Capítulo 2

— ¿Esteban? — escuché la voz de Mar al otro lado de la puerta — ¿Puedo pasar?

— Sí, Mar. Adelante. — dije mientras me incorporaba y me dirigía al armario.

La puerta se abrió.

— Podías haberte puesto algo mas que unos calzoncillos.

— En eso estoy. — dije sacando unos pantalones de deporte y una camiseta. Vi que Mar miraba hacia otro lado.

— ¿Y qué querías? Has llegado antes de lo previsto. — le dije mientras me vestía.

— Ver cómo estabas y si tenías alguna pregunta.

— ¿Pregunta de qué tipo? Por cierto, ya puedes mirar.

— Preguntas acerca de los Benditos. — dijo ella mirándome con alivio — Pensaba que mi hija y yo éramos las últimas y algunas cosas las descubrí por mi cuenta.

— ¿En leyendas?

— Sí, por ejemplo.

Volví a tumbarme en la cama.

— No sé decirte, Mar. ¿Qué podría interesarme? Lo único que se me ocurre es saber porqué he terminado siendo... ésto.

— Bueno, no sé si sabes que todos los Benditos tienen algún tipo de poder... no es algo exclusivo de mi linaje.

Me reí.

— Si tuviera algún poder, habría salido en la batalla.

— Bueeenoo... en realidad... en la batalla sí que vi algo extraño.

— ¿Cómo qué?

— Laida no falló ningún hechizo: justo antes de que te llegasen, los hechizos se desviaban. Es como si tuvieras un repelente mágico.

Solté una carcajada.

— Qué bromista.

— En absoluto, Esteban. — me dijo mirándome con seriedad — Te lo digo completamente en serio. Creo que por eso Laida huía de ti.

— Bueno, eso ya da igual: está muerta. Puede que sepa repeler la magia pero nada mas.

— Eras el mejor usando armas, es posible que eso se haya convertido en un poder.

— Sin guerras no es algo útil.

— ¡YA BASTA, ESTEBAN! — me gritó Mar — No eres el único dolido por Alfred.

— A ti te ha venido bien.

Me lanzó una mirada dolida.

"Te has pasado, Esteban. Debes disculparte con ella." — me dijo mi lobo.

— Yo iba a suicidarme después de la batalla para salvar a Jake y proteger a mi hija.

— Yo... lo siento mucho, Mar. — dije arrepentido.

— No importa. — me dijo con pesar y se sentó a mi lado — En realidad, no es fácil. Te entiendo mejor de lo que crees.

— ¿Por eso estás aquí antes de tiempo?

— En parte.

— ¿Y la otra parte es..?

— No sabemos como o porqué, Esteban, pero ahora eres un Bendito y el Alfa de SunLight y eso significa...

— ¿Qué significa? — pregunté después de que ella hiciese una pausa.

— Significa que debes encontrar una Luna y dar un heredero. Tu manada lo exigirá.

El corazón se me paró durante unos segundos.

— ¡NO! ¡ESO NO ES POSIBLE! — grité incorporándome — Yo ya tuve una pareja predestinada y una hija y ambas fueron asesinadas. No puedo nombrar Luna a otra mujer.

— Justamente de eso quería hablarte... — lanzó un suspiro — Los Benditos, o al menos mi familia, tenemos la opción de elegir una pareja predestinada entre todas las posibles. No sé si la Diosa aplicó esa norma en SunLight porque ellos eran nuestros protectores, pero es posible...

— Si ese fuese el caso, Mar, yo ya hice mi elección hace mucho tiempo. No puedo elegir a otra.

— Debieras planteártelo. Siempre puedes elegir a alguien con quien tengas buena relación y dejarle claro que sólo es por el bien de la manada. Estoy segura de que habrá muchas chicas dispuestas a aceptar.

— No puedo hacer eso, Mar. No sé porqué soy un Bendito, pero no puedo continuar el linaje. Es pedirme demasiado.

— Quizás ahora, pero yo creo que con el tiempo...

— Nunca olvidaré a Lisa y Evy, Mar. Ellas son mi mundo aunque no se encuentren aquí.

"Aunque no te dejan dormir por las noches" — añadió mi lobo.

— Lo sé, yo también soy madre y cuando Jake me sugirió dejarle morir y aceptar a otra de mis posibles parejas... no pude.

"No sabía que Jake había hecho eso" — le dije a mi lobo.

— Y bueno... ¿qué mas querías contarme? No creo que hayas venido antes de tiempo sólo para eso. — le dije nervioso.

— Ah, ya. Quería saber qué vas a hacer. Eres mi Beta, pero también eres un Bendito y lideras dos manadas: entendería que quisieras irte a otra zona y...

— Me voy a quedar aquí, Mar. — la interrumpí — A veces iré al territorio de Alfred, pero seguiré aquí, contigo.

— Muchas gracias. — me dijo aliviada — Supongo que no sabes que SunLight era la guardiana del secreto de mi familia, así como de las historias verdaderas y nuestros guerreros.

Abrí los ojos con sorpresa.

— No, no tenía ni idea.

— Quería saber si vas a seguir con ello.

— Bueno, no veo porqué no. Pero... ¿de qué secreto me hablas?

Mar lanzó un suspiro y miró hacia el techo.

— Bien... en las guerras Alfa, la loba de los mil nombres consiguió un acuerdo entre los Benditos y las demás manadas.

— Sí, eso ya lo sé.

— Lo que se perdió es que esa loba recibió ayuda directa de Selene.

— ¿Y..? — le pregunté sin saber a dónde quería llegar.

— Lo que recibió de nuestra Diosa, fue un trocito de su alma. Un trocito que se ha heredado de padres a hijos durante generaciones... hasta llegar a mi.

— ¿Me estás diciendo que tienes un trozo de Selene en tu interior? — le pregunté sorprendido.

— Sí. Por eso mis ojos de loba son de color rosa, por eso sobreviví con tres años y por eso puedo invocar a los animales.

Me quedé expectante y ella tan sólo suspiró.

— Cuando tenía tres años, la Diosa me dijo cómo ir a la aldea de los humanos. Me protegió mediante un hechizo y me borró la memoria. Así es como sobreviví.

— ¿Y qué tienen que ver los animales de la Diosa con todo esto?

— Según ellos, sólo un lobo con la suficiente afinidad con Selene puede invocarlos. Si a la cercanía innata de los Benditos le sumas un trocito de alma y una protección especial, entonces...

— Tienes lo suficiente para poder invocarlos. — finalicé sus palabras — ¿Mi familia sabía esto?

— Creo que lo sabía todo SunLight.

Lancé un suspiro.

— Supongo que me toca proteger el secreto y a Luz de Luna.

— Sólo si quieres hacerlo.

— Tampoco quiero que mueras o maten a un trozo de nuestra Diosa, aunque tu estuvieras dispuesta a sacrificarlo.

— Estaba mi hija, no iba a perderse.

— Ya. Es cierto. — miré el reloj y suspiré — Ya es la hora, Mar. Debemos reunirnos con María y que nos aclare algunas cosas.

Nos levantamos de la cama y salimos de la habitación.

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