Noah siente cómo las manos comienzan a sudarle, el pecho comienza a dolerle demasiado y se pone tan pálido que el doctor le pide a una enfermera rápidamente que se acerque.
—Señor Summer… Lamento mucho tener que darle esta noticia, pero… —Noah en ese momento levanta la mirada y lo mira con el rostro furioso.
—¿Acaba de decirme, señor Summer?
—Sí —responde el médico algo confundido—, usted es el esposo de la señora Summer, que llegó de cuatro meses con una embolia…
—¡No! ¡¡Yo estoy aquí por Elena Valencia!! —se pone de pie rápidamente y se pasa la mano por el cabello—. Maldición, ¡¿usted es idiota?! ¿Por qué demonios no preguntó mi nombre antes de darme esa noticia? ¿Tiene idea del miedo que me hizo pasar?
—Lo siento, disculpe, pero…
—Familiares de la señorita Elena Valencia —dice otro médico tras ellos y Noah mira al médico con ganas de matarlo.
—¡¡Ve que no es tan difícil hacer algo como eso!! —le muestra los dientes como si fuera un perro rabioso y se acerca al médico que lo llama—. Yo… soy el novio de la señorita Valencia —puede notar la cara de perro chihuahua que pone Enrique, pero a estas alturas ya no le importa nada de lo que el hombre pueda expresar.
—La señorita está estable —le dice el médico con tranquilidad y una enorme sonrisa—. Ahora mismo está descansando en su habitación, no sé si desea pasar a verla.
—Sí, por favor… Pero dígame, ¿y el bebé?
—Ambos están bien, afortunadamente se actuó con rapidez. Síganme por aquí y le daré las indicaciones de cómo deben cuidar a la señorita de aquí en adelante.
—Espere un momento, yo soy su padre y tengo más derecho que él de entrar —dice Enrique y justo en ese momento Noah ve su dulce venganza.
—Con todo respeto, doctor, este hombre no debería ni siquiera estar en este recinto. Para empezar, dejó que la madre de mi novia la golpeara, no contento con eso, me amenazó con un arma y ha tratado muy mal a mi mujer… Y hace un rato, cuando el idiota de su compañero me dijo equivocadamente que ella y el bebé habían muerto, ni siquiera lloró por ella.
—¡¡Es porque tú te llevaste todo el teatro y ni siquiera pude reaccionar!!
—Pues a mí no me interesa, lo quiero lejos de ella porque puede poner en peligro la estabilidad emocional de mi mujer —el médico asiente y hace un gesto a dos guardias de seguridad que están allí para que no permitan que el hombre pase.
Guía a Noah hasta uno de los ascensores y luego suben hasta el tercer piso, le indica en qué habitación se encuentra Elena y Noah hace el resto del camino solo. Cuando ingresa a la habitación se le cae el corazón al suelo, ve a su Chiquita tan vulnerable en aquella cama y no puede comprender que sus padres no la estén apoyando en un momento tan duro.
Cierra los ojos pensando en que tal vez su madre vivió exactamente lo mismo cuando se enteró de que él venía al mundo.
Él en verdad quiere ayudarla… Pero de ahí a casarse con ella hay una enorme diferencia, se sienta a su lado y le toma una de las manos, nota que las tiene frías, por lo que inmediatamente se quita el saco y con él la cubre un poco más.
—¿Por qué no me lo dijiste, Chiquita? ¿Por qué no me llamaste para decirme que estabas embarazada? Yo te habría protegido desde ese momento y no habrías tenido que meterme en esta tremenda mentira.
Todavía tiene rabia, pero siempre la culpa es mucho más fuerte que aquel sentimiento, así que sólo se acomoda en la silla y decide quedarse allí hasta que Elena despierte.
Sin darse cuenta, su cabeza termina apoyada en la cama y termina dormido profundamente.
Pasada la medianoche, unos suaves ronquidos despiertan a Elena y sabes de quién son. Abre los ojos y las lágrimas no esperan para salir, con su mano libre acaricia la cabeza de Noah, quien se incorpora rápidamente asustado, y al verla despierta se pone de pie para acercarse a ella y mirarla por todos lados.
—¿Cómo te sientes?
—Físicamente… Molida. Psicológicamente… Como si los Cazadores de Mitos hubiesen puesto una tremenda carga de C4 en mi interior —él sonríe y le acaricia la mejilla, que todavía permanece algo enrojecida e incluso ha comenzado a tomar un ligero color violáceo—. Perdóname.
—No, Chiquita, perdóname tú a mí… —a Noah le tiembla, el labio y Elena sólo frunce el ceño porque no sabe qué lo puede tener así—. Hoy fui demasiado brusco y la manera en que te senté… puso en peligro tu vida y la de tu hijo.
—No, no fue por eso.
—¡No me hagas sentir mejor, Elena! ¡Porque yo soy el culpable de que estés aquí!
—No, no es así —ella deja escapar un suspiro, cierra los ojos y gruesas lágrimas comienzan a correr como un dique por su rostro—. Mi madre me lanzó a la calle y caí sobre la acera. Cuando volví a ponerme de pie, comencé a sentir el dolor en el vientre y en verdad quería venir a un hospital, pero cuando vi a mi padre salir con el arma no me quedó más remedio que correr tras él.
«Tú lo único que has hecho hoy es salvarme de una suerte mucho peor, porque estoy segura de que ellos no habrían movido ni un dedo para salvar a mi hijo.
—¿Entonces lo vas a tener?
—Sí… hoy, en algún momento del día, pensé en la posibilidad de hacerme un aborto antes de que ellos se enteraran —dice cubriéndose el rostro por la vergüenza y Noah sólo la abraza con fuerza—. Pero luego de pasar este susto tan grande… ¡¡te juro que lo quiero!! ¡Y no dejaré que nada ni nadie le hagan daño!
—Así se habla Chiquita —él se aparta y la ve a sus ojos—. Yo soy un niño que sobrevivió a todos esos pensamientos y aquí me tienes: guapo, exitoso y ayudando a su mejor amiga.
—Gracias… —Elena deja escapar un suspiro de resignación y le dice con voz temblorosa—. Supongo que llegó el momento de llamar a mis padres y contarles la verdad. Asumiré las consecuencias de esto sin miedo, porque si fui lo suficientemente mujer para hacer lo que hice, ahora debo cargar con las consecuencias.
—¡Ahora sí, tú y yo nos estamos entendiendo! —le dice él golpeando sus manos y se sienta a su lado sin soltarlas—. Sólo que no te voy a dejar sola en esto.
—¿Vas a estar allí para evitar que me vuelvan a golpear cuando les diga que tú no eres su padre?
—No. Voy a estar allí cuando le digas a tus padres que sí me voy a casar contigo —Elena abre mucho los ojos y no sabe si sentir admiración por su amigo o miedo de lo que pueda pasar después.
Sin embargo, si ella cree que es por seguirle el juego, está muy equivocado. Noah levanta su dedo índice y le advierte.—No te entusiasmes mucho Chiquita. Vas a decirme el nombre del estúpido de Brasil y todo lo que pudo haberte dicho que nos sirva para buscarlo.—Pero Noah… —dice ella con temor de lo que pudiera suceder, desde el rechazo de aquel hombre hasta querer quitarle a su hijo.—Si hay algo de lo que realmente tengo ganas es de encontrármelo cara a cara y reventarle la sonrisa de príncipe azul que me dijiste que tenía. Y después de eso lo pondré frente a tu padre, ¡a ver si él sí se caga en los pantalones cuando lo apunte con el arma!Elena no puede evitar soltar la carcajada y se deja abrazar nuevamente por Noah. Si no fuera mayor, un puto y mal genio con las mujeres, probablemente sería el hombre ideal, porque con ella es un sol.—¿Quieres largarte ya de aquí? —le pregunta con una sonrisa que extingue cualquier pena y ella asiente—. Bien, déjame buscar a un doctor, pero uno
Noah se despierta con una deliciosa sensación, un calorcito a su costado derecho, un brazo que cruza por su abdomen y algo húmedo en su pecho…—¡Mierda! —salta de la cama asustado, limpiándose la baba del pecho y cuando Elena salta de la cama también, mirando a todos lados asustada, Noah se pasa las manos por la cara.Jamás, ¡NUNCA! Ha dormido con una mujer, porque la cama es para muchas cosas con una mujer. Así que sí, es de los corredores.—¿Qué te pasó? —pregunta ella pasándose las manos por los ojos en un gesto tan infantil que a Noah lo hace sonreír por la ternura que le provoca.—Es que… ¡pues me tenías babeado, niña! —Elena se pasa la mano por el rostro y se ríe, pero cuando recuerda dónde estaba su cara babeando a su amigo, se sonroja un poco. Sin embargo, luego de verlo nervioso, ella sólo entrecierra los ojos y se acerca a él.—A mí me huele que tú eres de los que corre, Noah Cummings… y antes de recordar que estabas conmigo, saltaste de la cama para escapar —él le saca la l
—¿Disculpe? —sisea Noah acercándose a Enrique y este retrocede sólo por el instinto de supervivencia—. ¿Ha preguntado dónde está su hija?—¡Elena sigue siendo mi hija, aunque me haya deshonrado! —Noah se echa hacia atrás con aquellas palabras y mira a los guardias.—¡Mierda, ¿regresamos a la edad media y no me di cuenta?! —los hombres sonríen, pero Noah se mantiene con cara de asesino—. Primero, una hija no deshonra por quedarse embarazada, hay cosas peores que los hijos pueden hacer.«Segundo, asuman esto y métanselo bien en la cabeza o donde les quepa: ustedes no tienen hija. Ella se murió ayer en el hospital, cuando ninguno de los dos se molestó siquiera a esperar a que saliera para llevarla a casa a cuidarse.—¡No me la puedes negar!—¡Y yo no quiero que molesten a mi mujer! Elena ahora es mía, mi asunto, mi problema. Al primer error, o como sea que se le llame a eso, le dieron vuelta la espalda. Elena es mi mujer y no los quiero cerca de ella ni de mi bebé. ¡¡LARGO!!Esta vez Noa
Aquella noche Noah se acomoda en el nuevo sofá, en el que pueden caber dos personas fácilmente, con su manera, las almohadas y un par de chucherías para comer mientras ve un partido de rugby.Elena está en el cuarto leyendo algo de las materias desde la plataforma de la universidad desde la laptop que le ha pasado y cuando se dispone a instalarse por fin, escucha el grito de Elena que lo hace saltarse el sofá en dos segundos.—¡¿Qué pasó, Chiquita?! —dice llegando a ella y mirando lo que Elena tiene frente a sus ojos—. OK… Esto no es mío…—¡No me mientas, Noah! ¡¡Es tu ordenador personal!!—¡Sí, pero yo no veo estas página para adultos! ¿Para qué querría verlas?—¡Pues no sé! ¡Para aprender nuevas posiciones, sacar ideas…! —Noah
En cuanto llega al departamento, mete la caja en un lugar donde no estorbe y se da cuenta que en ese departamento de Noah no tiene realmente un espacio. Se pasa las manos por el cabello, mira a todos lados y respira profundamente, porque debe hacer algo rápido para no perder la carrera… pero también para buscarse un lugar dónde vivir, porque puede que su amigo la ayude en un momento como este, pero eso no quiere decir que se aprovechará de él.—Por el momento, es mejor que coma decentemente…Rebusca en la cocina comida, pero no encuentra nada. Mira en su bolso si tiene algo de dinero, pero lo que le queda está justo para el autobús, así que no le queda más remedio que usar ese as bajo la manga que no le gusta, pero es eso o no comer.Antes le habría dado lo mismo, sin embargo, ahora no es sólo ella.Toma su teléfono y le marca a su hermano, quien le responde de inmediato.“¡Hermanita! Que bueno que me llamas, he sido un ingrato contigo, pero te prometo que lo compensaré con un hermoso
Los diez días que Noah pasó fuera de Londres se le hicieron como un mes, sobre todo porque no consiguió hablar mucho con Elena y el estado de su amiga es una constante preocupación en su vida. Él, que jamás se preocupó de más, ahora no deja de pensar en cómo está su Chiquita.Por eso, aquel vuelo de regreso se le vuelve eterno, aunque sólo son unas pocas horas desde Alemania y, cuando al fin el avión aterriza en la ciudad, se va directo a su departamento, porque por la hora ya Elena debería estar allí. El auto para él avanza lento, le pide varias veces al chofer que vaya más rápido, pero sencillamente no se puede porque es la hora de más congestión.—Juro que compraré una casa lejos de toda esta gente y que me demore lo menos posible en llegar —regaña solo en el asiento trasero.Lo úni
Elena ve al hombre tirado en el piso tocándose el pómulo en donde el puño de Noah ha impactado, luego fija la mirada en su amigo y lo ve completamente furioso, fuera de sí, con el pecho subiendo y bajando por la rabia, mientras una mano poderosa permanece a la altura de su vientre.Rápidamente el dueño del local se acerca a ellos y mira a Noah con rabia.—¡No voy a tolerar este tipo de situaciones en mi bar, este es un lugar tranquilo y no voy a dejar…!—¡¿Acaso me vas a decir que vas a permitir que un ebrio toqueteé a tus trabajadoras?!—Por supuesto que no, pero tampoco voy a permitir que se forme una pelea por eso, así que los dos se me van de aquí —el jefe de Elena se gira hacia ella y le pregunta con seriedad—. ¿Por qué no me dijiste que tenías un marido tan celoso? De haber sabido, nunca te habría dejado trabajar aquí.—Porque no lo tengo —Noah la mira como si tuviera dos cabezas y ella frunce el ceño para regañarlo—. Él sólo es mi amigo, me ayudó en el peor momento de mi vida y
Elena se queda mirando a Noah con los ojos muy abiertos, pensando en cómo tomar aquellas palabras, porque aunque está sintiendo un estremecimiento diferente estando cerca de él, sabe que las ilusiones no son un lujo para ella, no siendo una madre soltera.Por más que su corazón le palpite con fuerza y quiera dejarse llevar por lo que su instinto le dice, su cabeza ahora manda mucho más que antes.«Y así debió ser en Brasil», piensa con amargura, pero ahora no es momento para filosofar. Se aclara la garganta, pasa por el lado de Noah y se va al cuarto para quitarse el suéter, aunque para ser honestos… no esperó que él la siguiera.—¿No tienes nada que decirme? —le dice con voz ronca, Elena se asusta y tropieza con las pantuflas, Noah la sostiene enseguida y cuando ella lo ve a los ojos, ve algo muy diferente a lo que había antes.—¿Qué quieres que te diga? —pregunta con un susurro nervioso.—Lo que piensas, siempre ha sido así, ¿no? —están demasiado cerca, si ella se incorpora seguro q