Annette Martin:
—¿Quién se supone que eres tú? —Pregunto, colérica. No me esperaba esto. Se supone que todos mis seguidores o al menos quienes me conocen saben perfectamente que odio todo lo relacionado con la palabra ‘’amor’’, y que si alguna vez la he mencionado es para hablar mal de ella o del hecho de que no existe. ¡Porque no existe!
—Bastián Leroy —se atreve a responder y con su mano le resta importancia a lo siguiente que dice: —un simple pizzero.
Me gustan las pizzas, pero a él ya lo odio.
—Pues, Bastián. Me parece perfecto que tú pienses que el amor existe. Respeto tu equivocada opinión, pero no quieras venir a hacerme cambiar de opinión, porque la mía es algo en lo que creo firmemente desde hace mucho tiempo.
—¿Mi equivocada opinión? ¿Cómo puede una autora hablar de tal manera? —Frunce el ceño y la verdad me gustaría acercarme a él, verlo más de cerca e intimidarlo. Suelo hacer eso con las personas, mi carácter les hace sentirse de tal manera.
—Solo estoy siendo una persona. No me pueden culpar por ser una persona. —Protesto, cruzando mis piernas y acomodándome en el mueble, preparándome para los ataques voy tanto a recibir como a dar, lo presiento.
—Señorita Martin, no puede usted asegurar que el amor no existe, justamente porque no lo ha vivido. Tendría que experimentarlo para que crea en él.
—Señorito Leroy, puedo asegurar que el amor no existe, justamente porque no lo he vivido. Y no me interesa experimentarlo para creer en él. Una cosa es creer en una cosa y otra que de verdad exista. El amor es una palabra que no se puede tocar, comprobar, palpar. Es algo inventado por la sociedad mediocre que solo busca satisfacer sus necesidades tanto carnales como afectivas. Simplemente eso.
Mi respuesta hace que el público aplauda, él sin embargo ríe. Frunzo el ceño cuando veo que comienza a caminar hacia mí. Todas las personas se callan de repente y estiro mi mano hacia los vigilantes que pretendían detenerlo, para que lo dejen seguir caminando y acercarse, y oh-mi-dios. Puede que no crea en el amor, pero reconozco a la perfección a un nerd en cuerpo de hombre caliente y este hombre sin duda alguna lo es.
—Mucho gusto —sus grandes ojos marrones con destellos grises me hacen contener la respiración por cinco segundos. Sí, los cuento. Entonces, tomo su mano a modo de saludo y enarco una ceja cuando veo que la presentadora le entrega el asiento a mi lado, que antes era su asiento.
—Mucho gusto. —Respondo. Tratando de mantenerme profesional y no saltar a su yugular.
—Solo quería agregarle unas cosas luego del punto y aparte que hubo.
—No fue un punto y aparte, señor Leroy, fue un punto y final.
—Aun así, quisiera agregar algo más —le resta importancia a lo que digo.
—Esto se pondrá interesante.
Él, en cambio, se voltea a mirar al público, porque no quiere que sus palabras me queden grabadas solo a mí, sino también a todos los presentes.
—Cuando se habla del amor, no se busca entenderlo, no se busca que sea perfecto, no tiene que tener miles de bases, pautas o reglas que seguir. Hay algo con lo que estuve de acuerdo con usted y es que una relación se basa en el respeto, la comunicación y la protección, pero el que haya problemas en esa relación no la hace ser dañina, incompleta o con falta de sentimientos. Señorita Martin, una relación se trata de sentirte bien y pleno al estar con otra persona, ella no tiene que ser perfecta y tú tampoco, solo deben amarse y respetar los distintos gustos que tengan; y es justo allí que lo imperfecto se vuelve perfecto, porque el punto de ello es que se vengan miles de obstáculos y que los puedan superar juntos. Si no hay unión y confianza, no hay nada. Y existe, sé que sí. Yo solo he tenido una pareja sentimental, y no duramos muchos, mis padres se separaron cuando yo nací, jugaron con los sentimientos de mi hermano y lo volvieron un idiota, pero hasta él es consciente de que existe. Lo he visto con mis propios ojos, lo he vivido no en carne propia, pero si observando a otros.
>>Y algo en lo que sí difiero con usted: básicamente dijiste o diste a entender que dos personas no pueden amarse si se separan, si no llegan juntos hasta el final, pero puedo asegurarte que hay personas que pueden estar separadas y aun así estarse amando con más intensidad que una que está junta. Todos somos víctimas de esa palabra, tarde o temprano llega nuestra hora, pero también es cierto que, puede que llegue y dejemos pasar la oportunidad de que entre por distintas razones, una de esas puede ser que estés cerrada a él y no le des la oportunidad de asentarse en tu corazón —para cuando dice esto último nos estamos mirando fijamente.
—Vaya ¡Esta actuación que han armado para el evento les quedó increíble! —Exclama una fan y se levanta aplaudiendo.
Volteo al escuchar lo que dice y frunzo el ceño cuando miro como todos se levanta y una ola de aplausos se alza en la sala.
—No, pero, es que no es así… —Hago un ademán de levantarme para aclarar que esto no es una actuación y que jamás he visto a este hombre en mi vida, pero me quedo quieta cuando coloca una mano sobre la mía. Volteo a verlo y se encuentra sonriendo.
—Es mejor que piensen que ha sido eso y no que de verdad estábamos discutiendo ante un evento como este —me dice por lo bajo y muy a mi pesar, asiento.
—Bueno… —la presentadora se coloca delante de nosotros y lleva un micrófono a sus labios, hablándole al público —. Ahora vamos a hacer una fila y esperar detrás de aquel escritorio donde se sentará la escritora en unos cinco minutos aproximadamente para firmar los libros que han traído.
Veo como Bastián se levanta y camina hacia el público, se coloca al lado del chico que me había preguntado unas cosas antes que él y se pone a hablar con algunas chicas que se le acercan para consultarle algunas cosas. Yo suspiro y me levanto del pequeño mueble en el que me encontraba dando la charla.
—Bueno, todo fue inesperado.
—Demasiado, diría yo. Sin embargo, estuvo muy entretenido. Todo ha quedado grabado —me dice la presentadora.
—Voy a quedar como una estúpida si eso sale a la luz y él no obtuvo una respuesta mía refutando toda la ridiculez que dijo.
—Pero este tipo de debate sirve para la venta de tus libros.
Como si me importaran las ventas de mis libros. No es de lo único que vivo.
—Iré a firmar los libros —es todo lo que respondo.
Tomo un poco de agua de la que hay sobre el escritorio donde me siento y me acomodo bien en el asiento antes de comenzar con la firma. Aunque me canso rápido, la verdad es que me gusta esto. Me gusta conocer a personas que adoran o se sienten identificadas con lo que escribo. Pienso en cosas o frases muy bonitas para ponerles, coloco mi firma y me tomo fotos con quienes lo piden… hasta que llega el mocoso del hermano de quien tuvo todo ese teatro conmigo hace unos minutos y me pide que le ponga que lo amo con todo mi corazón. Con una sonrisa forzada y muchas ganas de mandarlo a la m****a decido escribir eso que desea, aunque yo, obviamente, no lo amo ni una pisca. Ni siquiera lo conozco y nunca más lo volveré a ver.
—Quisiera esperar a que acabaras para que sigamos con nuestra conversación de si el amor existe o no, pero ya debemos irnos puesto que mi pequeño hermano tiene clases mañana.
—No soy pequeño —se molesta.
Solo es un mocoso sin cerebro.
—No tengo la más mínima intención de volver a conversar contigo —admito, sonriéndole de manera cortante.
—Oh, tienes miedo de que te haga ver que el amor existe.
—No. Solo no quiero verte llorar cuando te des cuenta de que el amor es un mito.
—Bueno, es bueno que no nos conozcamos o nos vayamos a volver a ver porque no podríamos llevarnos bien debido a lo diferente que somos…
—Los opuestos se atraen, dicen… —se mete el mocoso en medio y tanto su hermano como yo lo miramos con cara de pocos amigos.
—Oigan, ¿les falta mucho? —pregunta la persona que sigue.
—Disfruten el libro. —Es todo lo que le digo a esos dos seres insoportables antes de voltearme y sonreírle a la chica que le toca darme su libro para firmarlo.
Termino súper agotada dos horas después. Me despido de todos y me voy directo a mi departamento. En cuanto llego, lo primero que hago es ir ver a mi adorado Disten; todavía se encuentra cabizbajo y un poco enfermo. Lo sé cuándo maúlla con pocas ganas y a duras penas mueve su colita. Le doy el jarabe que le ha mandado su veterinario y lo alimento con tu comida pisada y mojada para que no haga tanta fuerza.
Todo lo que quería era llegar a casa para estar pendiente de Disten y poder comer yo. Tengo mucha hambre. Podré ser flaca, pero me alimento como un camionero. Voy directo hacia la cocina y mientras me preparo un sándwich del tamaño de un Subway me pongo a pensar en todo lo que tengo que hacer: limpiar el departamento, ordenar mis notas, seguir con mi tesis, escribir otro capítulo…
Por hoy estoy fuera de base. No puedo. No estoy para nadie.
Entonces mi celular vibra y lo busco en el bolsillo trasero de mi pantalón. Miro varias notificaciones en I*******m, personas que fueron al evento y me han etiquetado en sus fotos. Algunas son de las firmas que dejé en sus libros, otras de las que se tomaron conmigo, y así, y también veo que tengo una solicitud de amistad de Bastián Leroy.
Rápidamente tomo el celular con mis dos manos y dejo de preparar el sándwich. Reviso su perfil, pero no puedo ver nada porque está privado y tengo que seguirlo de vuelta para poder revisar. Pongo el celular en el mesón y niego con mi cabeza.
¡Que ni crea que lo seguiré!
Continúo preparando mi sándwich y le doy un mordisco, caminando hacia la sala, con la intención de irme a ver un poco de tele y consentir a Disten, pero la curiosidad puede más y me hace detenerme en el marco de la puerta. Volteo a mirar mi celular y le doy una mirada decepcionada.
Te odio, celular. Eres un aparato inútil que solo sirve para complicar mi vida.
Camino hacia él y lo tomo, y sin pensármelo dos veces, le regreso el follow al señorito: viva el romance, el amor y todo lo lindo de la vida. Así es como se percibe.
Bastián Leroy:—Tu hermano me contó de todo el drama que hubo en un seminario al que fueron —menciona mi padre, quien viene cargando unas bolsas enormes de harina.Niego con mi cabeza y me acerco hacia él.—No me sorprende que te haya ido con el chisme, me sorprende que se tardara.—En realidad, me lo contó anoche mismo, por un audio. Aún no me acostumbro a esas nuevas cosas en los celulares. Yo ya le estaba respondiendo como si estuviésemos en una llamada telefónica y luego me acordé que era un audio. Tenía que grabar mi voz. Qué cosa tan espeluznante.—Iba a suplicarle que pasara más tiempo contigo, pero voy que no hace falta.—Es joven, hijo. Es completamente normal que quiera salir y divertirse con sus amigos. Me parece perfecto que haga eso, siempre y cuando no deje de lado sus estudios. Ya se lo dije.—Yo no era tan… así. —Ni siquiera sé cómo llamar a ese tipo de personas.—Eso es cierto, ustedes han sido muy distintos en todos los aspectos. Sin embargo, y aunque tú creas que él
Annette Martin:—¿Cómo se siente el rey del departamento? —Le pregunto a mi perezoso gato. Se ve mucho mejor y ya no está como estaba últimamente. A diferencia de otros gatos que he conocido y son muy cariñosos con sus dueños, el mío es todo lo contrario.Disten, cuando está enfermo es que busca de mis mimos o caricias, pero si se encuentra bien, —que es como normalmente anda casi siempre, gracias Dios —, me ignora. Es un gato muy independiente, regordete y vago. Sobretodo vago.Maúlla y me mira con su característica cara de gato gruñón. Yo río y acaricio su pelaje. Se levanta del mueble y se va hacia su pequeña casa de dos plantas. No me soporta. A veces pienso que no me quiere tanto como yo a él.Admito que muchas veces soy un poco… insoportable. Más que nada cuando tengo problemas o estoy triste. Creo que es porque, como vivo sola, y no tengo a nadie más con quien hablar, me acerco a su casita y le hablo por horas y horas, es a quien le cuento, también, mis planes con mis historias
Bastián Leroy: —Juro que todas sus pizzas son deliciosas. No hay una sola que no haya probado todavía —dice Jane, una cliente que viene solamente los fines de semana en la mañana. Según las especulaciones de mi señor padre, esta chica viene exclusivamente por mí. Aunque yo mejor no opino ni me hago ideas. Ella es muy buena y es linda, suele hablar mucho y me distrae con sus ocurrencias, pero cuando pienso en hacer lo que Brandon me dice, me paralizo. No puedo invitarla a salir, no es algo que me nace. Entonces, le entrego la caja con su pedido dentro y ella me entrega su tarjeta de débito para pagarme el pedido. Sonriente, la tomo y cuando voy a centrarme en pasarla, veo detrás de ella como alguien se detuvo y ahora me mira fijamente. Pero qué…. Esperen… Mi sonrisa es inmediata. —¿Annette? —En cuanto digo su nombre, presencio como su mascota levanta sus orejas y voltea a mirarme, y entonces, corre hacia mí, soltándose del agarre de su dueña y se postra sobre la caja registradora
Annette Martin:—Dites-moi, mademoiselle… —Brando se sienta frente a mí, en el otro extremo de la mesa y me mira con fijeza. Sonrío ante su acento francés.Yo en realidad soy española. Mi familia está allá, yo vine por cuestiones laborales y me gustó tanto de la ciudad que terminé quedándome. Anteriormente vivía en otra ciudad de acá, en Toulouse. Me gustaba que era más pequeña y menos poblada, pero París es París. No sabía que aspiraba tanto a vivir aquí hasta que estuve en ciertos lugares muy reconocidos de manera mundial y le dieron la razón a mis pensamientos sobre querer quedarme aquí.Y, aunque sea de no creer, todavía no he visitado la torre Eiffel. Aunque, sinceramente, tampoco es que sea algo que muera por hacer. No me parece súper importante. Menos todavía con el hecho de que sea uno de los más grandes símbolos de romance que existen. Por algún motivo, lo es.—¿Qué desea saber, señor Brandon? —Le pregunto lo más cordial posible.—Comencemos por ti. ¿Estudias?—Sí. Actualment
Bastián Leroy: —Así que lograste caerle bien a mi padre y sin siquiera intentarlo —le digo, a modo de broma, mientras vamos caminando uno al lado del otro, con nuestros hombros casi rozándose, y una sonrisa muy pequeña, pero perceptible, en nuestros labios. No podemos dejar de sonreír. A mí no me molesta, en lo absoluto; pero, se nota que ella no está acostumbrada o está incómoda con el hecho de que no pueda dejar de hacerlo. No puede controlar sus reacciones. —Y tu lograste hacer que mi gato te amara, cosa que no pasa con nadie —me dice, intentando seguirme la conversación y tener algo con lo que distraernos mientras acaba el camino hacia su casa. Apenas llevamos dos cuadras, y son diez, según lo que dijo. Miro a Disten aun echado sobre mi hombro. Ella ni siquiera lo tiene sujeta a su correa, puesto que el gato sigue aferrado a mí. No puedo parar de acariciar su pelaje y él de ronronear. —Esto me hace sentir especial —admito. —Supongo que lo eres. Incluso con tu pequeña fami
Annette Martin:Dejo las manos sobre las teclas de la computadora. Pienso una y otra vez en qué colocar… Llevo nueve capítulos de treinta, y aunque tengo la idea, no sé bien como proseguir.Normalmente mi método de escritura no es este. Yo suelo hacer un bosquejo de la historia que quiero, escribiéndola en un cuaderno, luego, paso la idea a Word, y expando la historia, creo los personajes, el mundo, la trama, etc… por último comienzo con la idea de lo que quiero que vaya en cada capítulo, así tengo una idea de cuantos serían, y así podría comenzar a escribir bien cada capítulo teniendo ya la certeza de lo que va en cada uno de ellos.Así tengo completa la historia de principio a fin, y luego no se me olvidan cosas anteriormente quería agregar. Con esta historia ha ocurrido totalmente diferente.Hace aproximadamente dos meses, cuando el último libro que escribí salió a la luz, me dije que me tomaría un descanso, pero, en definitiva, eso no es algo que mi pequeño cerebro acepte, o, en to
Bastián Leroy:Ha estado muy callada desde que salimos de su edificio. Yo no puedo parar de sonreír. Caminamos un poco hasta llegar a mi auto y nos subimos en él.Sé que lo que hice estuvo mal. Si alguien llegara a revisar mis cosas de la manera en la que yo lo hice con los escritos de ella, probablemente me enojaría mucho. Más todavía teniendo en cuenta que yo tenía un secreto que seguir guardando. No quería que todo reventara de un momento a otro, pues, amaba mi vida tal cual como estaba: sin toda esa atención puesta en mí.Sé lo que conlleva ser el famoso escritor anónimo. El solo hecho de que se llame así, hace que a muchos les cause curiosidad y quieran averiguar quién es a como dé lugar. Lo único de lo que están seguros es que soy hombre, cosa acertada, y nada más. Por ahora.Mientras vamos de camino le hago algunas preguntas sobre Disten que me responde muy por las ramas. Está un poco cerrada y sé que es mi culpa, así que decido ser sincero:—Lo siento. Sé lo desagradable que es
Annette Martin escribió su primera historia de desamor a la edad de dieciséis años, cuando su primer novio la traicionó de la forma más cruel con quien decía ser su mejor amiga. Desde ese momento, Annette ha estado escribiendo muchas historias con finales de superación, trágicos o tristes, pero nunca, en ningún caso, los personajes principales han quedado románticamente con alguien. Siempre terminan solos… o muertos.Su salto a la fama se dio a la edad de diecinueve años al haber sido descubierta por una gran editorial que con suma rapidez le hizo una propuesta laboral.Ahora Annette tiene veintitrés años, seis libros publicados, sin pareja sentimental y un gato perezoso al que trata como si fuese su hijo; Tiene un blog personal donde informa de cada paso que da y mantiene una lista de todas las cosas por hacer, pues, le gusta el orden. Mantener la estabilidad que ha tenido su vida desde hace casi ocho años y seguir escribiendo sobre cuánto odia el amor y por qué no existe, es la únic