Pamela no se despertó con el alba, sino con el sonido de su móvil que le aturdió. Al principio no se ubicó al ver el nombre del remitente, luego ese "Oliver" hizo enfasis en su cabeza. Recordó desde su aparición mientras bailaba hasta la propuesta que solucionaría las cosas para ambos.
Ahora con la cabeza fría, todo era más extraño que anoche. Y se preguntaba, ¿en qué momento le dio su número? tampoco recordaba haberlo agendado ayer.—¿Sí? —respondió con voz pastosa.—Buenos días, ¿resaca? Si es así, recomiendo una bebida rehidratante o jugo de frutas. Te ayudará.—Oliver, ¿no es así?—Sí, ¿quién si no? Espero recuerdes todo lo de anoche.—Lo recuerdo y no me lo creo.—Hemos sellado el trato, así que espero puedas cumplir con tu palabra. Hoy en la tarde iremos al registro civil.—De acuerdo —liberó el aire.—Perfecto, por cierto, me tomé el atrevimiento de agregar mi contacto en tu teléfono, así pude obtener el tuyo. Anoche terminaste dándome instrucciones y te llevé en brazos a tu apartamento, estabas dormida —le explicó.Pamela se tapó la boca. ¡¿La había traído hasta su habitación?! Se revisó, con razón había dormido con la misma ropa de la salida.—Oliver, te dejaré, debo prepararme para el trabajo —avisó con la intención de cortarle.—Y yo voy de camino al mío, es mi primer día —añadió.Quiso preguntar más sobre su empleo, pero se le haría tarde.—Seguiremos en contacto, Oliver —le colgó....Mientras tanto, Oliver se quedó mirando el teléfono. Negó con la cabeza, nadie nunca se había atrevido a colgarle, pero ella lo hizo.A la par de su asistente, Luna Goldman, quien desde años atrás estaba con él, desde que laboraba en la otra compañía de su padre, iba en la parte trasera del auto que conducía su chofer. Ahora como sucesor y nuevo director de la empresa publicitaria, tras la salida de su padre debido a la edad y su decisión de dedicarle tiempo a su esposa, se decidió por cederle el lugar a su único hijo.Oliver se sentía ansioso, su ingreso a la compañía se mantendría en secreto, hasta fijar un día para dar el anuncio oficial.—Luna, necesito que investigues sobre Pamela Mansfield, mantén el secreto por favor.—Sí señor. ¿Puedo saber de qué se trata?—Pamela será mi futura esposa, se me agota el tiempo para acceder a la herencia.—No quiero meterme en sus asuntos, pero como alguien que se preocupa por su bienestar, me temo que una desconocida podría ser un riesgo.—No te preocupes mucho, solo haz lo que te estoy pidiendo, así voy a descartar lo que me dices —aseguró y estuvo de acuerdo con ello.—Bien, me pondré en eso. ¿Puedo saber en dónde la conoció?—En un bar, allí estaba ella...—Definitivamente es un riesgo.Oliver suspiró. Cada minuto contaba, no podía darse el lujo de perder esa fortuna; estaba en apuros, sin tiempo de buscar a la mujer de su vida....Buckland Company, dedicada a la publicidad y marketing, ya se dejaba avistar. Allí ocupaba el lugar de la aprendiz del Marketing Manager. Adquiriendo conocimiento sobre la estrategia global y la determinación de la propia marca o agencia. Ella Aspiraba seguir creciendo y escalar dentro de la misma. Deseaba ser Creative Designer, un puesto que llenaba ahí, un hombre muy capaz, así que no solo era un objetivo, también un desafío.Ser aprendiz no era fácil, menos con las constantes demandas del señor Tom Morrison, este era estricto, y no le quitaba el ojo de encima. Durante esos tres meses no había cruzado la línea con ella, sin embargo, sus ojos a veces expresaban algo que no le daba buena espina.La jornada de la mañana avanzó con ajetreo, sentía que ese día era más pesado, pero no durmió lo que necesitaba, razón por la que estaba así, cansada. Aunado a los días anteriores, ahora se sentía al borde del colapso.Le dejó el café en el escritorio y pensaba salir, pero la detuvo.—Señorita Mansfield, ¿no sueña usted con cumplir su sueño? —inquirió levantándose, Pamela frenó en seco y parpadeó curiosa sobre él.—Estoy segura de que toda persona con un sueño quiere cumplirlo, señor.Tom se acercó a ella sosteniendo una amplia sonrisa. A ella no le agradaba mucho su cercanía y sus ojos que se habían oscurecido extrañamente.—Tal vez deba ser un poco más directo, Pamela.—¿Qué tan directo? —pronunció bajito.Estaba a poco de responder, de pronto le sonó el teléfono y resopló, antes de alejarse de ella. La joven aprovechó de salir de su oficina. Una vez en el exterior, se llevó la palma a su corazón. Se sentía terrible, alterada. ¿Qué había sido todo eso? No tenía remota idea. Pero el acercamiento de Tom le resolvió hasta el estómago. Algo le decía que hubo malas intenciones, pero sacudió la cabeza, pensando en que estaba siendo demasiado paranoica.La interceptó la chica de los recados, Linda, curiosa de verle asustada. Y es que su semblante evidenciaba estar pasándola mal.—¿Todo bien?—¿Por qué no lo estaría? —dijo agitada.—Parece que has visto un fantasma. A todo esto, ¿cuando iremos a tomar un café?—Linda, no tengo tiempo. Debo seguir, con permiso.—Se rumorea que el hijo del presidente tomará su lugar, ¿es cierto? —susurró.Se volvió a ella.—No he escuchado algo parecido, sinceramente no lo sé —admitió —. No deberías seguir esparciendo solo un rumor, podrías meterte en problemas.—Lo siento, solo lo escuché por ahí, ha de ser una mentira. Solo me preocupa que cambien las políticas, que sea un inflexible cómo su padre...—Suficiente, Linda. Deberías tener cuidado, un día de estos hablar de más te puede condenar —advirtió dejándola allí.La pelinegra sacó el labio inferior, no sabía por qué Pamela se tomaba las cosas así, no creía estar diciendo algo malo. Se encogió de hombros, antes de reanudar el avance hasta la oficina del señor Tom, quién no parecía estar de buen humor.Mientras Pamela caminaba a la sala de reuniones para cerciorarse de que todo estuviera preparado para la junta en media hora, Oliver entraba cauteloso a la compañía, tomó el elevador que solo el presidente podía usar, pero que de pequeño junto a su padre ya había abordado. Ascendía al último peso, hacia una enorme responsabilidad.Luna lo acompañó en todo momento, pero se retiró pronto, necesitando tiempo para investigar sobre Pamela. Oliver le dio hasta una foto sobre la mujer; seguía pensando que era una locura involucrarse con una desconocida.A pesar de saberlo, no podía inmiscuirse más en los asuntos del joven Buckland.Se paseó por las instalaciones de Buckland Company, hasta chocar con una empleada. Se esperaba cualquier otra persona, no justo la mujer de la foto.—¿Pamela Mansfield? —quiso saber abriendo los ojos de par en par, la aludida la miró confusa.De no ser porque tenía su nombre en la inscripción de la camisa, le habría preguntado cómo sabía su nombre.—Oh, claro. ¿Nos conocemos de algún lado? —frunció el ceño, nunca la había visto por ahí.Luna pasó saliva con dificultad.Era una extraña coincidencia que aquella mujer, que había conocido Oliver en un bar, trabajara en la compañía. De seguro se toparían en algún momento, por eso debía ponerlo al tanto, si es que no quería revelar su posición ahí.—Pamela... —repitió y la susodicha se le quedó viendo, confusa.—¿Sucede algo conmigo? —señaló.Luna sacudió la cabeza de inmediato, recuperando la serenidad.—No, no pasa nada. Bueno, puede que solo nos hemos visto por ahí. ¿Laboras aquí? —Sí, soy aprendiz, de hecho el señor Tom Morrison es mi jefe —expiró —. ¿Y tú? No te había visto por aquí. Lo siento, tal vez no debería ser tan informal. —Descuida, es porque soy nueva, me llamo Luna. Soy asistente del señor... —se frenó, no podía decir su nombre, Oliver le pidió que mantuviera el secreto de su ingreso a la compañía. —Ya te acordarás, Luna, a mí también me costó aprenderme los nombres. Debo seguir trabajando —avisó yéndose. Luna volvió a la oficina de Oliver. Tenía que contarle sobre eso. —Señor —soltó presentándose en su despacho —. Acabo de ver a la chica, a Pamela Mansfield y es empleada de aquí, aprendiz de Tom Morrison. —¿Tom Morrison? Debería ponerme al día con los que estás a cargo de cada función aquí, ¿estás segura de que es ella? —se frotó la barbilla. —Sí, es la misma, debería decirle que es el dueño. ¿No se lo mencionó? —De ninguna manera, Luna —la miró serio —. Puede
No era asidua al maquillaje, no tenía ese afán por usar en su rostro diversos productos de belleza, sin embargo, se esforzó por salir de su zona de confort y usar un poco más de lo solía. De solo abrir uno de los cajones en su habitación y ver la instantánea de ese día, se le congeló el corazón. Aún se estrujaba en su lugar, Bruce se portó tan mal con ella, aún así lo seguía queriendo. Se secó las lágrimas. Perdió a dos personas, pero si miraba desde otra perspectiva, solo se deshizo de dos seres miserables en su vida. Gabriela y Bruce eran tal para cual. El karma les llegaría en cualquier momento. Descubrió cuantiosas fotos más, que ya no guardaría. Las rompió y tiró en el cubo de la basura. Ahí pertenecían, en el olvido. Le quedaba poco tiempo, milagrosamente pudo ducharse en unos minutos. Se puso un vestido azul celeste sobre sus rodillas, convencida de que el blanco lo dejaría para su futura boda de verdad; se decidió por calzar zapatos cerrados de tacón. Finalizó haciendo ond
Todavía le parecía una locura lo que le estaba ocurriendo, aún no lo terminaba de procesar. Durante mucho tiempo Pamela había idealizado ese día, como un momento único y especial, no que surgiera de la nada forzado o de forma interesada, no quería que sus ideales y sueños de niña, la aplastaran con la realidad o la señalaran por haberse unido a todo ese teatro. —Oliver...—¿Sí? —le respondió poniéndose en marcha, y mirándola de reojo antes de volver a poner toda su atención en la carretera. —Gracias, ahora mamá podrá iniciar con el tratamiento. Y si no hubieras aparecido en mi vida, entonces no estaría pasando —emitió con la voz afectada debido a un mar de emociones que experimentaba y Oliver se sintió un poco triste por ella, más a sabiendas de que verdaderamente estaba pasando por un momento difícil. —En ese caso también tengo que agradecerte por aceptar mi propuesta, solo aviso que es apenas el principio —agregó. Pamela suspiró. Ya sé imaginaba que esos serían los meses más ete
Oliver todavía esperaba la respuesta de parte de la muchacha, aunque de seguro ella se estaba ocupando de otros asuntos y ya cuándo viera su mensaje le confirmaría si podía a esa hora y lugar para recurrir al encuentro. Tenía que conversar con ella al respecto. Suspiró hondo. Por su parte seguía a solas en ese lujoso piso. No se sentía incómodo, de hecho le satisfacía la soledad y tener su propio espacio, por eso antes de cumplir los veinte años de edad, ya se había independizado, sin embargo existía otro tipo de silencio que le perturbaba. Oliver se sirvió una copa de whisky, hace rato que había tomado una ducha, aunque lo único que quería era descansar, no era momento para tomarse un descanso. Las grandes oportunidades venían con enormes cargos, y él lo asumió de todos modos. Porque pensó en el bienestar de su padre, quería que pudiera dedicarle más tiempo a su madre, había estado trabajando sin parar durante años, agotado por los viajes de negocios, reuniones y todo lo que conl
El forcejeo comenzó, ella estaba tan asustada que no podía dejar de sentir su pobre corazón latiendo contra su pecho, avisando que en cualquier momento escaparía. Sus ojos estaban muy abiertos y trataba de soltarse como podía. Era imposible, él le ganaba en fuerza y peso. Nunca antes ella pensó que viviría una situación similar, es así como ya temía lo peor. —¡Déjate de una vez por todas! Eres tan preciosa y fascinante, no huyas, maldición —le exclamó con malicia y con la intención de besarla a la fuerza. Ella, a pesar de estar atrapada entre su cuerpo, no se iba a rendir tan fácil, necesitaba salir ilesa de todo eso. Si no lo intentaba, terminaría marcada por ese pervertido, y eso sí que no. No podía permitirlo. —¡Ayuda! Déjame, te lo suplico. Casi cuando logró besarle, ella le dio una patada en su entrepierna, golpe que lo tumbó al suelo, él estaba soltando alaridos de dolor. Se lo merecía. Pamela corría hacia la salida, no podía quedarse ahí. Pero Chocó con un pecho duro que le
Después de la llamada, su madre se había quedado un poco más tranquila a pesar de todo. Recordar todo lo que había pasado al encontrar a su novio con alguien más fue pesado y molesto, pero se lo había narrado su madre todo al pie de la letra, aunque seguiría ocultando lo que había sucedido realmente con el dinero ahorrado, no le quería decir que su novio había sido el responsable de que su dinero desapareciera. Su intención no era de ninguna manera salvar a su exnovio por lo malo que había hecho, simplemente no quería darle más dolores de cabeza a su madre, que ahora debía nada más tener la mente puesta en su recuperación y no en otras cosas. Oliver se presentó nuevamente ante ella.. Rápidamente notó que se había cambiado de ropa, todavía tenía el cabello húmedo y ahora en lugar de estar prolijo se encontraba revuelto, dándole un aspecto más jovial. En realidad se miraba muy sexy de esa manera. No quería seguir la ruta de sus pensamientos encaminados al atrevimiento, y batió la cab
Conectó con él.—No, créeme que de ninguna manera he querido decir eso —balbuceó y pasó saliva con dificultad. Él, que no dejaba de mirarlo de forma intensa, no hacía más que cohibirla. —Bien, ¿tienes hambre? —He comido, ¿lo has olvidado? —Ya han pasado varias horas de eso... Supongo que mañana tienes que trabajar —cambió de tema y ella se lo confirmó con un asentimiento de cabeza. —Sí...—Te llevaré al trabajo, solo debes darme la dirección. —¿Al trabajo? Ya no estoy segura de tener un empleo, ese hombre es mi jefe —reveló, como si Oliver estaba realmente ajeno a eso. —Ah, ya lo comprendo. No tienes de que preocuparte —anunció.—¿No? Porque sí debería, estar en Buckland es mi sueño, no debería perderlo. Él se aclaró la garganta. —Ese tipo estará tras las rejas, me han llamado, ya me encargué de todo, te lo dije. Así que no creo que conserve su empleo. Su sórdida acción lo dejará expuesto. Parpadeó, sin palabras. —Me iré a la cama, descansa. Oh, todavía sigo pensando en que
Pamela intentó llamar otra vez a Bruce, pero no tuvo respuesta de su parte, por lo que llegaba a la conclusión de que en efecto había tenido un accidente, deseaba con todo su corazón que las cosas no hubiera marchado de ese modo, pero era eso lo que se esperaba sí había estado conduciendo bajo los efectos del alcohol. Oliver, se sentía incómodo ahí mirándola sumergida en la preocupación.No deseaba verla así. Además, le resultaba verdaderamente extraño que la mujer con la que se había casado, incluso si todo significaba solo una farsa se mostrara tan afectada por algo así. Ni siquiera debía de importarle, después de todo ese tipo la había engañado y rompió su corazón, no la supo valorar. Se llevó una mano a la sien, no debía estar afectado por eso, ni permitir que eso le molestara. Igual lo de ellos dos no era cierto. Entonces, ¿qué rayos importaba que estuviera así por su ex? Sin embargo la realidad era que Oliver no lo comprendía, el mismo ni siquiera sabía cómo es que se ponía de