Elena se queda mirando a Noah con los ojos muy abiertos, pensando en cómo tomar aquellas palabras, porque aunque está sintiendo un estremecimiento diferente estando cerca de él, sabe que las ilusiones no son un lujo para ella, no siendo una madre soltera.Por más que su corazón le palpite con fuerza y quiera dejarse llevar por lo que su instinto le dice, su cabeza ahora manda mucho más que antes.«Y así debió ser en Brasil», piensa con amargura, pero ahora no es momento para filosofar. Se aclara la garganta, pasa por el lado de Noah y se va al cuarto para quitarse el suéter, aunque para ser honestos… no esperó que él la siguiera.—¿No tienes nada que decirme? —le dice con voz ronca, Elena se asusta y tropieza con las pantuflas, Noah la sostiene enseguida y cuando ella lo ve a los ojos, ve algo muy diferente a lo que había antes.—¿Qué quieres que te diga? —pregunta con un susurro nervioso.—Lo que piensas, siempre ha sido así, ¿no? —están demasiado cerca, si ella se incorpora seguro q
Elena se queda sorprendida de la aparición tan repentina de su hermano, especialmente porque no le dijo que llegaría a la ciudad y por lo visto, es obvio que sus padres ya lo envenenaron.—¡¿Cómo te atreviste a tocar a mi hermana?! —le grita enfurecido y caminando hacia Noah.—¡Santiago, no…! —intenta decir Elena, pero su hermano sólo le estampa un puñetazo a Noah, mandándolo sobre la mesa de la sala, mientras ella se lleva las manos a la boca para ahogar un grito—. ¡No lo golpees!—¡No lo defiendas! ¡Él se aprovechó de ti, ¿no lo ves?! —Elena se lanza sobre Noah para verle el golpe que le ha roto el labio.—¡¡Nadie se aprovechó de mí!! —le grita ella histérica y furiosa—. ¡Sólo me abrí de piernas, me volví una puta en
Elena, con cierta timidez ingresa a aquella farmacia y le pide al dependiente dos pruebas de embarazo. El hombre con una sonrisa se les entrega y al verla algo indecisa, le dice cuánto es lo que debe pagar por ellas. Con las manos temblorosas, Elena le entrega el dinero y antes de salir de allí se gira nuevamente y le pide tartamudeando un poco.—¿Po-podría prestarme s-su baño, p-por favor?—Sí, claro, pase por aquí —el hombre le indica por donde debe pasar y ella agradece.Una vez que pasa el seguro, mira aquellas cajas y lee atentamente las instrucciones, luego de seguirlas al pie de la letra se lava las manos y espera los minutos que señalan. En ese momento tiene tanto miedo de todo lo que pueda suceder, porque sabe que, si el resultado es positivo, su vida dará un giro totalmente incierto.Cuando el tiempo se cumple, se acerca a ver las pruebas y cae de rodillas en el suelo aterrada, su rostro entre sus manos y comienza a llorar desconsolada. Se abraza el cuerpo y se queda allí un
Para Noah despertarse ese día como siempre, solo en su cama y luego de haber tenido una noche de espectacular desahogo con una de esas mujeres que le encantan; lo hace meterse a la ducha para luego irse a la oficina a ser ese jefe serio e inclemente.Con las mujeres es indiferente.En cambio, en el mundo sólo hay dos personas que le sacan lo mejor y son sus mejores amigos, la única familia que tiene, Santiago y Elena Valencia.Tras atender algunas llamadas a primera hora, Noah se encierra en su oficina para revisar algunos de los proyectos y también para beber de su café. Luego de eso vuelve a gritar a algunas personas porque el trabajo está mal hecho y ordena que lo vuelvan a hacer.Para la hora de almuerzo, Noah se pone de pie y se va al mismo restaurante de todos los días. Mientras espera a que le lleven su comida, se dedica a atender los correos electrónicos que no ha podido revisar en la mañana por tanto trabajo. Tras devorarse una buena porción de comida, camina hacia la oficina
Para Enrique, escuchar el nombre del mejor amigo de sus hijos fue un duro golpe que lo dejó sin aire por algunos segundos, lo suficiente para armar toda una estrategia en su cabeza.—Entra a la casa —es todo lo que el hombre le dijo a Elena y ella, con cierta dificultad, se puso de pie.—Pero Enrique, ¿cómo estás dispuesto a aceptar a esta pvta? —Elena sintió cómo los puñales se iban clavando en su corazón, caminó con la cabeza gacha y cierta dificultad al interior de la casa. Enrique pasó por su lado sin decir nada.Los minutos han pasado, mientras ella se ha quedado al lado de la entrada, sin tener ni una pizca de intenciones de pasar más allá, porque su madre le está bloqueando el paso. Cuando oye la puerta abrirse, Elena ve con horror como en una de sus manos, su padre, lleva un arma.—¿Padre, qué piensas hacer? —le pregunta con el miedo atenazando su cuerpo.—Tú no te metas…—¡No! ¿Qué vas a hacer?—Lo justo y necesario para arreglar este estropicio que has causado tú.El hombre
No nos confundamos.A Noah, ni por asomo se le está saliendo el padre protector de aquel hijo que no es suyo. En su mente sólo hay culpa porque él sentó con demasiada brusquedad a Elena en la silla y piensa que es su responsabilidad el hecho de que ella esté perdiendo a su hijo en ese momento.—Por favor, Chiquita… No me hagas esto —dice él con la voz llena de angustia.Diez minutos después entran paramédicos apresuradamente para atender a Elena y en cuanto él les dice que está embarazada, la suben con mucho cuidado a la camilla y se la llevan de allí.Fuera del edificio, Enrique los alcanza y en cuanto el paramédico se gira para preguntar quién irá con ella, Noah no se demora nada en decir que él la acompañará.—¿Y usted es…? —le pregunta el hombre con una ceja levantada y Noah en ese momento, como no piensa con claridad, responde sin darse cuenta de lo que eso significaría sino hasta unas horas después.—El padre de su hijo… —lo dejan subir y en ese momento Enrique empuña las manos.
Noah siente cómo las manos comienzan a sudarle, el pecho comienza a dolerle demasiado y se pone tan pálido que el doctor le pide a una enfermera rápidamente que se acerque.—Señor Summer… Lamento mucho tener que darle esta noticia, pero… —Noah en ese momento levanta la mirada y lo mira con el rostro furioso.—¿Acaba de decirme, señor Summer?—Sí —responde el médico algo confundido—, usted es el esposo de la señora Summer, que llegó de cuatro meses con una embolia…—¡No! ¡¡Yo estoy aquí por Elena Valencia!! —se pone de pie rápidamente y se pasa la mano por el cabello—. Maldición, ¡¿usted es idiota?! ¿Por qué demonios no preguntó mi nombre antes de darme esa noticia? ¿Tiene idea del miedo que me hizo pasar?—Lo siento, disculpe, pero…—Familiares de la señorita Elena Valencia —dice otro médico tras ellos y Noah mira al médico con ganas de matarlo.—¡¡Ve que no es tan difícil hacer algo como eso!! —le muestra los dientes como si fuera un perro rabioso y se acerca al médico que lo llama—.
Sin embargo, si ella cree que es por seguirle el juego, está muy equivocado. Noah levanta su dedo índice y le advierte.—No te entusiasmes mucho Chiquita. Vas a decirme el nombre del estúpido de Brasil y todo lo que pudo haberte dicho que nos sirva para buscarlo.—Pero Noah… —dice ella con temor de lo que pudiera suceder, desde el rechazo de aquel hombre hasta querer quitarle a su hijo.—Si hay algo de lo que realmente tengo ganas es de encontrármelo cara a cara y reventarle la sonrisa de príncipe azul que me dijiste que tenía. Y después de eso lo pondré frente a tu padre, ¡a ver si él sí se caga en los pantalones cuando lo apunte con el arma!Elena no puede evitar soltar la carcajada y se deja abrazar nuevamente por Noah. Si no fuera mayor, un puto y mal genio con las mujeres, probablemente sería el hombre ideal, porque con ella es un sol.—¿Quieres largarte ya de aquí? —le pregunta con una sonrisa que extingue cualquier pena y ella asiente—. Bien, déjame buscar a un doctor, pero uno