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Capítulo 5: Una mujer que enfrenta las consecuencias

Noah siente cómo las manos comienzan a sudarle, el pecho comienza a dolerle demasiado y se pone tan pálido que el doctor le pide a una enfermera rápidamente que se acerque.

—Señor Summer… Lamento mucho tener que darle esta noticia, pero… —Noah en ese momento levanta la mirada y lo mira con el rostro furioso.

—¿Acaba de decirme, señor Summer?

—Sí —responde el médico algo confundido—, usted es el esposo de la señora Summer, que llegó de cuatro meses con una embolia…

—¡No! ¡¡Yo estoy aquí por Elena Valencia!! —se pone de pie rápidamente y se pasa la mano por el cabello—. Maldición, ¡¿usted es idiota?! ¿Por qué demonios no preguntó mi nombre antes de darme esa noticia? ¿Tiene idea del miedo que me hizo pasar?

—Lo siento, disculpe, pero…

—Familiares de la señorita Elena Valencia —dice otro médico tras ellos y Noah mira al médico con ganas de matarlo.

—¡¡Ve que no es tan difícil hacer algo como eso!! —le muestra los dientes como si fuera un perro rabioso y se acerca al médico que lo llama—. Yo… soy el novio de la señorita Valencia —puede notar la cara de perro chihuahua que pone Enrique, pero a estas alturas ya no le importa nada de lo que el hombre pueda expresar.

—La señorita está estable —le dice el médico con tranquilidad y una enorme sonrisa—. Ahora mismo está descansando en su habitación, no sé si desea pasar a verla.

—Sí, por favor… Pero dígame, ¿y el bebé?

—Ambos están bien, afortunadamente se actuó con rapidez. Síganme por aquí y le daré las indicaciones de cómo deben cuidar a la señorita de aquí en adelante.

—Espere un momento, yo soy su padre y tengo más derecho que él de entrar —dice Enrique y justo en ese momento Noah ve su dulce venganza.

—Con todo respeto, doctor, este hombre no debería ni siquiera estar en este recinto. Para empezar, dejó que la madre de mi novia la golpeara, no contento con eso, me amenazó con un arma y ha tratado muy mal a mi mujer… Y hace un rato, cuando el idiota de su compañero me dijo equivocadamente que ella y el bebé habían muerto, ni siquiera lloró por ella.

—¡¡Es porque tú te llevaste todo el teatro y ni siquiera pude reaccionar!!

—Pues a mí no me interesa, lo quiero lejos de ella porque puede poner en peligro la estabilidad emocional de mi mujer —el médico asiente y hace un gesto a dos guardias de seguridad que están allí para que no permitan que el hombre pase.

Guía a Noah hasta uno de los ascensores y luego suben hasta el tercer piso, le indica en qué habitación se encuentra Elena y Noah hace el resto del camino solo. Cuando ingresa a la habitación se le cae el corazón al suelo, ve a su Chiquita tan vulnerable en aquella cama y no puede comprender que sus padres no la estén apoyando en un momento tan duro.

Cierra los ojos pensando en que tal vez su madre vivió exactamente lo mismo cuando se enteró de que él venía al mundo.

Él en verdad quiere ayudarla… Pero de ahí a casarse con ella hay una enorme diferencia, se sienta a su lado y le toma una de las manos, nota que las tiene frías, por lo que inmediatamente se quita el saco y con él la cubre un poco más.

—¿Por qué no me lo dijiste, Chiquita? ¿Por qué no me llamaste para decirme que estabas embarazada? Yo te habría protegido desde ese momento y no habrías tenido que meterme en esta tremenda mentira.

Todavía tiene rabia, pero siempre la culpa es mucho más fuerte que aquel sentimiento, así que sólo se acomoda en la silla y decide quedarse allí hasta que Elena despierte.

Sin darse cuenta, su cabeza termina apoyada en la cama y termina dormido profundamente.

Pasada la medianoche, unos suaves ronquidos despiertan a Elena y sabes de quién son. Abre los ojos y las lágrimas no esperan para salir, con su mano libre acaricia la cabeza de Noah, quien se incorpora rápidamente asustado, y al verla despierta se pone de pie para acercarse a ella y mirarla por todos lados.

—¿Cómo te sientes?

—Físicamente… Molida. Psicológicamente… Como si los Cazadores de Mitos hubiesen puesto una tremenda carga de C4 en mi interior —él sonríe y le acaricia la mejilla, que todavía permanece algo enrojecida e incluso ha comenzado a tomar un ligero color violáceo—. Perdóname.

—No, Chiquita, perdóname tú a mí… —a Noah le tiembla, el labio y Elena sólo frunce el ceño porque no sabe qué lo puede tener así—. Hoy fui demasiado brusco y la manera en que te senté… puso en peligro tu vida y la de tu hijo.

—No, no fue por eso.

—¡No me hagas sentir mejor, Elena! ¡Porque yo soy el culpable de que estés aquí!

—No, no es así —ella deja escapar un suspiro, cierra los ojos y gruesas lágrimas comienzan a correr como un dique por su rostro—. Mi madre me lanzó a la calle y caí sobre la acera. Cuando volví a ponerme de pie, comencé a sentir el dolor en el vientre y en verdad quería venir a un hospital, pero cuando vi a mi padre salir con el arma no me quedó más remedio que correr tras él.

«Tú lo único que has hecho hoy es salvarme de una suerte mucho peor, porque estoy segura de que ellos no habrían movido ni un dedo para salvar a mi hijo.

—¿Entonces lo vas a tener?

—Sí… hoy, en algún momento del día, pensé en la posibilidad de hacerme un aborto antes de que ellos se enteraran —dice cubriéndose el rostro por la vergüenza y Noah sólo la abraza con fuerza—. Pero luego de pasar este susto tan grande… ¡¡te juro que lo quiero!! ¡Y no dejaré que nada ni nadie le hagan daño!

—Así se habla Chiquita —él se aparta y la ve a sus ojos—. Yo soy un niño que sobrevivió a todos esos pensamientos y aquí me tienes: guapo, exitoso y ayudando a su mejor amiga.

—Gracias… —Elena deja escapar un suspiro de resignación y le dice con voz temblorosa—. Supongo que llegó el momento de llamar a mis padres y contarles la verdad. Asumiré las consecuencias de esto sin miedo, porque si fui lo suficientemente mujer para hacer lo que hice, ahora debo cargar con las consecuencias.

—¡Ahora sí, tú y yo nos estamos entendiendo! —le dice él golpeando sus manos y se sienta a su lado sin soltarlas—. Sólo que no te voy a dejar sola en esto.

—¿Vas a estar allí para evitar que me vuelvan a golpear cuando les diga que tú no eres su padre?

—No. Voy a estar allí cuando le digas a tus padres que sí me voy a casar contigo —Elena abre mucho los ojos y no sabe si sentir admiración por su amigo o miedo de lo que pueda pasar después.

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