Él, su mate, la estaba… rechazando. Asya sintió como un balde de agua helada sobre ella.
¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿No entendía? ¿Por qué la odiaba si ella… si ella…?
Sin embargo, su conciencia en medio del rechazo y del rompimiento del enlace en su cuello nubló toda su mente ni siquiera permitiéndole patearle el trasero a aquel lobo que le hacía aquello después de todo el sacrificio que ella había hecho por él.
Ilayen notó que ella se quedó tiesa y se fue girado para dejarla allí, no tenía nada más que hablar con ella cuando el brillo de algo filoso apareció en su rango de visión. El cuchillo en su mano. Acaso ella iba a hacerle lo mismo que a su padre. Realmente ella no amaba a na…
No… no iba en dirección a él sino a…
Su cuerpo se movió rápido, su mano atrapó la hoja de la daga que iba directo al cuello de la loba donde la punta se enterró a milímetros de la vena palpitante. La sangre tanto de él como de ella se mezcló cayendo al suelo.
-¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE ESTÁS HACIENDO?- su grito hizo que las paredes temblaran. Su objetivo era que ella sufriera, no que terminara matándose, su sufrimiento no podía terminar tan pronto.
Sus ojos la fulminaron, pero ella no respondió. Ni siquiera cuando le arrebató el cuchillo y lo lanzó a un lado. Haciendo que ella cayera sobre el borde de la cama apenas sin fuerza.
-Acaso esa es tu intención- le gritó con las venas en su rostro marcándose por la furia- Seguir torturándome. No te pareció suficiente con ilusionarme, hacerme creer que estarías conmigo, te confié todos los planes para derrocar a mi padre, y con que me pagaste, con decirle todo a él, y en vez de venir conmigo cuando teníamos que huir simplemente delataste nuestra ubicación y pusiste en peligro a todos. Nos abandonaste, me abandonaste-
Asya… tampoco le respondió. Su rostro completamente helado, su nuca ardiendo, su pecho herido y su corazón destrozado. Ni siquiera escuchaba lo que él decía. Su mente no estaba consciente tras haberse quebrado algo en su interior. El dolor era el que reinaba en todos los sentidos con más intensidad que antes.
Ilayen vio el cuerpo de ella y los músculos de sus manos se tensaron tanto que sus venas se marcaron. Se giró antes que fuera a hacer algo y perdiera el control.
-Agárrenla y enciérrenla- gruñó a dos lobos en la puerta- y que ella sufra todo lo que le corresponde, y no será poco- para él fueron muchos años y se los haría pagar, su rabia no se esfumaría de la noche a la mañana.
Los lobos de la puerta lo miraron con duda.
-Alte… Alfa… ella es… la reina del harem, no podemos…
Ilayen gruñó haciendo que estos bajaran su cabeza y después enfocó a la hembra por encima de su hombro. Así que reina. El título que se le daba a…
-Así que hasta te convertiste en la favorita de mi padre- inclinó la cabeza con notable desprecio hacia ella- Hasta donde tuviste que abrir las piernas para pasar de la cuarta y olvidada esposa del harem, a la más cotizada e importante- bufó con ironía- Y pensar que antes me decías que solo me querías a mí y serías mi fiel compañera- se acercó a ella agarrándola de la barbilla mirando por encima del hombro el cuerpo muerto de su padre detrás de ella, los ojos del lobo estaban blancos y la sangre manchaba cada parte de él. La podía sentir fría debajo de su tacto y como temblaba- Que asco de mate me envió la Diosa Luna.
Ante esas palabras pudo ver una lágrima recorrió la mejilla pálida de su mate.
-Me arrepiento tanto… de haberte conocido, Asya- y la soltó con brusquedad.
Y así, con el corazón pesado se fue aleando hasta salir. Sin embargo, Ilayen no se sentía satisfecho.
Su padre… estaba muerto, el cuerpo de él sobre la cama, su corazón en algún lado de cuarto era prueba de ella, aunque no lo había podido matar él mismo. Hasta ese derecho se lo había arrebatado.
Y en segundo ¿se suponía que su sufrimiento terminara cuando la rechazara, cuando por fin pudiera renunciar a ella, cuando por fin la viera en aquel estado, complemente destruida, como lo había estado él. Mas no era así.
Su pecho pesaba, y lejos de estar satisfecho, tenía decepción y rabia… pero por él mismo.
Acaso ella seguiría haciéndolo padecer aun después de lograr su cometido.
Si solo… si solo… ella no hubiera aparecido en su vida.
***
Ilayen no miró atrás mientras salía de allí y se encaminaba hacia la sala que más su padre disfrutaba. Aquella del trono lunar. Donde el alfa mandaba a toda su manada desde la gran silla de diamnates talladas muchos años atrás y que había pasado de generación a generación y en la que él se sentaría ahora.
Sus pasos resonaron en el suelo, los lobos se separaban a su paso dejándolo pasar tras ser anunciado con un aullido su nuevo rango. Aquel que se opusiera seguiría el mismo destino de todos aquellos que estaban en el suelo.
Ilayen abrió las pesadas puertas de aquel salón. El espeso olor que golpeó su rostro lo hizo gruñir y cerrar sus ojos.
-Alfa- escuchó una voz familiar detrás de su espalda y no tuvo que girarse- No se ve feliz.
No, no lo estaba. Feliz estaría muy lejos de lo que realmente sentía en ese momento.
-Seth, no dejes que nadie me moleste- dijo con voz ronca en lo que avanzaba hacia el trono frente a él.
Su segundo al mando y el que seguramente sería su beta, se inclinó y cerró las puertas dejando al actual alfa solo. Ilayen subió los cinco escalones hacia la enorme silla. Esta se sentía dura, fría, solitaria. Y es como él se sentía por dentro.
Se dejó caer y recostó su cabeza hacia atrás. Se suponía que todo aquel que se sentara allí estaría cubierto por un velo de empeoramiento que haría temblar a los demás, pero ahora… simplemente se sentía vacío. Como si algo se hubiera quebrado dentro de él.
Porque si. Él había rechazado a su mate.
Muchos años antes.Ilayen apretaba sus manos en su regazo delante de la tumba de su madre. Ella, una loba más del harem de su padre había muerto sola y olvidada. Aun cuando él le había pedido tantas veces a su padre que la fuera a ver, él nunca le había mostrado más interés del necesario y tras tenerlo a él, su único cachorro macho ni siquiera la había atendido más.Varios años habían pasado desde su nacimiento y su madre, sola y dolida, había muerto de tristeza, con la marca en la nuca irritada y anhelando, aunque fuera una última vez una visita. Que tontas podían ser las hembras marcadas, siempre esperando por el lobo que las había unido a ellas, o, aunque fuera un poco de su atención.Si el tuviera una pareja no le podría hacer eso. Como lobo macho sería detestable si la hacía sufrir así.Y era una de las razones por las que odiaba a su padre, no solo por haberle hecho eso a su madre, sino la facilidad con la que la reemplazaba, como ese día que entraría al harem la loba que borrar
Ver a la loba que sería estaba destinada a él convertirse en la compañera de su padre, había sido realmente desgarrador para él. Repugnante. Incluso, no tenía muchos recuerdos de aquello, solo un dolor atormentador mientras ella creaba un lazo al lado de alguien que no era él. Lo peor, ella… no había hecho nada para impedirle.Tampoco era que ella supiera que él era su mate.Era una hembra, las lobas no podían detectarlo a menos que su compañero cumpliera la mayoría de edad y exudaran las feromonas que lo identificaran y la llamaran. Y él en ese momento tenía solo 16 años, ahora 17. Así que incluso si sus caminos se cruzaban ella ni siquiera lo notaría. Todo lo contrario, a él que con solo una mirada supo que ella era su destinada.Y no es como que se hubieran encontrado. A pesar de vivir en la residencia principal a las reinas no se les dejaba salir de sus pabellones a menos que fuera estrictamente necesario por lo que después de todo ese tiempo él no la había visto. No sabía cómo er
Eso… hizo que el gruñera inconscientemente. Por lo visto ella las estaba llevando como si fueran un adorno. Hasta que la brisa llegó a él trayendo consigo una leve fragancia, además de la dulce que ella a yerbas. Medicina.Y al parecer ella se dio cuenta de a dónde estaba fija su mirada pues agarró los bordes de la túnica superior con una mano y se cubrió, aunque su rostro mostró una leve mueca de dolor. Acto seguido apretó el palo en sus manos de nuevo en guardia.-Sabes que está prohibido que estés aquí- ella alzó su mirada hacia él con el ceño fruncido. Sus párpados se movían lento, como analizándolo- Dime una sola razón para no gritar y llamar a los soltados-Ilayen dio un paso hacia ella lo que ocasionó que la loba retrocediera. La luz de las antorchas de iluminó el rostro de él mostrando sus rasgos hacia ella.-Y que me toquen- le recordó casi gruñendo en completa alerta, cautelosa, aunque su cuerpo parecía rígido.El lobo la recorrió con la mirada de arriba abajo. Si supiera que
La voz de la criada fue desapareciendo lentamente en lo que llamaba a la loba en sus brazos. Eso no era buena señal. Si llamaban a los guardias sería un caos completo en toda la manada y sería ella la que tendrían consecuenci…-Ah- gimió apretando los dientes al sentir un fuerte dolor recorrerlo desde sus costillas que hicieron que sus brazos perdieran fuerza y aflojara el agarrar de Asya en ellos. Momento que aprovechó para liberarse y gatear lo más lejos que podía de él.Demonios, lo había golpeado bien fuerte con su codo en sus costillas. Ese pequeño cuerpo tenía mucha más energía de la que aparentaba. Y no solo fuerza. Ella lo estaba mirando de forma amenazante, incluso mostrándole los colmillos y gruñéndolo, sus orbes en ese momento brillaban dorados e Ilayen se estremeció.No porque le diera miedo, sino porque era el primer ser que se le enfrentaba de aquella forma. Muchos simplemente se inclinaban o se alejaban dada su posición, pero ella… ella… se encontró con el corazón latie
Asya apretó la taza caliente en sus manos intentando contener sus temblores y se tomó todo el contenido amargo de un largo sorbo. Al menos eso hacía que su mente dejara de pensar en su actual realidad. No es como si ella hubiera querido estar allí… ni que hubiera tenido muchas alternativas, la vida de otros pesaban sobre sus hombros y estas podían fácilmente esfumarse con solo la palabra del alfa.-¿Desea algo más?- Lena le preguntó en medio de un bostezo.Asya negó queriendo estar sola.-Ve a dormir, yo también lo haré.La joven loba de cabello rubio cobrizo muy corto, ojos algunos tonos más oscuros, y algunas pecas encima de su nariz sonrió.-Que tenga buenas noches, reina- hizo una ligera reverencia y tras esta se giró hacia su cuarto. Cuando la puerta se cerró con un sonido sordo, este retumbó en toda la habitación haciendo estremecer a la reina sola en medio de esta.Sin embargo, Asya, no tenía sueño. No había podido dormir realmente en los últimos días. Solo había cerrado los oj
***La pequeña bola de metal jugaba entre sus largos dedos.-¿Desea algo más, alteza?- Ilayen escuchó al esclavo que lo atendía, después de dejarle bocadillos encima de la mesa de su habitación. Este sacudió su cabeza saliendo de su aturdimiento.El lobo un poco más bajo que él y delgado, de cabello negro ligeramente ondulado que llevaba recordado de forma recta a la altura del cuello, esperaba su respuesta. Se conocían desde hacía 10 años cuando este había entrado en la manada siendo un cachorro y era en él único en quien confiaba. Y este se lo había demostrado más de una vez.-No, Seth, ya puedes retirarte a descansar- negó y despidió con un gesto de la mano al esclavo.Si fuera por él no tendría ese título, no se lo merecía, pero era la única forma de mantenerlo a su lado y darle una mejor calidad de vida. Al menos al estar bajo su protección nadie podría ponerle las garras encima y Seth se encargaba de agradecérselo cada vez que podía. Bien era sabido la vida que ellos tenían.Su
La primera vez que la vio se quedó fascinado.Que bien olíaFue el pensamiento que tuvo Ilayen al ver a la loba que se convertiría en una de las tantas esposas de su padre, el actual alfa de la manada. Era la primera vez que alguien como él, todavía considerado un cachorro a sus 16 años había sentido algo tan delicioso que hacía que su cuerpo temblara y su boca salivara.La loba caminaba por el medio del pasillo, cubierta por un manto blanco que cubría gran parte de su cuerpo, pero que para él… no ocultaba nada. Aun cuando era joven era mayor que él. Con la edad suficiente para entrar en el harem de su padre donde su principal función era satisfacer el gran alfa.Pero a diferencia de otras veces esa idea no le gustaba nada. Cada fibra de su cuerpo dictaba que corriera y arrebatada la loba del lado de su padre y la hiciera suya. Más él no podía.Ella ahora tenía un dueño.Sin embargo, el destino siempre jugaba las cartas como quería y sus caminos se volvieron a encontrar un año más tar
Ilayen atravesaba el pasillo donde los cuerpos estaba desparramos de un lado a otro. Los cuerpos de lobos desgarrando y otros abriendo el camino para él. Los bordes de su túnica abierta estaban manchados de sangre de aquellos que se le habían opuesto, al igual que sus manos con sus garras desenfundadas.Él era más fuerte que todos ellos. Los genes alfas palpitaban en su interior y tras haberse manifestado los había desarrollados con un solo objetivo. Volver y tomar el lugar que le correspondía en la manada. Como el alfa absoluto de esta.Solo faltaba una cosa. Ya tenía el control de la manada, los demás lobos lo habían reconocido como el hijo del alfa actual y no habían puesto resistencia, años de sufrimiento y sumisión los había marcado al punto de desesperarlos por otra alternativa, por un nuevo camino. Sin embargo… él no tenía tan buen corazón como parecía tener. En su mente solo giraban dos cosas.Matar y vengarse. Y no a la misma persona.Con solo pensarlo apretó sus dientes y su