Capítulo 26

Caminé a paso apresurado hasta ponerme en medio de ambos. Mi enojo no debe pasar desapercibido, pues realmente se estaban comportando como dos adolescentes de preparatoria y no como lo que son.

—¡Detengan ya esta tontería! —me crucé de brazos—. Idiotas inmaduros, ¿no se supone que son amigos?

—No te entrometas en esto, Camille —gruñó Rei.

—¡Lo haré! —lo miré retadora—. No pienso callarme y ver cómo dos demonios inmaduros de miles de años destruyen todo alrededor por un berrinche.

—Camille —dijo con tono de advertencia.

—Nada de Camille, tú te vas conmigo porque tienes mucho que esclarecer y nada de excusas —lo apunté con el dedo—. Y tú —me volteé al otro—, puedes irte y gracias por ser lo suficientemente hombre para contarme la verdad.

—Cuando quieras, hermanita —me guiñó un ojo y desapareció.

—Sabía que no podía dejarte sola ni un segundo —dijo a medida que avanzaba en mi dirección y desaparecía aquella oscuridad de su alrededor, dejando ver su figura nuevamente.

—Atent
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