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Capítulo 2 Los hilos del destino

Sofia Lombardi miraba impacientemente el reloj, se le estaba haciendo tarde para llegar a su trabajo. Ese día debía estar mucho antes puesto que una de sus compañeras no podía ir a trabajar.

Se había levantado muy temprano para dejarles todo listo antes de irse, incluso hasta las comidas del día.

Buscó su celular y marcó un número.

_ Debbie ¡¿Dónde rayos estás?! _ le reclamó a la niñera de su hermano _ ¡Estoy llegando tarde a mi trabajo!

La chica estaba a unas cuantas cuadras de allí. Había estado nevando y todo era un real caos.

_ En un rato estaré allí Sofia, ¡No te preocupes! Vete tranquila _ le dijo sonriendo _ No le sucederá nada por unos minutos que se quede solo.

Sofia puso los ojos en blanco y resopló. No le gustaba dejar a su hermanito solo, ella era muy sobreprotectora con él, pero no le quedaba otra opción, podría pedirle a su mejor amigo Aidan o a la madre de este, Iris para que lo cuidaran un rato pero no quería molestarlos.

_Gio, te quedas aquí hasta que venga la niñera, debo irme a trabajar. ¿entendido? _ le dijo agarrándolo de los hombros y mirándolo muy seriamente _ Por favor, en tanto llega Debbie, te pido que no incendies la casa ni rompas nada.

Su pequeño hermano, era un gran travieso y ella lo sabía muy bien.

_ Tranquila Sofi... Confía en mi _ le dijo Gio con mirada pícara _ nuestro padre es bombero, ¿Lo olvidas?

Ella apretó los labios y le hizo unas cosquillas

_ ¡Bribón! _ le dijo sonriendo_ ¡Ya verás cuando regrese!

Se abrigó bien, agarró sus cosas y salió corriendo para tomar el metro.

Alcanzó a tomarlo, pero no dejaba de mirar el reloj con nervios, odiaba llegar tarde. No porque el jefe de personal, el señor Jones la regañara sino porque ella era muy responsable y exigente consigo misma.

El viaje desde Bronx a Manhattan, esta vez se le había convertido en una eternidad.

_ ¡Diez minutos... diez malditos minutos para llegar! _ musitó mientras apretaba sus manos.

Al bajarse salió corriendo hacia el hotel, pidiendo permiso a los gritos a todos los transeúntes, su envidiable estado físico y entrenamiento le permitían correr de esa manera sin problema alguno. Cuando notó que ya le faltaban unas cuatro cuadras, apresuró su alocada carrera, casi sin mirar por donde iba.

Esa mañana, James había estado trabajando junto a su asistente, porque si algo él no tenia, eran fines de semanas ni vacaciones. Su vida básicamente era trabajar y trabajar.

Cuando terminaron, Alan lo miró detenidamente.

_ ¿Sí? _ le dijo James al ver que el otro estaba en silencio mirándolo.

_ Señor, ¿Va a necesitar algo más por hoy? _ le dijo su asistente con cierto temor a que le dijera que si _ sino, me retiro para que usted pueda descansar, últimamente lo veo bastante cansado.

James miró hacia afuera, había comenzado a nevar tenuemente. Pensó que su día había terminado temprano y que para ser sincero lo que restaba por hacer no era algo urgente.

_ No Alan, ve a descansar, realmente te lo mereces. Sé que tu esposa debe estar esperándote _ le dijo sonriendo tranquilamente _ Soy consciente que en estos días ha sido un serio fastidio trabajar a mi lado. Pero como sabes, es preferible tratar conmigo que con mi padre.

Alan asintió. ¡Edward era insoportable! En cambio, James a pesar de no ser alguien muy sociable y taciturno, siempre lo había tratado con respeto y amabilidad. Y había tenido un gran gesto de bondad hacia él y su familia.

_ Gracias señor James y descuide, es mi trabajo. Lo hago con gusto _ le dijo el hombre retirándose.

Cuando se quedó solo encendió la televisión, pero ciertamente lo que menos le interesaba era lo que estaban transmitiendo allí.

Se levantó raudamente, decidió tomar su abrigo y salir a caminar para despejarse un poco.

El gerente lo vio salir e inmediatamente fue hacia él.

_ Señor Fenton ... ¿Va a salir? ¿Quiere que llame a su chofer? _ le dijo muy amable casi rayando la obsecuencia.

Él apenas lo miró.

_ No, saldré a caminar por un rato _ le dijo con su habitual tono intratable.

Le hizo un ademán a sus guardaespaldas para que no lo siguieran.

Al salir, un frio intenso golpeó su hermoso rostro, como si de repente la realidad le cayera encima.

Así se sentía él por dentro.

Con el mundo en sus manos, miles de millones, pero completamente solo sin un afecto genuino a su lado. Su madre y hermanos a miles de kilómetros. ¿Su padre? Bueno, él era otra historia.

Los copos de nieve caían sobre su cabeza, se sacudió un poco para sacarlos y comenzó a caminar. Ya no quería ahondar en ese vacío que últimamente lo obligaba a trabajar casi sin descanso.

Llamó a su hermano, quien era el más cercano a él.

_Patrick, ¿Vendrás para año nuevo o qué piensas hacer?

_ Hola cariño, no lo sé aún. Verás, estoy aquí en Ibiza y he conocido a alguien que es todo un caramelo _Le dijo con su habitual tono jocoso _ ¿Por qué no vienes tú?

James sonrió. ¡Patrick si que sabía lo que era vivir! Muchas veces lo envidiaba, él no se podía dar ese lujo.

_ No puedo, tengo cosas que hacer aquí, lo sabes bien.

_ Ay nene, ¡deberías buscarte una novia urgente! Necesitas divertirte un poco, dile a tu asistente que encuentre a alguna linda chica que te acompañe_ bromeó Patrick.

_Deja de decir tonterías ¿Quieres? _ dijo cortando la llamada.

Giró sobre sus pasos para regresar al hotel, había comenzado a nevar copiosamente y el frio se comenzaba a sentir.

_ Diablos, ¿En qué estaba pensando cuando salí a caminar con este clima? Me pescaré un resfriado.

Aceleró sus pasos para regresar, iba tan ensimismado que no escuchó a una joven que iba pidiendo permiso prácticamente a los gritos.

Lo ultimo que supo fue que, en una fracción de segundos, alguien lo había derribado con fuerza y se encontraba en el suelo.

Vaya suerte la que había tenido ese día.

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