34.
—Tampoco tú lo eres… Si todo esto que estás diciendo solo es para vigilarme y que no me quede con la joya, descuida, no es el plan.

Morgan sonríe y acerca su mano hacia la mejilla de Cirice para acariciarla tiernamente, pero de pronto ella reacciona y le lanza una bofetada que nunca llega, con la misma mano que mantenía en su mejilla, la toma por la muñeca, deteniéndola.

—Tenemos un trato, confío en ti, Cirice… más de lo que crees.

Morgan de nuevo se acerca lentamente, sus labios se muestran tímidos mientras ladea la cabeza sutilmente para acercarse aún más y poder posar su boca sobre la de la sirena, esta vez el beso no la toma por sorpresa, al contrario, lo esperaba con ansias desde que la mirada del pirata bajó hacia sus labios y con la luz de la luna llena que entra por la ventana su beso se vuelve eterno, suave, lleno de matices, sus labios se mueven en la misma sintonía, como si se conocieran desde siempre y anhelaran el volver a estar juntos. La mano libre de Cirice hormiguea
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