43.

—¿Quién? ¿Quién era él? ¿Quién quiso dañarlos y después se arrepintió? —Olvidando el miedo que le tiene, aprovechando ese momento de vulnerabilidad de la hechicera, la sirena decide acercarse, presionar un poco más de forma gentil esperando obtener algo más, pero Gumbora despierta de su ensoñación y lo primero que ve son esos ojos turquesa, esos ojos que la cautivaron y la hundieron en la inmundicia. Toma por el cuello a la sirena y la arroja sobre la cama con fuerza, esta empieza a toser por sentir como su tráquea colapsaba.

—Eso es algo que no te importa sirena, haz tu trabajo y no preguntes, no estás para hacerlo, ¿entendido? —De nuevo, la Gumbora de siempre está al mando de su cabeza. Después de esa amenaza dejó el agua de mar sobre uno de los muebles—. Le diré a Köpek que te traiga agua de mar seguido para que no colapses antes de lograr tu cometido, recuerda no quiero errores. No robarás esa joya, él te la regalará… Después pídele un viaje en barco, yo me encargaré de todo…—con
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