''Buenos días, mis muy queridísimos lectores. Hoy quiero darles las gracias por haber puesto a mi última y más reciente novela como número uno en toda Francia. Es un honor para mí hacer historias con las que las personas se sientan identificadas. Ya mismo estoy pensando en mi próximo libro, tengo un título y estará ambientada en la capital de mi país: parís. ¿Qué por qué voy a escribir una historia que se desarrollará justo en la ciudad del amor, si mis temas predilectos son sobre el desamor y sus trágicos finales? Pues, me he propuesto demostrar que, detrás de todo el teatro del romance, se encuentra una cruda realidad que las personas no quieren aceptar o se niegan a verlo. Y eso es porque… El amor es un mito''.
Leer másBastián Leroy:Ha estado muy callada desde que salimos de su edificio. Yo no puedo parar de sonreír. Caminamos un poco hasta llegar a mi auto y nos subimos en él.Sé que lo que hice estuvo mal. Si alguien llegara a revisar mis cosas de la manera en la que yo lo hice con los escritos de ella, probablemente me enojaría mucho. Más todavía teniendo en cuenta que yo tenía un secreto que seguir guardando. No quería que todo reventara de un momento a otro, pues, amaba mi vida tal cual como estaba: sin toda esa atención puesta en mí.Sé lo que conlleva ser el famoso escritor anónimo. El solo hecho de que se llame así, hace que a muchos les cause curiosidad y quieran averiguar quién es a como dé lugar. Lo único de lo que están seguros es que soy hombre, cosa acertada, y nada más. Por ahora.Mientras vamos de camino le hago algunas preguntas sobre Disten que me responde muy por las ramas. Está un poco cerrada y sé que es mi culpa, así que decido ser sincero:—Lo siento. Sé lo desagradable que es
Annette Martin:Dejo las manos sobre las teclas de la computadora. Pienso una y otra vez en qué colocar… Llevo nueve capítulos de treinta, y aunque tengo la idea, no sé bien como proseguir.Normalmente mi método de escritura no es este. Yo suelo hacer un bosquejo de la historia que quiero, escribiéndola en un cuaderno, luego, paso la idea a Word, y expando la historia, creo los personajes, el mundo, la trama, etc… por último comienzo con la idea de lo que quiero que vaya en cada capítulo, así tengo una idea de cuantos serían, y así podría comenzar a escribir bien cada capítulo teniendo ya la certeza de lo que va en cada uno de ellos.Así tengo completa la historia de principio a fin, y luego no se me olvidan cosas anteriormente quería agregar. Con esta historia ha ocurrido totalmente diferente.Hace aproximadamente dos meses, cuando el último libro que escribí salió a la luz, me dije que me tomaría un descanso, pero, en definitiva, eso no es algo que mi pequeño cerebro acepte, o, en to
Bastián Leroy: —Así que lograste caerle bien a mi padre y sin siquiera intentarlo —le digo, a modo de broma, mientras vamos caminando uno al lado del otro, con nuestros hombros casi rozándose, y una sonrisa muy pequeña, pero perceptible, en nuestros labios. No podemos dejar de sonreír. A mí no me molesta, en lo absoluto; pero, se nota que ella no está acostumbrada o está incómoda con el hecho de que no pueda dejar de hacerlo. No puede controlar sus reacciones. —Y tu lograste hacer que mi gato te amara, cosa que no pasa con nadie —me dice, intentando seguirme la conversación y tener algo con lo que distraernos mientras acaba el camino hacia su casa. Apenas llevamos dos cuadras, y son diez, según lo que dijo. Miro a Disten aun echado sobre mi hombro. Ella ni siquiera lo tiene sujeta a su correa, puesto que el gato sigue aferrado a mí. No puedo parar de acariciar su pelaje y él de ronronear. —Esto me hace sentir especial —admito. —Supongo que lo eres. Incluso con tu pequeña fami
Annette Martin:—Dites-moi, mademoiselle… —Brando se sienta frente a mí, en el otro extremo de la mesa y me mira con fijeza. Sonrío ante su acento francés.Yo en realidad soy española. Mi familia está allá, yo vine por cuestiones laborales y me gustó tanto de la ciudad que terminé quedándome. Anteriormente vivía en otra ciudad de acá, en Toulouse. Me gustaba que era más pequeña y menos poblada, pero París es París. No sabía que aspiraba tanto a vivir aquí hasta que estuve en ciertos lugares muy reconocidos de manera mundial y le dieron la razón a mis pensamientos sobre querer quedarme aquí.Y, aunque sea de no creer, todavía no he visitado la torre Eiffel. Aunque, sinceramente, tampoco es que sea algo que muera por hacer. No me parece súper importante. Menos todavía con el hecho de que sea uno de los más grandes símbolos de romance que existen. Por algún motivo, lo es.—¿Qué desea saber, señor Brandon? —Le pregunto lo más cordial posible.—Comencemos por ti. ¿Estudias?—Sí. Actualment
Bastián Leroy: —Juro que todas sus pizzas son deliciosas. No hay una sola que no haya probado todavía —dice Jane, una cliente que viene solamente los fines de semana en la mañana. Según las especulaciones de mi señor padre, esta chica viene exclusivamente por mí. Aunque yo mejor no opino ni me hago ideas. Ella es muy buena y es linda, suele hablar mucho y me distrae con sus ocurrencias, pero cuando pienso en hacer lo que Brandon me dice, me paralizo. No puedo invitarla a salir, no es algo que me nace. Entonces, le entrego la caja con su pedido dentro y ella me entrega su tarjeta de débito para pagarme el pedido. Sonriente, la tomo y cuando voy a centrarme en pasarla, veo detrás de ella como alguien se detuvo y ahora me mira fijamente. Pero qué…. Esperen… Mi sonrisa es inmediata. —¿Annette? —En cuanto digo su nombre, presencio como su mascota levanta sus orejas y voltea a mirarme, y entonces, corre hacia mí, soltándose del agarre de su dueña y se postra sobre la caja registradora
Annette Martin:—¿Cómo se siente el rey del departamento? —Le pregunto a mi perezoso gato. Se ve mucho mejor y ya no está como estaba últimamente. A diferencia de otros gatos que he conocido y son muy cariñosos con sus dueños, el mío es todo lo contrario.Disten, cuando está enfermo es que busca de mis mimos o caricias, pero si se encuentra bien, —que es como normalmente anda casi siempre, gracias Dios —, me ignora. Es un gato muy independiente, regordete y vago. Sobretodo vago.Maúlla y me mira con su característica cara de gato gruñón. Yo río y acaricio su pelaje. Se levanta del mueble y se va hacia su pequeña casa de dos plantas. No me soporta. A veces pienso que no me quiere tanto como yo a él.Admito que muchas veces soy un poco… insoportable. Más que nada cuando tengo problemas o estoy triste. Creo que es porque, como vivo sola, y no tengo a nadie más con quien hablar, me acerco a su casita y le hablo por horas y horas, es a quien le cuento, también, mis planes con mis historias
Bastián Leroy:—Tu hermano me contó de todo el drama que hubo en un seminario al que fueron —menciona mi padre, quien viene cargando unas bolsas enormes de harina.Niego con mi cabeza y me acerco hacia él.—No me sorprende que te haya ido con el chisme, me sorprende que se tardara.—En realidad, me lo contó anoche mismo, por un audio. Aún no me acostumbro a esas nuevas cosas en los celulares. Yo ya le estaba respondiendo como si estuviésemos en una llamada telefónica y luego me acordé que era un audio. Tenía que grabar mi voz. Qué cosa tan espeluznante.—Iba a suplicarle que pasara más tiempo contigo, pero voy que no hace falta.—Es joven, hijo. Es completamente normal que quiera salir y divertirse con sus amigos. Me parece perfecto que haga eso, siempre y cuando no deje de lado sus estudios. Ya se lo dije.—Yo no era tan… así. —Ni siquiera sé cómo llamar a ese tipo de personas.—Eso es cierto, ustedes han sido muy distintos en todos los aspectos. Sin embargo, y aunque tú creas que él
Annette Martin:—¿Quién se supone que eres tú? —Pregunto, colérica. No me esperaba esto. Se supone que todos mis seguidores o al menos quienes me conocen saben perfectamente que odio todo lo relacionado con la palabra ‘’amor’’, y que si alguna vez la he mencionado es para hablar mal de ella o del hecho de que no existe. ¡Porque no existe!—Bastián Leroy —se atreve a responder y con su mano le resta importancia a lo siguiente que dice: —un simple pizzero.Me gustan las pizzas, pero a él ya lo odio.—Pues, Bastián. Me parece perfecto que tú pienses que el amor existe. Respeto tu equivocada opinión, pero no quieras venir a hacerme cambiar de opinión, porque la mía es algo en lo que creo firmemente desde hace mucho tiempo.—¿Mi equivocada opinión? ¿Cómo puede una autora hablar de tal manera? —Frunce el ceño y la verdad me gustaría acercarme a él, verlo más de cerca e intimidarlo. Suelo hacer eso con las personas, mi carácter les hace sentirse de tal manera.—Solo estoy siendo una persona.
Bastián Leroy:—Qué vergüenza llegar tarde a mi propia firma de libros. Espero no haber tardado mucho —la joven toca el brazo derecho del mueble donde pretende sentarse, pero toca mal y casi se va de lado. El público ríe. Ella niega con su cabeza mientras le asegura al vigilante, que se acercaba a ayudarla, que está bien.—No tardaste mucho, solo fueron pocos minutos…—Qué bueno —suspira aliviada.—Unos largos cuarenta minutos…—Oh. —Acomoda su vestido y aprieta sus labios con fuerza, haciendo reír al público con más intensidad —. De verdad lo siento, mi gato estaba enfermo y…—De seguro no tiene un gato, esa es la excusa que siempre usan para que se compadezcan de ella —le susurro a mi hermano, sin dejar de mirar a la autora.—De hecho, sí tiene uno. —Me muestra el libro que compró antes de que entráramos y me muestra la foto que tiene la autora allí: ella besando a un gato que estira sus patas sobre su pecho.—Annette Martin… —saboreo su nombre entre mis labios. Sale con mucha facili