La voz de la criada fue desapareciendo lentamente en lo que llamaba a la loba en sus brazos. Eso no era buena señal. Si llamaban a los guardias sería un caos completo en toda la manada y sería ella la que tendrían consecuenci…
-Ah- gimió apretando los dientes al sentir un fuerte dolor recorrerlo desde sus costillas que hicieron que sus brazos perdieran fuerza y aflojara el agarrar de Asya en ellos. Momento que aprovechó para liberarse y gatear lo más lejos que podía de él.
Demonios, lo había golpeado bien fuerte con su codo en sus costillas. Ese pequeño cuerpo tenía mucha más energía de la que aparentaba. Y no solo fuerza. Ella lo estaba mirando de forma amenazante, incluso mostrándole los colmillos y gruñéndolo, sus orbes en ese momento brillaban dorados e Ilayen se estremeció.
No porque le diera miedo, sino porque era el primer ser que se le enfrentaba de aquella forma. Muchos simplemente se inclinaban o se alejaban dada su posición, pero ella… ella… se encontró con el corazón latiendo con mucha más fuerza. Acaso alguien podría impresionarlo más que su mate.
No creía posible.
Esa loba era impresionante. Con más razón la tendría de vuelta. Si solo el tiempo fuera más rápido.
-Será mejor que se vayas de una vez, te lo pido- Asya se fue incorporando a la vez que arreglaba su ropa y recomponía su expresión. Sus ojos se fueron apagando hasta recuperar su color natural y los colmillos se fueron retrayendo. Los de las hembras eran más pequeños, pero al ser tan finos podrían hacer un daño considerable si lo deseaban.
Ilayen sabía que era lo más recomendable. Era solo cuestión de tiempo a que comenzara un caos, incluso podría ser buscado en su habitación y al no estar… ni quería pensar en ello. Sin embargo, su cuerpo no podía moverse del lugar. Sentía que si simplemente se iba así no podría verla de nuevo.
Era él aferrándose a su instinto. Si era así estando ella marcada… no podía imaginarse cuando fuera completamente suya, se volvería loco. Apretó los labios y soltó la mejor excusa que se le ocurrió.
-Necesito encontrar lo que el príncipe me encargó que está enterrado cerca de los cerezos- Ilayen insistió con el rostro serio.
Asya frunció el ceño y negó con la cabeza.
-Lo siento, pero sabes las reglas. Si tu príncipe desea lo que sea que esté buscando que lo pida de manera formal.
Ilayen apretó los labios, eso… era imposible, ya que él era el príncipe y no era como que pudiera pedir algo como eso.
-Necesito encontrarlo- volvió a insistir- Volveré en las noches de forma cautelosa, no tengo otra alternativa al ser un esclavo. Usted debe saber cómo somos tratados aquí.
Puso la situación lo peor que pudo. Ya después lidiaría con las consecuencias de sus mentiras, pero si con eso podía estar cerca de ella, no le importaba. Y al parecer funcionó porque la vio vacilar. Y por un momento pensó que se negaría de nuevo cuando…
-Reina Asya, ay dios, necesito pedir ayuda, se escuchó a lo lejos la voz de la esclava de ella.
Antes esas palabras el rostro de la reina palideció, y chasqueó la lengua. Miró ceñuda a Ilayen
-Puedes volver, pero ahora, si te descubren tendremos problemas, vete de una vez- eso fue suficiente para él. Había ganado.
Ilayen notó los hombros tensos de la loba a la vez que escuchaba los pasos acelerados de la esclava correr hacia la puerta de entrada del pabellón. Asya fue rápida en reaccionar y salir de allí corriendo en dirección a ella.
Él vio la pequeña espalda alejarse y su pecho se apretó. Quería caerle detrás y arrastrarla a su habitación, para que ella no tuviera que tener ese miedo que había sentido al tenerla en sus brazos. Dejarla le costó más de lo que pensó, pero era necesario en ese momento así que comenzó a correr alejándose del lugar, para desaparecer por donde se había colado. Al menos podría volver.
-Reina, reina ¿dónde está?- Lena, la esclava que se le había sido asignada se mordía las uñas a punto de llamar al guardia del exterior cuando escuchó que alguien se acercaba a ella y sintió gran alivio al darse cuenta que era su reina- ¿Dónde estaba? No debería desaparecer así sin avisarme- casi se tambaleó teniendo que aferrarse a la pared a su lado.
Asya fingió el semblante serio y mantuvo la espalda recta, escondiendo sus manos temblorosas debajo de las largas mangas de su túnica.
-Solo salí a tomar un poco de aire- Asya caminó hacia ella - No es como que pueda salir de estas instalaciones sin permiso de todos modos, pero me perdí en mis pensamientos. Volvamos a dormir.
La esclava asintió y la siguió al interior sin preguntar más. No tenía el derecho a hacerlo y eso fue a la vez un alivio para Asya que no había tenido tiempo de pensar en una buena excusa. Aun se maldecía por haberle dicho a aquel esclavo que podía volver. Simplemente le había dicho si por la tensión del momento. Ah, tendría problemas, lo presentía.
Una vez dentro de la habitación Lena le sirvió una taza de té que olía demasiado fuerte a yerbas. La nariz de Asya se arrugó.
-Es necesario que lo tome, el doctor que la atendió comentó que es bueno tanto para las heridas internas como las externas. Su cuello aún está en muy malas condiciones y puede resultarle complicado si el alfa la solicita de nuevo.
Ante aquellas palabras el cuerpo entero de Asya se congeló y palideció. Recordar lo ocurrido tanto la noche después de la boda como todo el día después aun la tenía temblando. El dolor, la presión, sus músculos siendo sacudidos, los colmillos de él rompiendo su cuello… una y otra vez, esos labios besando cada parte de ella, las feromonas aplastándola, la sumisión impuesta en todo su ser aun cuando ella se resistía.
No pudo evitar que las lágrimas volvieran a empañar su vista, pero no dejó que estás salieran. Llorar no valía de nada. No lo había hecho cuando más dolor había sentido, no lo haría ahora.
Asya apretó la taza caliente en sus manos intentando contener sus temblores y se tomó todo el contenido amargo de un largo sorbo. Al menos eso hacía que su mente dejara de pensar en su actual realidad. No es como si ella hubiera querido estar allí… ni que hubiera tenido muchas alternativas, la vida de otros pesaban sobre sus hombros y estas podían fácilmente esfumarse con solo la palabra del alfa.-¿Desea algo más?- Lena le preguntó en medio de un bostezo.Asya negó queriendo estar sola.-Ve a dormir, yo también lo haré.La joven loba de cabello rubio cobrizo muy corto, ojos algunos tonos más oscuros, y algunas pecas encima de su nariz sonrió.-Que tenga buenas noches, reina- hizo una ligera reverencia y tras esta se giró hacia su cuarto. Cuando la puerta se cerró con un sonido sordo, este retumbó en toda la habitación haciendo estremecer a la reina sola en medio de esta.Sin embargo, Asya, no tenía sueño. No había podido dormir realmente en los últimos días. Solo había cerrado los oj
***La pequeña bola de metal jugaba entre sus largos dedos.-¿Desea algo más, alteza?- Ilayen escuchó al esclavo que lo atendía, después de dejarle bocadillos encima de la mesa de su habitación. Este sacudió su cabeza saliendo de su aturdimiento.El lobo un poco más bajo que él y delgado, de cabello negro ligeramente ondulado que llevaba recordado de forma recta a la altura del cuello, esperaba su respuesta. Se conocían desde hacía 10 años cuando este había entrado en la manada siendo un cachorro y era en él único en quien confiaba. Y este se lo había demostrado más de una vez.-No, Seth, ya puedes retirarte a descansar- negó y despidió con un gesto de la mano al esclavo.Si fuera por él no tendría ese título, no se lo merecía, pero era la única forma de mantenerlo a su lado y darle una mejor calidad de vida. Al menos al estar bajo su protección nadie podría ponerle las garras encima y Seth se encargaba de agradecérselo cada vez que podía. Bien era sabido la vida que ellos tenían.Su
La primera vez que la vio se quedó fascinado.Que bien olíaFue el pensamiento que tuvo Ilayen al ver a la loba que se convertiría en una de las tantas esposas de su padre, el actual alfa de la manada. Era la primera vez que alguien como él, todavía considerado un cachorro a sus 16 años había sentido algo tan delicioso que hacía que su cuerpo temblara y su boca salivara.La loba caminaba por el medio del pasillo, cubierta por un manto blanco que cubría gran parte de su cuerpo, pero que para él… no ocultaba nada. Aun cuando era joven era mayor que él. Con la edad suficiente para entrar en el harem de su padre donde su principal función era satisfacer el gran alfa.Pero a diferencia de otras veces esa idea no le gustaba nada. Cada fibra de su cuerpo dictaba que corriera y arrebatada la loba del lado de su padre y la hiciera suya. Más él no podía.Ella ahora tenía un dueño.Sin embargo, el destino siempre jugaba las cartas como quería y sus caminos se volvieron a encontrar un año más tar
Ilayen atravesaba el pasillo donde los cuerpos estaba desparramos de un lado a otro. Los cuerpos de lobos desgarrando y otros abriendo el camino para él. Los bordes de su túnica abierta estaban manchados de sangre de aquellos que se le habían opuesto, al igual que sus manos con sus garras desenfundadas.Él era más fuerte que todos ellos. Los genes alfas palpitaban en su interior y tras haberse manifestado los había desarrollados con un solo objetivo. Volver y tomar el lugar que le correspondía en la manada. Como el alfa absoluto de esta.Solo faltaba una cosa. Ya tenía el control de la manada, los demás lobos lo habían reconocido como el hijo del alfa actual y no habían puesto resistencia, años de sufrimiento y sumisión los había marcado al punto de desesperarlos por otra alternativa, por un nuevo camino. Sin embargo… él no tenía tan buen corazón como parecía tener. En su mente solo giraban dos cosas.Matar y vengarse. Y no a la misma persona.Con solo pensarlo apretó sus dientes y su
Él, su mate, la estaba… rechazando. Asya sintió como un balde de agua helada sobre ella.¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿No entendía? ¿Por qué la odiaba si ella… si ella…?Sin embargo, su conciencia en medio del rechazo y del rompimiento del enlace en su cuello nubló toda su mente ni siquiera permitiéndole patearle el trasero a aquel lobo que le hacía aquello después de todo el sacrificio que ella había hecho por él.Ilayen notó que ella se quedó tiesa y se fue girado para dejarla allí, no tenía nada más que hablar con ella cuando el brillo de algo filoso apareció en su rango de visión. El cuchillo en su mano. Acaso ella iba a hacerle lo mismo que a su padre. Realmente ella no amaba a na…No… no iba en dirección a él sino a…Su cuerpo se movió rápido, su mano atrapó la hoja de la daga que iba directo al cuello de la loba donde la punta se enterró a milímetros de la vena palpitante. La sangre tanto de él como de ella se mezcló cayendo al suelo.-¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE ESTÁS H
Muchos años antes.Ilayen apretaba sus manos en su regazo delante de la tumba de su madre. Ella, una loba más del harem de su padre había muerto sola y olvidada. Aun cuando él le había pedido tantas veces a su padre que la fuera a ver, él nunca le había mostrado más interés del necesario y tras tenerlo a él, su único cachorro macho ni siquiera la había atendido más.Varios años habían pasado desde su nacimiento y su madre, sola y dolida, había muerto de tristeza, con la marca en la nuca irritada y anhelando, aunque fuera una última vez una visita. Que tontas podían ser las hembras marcadas, siempre esperando por el lobo que las había unido a ellas, o, aunque fuera un poco de su atención.Si el tuviera una pareja no le podría hacer eso. Como lobo macho sería detestable si la hacía sufrir así.Y era una de las razones por las que odiaba a su padre, no solo por haberle hecho eso a su madre, sino la facilidad con la que la reemplazaba, como ese día que entraría al harem la loba que borrar
Ver a la loba que sería estaba destinada a él convertirse en la compañera de su padre, había sido realmente desgarrador para él. Repugnante. Incluso, no tenía muchos recuerdos de aquello, solo un dolor atormentador mientras ella creaba un lazo al lado de alguien que no era él. Lo peor, ella… no había hecho nada para impedirle.Tampoco era que ella supiera que él era su mate.Era una hembra, las lobas no podían detectarlo a menos que su compañero cumpliera la mayoría de edad y exudaran las feromonas que lo identificaran y la llamaran. Y él en ese momento tenía solo 16 años, ahora 17. Así que incluso si sus caminos se cruzaban ella ni siquiera lo notaría. Todo lo contrario, a él que con solo una mirada supo que ella era su destinada.Y no es como que se hubieran encontrado. A pesar de vivir en la residencia principal a las reinas no se les dejaba salir de sus pabellones a menos que fuera estrictamente necesario por lo que después de todo ese tiempo él no la había visto. No sabía cómo er
Eso… hizo que el gruñera inconscientemente. Por lo visto ella las estaba llevando como si fueran un adorno. Hasta que la brisa llegó a él trayendo consigo una leve fragancia, además de la dulce que ella a yerbas. Medicina.Y al parecer ella se dio cuenta de a dónde estaba fija su mirada pues agarró los bordes de la túnica superior con una mano y se cubrió, aunque su rostro mostró una leve mueca de dolor. Acto seguido apretó el palo en sus manos de nuevo en guardia.-Sabes que está prohibido que estés aquí- ella alzó su mirada hacia él con el ceño fruncido. Sus párpados se movían lento, como analizándolo- Dime una sola razón para no gritar y llamar a los soltados-Ilayen dio un paso hacia ella lo que ocasionó que la loba retrocediera. La luz de las antorchas de iluminó el rostro de él mostrando sus rasgos hacia ella.-Y que me toquen- le recordó casi gruñendo en completa alerta, cautelosa, aunque su cuerpo parecía rígido.El lobo la recorrió con la mirada de arriba abajo. Si supiera que