Para muchos el nombre era algo irrelevante, sobre todo para los esclavos. Era una forma de mantenerlos controlados y evitar la interrelación entre ellos. Ilayen siempre había estado en contra de esa maldita ley de su padre. Le daba mucho valor a los nombres, como el de él que era el mismo que el alfa fundador de la manada. Quizás por ello tenía tanto peso en sus hombros. Peso que no solo era el de los miembros de su propia manada sino el de las expectativas de los demás alfas.Giró su rostro en torno a ella con una leve sonrisa.-¿Por qué está tan interesada en mí?-Ella sacudió la cabeza y negó reaccionando. La había escuchado.-No por nada, solo que…- sería extraño preguntar aquello a un esclavo que no era el de ella. Después de todo los esclavos eran para trabajar, no para socializar. Al menos eso era lo implantado por su pareja el alfa, al cual tenía… miedo.Ilayen no comprendió a lo que ella se refería. Se levantó sacudiendo sus manos y caminó hasta donde estaba la loba y se dejó
Ilayen apenas podía concentrarse en su entrenamiento. Recibía los golpes de parte de Seth y los esquivaba, pero no atacaba, más bien estaba perdido en sus pensamientos y solo esperaba que los minutos pasaran y que el sol se ocultara.-Alteza- Seth se detuvo en medio de una patada que iba directo al rostro de este y que parecía que no la esquivaría- ¿Se encuentra bien?Ilayen asintió.-Seth, tomabas algo para tratar su insomnio cuando eras más joven.El lobo más joven asintió y se movió para buscar una toalla para él y su superior.-Una esclava de aquí solía prepararme unas galletas de arroz con tila y lavanda. No eran muy dulces por lo que me ayudaban a dormir. ¿Tiene problemas para dormir?-No yo- y no dijo más, pero notó que Seth se dio cuenta al momento. No podía ocultarle nada.-¿Desea que le prepare algunas para esta noche.Ilayen le sonrió.-Sabes que no tengo que decírtelo. Te lo agradecería- Ilayen se sintió un poco más aliviado de saber que algo podría ayudarla a dormir, aun
-¿Ocurre algo, cuarta reina?- uno de los guardias que escoltaban a Asya le preguntó al ver que esta se detenía y miraba por encima del hombro a lo lejos.La loba pestañeó lentamente. Acaso habían sido imaginaciones suyas. Por un momento había sentido que alguien la miraba, con tal intensidad que casi le quemaba. Debía ser su cabeza buscando alguna excusa tonta para no ingresar a la habitación aquella delante de ella a la que no quería ir.Tragó en seco y negó con la cabeza.-No… no es nada- su voz era apagada. Si solo hubiera algo que la retuviese en ese momento. Que la tomara de la mano y la sacara de allí. Ella… sería tan feliz con eso. Miró de nuevo hacia adelante, de la familiar puerta de la habitación de alfa se erigía. De solo pensar entrar de nuevo le dieron nauseas. La marca en su cuello palpitó dolosamente y sus manos temblaron. Esta se fue abriendo lentamente y las fuertes feromonas pronto la envolvieron.-Adelante- le dijo uno de los guardias corriéndose a un lado para dar
La primera vez que la vio se quedó fascinado.Que bien olíaFue el pensamiento que tuvo Ilayen al ver a la loba que se convertiría en una de las tantas esposas de su padre, el actual alfa de la manada. Era la primera vez que alguien como él, todavía considerado un cachorro a sus 16 años había sentido algo tan delicioso que hacía que su cuerpo temblara y su boca salivara.La loba caminaba por el medio del pasillo, cubierta por un manto blanco que cubría gran parte de su cuerpo, pero que para él… no ocultaba nada. Aun cuando era joven era mayor que él. Con la edad suficiente para entrar en el harem de su padre donde su principal función era satisfacer el gran alfa.Pero a diferencia de otras veces esa idea no le gustaba nada. Cada fibra de su cuerpo dictaba que corriera y arrebatada la loba del lado de su padre y la hiciera suya. Más él no podía.Ella ahora tenía un dueño.Sin embargo, el destino siempre jugaba las cartas como quería y sus caminos se volvieron a encontrar un año más tar
Ilayen atravesaba el pasillo donde los cuerpos estaba desparramos de un lado a otro. Los cuerpos de lobos desgarrando y otros abriendo el camino para él. Los bordes de su túnica abierta estaban manchados de sangre de aquellos que se le habían opuesto, al igual que sus manos con sus garras desenfundadas.Él era más fuerte que todos ellos. Los genes alfas palpitaban en su interior y tras haberse manifestado los había desarrollados con un solo objetivo. Volver y tomar el lugar que le correspondía en la manada. Como el alfa absoluto de esta.Solo faltaba una cosa. Ya tenía el control de la manada, los demás lobos lo habían reconocido como el hijo del alfa actual y no habían puesto resistencia, años de sufrimiento y sumisión los había marcado al punto de desesperarlos por otra alternativa, por un nuevo camino. Sin embargo… él no tenía tan buen corazón como parecía tener. En su mente solo giraban dos cosas.Matar y vengarse. Y no a la misma persona.Con solo pensarlo apretó sus dientes y su
Él, su mate, la estaba… rechazando. Asya sintió como un balde de agua helada sobre ella.¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿No entendía? ¿Por qué la odiaba si ella… si ella…?Sin embargo, su conciencia en medio del rechazo y del rompimiento del enlace en su cuello nubló toda su mente ni siquiera permitiéndole patearle el trasero a aquel lobo que le hacía aquello después de todo el sacrificio que ella había hecho por él.Ilayen notó que ella se quedó tiesa y se fue girado para dejarla allí, no tenía nada más que hablar con ella cuando el brillo de algo filoso apareció en su rango de visión. El cuchillo en su mano. Acaso ella iba a hacerle lo mismo que a su padre. Realmente ella no amaba a na…No… no iba en dirección a él sino a…Su cuerpo se movió rápido, su mano atrapó la hoja de la daga que iba directo al cuello de la loba donde la punta se enterró a milímetros de la vena palpitante. La sangre tanto de él como de ella se mezcló cayendo al suelo.-¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE ESTÁS H
Muchos años antes.Ilayen apretaba sus manos en su regazo delante de la tumba de su madre. Ella, una loba más del harem de su padre había muerto sola y olvidada. Aun cuando él le había pedido tantas veces a su padre que la fuera a ver, él nunca le había mostrado más interés del necesario y tras tenerlo a él, su único cachorro macho ni siquiera la había atendido más.Varios años habían pasado desde su nacimiento y su madre, sola y dolida, había muerto de tristeza, con la marca en la nuca irritada y anhelando, aunque fuera una última vez una visita. Que tontas podían ser las hembras marcadas, siempre esperando por el lobo que las había unido a ellas, o, aunque fuera un poco de su atención.Si el tuviera una pareja no le podría hacer eso. Como lobo macho sería detestable si la hacía sufrir así.Y era una de las razones por las que odiaba a su padre, no solo por haberle hecho eso a su madre, sino la facilidad con la que la reemplazaba, como ese día que entraría al harem la loba que borrar
Ver a la loba que sería estaba destinada a él convertirse en la compañera de su padre, había sido realmente desgarrador para él. Repugnante. Incluso, no tenía muchos recuerdos de aquello, solo un dolor atormentador mientras ella creaba un lazo al lado de alguien que no era él. Lo peor, ella… no había hecho nada para impedirle.Tampoco era que ella supiera que él era su mate.Era una hembra, las lobas no podían detectarlo a menos que su compañero cumpliera la mayoría de edad y exudaran las feromonas que lo identificaran y la llamaran. Y él en ese momento tenía solo 16 años, ahora 17. Así que incluso si sus caminos se cruzaban ella ni siquiera lo notaría. Todo lo contrario, a él que con solo una mirada supo que ella era su destinada.Y no es como que se hubieran encontrado. A pesar de vivir en la residencia principal a las reinas no se les dejaba salir de sus pabellones a menos que fuera estrictamente necesario por lo que después de todo ese tiempo él no la había visto. No sabía cómo er