Elena se queda sorprendida de la aparición tan repentina de su hermano, especialmente porque no le dijo que llegaría a la ciudad y por lo visto, es obvio que sus padres ya lo envenenaron.
—¡¿Cómo te atreviste a tocar a mi hermana?! —le grita enfurecido y caminando hacia Noah.
—¡Santiago, no…! —intenta decir Elena, pero su hermano sólo le estampa un puñetazo a Noah, mandándolo sobre la mesa de la sala, mientras ella se lleva las manos a la boca para ahogar un grito—. ¡No lo golpees!
—¡No lo defiendas! ¡Él se aprovechó de ti, ¿no lo ves?! —Elena se lanza sobre Noah para verle el golpe que le ha roto el labio.
—¡¡Nadie se aprovechó de mí!! —le grita ella histérica y furiosa—. ¡Sólo me abrí de piernas, me volví una puta en
Noah mira a Santiago esperando su respuesta, pero este sólo lo mira con una expresión divertida. Se pone de pie para ir por el plato de galletas y luego vuelve a sentarse para ver a Noah unos segundos más, hasta que este no aguanta y le dice.—¿No vas a decirme nada?—Sí, primero déjame endulzarme un poco o las palabras que saldrán de mi boca puede ser peores que el putazo que te di.—Sé que estás molesto, pero…—No estoy molesto, en realidad estoy feliz de que al fin reconozcas lo que sientes por mi hermana… —Noah lo mira sin comprender y Santiago muerde una galleta—. Pero eso no quita que eres un idiota que dejó pasar mucho tiempo para aceptar lo que sientes, ahora ella está embarazada de otro y no sé cómo vas a lidiar con eso.—¿Cómo que “cómo voy a lidiar con eso”? ¡Pues como lo he hecho hasta ahora! Haciéndome cargo de ella, cuidándola, dándole todas las atenciones que necesita, comprarle una casa para que se vaya los fines de semana a descansar y arrodillarme frente a ella para
Aquella noche, Elena al fin puede descansar como Dios manda, saber que su hermano ya conoce toda la verdad de lo que había ocurrido en su vida y de cómo había quedado embarazada, le da una tranquilidad mucho mayor.Por eso, cuando se despierta feliz y sale de la cama con el ánimo de hacer algo divertido aquel día, lo último que espera al abrir la cortina es mirar abajo y encontrarse que frente al edificio está estacionado el auto de Noah.—Y me dicen terca a mí…Elena coge su bata y se coloca las pantuflas, para luego dejar el departamento y bajar a enfrentar a ese hombre. Al acercarse al auto, llama a la ventana y el vidrio tintado se baja lentamente en donde ve el rostro completamente somnoliento de Noah.—Buenos días, Chiquita.—¿Noah, que se supone que estás haciendo aquí?—No te vi muy bien anoche y decidí quedarme aquí por si te sucedía algo y necesitabas mi ayuda.—Estás loco, ¿lo sabías? —Elena niega con la cabeza y le abre la puerta del auto—. Ven, te invito un café y luego t
Después de haber pasado casi todo un día con ella, Noah decide darle espacio a Elena para no abrumarla, porque lo último que desea es que ella se sienta acosada por él. Quiere demostrarle interés, pero no demasiado para que no lo vea como un acosador.Y ya que ni Santiago ni Noah la llaman por teléfono, Elena decide salir a caminar, esta vez con la intención de entrar a alguna tienda y comprarle algo a su bebé. Desistió de hacerlo el día anterior porque quiere hacerlo sola y sabe que, si lo hubiese hecho con su hermano, este no hubiese dudado en comprarle media tienda.Pero, sobre todo, sólo cosas para niña.Al entrar a una tienda departamental comienza a recorrer distintos lugares y llega a una tienda que se especializa en bebés y maternidad. Al entrar se queda maravillada con todas las cosas que hay, no sólo para su pequeño, sino también para ella.Una mujer bastante amable, se acerca a ella y le pregunta si necesita algo. Elena, con cierta timidez, le dice que es madre primeriza y
Luego de aquel encuentro con el amigo de Henry, Elena no puede salir a la calle sin mirar por encima del hombro, como si fuera una fugitiva de la justicia. Al llegar a la universidad se encuentra con la sorpresa de que uno de los salones en donde tendrá clases tiene problemas eléctricos y se ha cancelado.Bosteza porque se despertó temprano para estar en la clase y por la noche no durmió bien pensando en que un día el amigo de Henry o este mismo puede presentarse delante de ella pidiendo más explicaciones acerca de su embarazo.Un mensaje de Noah le llega, diciéndole que la espera en la oficina luego de que salga de clases y que por supuesto un chofer la estará esperando para el traslado. Con un suspiro se dirige a la cafetería, en donde se sienta sola en un rincón con un chocolate con malvaviscos.Se pierde mirando a la nada haciendo la hora para la siguiente hora, cuando de pro
«Cerca de las tres de la mañana Elena se despierta con un dolor en el vientre que la incomoda, por lo que decide desbloquear su teléfono y dejar el número de Noah a mano, sólo por si acaso.Se levanta con cuidado, va a la cocina para beber agua y cuando regresa siente un mareo ligero, náuseas y un líquido caliente entre las piernas, cuando mira su pijama se apresura a llamar a Noah.En su departamento, Noah está despatarrado en la cama, con un libro cerca de la cara y el teléfono en silencio, por lo que las llamadas de Elena no las oye.—No… por favor… —llora angustiada, toma su bolso con su identificación y camina a la puerta, la que deja abierta para que el equipo de emergencia entre. Respira profundo y llama para pedir ayuda.Le piden que espere tranquila, una ambulancia va de camino a buscarla y ella sólo coloca sus manos en su vientre.<
Cuando por fin Noah logra sacar a Elena del hospital siente el mayor alivio que ha sentido en las últimas semanas porque sabe que se irá con él. La acomoda en el auto como si fuera una pieza delicada de porcelana legendaria y conduce con mucha precaución.Al llegar a su departamento, la saca entre sus brazos y la lleva así todo el trayecto, cuando llegan a la puerta ella es quien abre y se va directo al cuarto.—¿Quieres darte una ducha? —le pregunta él arrodillándose frente a ella para quitarle los zapatos.—Sí, por favor.—¿Necesitas que te ayude con eso? —ante el silencio de Elena, levanta la mirada y se la encuentra de brazos cruzados y mirándolo con esa carita de asesina de moscas—. Oye, es una pregunta seria, ¿acaso crees que me aprovecharé de esto para algo más?—No lo sé, tú
Despertar con Elena no es algo nuevo, pero la manera en la que los dos están enredados le deja en el pecho a Noah la sensación de haber encontrado eso que jamás pensó que estaba buscando y sólo sonríe mientras ella duerme segura en su pecho.Su teléfono suena y se remueve con cuidado, sin soltarla, para tomarlo y responder cuando ve que es Santiago.“Buenos días, idiota con suerte, ¿cómo está mi hermana?—Dormida a mi lado…“¡No me digas que…!—¡Shhh! No grites, que está dormida a mi lado, sigue delicada y quiero que duerma todo lo posible… —sale de la cama con cuidado y camina a la ventana, pero no sube el volumen de su voz—, y no, no pasó eso que crees porque el doctor dijo que nada de nada en al menos dos semanas y puede pasar sólo si un médico decide que están fuera de riesgo.“Más te vale, porque lo último que quiero es que juegues con ella.—No soy tan idiota. La quiero para bien, lo que siento por ella es intenso y de verdad. Tú me conoces, sabes que nunca me vi sentando cabeza
Noah se deja caer de la cama con rapidez, como cada mañana porque eso de que se alivian las ganas con unas caricias por aquí y por allá en realidad no le está sirviendo de nada. Y no tiene nada que ver con que en el pasado fuera muy promiscuo, sino más bien con que tener a Elena cada día a su lado y no poder hacerle cosas innombrables lo tiene al borde de treparse por las paredes, pero las exteriores.Ella sigue dormida cuando sale de la ducha fría que acaba de darse y para cuando está terminando con la corbata, los ojos de su mujer se abren felices al ver la visión tan magnífica que el espejo le entrega. Esa cara de jefe malo le excita más y no duda en ir a pararse tras su cuerpo y pasar sus manos por donde no debería.—Amor mío, no me hagas eso, ¡te lo suplico! El agua está muy fría y no quiero enfermarme, o tendré que irme a un hotel a pasar la gripe.—Lo siento, pero la culpa es tuya —Noah se gira para verla y le ve esa sonrisa pícara a la condenada.—¿Y yo que hice ahora?—Verte