46.

Sin esperar a que la sirena pueda decir algo más la toma de la mano y camina de regreso, atraviesa la bodega dejando todas las joyas detrás, subiendo las escaleras de caracol y regresando apresuradamente hacia el comedor. Cuando vuelven a entrar todos los invitados voltean con curiosidad viendo la euforia del príncipe, la sonrisa tan amplia que derrocha felicidad y mientras Cirice parece incomodarse cada vez más.

El príncipe gira hacia ella y pone una rodilla en tierra dispuesto a hacer la propuesta ante todos los ojos espectadores sabiendo que ella no lo rechazará, le ha dado su palabra, su corazón por el corazón del mar y él confía ciegamente, así que sin pensarlo saca de la bolsa de su saco un delicado anillo con diamantes incrustados y toma la mano de Cirice, esta quiere retroceder, siente miedo, incomodidad, pero un trato es un trato.

—Ariel… ¿Quieres ser mi esposa? ¿Mi reina?

El aire se escapa de la boca de la sirena y por un microsegundo voltea hacia Morgan como si esperara
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