no está pensando. Ninguno de los dos lo está.Mis manos se deslizan por sus muslos firmes, acariciando la piel expuesta bajo la tela de su vestido. Es suave, adictiva, y cuando aprieto sus nalgas entre mis dedos, suelta un leve jadeo contra mis labios.Eso solo me enciende más.La pego contra el muro, sosteniéndola con mi cuerpo, con la fuerza que mi propia necesidad exige. Ella no protesta, al contrario, se pega más a mí, sintiendo mi erección contra su coño, se frota con descaro, al tiempo que roza su boca contra la mía con una provocación silenciosa que me hace per
Se arrodilla sobre la cama y sin pensarlo más, amarro sus muñecas con la corbata de manera que no pueda zafarse. Me alejo un poco, lo suficiente para admirar la imagen que ahora tengo frente a mí. Es la encarnación de la lujuria, la representación perfecta del deseo hecho carne. Sus pezones endurecidos, sus muslos abiertos, su mirada perdida todavía en la resaca de su orgasmo. Es una p*ta escultura de diosa hecha para mi deleite. Me acerco más a ella y paso la yema de mis dedos por su cuerpo, disfrutando de su temblor, de la forma en que su piel se eriza ante mi toque. Mi boca encuentra su cuello y mis dientes dejan marcas de mi pasión en su piel. En este momento es mía. Y esta noche, se lo haré saber de todas las formas posibles. Con calma, comienzo a desabrochar mi cinturón, dejando que el sonido del cuero deslizándose avive la tensión entre nosotros. Mis dedos trabajan el botón de mi pantalón con deliberada lentitud, disfrutando de cómo ella me observa con los labios entreabiertos
Presiono sus muñecas atadas con mi corbata sobre su cabeza. Mientras doy un vistazo a su cuerpo.Su piel desnuda está marcada por mi boca, su pecho sube y baja con rapidez, sus labios están hinchados por mis besos y su mirada...«Joder» Su mirada es un maldito incendio. Un fuego que no deseo apagar. Me coloco sobre ella, mis manos recorren su cuerpo como si estuviera tallada en la maldita perfección. Deslizo mis dedos por la línea de sus costillas, bajo hasta sus caderas y separo sus muslos sintiendo el calor que emana de su cuerpo.Me inclino, atrapando su boca con la mía, devorándola con un beso feroz, profundo. La desesperación es mutua. Siento sus dedos cerrarse en puños contra la tela de la corbata que la mantiene atada, y sé que, si estuviera libre, estaría hundiendo sus manos en mi cabello, arañando mi espalda, aferrándose a mí como si supiera que esto es lo único real en este momento.Mi erección presiona contra su piel, marcándola, recordándole lo que está por venir. No h
Sus manos, que hace minutos estaban atadas, ahora recorren mi piel con una mezcla de necesidad y poder. Se aferra a mis hombros y a mi cuello. Mientras mi mirada se clava en la suya, mientras la tomo por la cintura con fuerza, obligándola a mantener un ritmo cada vez más frenético. Su respiración se mezcla con la mía, entre jadeos y gemidos contenidos, pero lo más adictivo es verla así: sobre mí, dominante y entregada a la vez. Ella no se quiebra. Ella se consume. Y con cada movimiento de su cuerpo sobre el mío, siento cómo se borra lo que la razón quiere imponernos.Mis labios encuentran su cuello, su clavícula, el hueco entre sus pechos. Me hundo en su piel, en su aroma, en su calor. Ella tiembla cuando muerdo suavemente su piel, cuando mis manos la sostienen con más fuerza, cuando le recuerdo con cada caricia quién está debajo de ella, quién es el que la está haciendo arder esta noche.Ella entierra las uñas en mi espalda y me arranca un gruñido desde lo más hondo de mi pecho. Mi re