Cuando Noah llega con su madre, ella sólo lo abraza con fuerza porque puede notar la contrariedad en el rostro de su hijo. Al separarse ella le da la mano y lo lleva a sentarse, a Noah no le pasa desapercibida la manera en que el asistente de su padre lo mira, pero en lugar de preguntarle a él, decide hacerlo a su madre.
—¿Qué sabes?
—Todo —le dice ella algo nerviosa y respira profundo—. Antes de que lo sacaran en la ambulancia hacia acá, le ordenó a su asistente que me contactaran aquí y que me mantuvieran al tanto de todo… y a ti te dejó como responsable de él.
—Pero si yo ni siquiera tengo su apellido, ¿cómo demonios puedo tomar decisiones por él?
—Pues… ya pregunté y tú siempre has sido su contacto de emergencia —Noah se pasa las manos por el cabello y Silene le dice—. Fue Henry q
Cuando Noah ve el rostro del doctor Castelli al día siguiente, sonríe ampliamente porque sabe que ese rostro sólo son buenas noticias.—Le quitaremos el medicamento que la mantiene en coma, su cerebro está en perfectas condiciones y el resto de su cuerpo se sigue recuperando satisfactoriamente.—Gracias, doctor… gracias por cuidar de ella.—No tienes nada que agradecer, ha sido un gusto cumplir con mi trabajo. Vamos…Noah lo sigue por el pasillo con una sonrisa enorme, todos sienten el alivio al fin de saber que Elena está mejor y que pronto abrirá sus ojos, pero eso sólo trae otra preocupación más: decirle lo del bebé.Llegan a un cuarto regular, Noah observa como un halcón cómo le van quitando todo y la dejan solo con una vía. Se retiran para darles privacidad y él le toma las manos para que sienta su pre
Siempre pensó que aquellos hombres que se quedaban solos exageraban cuando pasaba todo, incluso tres semanas, y seguían diciendo que estar sin la mujer de su vida era un infierno. Pero ahora a Noah le ha tocado vivir de primera mano aquello que muchos describieron como la sensación más horrible del mundo y de la cual algunos no han salido jamás.Luego de que Elena se despidiera de él aquel día en la oficina, corrió a la casa para buscarla, sin embargo, cuando llegó a ella ya su mujer no estaba. Se había llevado lo que según parecen ser las cosas más esenciales, sin embargo, su perfume y su presencia seguían allí.Llamó a Santiago para preguntarle dónde estaban, pero su amigo se negó a hacerlo porque entendía que su hermana necesitara alejarse.Y con todo eso, Noah solo se resignó a que Elena se había marchado p
Elena se pasea por su habitación tratando de decidir si será una buena idea ir a ver a Noah o no. Sabe que su hermano ha cumplido la amenaza de dejar la dirección del hotel, pero aún las dudas la mantienen prisionera en aquel cuarto en donde ya casi está haciendo un hoyo en la alfombra.Se deja caer en la cama mirando a todos lados y una fuerte opresión en el pecho la ataca cuando recuerda la expresión de tristeza de Noah.—Eso se lo provoqué yo —Dice con una certeza que la hace ponerse de pie—. Noah nunca ha sufrido por una mujer… Todas siempre le han dado lo mismo y está yendo a terapia, algo que muchas veces le dije que tenía que hacer por su manera de vivir la vida.Y así comienza a sacar conclusiones de lo que ha visto en él.Cierra los ojos y a su mente comienzan a llegar todos los momentos, desde el instante en que supo que estaba embarazada la ha protegido incluso más de lo que hicieron sus padres con ella en toda su vida, porque siempre le dio la plena libertad de elegir lo q
Cuando Noah llega al hospital gritando por ayuda, Elena abre lentamente los ojos y él respira con algo de alivio, pero de todas maneras arma un enorme escándalo para que la atiendan lo antes posible.—Estás exagerando como siempre —se ríe ella y Noah niega categóricamente.—No puedes vomitar de la nada y luego desmayarte por casi quince minutos. El doctor tiene que hacerte todos los exámenes posibles.—Insisto, exageras…—Tu accidente, ¿recuerdas? El doctor dijo que debemos tener cuidado con estas cosas, porque pueden ser consecuencias del choque… así que no exagero.Ella lo ve angustiado y cuando el médico comienza a pedir antecedentes, ella le da todos, incluidos esos que sabe es imposible que sean relevantes, como la fecha de su último periodo.Noah no se aparta de ella ni un solo segundo y para cuando el m&eacut
Elena, con cierta timidez ingresa a aquella farmacia y le pide al dependiente dos pruebas de embarazo. El hombre con una sonrisa se les entrega y al verla algo indecisa, le dice cuánto es lo que debe pagar por ellas. Con las manos temblorosas, Elena le entrega el dinero y antes de salir de allí se gira nuevamente y le pide tartamudeando un poco.—¿Po-podría prestarme s-su baño, p-por favor?—Sí, claro, pase por aquí —el hombre le indica por donde debe pasar y ella agradece.Una vez que pasa el seguro, mira aquellas cajas y lee atentamente las instrucciones, luego de seguirlas al pie de la letra se lava las manos y espera los minutos que señalan. En ese momento tiene tanto miedo de todo lo que pueda suceder, porque sabe que, si el resultado es positivo, su vida dará un giro totalmente incierto.Cuando el tiempo se cumple, se acerca a ver las pruebas y cae de rodillas en el suelo aterrada, su rostro entre sus manos y comienza a llorar desconsolada. Se abraza el cuerpo y se queda allí un
Para Noah despertarse ese día como siempre, solo en su cama y luego de haber tenido una noche de espectacular desahogo con una de esas mujeres que le encantan; lo hace meterse a la ducha para luego irse a la oficina a ser ese jefe serio e inclemente.Con las mujeres es indiferente.En cambio, en el mundo sólo hay dos personas que le sacan lo mejor y son sus mejores amigos, la única familia que tiene, Santiago y Elena Valencia.Tras atender algunas llamadas a primera hora, Noah se encierra en su oficina para revisar algunos de los proyectos y también para beber de su café. Luego de eso vuelve a gritar a algunas personas porque el trabajo está mal hecho y ordena que lo vuelvan a hacer.Para la hora de almuerzo, Noah se pone de pie y se va al mismo restaurante de todos los días. Mientras espera a que le lleven su comida, se dedica a atender los correos electrónicos que no ha podido revisar en la mañana por tanto trabajo. Tras devorarse una buena porción de comida, camina hacia la oficina
Para Enrique, escuchar el nombre del mejor amigo de sus hijos fue un duro golpe que lo dejó sin aire por algunos segundos, lo suficiente para armar toda una estrategia en su cabeza.—Entra a la casa —es todo lo que el hombre le dijo a Elena y ella, con cierta dificultad, se puso de pie.—Pero Enrique, ¿cómo estás dispuesto a aceptar a esta pvta? —Elena sintió cómo los puñales se iban clavando en su corazón, caminó con la cabeza gacha y cierta dificultad al interior de la casa. Enrique pasó por su lado sin decir nada.Los minutos han pasado, mientras ella se ha quedado al lado de la entrada, sin tener ni una pizca de intenciones de pasar más allá, porque su madre le está bloqueando el paso. Cuando oye la puerta abrirse, Elena ve con horror como en una de sus manos, su padre, lleva un arma.—¿Padre, qué piensas hacer? —le pregunta con el miedo atenazando su cuerpo.—Tú no te metas…—¡No! ¿Qué vas a hacer?—Lo justo y necesario para arreglar este estropicio que has causado tú.El hombre
No nos confundamos.A Noah, ni por asomo se le está saliendo el padre protector de aquel hijo que no es suyo. En su mente sólo hay culpa porque él sentó con demasiada brusquedad a Elena en la silla y piensa que es su responsabilidad el hecho de que ella esté perdiendo a su hijo en ese momento.—Por favor, Chiquita… No me hagas esto —dice él con la voz llena de angustia.Diez minutos después entran paramédicos apresuradamente para atender a Elena y en cuanto él les dice que está embarazada, la suben con mucho cuidado a la camilla y se la llevan de allí.Fuera del edificio, Enrique los alcanza y en cuanto el paramédico se gira para preguntar quién irá con ella, Noah no se demora nada en decir que él la acompañará.—¿Y usted es…? —le pregunta el hombre con una ceja levantada y Noah en ese momento, como no piensa con claridad, responde sin darse cuenta de lo que eso significaría sino hasta unas horas después.—El padre de su hijo… —lo dejan subir y en ese momento Enrique empuña las manos.