Para Enrique, escuchar el nombre del mejor amigo de sus hijos fue un duro golpe que lo dejó sin aire por algunos segundos, lo suficiente para armar toda una estrategia en su cabeza.
—Entra a la casa —es todo lo que el hombre le dijo a Elena y ella, con cierta dificultad, se puso de pie.
—Pero Enrique, ¿cómo estás dispuesto a aceptar a esta pvta? —Elena sintió cómo los puñales se iban clavando en su corazón, caminó con la cabeza gacha y cierta dificultad al interior de la casa. Enrique pasó por su lado sin decir nada.
Los minutos han pasado, mientras ella se ha quedado al lado de la entrada, sin tener ni una pizca de intenciones de pasar más allá, porque su madre le está bloqueando el paso. Cuando oye la puerta abrirse, Elena ve con horror como en una de sus manos, su padre, lleva un arma.
—¿Padre, qué piensas hacer? —le pregunta con el miedo atenazando su cuerpo.
—Tú no te metas…
—¡No! ¿Qué vas a hacer?
—Lo justo y necesario para arreglar este estropicio que has causado tú.
El hombre sale cerrando tras de sí la puerta totalmente furioso, mientras que Elena toma las llaves del auto de su madre y corre tras él. Pasando por alto aquella punzada de dolor que siente en el vientre, se sube al auto desoyendo los gritos histéricos de su madre detrás. Sigue a su padre por las calles y se da cuenta que el rumbo que está tomando a la empresa de Noah.
—Maldición… —saca su teléfono del bolsillo y comienza a marcarle desesperada, pero Noah debe estar muy ocupado porque no le responde.
Al llegar frente al edificio, se da cuenta que su padre se baja rápidamente y no encuentra un estacionamiento, pero ya que el auto no es de ella, lo deja en cualquier parte, ya las multas le llegarán a su madre. Algo debe pagar la mujer por haberle dicho aquellas palabras tan hirientes y golpeado de aquella manera.
Cada vez siente aquel dolor en su vientre un poco más agudo, pero lo pasa por alto, entra al edificio y sigue la ruta hasta la oficina de Noah.
El ascensor se demora un poco en bajar nuevamente y cuando sube en el camino se detiene dos veces para albergar pasajeros. Cuando al fin llega al piso de Noah corre hacia el escritorio de su secretaria y le pregunta por él, ella le dice en dónde está algo asustada y corre hasta la sala de juntas.
Llega justo cuando Noah le está preguntando a su padre quién le dijo que él es el padre de su hijo y ella con seguridad, responde.
—Yo… Yo le dije que tú eres el padre de mi hijo —Noah mira a Elena con la clara intención de asesinarla en ese instante. Pero antes de que él diga una palabra más, es ella la que habla con voz temblorosa.
«¿Padre, me permites hablar con Noah? Tenemos algunas cosas que aclarar…
—¡¡No voy a salir de esta oficina hasta que él no diga que se va a casar contigo!!
—¡¡Papá, él ni siquiera lo sabía…!! Por favor, déjame hablar con él —le suplica Elena y Enrique sale de la oficina dejando a su hija a solas con Noah a regañadientes.
En cuanto se cierra la puerta, Noah salva la distancia que hay entre la chica y él, la toma con violencia por un brazo y la obliga a sentarse en una de las sillas, provocando una mueca de dolor que le pasa inadvertida producto de la rabia que siente.
—¡¡¿Qué demonios te pasa, Elena?!! —brama con toda la rabia que se estaba conteniendo—. ¡¿Cómo se supone que yo voy a ser padre de tu hijo si ni siquiera te he visto desnuda?! ¡¿Y peor todavía, sabiendo que tu padre es tan estricto?! ¡¡Me apuntó con un arma delante de toda mi gente… casi me cago del susto!!
—L-Lo siento… —dice absolutamente pálida y colocando sus manos sobre su vientre.
—¡¡No me digas que lo sientes!! Dile la verdad a tu padre o pagarás por esto —ella abre los ojos asustada y por un momento Noah recuerda con quién está hablando—. ¿En serio estás embarazada? —ella asiente, Noah se pasa las manos por el cabello y se sienta frente a ella—. ¿Quién es el padre? ¿Acaso es el chico que conociste en Brasil?
—Sí —Noah cierra los ojos y trata de pensar con claridad, pero es que tiene tanta rabia en ese momento que lo único que quiere es ahorcar a su amiga por ponerlo en esa situación tan difícil.
—Elena, tienes que decirles la verdad —le dice con clara señal de advertencia—, tú sabes perfectamente que yo no me quiero casar y, aunque tú seas mi mejor amiga y quiero ayudarte, y protegerte en todo lo que pueda; en esto no te puedo respaldar.
—Por favor… —le suplica ella—. Mi madre estuvo a punto de echarme de la casa sólo por saber que estoy embarazada… —Noah le toca la mejilla enrojecida y ella baja la mirada con vergüenza.
—¿Te golpeó? —sisea con rabia.
—Sí… Supongo que me lo merecía.
—No, Elena, no te lo merecías, no eres la primera ni serás la última chica que queda embarazada de un completo desconocido… —no lo sabrá él que nació de una madre soltera—. Sólo que ahora no estás embarazada de un desconocido, sino de mí —Noah se pone de pie y comienza a pasearse como león enjaulado allí delante de su amiga.
—Lo siento, te juro que lo siento, pero en ese momento tenía tanto miedo… —solloza ella sintiéndose cada vez peor—. No lo pensé con claridad y nunca me imaginé que mi padre iba a hacer algo como lo que hizo —Elena se pone de pie sin apartar una mano de su vientre porque le duele demasiado. Ve a su amigo fuera de sí y sonríe con tristeza.
«Tienes razón, lo mejor será que enfrente la verdad y que les diga quién es el padre de mi hijo. ¿Qué más da si tengo que dormir bajo un puente?
—Oye, sabes que no tienes que dormir bajo un puente… —le dice él girándose y se queda petrificado en cuanto fija su mirada en ella y nota algo en su pantalón que no debería estar allí—. ¿Elena, qué te pasa?
—Yo… Me duele mucho —dice con un sollozo y en ese momento sus ojos se cierran y comienza a caer en cámara lenta. Noah logra sostenerla antes de que se golpee en el piso y aprieta los dientes con fuerza.
La levanta y sale con ella de la sala gritándole a Corina.
—¡¡Llama una ambulancia ahora mismo!! —mira su amiga y la lleva hasta su oficina para recostarla en el sofá, le toma una mano y se la aprieta—. No me hagas esto, Elena, por favor… No lo hagas.
No nos confundamos.A Noah, ni por asomo se le está saliendo el padre protector de aquel hijo que no es suyo. En su mente sólo hay culpa porque él sentó con demasiada brusquedad a Elena en la silla y piensa que es su responsabilidad el hecho de que ella esté perdiendo a su hijo en ese momento.—Por favor, Chiquita… No me hagas esto —dice él con la voz llena de angustia.Diez minutos después entran paramédicos apresuradamente para atender a Elena y en cuanto él les dice que está embarazada, la suben con mucho cuidado a la camilla y se la llevan de allí.Fuera del edificio, Enrique los alcanza y en cuanto el paramédico se gira para preguntar quién irá con ella, Noah no se demora nada en decir que él la acompañará.—¿Y usted es…? —le pregunta el hombre con una ceja levantada y Noah en ese momento, como no piensa con claridad, responde sin darse cuenta de lo que eso significaría sino hasta unas horas después.—El padre de su hijo… —lo dejan subir y en ese momento Enrique empuña las manos.
Noah siente cómo las manos comienzan a sudarle, el pecho comienza a dolerle demasiado y se pone tan pálido que el doctor le pide a una enfermera rápidamente que se acerque.—Señor Summer… Lamento mucho tener que darle esta noticia, pero… —Noah en ese momento levanta la mirada y lo mira con el rostro furioso.—¿Acaba de decirme, señor Summer?—Sí —responde el médico algo confundido—, usted es el esposo de la señora Summer, que llegó de cuatro meses con una embolia…—¡No! ¡¡Yo estoy aquí por Elena Valencia!! —se pone de pie rápidamente y se pasa la mano por el cabello—. Maldición, ¡¿usted es idiota?! ¿Por qué demonios no preguntó mi nombre antes de darme esa noticia? ¿Tiene idea del miedo que me hizo pasar?—Lo siento, disculpe, pero…—Familiares de la señorita Elena Valencia —dice otro médico tras ellos y Noah mira al médico con ganas de matarlo.—¡¡Ve que no es tan difícil hacer algo como eso!! —le muestra los dientes como si fuera un perro rabioso y se acerca al médico que lo llama—.
Sin embargo, si ella cree que es por seguirle el juego, está muy equivocado. Noah levanta su dedo índice y le advierte.—No te entusiasmes mucho Chiquita. Vas a decirme el nombre del estúpido de Brasil y todo lo que pudo haberte dicho que nos sirva para buscarlo.—Pero Noah… —dice ella con temor de lo que pudiera suceder, desde el rechazo de aquel hombre hasta querer quitarle a su hijo.—Si hay algo de lo que realmente tengo ganas es de encontrármelo cara a cara y reventarle la sonrisa de príncipe azul que me dijiste que tenía. Y después de eso lo pondré frente a tu padre, ¡a ver si él sí se caga en los pantalones cuando lo apunte con el arma!Elena no puede evitar soltar la carcajada y se deja abrazar nuevamente por Noah. Si no fuera mayor, un puto y mal genio con las mujeres, probablemente sería el hombre ideal, porque con ella es un sol.—¿Quieres largarte ya de aquí? —le pregunta con una sonrisa que extingue cualquier pena y ella asiente—. Bien, déjame buscar a un doctor, pero uno
Noah se despierta con una deliciosa sensación, un calorcito a su costado derecho, un brazo que cruza por su abdomen y algo húmedo en su pecho…—¡Mierda! —salta de la cama asustado, limpiándose la baba del pecho y cuando Elena salta de la cama también, mirando a todos lados asustada, Noah se pasa las manos por la cara.Jamás, ¡NUNCA! Ha dormido con una mujer, porque la cama es para muchas cosas con una mujer. Así que sí, es de los corredores.—¿Qué te pasó? —pregunta ella pasándose las manos por los ojos en un gesto tan infantil que a Noah lo hace sonreír por la ternura que le provoca.—Es que… ¡pues me tenías babeado, niña! —Elena se pasa la mano por el rostro y se ríe, pero cuando recuerda dónde estaba su cara babeando a su amigo, se sonroja un poco. Sin embargo, luego de verlo nervioso, ella sólo entrecierra los ojos y se acerca a él.—A mí me huele que tú eres de los que corre, Noah Cummings… y antes de recordar que estabas conmigo, saltaste de la cama para escapar —él le saca la l
—¿Disculpe? —sisea Noah acercándose a Enrique y este retrocede sólo por el instinto de supervivencia—. ¿Ha preguntado dónde está su hija?—¡Elena sigue siendo mi hija, aunque me haya deshonrado! —Noah se echa hacia atrás con aquellas palabras y mira a los guardias.—¡Mierda, ¿regresamos a la edad media y no me di cuenta?! —los hombres sonríen, pero Noah se mantiene con cara de asesino—. Primero, una hija no deshonra por quedarse embarazada, hay cosas peores que los hijos pueden hacer.«Segundo, asuman esto y métanselo bien en la cabeza o donde les quepa: ustedes no tienen hija. Ella se murió ayer en el hospital, cuando ninguno de los dos se molestó siquiera a esperar a que saliera para llevarla a casa a cuidarse.—¡No me la puedes negar!—¡Y yo no quiero que molesten a mi mujer! Elena ahora es mía, mi asunto, mi problema. Al primer error, o como sea que se le llame a eso, le dieron vuelta la espalda. Elena es mi mujer y no los quiero cerca de ella ni de mi bebé. ¡¡LARGO!!Esta vez Noa
Aquella noche Noah se acomoda en el nuevo sofá, en el que pueden caber dos personas fácilmente, con su manera, las almohadas y un par de chucherías para comer mientras ve un partido de rugby.Elena está en el cuarto leyendo algo de las materias desde la plataforma de la universidad desde la laptop que le ha pasado y cuando se dispone a instalarse por fin, escucha el grito de Elena que lo hace saltarse el sofá en dos segundos.—¡¿Qué pasó, Chiquita?! —dice llegando a ella y mirando lo que Elena tiene frente a sus ojos—. OK… Esto no es mío…—¡No me mientas, Noah! ¡¡Es tu ordenador personal!!—¡Sí, pero yo no veo estas página para adultos! ¿Para qué querría verlas?—¡Pues no sé! ¡Para aprender nuevas posiciones, sacar ideas…! —Noah
En cuanto llega al departamento, mete la caja en un lugar donde no estorbe y se da cuenta que en ese departamento de Noah no tiene realmente un espacio. Se pasa las manos por el cabello, mira a todos lados y respira profundamente, porque debe hacer algo rápido para no perder la carrera… pero también para buscarse un lugar dónde vivir, porque puede que su amigo la ayude en un momento como este, pero eso no quiere decir que se aprovechará de él.—Por el momento, es mejor que coma decentemente…Rebusca en la cocina comida, pero no encuentra nada. Mira en su bolso si tiene algo de dinero, pero lo que le queda está justo para el autobús, así que no le queda más remedio que usar ese as bajo la manga que no le gusta, pero es eso o no comer.Antes le habría dado lo mismo, sin embargo, ahora no es sólo ella.Toma su teléfono y le marca a su hermano, quien le responde de inmediato.“¡Hermanita! Que bueno que me llamas, he sido un ingrato contigo, pero te prometo que lo compensaré con un hermoso
Los diez días que Noah pasó fuera de Londres se le hicieron como un mes, sobre todo porque no consiguió hablar mucho con Elena y el estado de su amiga es una constante preocupación en su vida. Él, que jamás se preocupó de más, ahora no deja de pensar en cómo está su Chiquita.Por eso, aquel vuelo de regreso se le vuelve eterno, aunque sólo son unas pocas horas desde Alemania y, cuando al fin el avión aterriza en la ciudad, se va directo a su departamento, porque por la hora ya Elena debería estar allí. El auto para él avanza lento, le pide varias veces al chofer que vaya más rápido, pero sencillamente no se puede porque es la hora de más congestión.—Juro que compraré una casa lejos de toda esta gente y que me demore lo menos posible en llegar —regaña solo en el asiento trasero.Lo úni