Capítulo 4

Se me había pasado la hora y si no me daba prisa, llegaría tarde al funeral. Me di una ducha rápida, me arreglé la barba y elegí un traje elegante y negro. No sabía que había preparado Mar pero quería mostrar respeto a todos los caídos y en especial, a Alfred. Quizás no estuviera de acuerdo en la forma en la que tuvo de hacer las cosas, pero se había esforzado en compensar sus errores y terminó dando su vida por lo que consideraba correcto. 

Salí de la habitación y me encontré a Emily e Isa esperando en la puerta: ambas iban de luto y arregladas.

— ¿Qué hacéis aquí, chicas? — les pregunté cerrando la puerta tras de mi.

— Creí que te ayudaría tener un poco de compañía. —  dijo Emily — Sé que tu historia con Alfred es complicada, pero sé que su muerte te pesa mas de lo que das a entender.

— Alfred murió porque no supe protegeros bien... supuse que al igual que yo, necesitarías algo de compañía. —  me dijo Isa.

Las sonreí y abracé a las dos.

— Muchas gracias. Tenéis razón, me viene bien algo de compañía. ¿Vamos?

Los tres nos dirigimos hacia el descampado del bosque donde Mar había enterrado los cuerpos humanos de sus padres, hacía tanto tiempo. Cuando llegamos nos encontramos cientos de hoyos colocados en diversas hileras. Al pie de todas ellas, había un pequeño escenario y delante del mismo, cientos de sillas. 

— Lo recordaba mas pequeño. — dije a mis dos acompañantes mientras nos acercábamos al escenario, en el que ya se encontraba Mar.

— Las brujas verdes han estado trabajando con intensidad. Creo que han reubicado en otra zona los árboles para permitir que todas las tumbas puedan estar aquí. — dijo Isa, cogiendo mi brazo. 

— Sí. Supongo que la Reina explicará porqué ha insistido tanto en que sea este lugar. — dijo Emily, agarrando mi otro brazo.

"¿Qué mosca les ha picado a estas dos?" —  me preguntó mi lobo.

"No lo sé." — le dije y con sutileza liberé mis brazos de las chicas. Nada mas llegar al escenario, Mar nos hizo señas para que subiéramos. Éramos los últimos Beta de la Reina en llegar: el híbrido Julián, el encargado del hospital y de los híbridos, la araña Elisa, encargada de los prisioneros, los traidores y de localizar traidores, la sombra Yo, encargado de la seguridad física de la manada, la loba Joselyn, la encargada de los entrenamientos y de ser la guía de la manada. La loba Emily era la Beta armamentística, la bruja Isa la Beta de la seguridad mágica y yo que era el Beta general de la manada. No podía evitar notar la falta de Alfred, el otro Beta de los entrenamientos junto a Joselyn. Jake estaba al lado de Mar, cumpliendo su papel de Rey Consorte. Detrás se encontraba Estrella cuidando de la princesa. También habían acudido los animales de la Diosa: el Pegaso Lúnula, la liebre Lepus, el toro Taurus y el sapo Frynos, que se habían puesto en primera línea ocupando todo el escenario.

— Poneos en un medio círculo y... bueno, me gustaría que todos, o al menos la mayoría, hablaseis acerca de los caídos. Creo que es algo que... bueno, sus familias lo agradecerán. 

Todos asentimos con la cabeza y esperamos a que la manada fuese llegando. Aunque decir manada era algo extraño, ya que no sólo había lobos, también la formaban híbridos, brujas blancas y verdes, abejas, arañas, un par de pájaros y recientemente, se habían añadido cuatro sombras mas que obedecían ciegamente a Mar y a Yo.

— Luz de Luna. —  comenzó Mar cuando fue la hora — Como todos sabéis, ganamos la batalla. Ganamos el derecho a vivir sin miedo, el derecho a la libertad. Fuimos muchos a la batalla, y sólo la mitad hemos regresado. Nos preparamos lo máximo posible y ganamos, sí, pero es una victoria con un sabor amargo: hemos perdido a muchos en el camino. Creo que puedo afirmar que todos hemos perdido a algún conocido, amigo o familiar. Es por eso que os pido un minuto de silencio por ellos.

Nadie habló durante tres minutos.

— Muchas gracias. — tras una breve pausa, continuó — Ellos fueron igual de importantes que nosotros en la victoria. Todos ellos lucharon con fiereza hasta el último aliento por la justicia, por la libertad, por el derecho a vivir sin miedo. Para que su familia, sus amigos, sus conocidos, sus vecinos, incluso para aquellos seres que aún no conocemos, tengan derechos. Porque a las Hijas de Hécate les gustaba cazar y experimentar con sus presas para después tenerlas en condiciones precarias: ya conocéis algunas de esas historias. Nosotros somos los que hemos quedado, los que hemos sobrevivido, los que disfrutaremos de todo por lo que ellos lucharon. Pero sin ellos, no podríamos hacerlo. Porque ellos fueron los héroes que necesitábamos, los que hicieron el mayor sacrificio por todos nosotros. Me gustaría saber como cayeron cada uno de ellos porque estoy convencida de que hay una historia impresionante por detrás. Conozco algunas de esas historias y me llegan al alma. Una de las que conozco, es la de Alfred: alguien que dio su vida por lo que creía correcto. También conozco la historia de Paquita, que se puso en medio de un hechizo y disparó a un demonio en el ojo: aquello terminó con su vida, pero su gesto salvó la vida de un grupo de cincuenta guerreros que fueron atacados por la espalda. Y la de Juan que justo antes de morir consiguió derribar a dos brujas que preparaban un hechizo conjunto, seguramente letal. O la historia de Celeste, que mostró un valor inigualable al meterse dentro de la boca de un demonio para meter una granada, con la terrible suerte de que las llamas infernales se la llevaron por delante. 

Mar hizo una pausa en la que se secó un par de lágrimas. Jake la cogió de la mano.

— Así que he decidido que el lugar que se encuentra a nuestras espaldas, sea el cementerio de honor, el cementerio de los valientes. De todos aquellos que cayeron por una guerra que nunca debió existir. Quiero que reposen, todos ellos, en el lugar que elegí para los cuerpos humanos de mis padres: porque ellos tuvieron la desgracia de que separasen sus almas de sus cuerpos, y la suerte de que no experimentasen con ellos y hoy puedan estar aquí, con nosotros, gracias a la magia. Quiero que todos los valientes que dieron su vida por nosotros, sean recordados para siempre en un lugar honorífico, que su historia no sea olvidada. Porque en el campo de batalla, todos somos igual de importantes: desde el omega mas joven hasta el Alfa mas veterano. Es por eso, que todos aquellos que queráis decir algo, os pido que por favor, subáis a este escenario, cojáis este micrófono y habléis para que conozcamos mejor a cada uno de ellos. Muchas gracias.

Mar se retiró y se escucharon varios aplausos entre una multitud llorosa. Como nadie se movió, di un paso hacia adelante.

"Muchas gracias." —  me dijo ella por privado.

"Hay que dar ejemplo."

— Hola a todos. Yo quiero hablar del Alfa Alfred. Durante la batalla contra la líder del aquelarre, tuvimos problemas por la habilidad de la bruja. Alfred decidió convertirse en nuestro guardián. Con mucha habilidad, nos advirtió de varios peligros e incluso evitó que nuestros huesos se rompieran al cogernos varias veces en las que la bruja nos envió volando por los aires. Alfred confió en nuestra habilidad con las armas y por eso no dudó ni un instante en utilizar su cuerpo como escudo ante un hechizo letal que me hubiera matado. Alfred se sacrificó por nosotros, convencido de que podríamos matar a la bruja. El hechizo lo dejó herido de muerte, y con sus últimos alientos, me pidió que lo matase. Accedí porque no podíamos permitir que Brisa Plateada cayese en manos de las brujas. Mi historia con Alfred es convulsa, pero le debo la vida: Muchas gracias, Alfred, por protegerme, por salvarme. Tengo una deuda eterna contigo.

Me giré hacia las tumbas e hice una profunda reverencia de respeto. Cuando me incorporé, regresé a mi lugar en el semicírculo. No quise secarme las lágrimas, quería que todos viesen que mis sentimientos eran reales. Isa y Emily me dieron unas palmaditas de apoyo, e Isa avanzó hacia el micrófono.

— Yo quiero disculparme con el Bendito Esteban y el Alfa Alfred: si hubiera sido mas hábil con la magia, estoy convencida de que Alfa Alfred seguiría con nosotros. Porque me pesa y mucho no haber podido levantar a tiempo una barrera defensiva que frenase aquel hechizo que terminó con su vida. Porque Alfa Alfred demostró una valentía, un coraje y un sacrificio que no creía posible. Por eso mismo... — Isa se giró hacia las tumbas — Alfa Alfred, te pido perdón, y te prometo, delante de todos, que me esforzaré para que nadie mas tenga que volver a dar su vida por un error. — Isa se arrodilló e hizo una reverencia — Muchas gracias por protegernos con tu vida.

Isa se levantó y regresó a su lugar en el semicírculo. Cuando llegó, le di un pequeño abrazo.

Pasaron las horas mientras los lobos de la manada, animados por nuestras intervenciones, hablaban acerca de algunos de los caídos. Algunas historias eran increíbles y dignas de héroes: descubrimos la historia de una abeja que utilizó la miel que llevaban para crear en el último momento una barrera que ahogó a varias brujas en miel, al meterla por la nariz y la boca y solidificarla hasta impedir el paso del oxígeno. Cayó presa de las llamas infernales, no sin haber matado de esa forma a mas de treinta brujas. Conocimos la historia de un híbrido que utilizando la magia de aire, fue volando y metiendo explosivos dentro de los demonios mientras esquivaba con habilidad los hechizos de las brujas. Al final, cayó por un hechizo pero el daño que había hecho en el aire hizo que muchas otras vidas se salvasen. 

Finalmente, Mar dio un paso adelante.

— Muchas gracias por contarnos todas estas historias. Todos ellos, son héroes. Todos mostraron gran valentía y coraje en sus batallas: que descansen en paz. Antes de finalizar, también quería decir unas palabras: muchas gracias, Alfred, por proteger a Esteban. Sólo tú sabías cómo resucitar SunLight y sólo tú sabías que con tu muerte, el contador de Jake desaparecería. No sé si tenías algún tipo de plan, pero muchas gracias por salvarnos y por traer la esperanza. Nunca te olvidaré, pero estoy en deuda contigo, de por vida, por salvar a mi familia. Te prometo que mis hijos sabrán tu historia y que, para ellos, serás su héroe.

Mar también hizo una reverencia en dirección a las tumbas, con un par de lágrimas cayendo por su rostro. 

El entierro terminó con las brujas depositando los cuerpos en los agujeros que después cubrieron con tierra. Los cuatro animales de la Diosa se dirigieron hacia las tumbas: el sapo, la liebre y el toro hicieron una reverencia, iluminando las lunas de sus cuerpos. Lúnula tocó con el hocico el suelo: su media luna se iluminó y de las tumbas brotaron multitud de rosas rojas y lirios blancos, en lo que entendí que era su homenaje y tributo hacia los caídos. El gesto fue solemne y sobretodo, emotivo

Cuando comenzaron a irse los demás, me escapé pronto: quería estar a solas en mi habitación.

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