Capítulo 8 Frente a frente

Aunque Peter no estaba de acuerdo con la decisión de su jefe y amigo, accedió de inmediato a cumplir con su orden.

_ Deja de mirarme así Peter _ le dijo James sin mirarlo y con el tono arrogante tan caracteristico en él.

El fornido hombre lo miró por unos segundos ya que James había decidido ir en el asiento del acompañante.

_ Sabe que no le temo a nada, pero llevarlo al Bronx es mi limite _ sonrió y luego carraspeó _ espero que ella valga mucho la pena como para meternos en ese lugar, si su padre lo supiera...

_ ¡Callate! _ le ordenó _ Tú trabajas para mí, por lo tanto, deja de cuestionarme.

James no tenía idea de como era ese lugar, tampoco le importaba mucho, lo único que le interesaba era encontrar a Sofia y hablar con ella, de ninguna manera dejaría las cosas así. Pero ¿Por qué?

Cerró sus ojos proyectando y vivenciando la acentuada hermosura de la joven. Era alta y esbelta, dueña de una figura atlética; largas piernas, cintura pequeña y cadera bien torneada. Tenía rasgos delicados; hermosos y grandes ojos verdes, un largo y lacio cabello rubio, una pequeña y respingada nariz y unos labios rosados y pronunciados.

Labios que él había probado y que deseaba volver a hacerlo. ¿Acaso era por eso por lo que quería volver a verla? ¿Qué insólito encanto había echado sobre él? ¿Era su extraordinaria belleza o su beligerante e impertinente carácter?

Por lo que fuera, él necesitaba volver a verla y no estaba dispuesto a esperar, y si él quería algo lo obtendría sin medias tintas.

_ Yo se la hubiese llevado señor sin necesidad de traerlo aquí, sabe muy bien que nadie me puede decir que no _ bromeó Peter.

El imperturbable James siguió serio atrapado en sus propios deseos y pensamientos.

_ Conozco muy bien tus métodos y dudo mucho que puedas convencerla, no tienes una idea de lo que es esa chica _ dijo James.

Peter parpadeó. Parecía que el joven hablaba de ella con cierta admiración y embelesamiento. La única vez que James había emitido un juicio así sobre una chica fue cuando se había enamorado de aquella joven, Anna.

No, no puede ser. Tiene que ser por otra cosa por la que la está buscando, porque si es lo que pienso... su padre lo mataría” pensó preocupado.

_ Como usted diga ... estamos llegando al lugar, prepárese _ le dijo con seriedad el hombre.

James observó levemente la zona. El contraste entre Manhattan y el Bronx era muy evidente; casas modestas, coloridos murales que adornaban edificios gastados a su alrededor y calles estrechas. La reputación del Bronx podría ser áspera y su historia tumultuosa, pero irradiaba una belleza cruda que no podía ignorarse.

A pesar de adentrase en un mundo totalmente desconocido por él, James no se sintió intimidado en absoluto. Su educación y personalidad lo llevaba a enfrentarse con seguridad a lo que fuera sin amedrentarse.

_ Estamos a tiempo de irnos _ sonrió Peter.

_ Limitate a tu trabajo, ya bastate tengo con haber accedido a traer a los guardaespaldas _ le dijo molesto el joven.

Los opulentos y lujosos vehículos se detuvieron en una casa del barrio de Pelham Bay, adosada con ladrillos a la vista, con un pequeño porche decorado con luces festivas y una guirnalda navideña, dándole un toque de calidez y alegría a la fachada.

_ Llegamos, esa es la casa _ le dijo Peter.

James bajó la ventanilla y miró detenidamente la casa. Tragó saliva, por alguna razón se sentía nervioso. Descendió del auto y respiró hondo, se abotonó el abrigo, como tratando de retrasar el momento en el que debía dar la cara.

Pero ¿Qué diablos estoy haciendo? ¿Qué me pasa por la mente como para llegar hasta aquí? _ pensó contrariado.

Sin embargo, lentamente emprendió la marcha, seguido de cerca por Peter y sus guardaespaldas.

Sofia estaba en la pequeña sala de su hogar tomando un café junto a su padre quien la miraba inquisitivamente y con su hermano Gio quien disfrutaba de un rico chocolate caliente.

_ No entiendo el porque te despidieron _ le dijo el hombre frunciendo el ceño _ tú siempre has sido una empleada ejemplar.

Ella meneó la cabeza, no estaba segura de contarle la verdad a su padre, ya que conociéndolo era capaz de buscar a James para pedirle explicaciones.

_ Ya te lo he dicho papá. Discutí con uno de los huéspedes, me agarró en un mal día... tú ya me conoces _ dijo sonriendo mientras se escondía detrás de la taza de café _ no le he partido la cara solo porque fui buena.

Angelo Lombardi suspiró y negó con la cabeza.

_ Ay Sofia, tú y tu carácter _ dijo sonriendo _ en fin, ahora puedes dedicarte de lleno a tus estudios, siempre me negué a que trabajaras y lo sabes bien.

Ella se encogió de hombros.

_ No papá, buscaré empleo... ya me conoces.

El sonido del timbre los interrumpió, Sofia casi agradeció eso ya no quería seguir hablando sobre el tema.

Gio salió corriendo para abrir la puerta y al hacerlo quedó atónito.

_ ¡Guau! ¿Son los hombres de Negro? _ dijo mirándolos con asombro.

James se quitó los anteojos y miró al pequeño detenidamente.

_ No lo soy, soy James y, ¿Tú? _ le dijo seriamente.

_ Soy Gio, ¿Qué quieres?

_ Estoy buscando a Sofia, ¿Puedes llamarla?

El niño asintió y salió corriendo.

_ ¡Sofi... ¡Sofi! te buscan _ gritó Gio.

Ella se incorporó inmediatamente y fue corriendo hasta la puerta. Quedó inmóvil al ver quien era, su corazón comenzó a latir con fuerza, James la miró fijamente y luego sonrió.

_ Tú _ musitó ella con voz trémula_ no puede ser...

El dio un paso adelante.

_Sí, yo _ dijo él mirándola a los ojos acercándose aún más a ella hasta quedar frente a frente.

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