36.
—No me era tan fácil poder comunicarme. Creí que me esperarías, creí que tu amor por mí sería más fuerte y que no te dejarías envenenar por las palabras de tu padre ni sus pretensiones —dijo el pirata con el corazón roto.

—Vete de una vez Morgan, ya no tienes nada aquí. —El señor Sayer preocupado por su hija intentó acercarse, tal vez ponerse de por medio entre los dos, como forma de protegerla, pero antes de poder dar el primer paso, Morgan sacó una de sus espadas y la punta la recargó en la garganta del hombre frenando sus intenciones.

—¡Morgan! —Por fin, después un periodo muy largo de tiempo, Caroline volvía a pronunciar el nombre de quien alguna vez amó, pero esta vez lo hacía con terror.

—Todo lo hice por ti, por nosotros, para estar mejor, pero ya veo que te olvidaste de mí muy rápido —dice con el corazón herido y el dolor viajando por sus venas. —Yo te respeté y mantuve tu imagen como mi único estandarte, sin traicionarte y haciendo todo por ti y para ti, y regreso aquí y m
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