Llegamos a la habitación de Alfred, el lugar en el que habíamos quedado con María. Mar y yo nos miramos con pesar: aunque la muerte de Alfred nos había dejado mas preguntas que respuestas (que esperábamos encontrar hoy) nos dolía en el alma su marcha.
Alfred había cambiado mucho: pasó de ser un machista egocéntrico que pensaba que todo lo hacía bien y se negaba a escuchar o aceptar otras formas de mandato, a ver la realidad de su hijo, las cosas positivas de otras formas de liderazgo y esforzarse en arreglar y compensar todos sus errores pasados.
Su cambio había sido tan real y sincero, que incluso yo había sido capaz de perdonarle el asesinato de mi mujer e hija, hacía tanto tiempo.
— ¡Bendito Esteban! ¡Reina Mar! Lamento el atraso. — escuchamos la voz de María a nuestra espalda justo cuando íbamos a llamar a la puerta.
Ambos nos giramos y la vimos llegar corriendo y muy apurada.
— No te preocupes María. No pasa nada. — dijo Mar con una sonrisa amigable.
"Ha aprendido mucho en poco tiempo." — me dijo mi lobo, pues ambos sabíamos que ella se encontraba muy herida por la muerte de Alfred, pero ahí estaba, sonriendo para calmar la situación.
— Por supuesto, mi Reina. — dijo unos segundos después — ¿Vamos adentro?
Mi corazón dio un vuelco extremadamente doloroso.
— Vamos. — dije poniendo un tono que esperaba que sonase confiado: debía aprender un poco acerca de cómo liderar.
Abrí la puerta y contuve las lágrimas al ver el despacho desordenado, con papeles por todas partes y la cama revuelta y deshecha: era como si Alfred hubiera salido un momento a hacer algo, antes de regresar y volver a enfrascarse en todo este caos. Aún no había desaparecido del todo su olor, lo que hizo que me diesen ganas de llorar. Me contuve: debía parecer firme, ¿no? Eso era lo que se esperaba de un Alfa. Me giré para mirar a Mar y la vi con el semblante triste, con algunas lágrimas cayendo por sus mejillas. Me acerqué a ella y la di un abrazo... algo que yo también necesitaba en ese momento.
— Vamos, Mar. No te pongas así. ¿O tengo que recordarte que Alfred sólo te veía como un útero que diese cachorros?
Ella soltó una risa llorosa.
— Sólo al principio. Después cambió mucho. — comenzó a secarse las lágrimas — pero tienes razón, muchas gracias.
La sonreí y la solté del abrazo. Me dirigí hacia la cama de Alfred y me senté, ignorando la punzada de dolor que me recorrió.
— Bueno María, ¿qué necesitabas contarnos aquí? — pregunté tomando las riendas de la reunión, ya que Mar aún seguía indispuesta. María cerró la puerta y se apoyó contra ella.
— Alfa Alfred... descubrió algo importante. Algo que se había perdido en el tiempo y que os afecta, de forma directa, a los dos.
La miré esperando que continuase.
— Durante la batalla contra Paul, descubrió que él había organizado la muerte de Lisa y Evelyn. Paul descubrió que el aura de Lisa era especial, y utilizando la información de la manada, descubrió que era porque los antepasados de Evelyn procedían de un lugar llamado Luz del Sol. No tardó en hacer la conexión con la extinta SunLight e hizo un plan en el que ambas muriesen para evitar el resurgimiento de los Benditos.
— Pero... eso no es posible, María. Algo debe estar mal. — comencé a decir pero María levantó un dedo, interrumpiéndome — Lo sé. Pero así es como comenzó la búsqueda de Alfa Alfred. Cuando llegó a tu partida de nacimiento y la de Evelyn, se dio cuenta de que alguien había modificado, con mucha sutileza, vuestros padres. Paul, que nunca prestó atención a esas cosas, no supo verlo, y pensó que tus padres eran los de tu mujer. Por eso la mató.
Me quedé estupefacto.
— Pero eso... eso no tiene sentido, María. ¿Por qué cambiaron nuestros padres?
— Alfa Alfred tenía la teoría de que alguien descubrió tu linaje familiar y decidió protegerlo, con la esperanza de que los Benditos resurgiesen en algún momento a través de algún descendiente o convirtiéndote en un Alfa.
— ¿Y por qué no nos dijo nada, María? — preguntó Mar — Podíamos haber encontrado alguna forma menos... radical, de resucitar SunLight.
— Sospecho que es porque también descubrió que él pertenecía a los Benditos.
— ¿¡QUÉ!? — exclamé completamente sorprendido — Pe-pero A-alfred nu-unca tuvo... — tartamudeé.
— No, nunca tuvo poderes, y nunca supo que era un Bendito hasta el día de la batalla. Por eso nos vistes juntos, me llamó para ver si lo que había descubierto era cierto o no.
— Pero entonces, ¿cómo es posible..? — dije sorprendido.
— Alfa Alfred descubrió que originalmente, esta manada se llamó Luz Plateada... que era una de las manadas de Benditos. En concreto... — María se giró para mirar a Mar — Era el nombre de la manada de la loba de los mil nombres antes de que fundase Luz de Luna.
La cara de Mar se desencajó de la sorpresa.
— ¿Estás diciendo... que Alfred y yo éramos familia?
— Muy lejana, pero sí. Sin embargo, la manada de Alfa Alfred se llama Brisa Plateada y no tenían ningún poder adicional. Es una historia algo larga, pero el resumen es que un antepasado ayudó en una de las Guerras Alfa a matar a los demás Benditos. Según dicen mis leyendas y algunos registros, buscaban ser los reyes de los lobos. A la Diosa no le gustó aquello y castigó a la manada eliminando todas las características especiales de los Benditos: lo único que dejó fue su sangre, ya que no podía hacer nada contra eso. Poco después, la manada cambió su nombre como protección, aunque sospecho que la vergüenza también tuvo algo que ver.
— Pero... ¿por qué Alfred no nos contó nada de todo esto en cuanto lo descubrió? — preguntó Mar.
— Sospecho que quería arreglar varios errores y forzar la situación actual: activar la sangre Bendita de Alfa Esteban y que su manada volviese a estar bajo el mandato de un Bendito. También que Luz de Luna puediese crecer sin un contador. Resumiendo, resurgir SunLight y que los Benditos volviesen a dirigir el mundo lobuno.
— Durante la batalla contra Laida... Alfred estuvo muy raro. Se dedicó a cuidar mi retaguardia, dejándome a mi la lucha real. Además, al principio... me hizo prometerle que lo mataría si las brujas le hacían algo. Me dijo que la manada no podía pasar al aquelarre. Su muerte... — hice una pequeña pausa para coger aire y decidí ignorar las lágrimas que notaba correr por mis mejillas — fue protegiéndome. Alfred... recibió un hechizo mortal por mi. Él... se puso en medio porque era muy tarde para... para que pudiera esquivarlo. Aquello... no le mató, pero no iba a sobrevivir... y me pidió que le matase... que cumpliese con mi promesa. Así es cómo... Alfred murió y yo me convertí en el Alfa de SunLight.
Los tres nos quedamos un rato en silencio.
— Así que... Alfred decidió morir... para salvar a Jake... y traer de regreso a SunLight. — dijo Mar llorando de nuevo.
— Eso parece. — dijo María, con lágrimas en sus mejillas: no sabía el momento en el que había empezado a llorar.
Pasaron varios minutos en los que nadie dijo nada.
— A Alfa Alfred le llevó mucho tiempo descubrir todo esto. Los registros habían sido modificados con mucha sutileza. Si no fuese porque él sabía que tus padres no eran los de Evelyn, no se hubiera enterado. Si queréis ver en algún momento la información que encontró... está en su mesa. Hizo dos árboles genealógicos con lo que fue descubriendo para no perderse.
— Quizás mejor en otro momento. — dijo Mar y yo asentí con la cabeza mientras me secaba las lágrimas.
— Y Bendito Esteban... — me dijo María — Es posible que tenga algunos... problemas, con SunLight. ¿Quiere saber..?
— Ahora mismo no, María. Muchas gracias. Te buscaré para que me cuentes lo que sabes, mas adelante. Por el momento, tengo muchas cosas que asimilar.
— Entiendo. No tengo mucho mas que decir, entonces. Les dejo a solas. — dijo María y salió de la habitación. Me llevé las manos a la cabeza y Mar se sentó a mi lado.
— Esteban... sé por lo que estás pasando. Una parte, al menos.
— Lo sé... lo sé. Pero ¿cómo se supone que voy a lidiar con todo ésto? No pedí ser un Bendito.
Mar soltó una pequeña risita.
— Yo tampoco. Lo único que quería era encontrar un trabajo y tener algunos amigos que me aceptasen aún con mi locura.
Me reí.
— Todo esto es de locos. ¿Sabes? Cuando me uní a ti pensaba en la venganza y en que hicieras justicia por mi mujer y mi hija.
— Y en entrar en la historia.
— Y lo he hecho por la puerta grande. — ambos nos reímos.
— Tengo que atender a mi pequeña, Jake y la manada. — me dijo Mar, levantándose — En unas horas será el funeral de los caídos, incluyendo Alfred. Me gustaría mucho que estuvieras.
— Iré, no te preocupes. — le dije forzando una sonrisa. Me dio un par de palmadas en la espalda antes de salir de la habitación.
Solté un suspiro de exasperación.
— ¿Por qué, Alfred? ¿Por qué no me dijiste todo esto en vida..?
"Quizás porque le perdonamos en sus últimos segundos de vida." — me dijo mi lobo.
Me quedé un rato mas antes de salir y empezar a pensar en mis siguientes pasos.
Se me había pasado la hora y si no me daba prisa, llegaría tarde al funeral. Me di una ducha rápida, me arreglé la barba y elegí un traje elegante y negro. No sabía que había preparado Mar pero quería mostrar respeto a todos los caídos y en especial, a Alfred. Quizás no estuviera de acuerdo en la forma en la que tuvo de hacer las cosas, pero se había esforzado en compensar sus errores y terminó dando su vida por lo que consideraba correcto. Salí de la habitación y me encontré a Emily e Isa esperando en la puerta: ambas iban de luto y arregladas.— ¿Qué hacéis aquí, chicas? — les pregunté cerrando la puerta tras de mi.— Creí que te ayudaría tener un poco de compañía. — dijo Emily — Sé que tu historia con Alfred es complicada, pero también sé que su muerte te pesa mas de lo que das a entender.— Alfred murió porque no supe protegeros bien... supuse que al igual que yo, necesitarías algo de compañía. — me dijo Isa.Las sonreí y abracé a las dos.— Muchas gracias. Tenéis razón, me viene
No pasó mucho tiempo desde que llegué a la habitación cuando alguien tocó a la puerta.— Adelante. — dije incorporándome de la cama.— Hola, Esteban. — me dijo Emily pasando a la habitación. — ¿Cómo te encuentras?— Jodido, pero voy tirando. Emily se acercó y se sentó en el borde de la cama, a mi lado.— Entiendo. ¿Y cómo llevas lo de ser Alfa?— Mal. ¿Yo, un Alfa? No sé quien en su sano juicio lo ve una buena idea.— Creo que Alfred lo veía así. Y supongo que la Diosa también.— Todos personas externas. — Yo también te veo como un buen Alfa, sólo necesitas confiar un poco mas en ti mismo. — Emily me cogió con delicadeza la mano.— Quizás tengas razón. O quizás tan sólo sea un fraude y una decepción. — No digas tonterías, Esteban. Lideraste una aldea de pícaros durante diez años.— Eso es totalmente diferente a lo de ahora.— No tanto. ¿Qué es lo que cambia? ¿Que son bastantes mas lobos y son dos manadas?— Sí, en parte. — ¿Y cuál es la otra parte?Liberé mi mano de la de Emily y
— Esteban, ¿te acuerdas de nosotras? — me dijo Evelyn sujetándome los brazos. — Papi, dijiste que me protegerías. — me dijo Lisa mientras me clavaba un cuchillo en las costillas — Prometiste que siempre estaríamos juntos, Papi. — Juraste amarme mas allá de la muerte, Esteban. ¿Acaso lo has olvidado? — me dijo Evelyn con los labios morados y la sangre corriendo por su cuello. Intenté moverme o decir algo pero estaba amordazado e inmovilizado. — ¿Dónde estás, Papi? No estás aquí. No has cumplido tu promesa. — Siempre dejas que otros mueran por ti, Esteban...*** Me desperté gritando y envuelto en sudor: la puerta de la habitación se abrió de golpe. — ¿Se encuentra bien, Bendito Alfa Esteban? — dijo una chica de mi nueva manada. — Sí, no te preocupes. Estoy bien. — Disculpe Bendito Alfa Esteban, pero no parece encontrarse bien. ¿Necesita algo? — No te preocupes, solo era una pesadilla. Estoy bien. Muchas gracias por la preocupación. — dije esbozando una sonrisa que estaba muy le
Bajé a desayunar en pantalones vaqueros y una camiseta ajustada de hacer deporte. — Buenos días a todos. — saludé mientras me sentaba y cogía un par de tostadas. — Buenos días. — me saludaron los demás Beta (excepto Julián, que seguía en el hospital atendiendo a los heridos: ese hombre en algún momento colapsaría, aunque decía que dormía a ratos en el hospital), Mar, Jake y Estrella que vigilaba de cerca a la princesa. Comimos con calma mientras hablábamos de temas variados: cosas de la manada, ocio etc. Era extraño hablar de estos temas porque durante muchos meses lo único de lo que se hablaba era de la guerra, pero no me quejaba del cambio, lo prefería mil veces. — Bueno Esteban, háblanos de SunLight. ¿Quedaron supervivientes del ataque? — me preguntó de forma repentina Joselyn. — Sí, algunos sobrevivieron. Aún no sé cómo, supongo que me lo dirán cuando lleguen. — ¿¡Cuándo lleguen!? — preguntó Jake sorprendido — ¿Cuándo pensabas decírnoslo? — Cuando saliese el tema, claro. Com
Me dirigí hacia el taller armamentístico para localizar a Emily y decirle que comeríamos juntos al día siguiente. — ¡Beta Emily! ¡Tiene visita! — gritó un lobo joven nada mas verme. — ¿¡Cuántas veces debo decirte que me llames por mi nombre!? — se quejó la voz de Emily. — Lo siento Beta Emily, pero no me siento cómodo haciendo eso. — Al menos podrías decirme quién es la visita. — la voz de Emily sonaba cada vez mas cerca. — Soy yo. — respondí antes de que el lobo dijese algo. — ¡Esteban! — dijo Emily entrando en mi rango de visión — ¿Buscas mas armas? — No. En realidad quería saldar mi deuda e invitarte a comer mañana. Todos en el taller me miraron sorprendidos. "Tampoco le estoy pidiendo una cita." Roy me gruñó enfadado. — ¡Lo había olvidado! Es verdad, te gané un día en un entrenamiento y esa fue mi recompensa. — Sí. La verdad es que no esperaba que me ganases. Emy sonrió con orgullo. — Serás letal en muchos aspectos, pero... yo soy rápida y muy flexible. — Sí, ganaste
Dejé unos segundos de expectación.— ¡Una sorpresa! — dije riéndome — Así será mas divertido, ¿no crees? Isa alzó una ceja.— ¿Divertido?— Sí. Ninguno de los dos lo sabemos así que... ¡vayamos a averiguarlo! — ¿Vas a... improvisar?— ¡Por supuesto que sí! Ahora, ¿me acompañarás al restaurante? — dije poniendo la sonrisa mas encantadora que pude.— Eres un caradura. — dijo riéndose — Está bien, veamos a dónde nos lleva la noche."Ha salido bien." — pensé mientras Isa me agarraba del brazo.— ¿Por qué me agarras? Ni que fuese una cita."ES una cita." — me dijo Roy."No."— No pero tal y como dijiste antes... no quieres que me rompa el tobillo, ¿verdad? — No.— Entonces sé mi caballero y no me dejes caer. — dijo con cierta picardía. Resoplé mientras mi lobo se reía."Esa bruja es astuta, me cae bien." — me dijo Roy.Nos dirigimos así al restaurante. No pude evitar los cuchicheos de la gente al vernos tan arreglados, con Isa de mi brazo."Y yo que quería evitar esto..." Roy tan solo
— Papi, ¿dónde estás? — Nos has abandonado, Esteban... Me desperté de nuevo gritando y empapado en sudor. ¿Por qué me atormentaban de esa manera? "Es porque te culpas de sus muertes." — me respondió Roy. "¿Y tú no? Las mataron por nuestra culpa." "No podemos cambiar lo que somos, Esteban. No lo elegimos pero tampoco podemos cambiarlo." "No, pero ellas seguirían vivas si no hubieran estado con nosotros." "¿Y qué hubieras hecho? ¿Esperar? No Esteban, no hubiera funcionado. Acepta la situación y avancemos." — ¡Bendito Alfa Esteban! ¿Se encuentra bien? — preguntó la misma chica de siempre. — Sí, más pesadillas. No te preocupes. — le dije forzando una sonrisa amable: la chica siempre venía rápido. — Entiendo, Bendito Alfa Esteban. ¿Está seguro de no querer unas pastillas? Creo que le ayudarían mucho. — Te lo agradezco mucho, eh... — Sophie. — Sophie. Pero no quiero utilizar químicos. Sólo necesito algo de tiempo. — Entiendo, Bendito Alfa Esteban. ¿Necesita algo
A la una me dirigí al taller de Emily.— ¡Bendito Alfa Esteban! ¿Qué te trae por aquí?— Vengo a buscar a Emily.— ¿A Beta Emily? No está aquí. No ha venido en todo el día.— ¿Qué Emily no ha venido a trabajar durante un día? — pregunté sorprendido.— Sí, Bendito. A todos nos sorprendió. Nos preocupamos mucho por si le había pasado algo grave, pero lo único que nos dijo fue que había decidido tomarse el día de vacaciones. — Entiendo. Entonces iré a buscarla a la Casa de la Manada. Muchas gracias. — y tras sonreir, me dirigí a la casa de la manada.— ¡Emy! ¿Estás lista? — pregunté después de tocar a la puerta: faltaban quince minutos para la hora de la reserva.— ¡Dame un minuto! — escuché decir al otro lado de la puerta.— De acuerdo. — y seguido solté un suspiro: ¿por qué las mujeres siempre tardaban en estar listas?"No siempre. Mira a Mar o Elisa: ellas siempre están listas para la hora.""Ya podían aprender las demás..."La puerta se abrió y me quedé estupefacto. Emily se había he