Capítulo 28

No había nadie en la habitación junto a mí. Noté una intravenosa en mi mano, al igual que una vía de oxígeno en mi rostro y aquel extraño aparato que suele marcar el ritmo cardíaco. ¿Por qué tenía puestas todas esas cosas? Noté mi garganta seca y me fijé bien alrededor. Esta habitación no era normal; estaba herméticamente cerrada, sin asientos para acompañantes.

No era broma y lo confirmé ante toda la maquinaria médica allí dentro. Estaba en una sala de cuidados intensivos. Eso quiere decir que estuve grave, pero, ¿cuánto tiempo había estado inconsciente?

—Al fin despiertas. —Di un brinco al escuchar su voz y verlo de pronto de pie junto a la cama.

—¿Quieres matarme de un infarto? —dije, tocando mi pecho y notando la frecuencia de aquel aparato que mide mis latidos subir.

—Camille —gruñó, pasándose las manos por el cabello algo exasperado—, ¿tienes idea de lo preocupado que estaba?

—¿Tú preocupado? Eso suena bien para mí.

—No es momento para bromas; estuviste muerta por medio
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