Dahiana.
Sabía que la espera me iba a volver loca, solo esperaba que al señor Triana le gustara mi proyecto. — Señorita Pineda, he quedado encantado, sé que a Eduardo le va a encantar—me dijo Ramiro. —Me alegra escuchar eso —le dije. —Sus habilidades son realmente buenas —agregó el señor Javier—. Lo más probable es que mañana mismo firmemos el contrato. —Tan pronto—dije. —Claro, Eduardo, deseaba que ese proyecto esté listo lo antes posible—dijo Pablo. —Perfecto —dije con una sonrisa. El proyecto era enorme y, por más que nos esforcemos, estaría listo en unos aproximados de tres años, lo que significaba que debía mudarme a San Diego. Después de despedirme, subí a mi habitación, llena de emoción, me moría de ganas de llamar a José y contarle, pero decidí esperar a firmar el contrato. José es mi amigo y socio; juntos creamos nuestra propia constructora, D y J constructoras. El inicio fue difícil, pero gracias a nuestras habilidades, hemos logrado crecer de manera rápida, llegando a hacer parte de grandes proyectos. * * Dahiana estuvo el resto de la tarde en su habitación, arreglando un par de detalles del proyecto. A las seis de la tarde su teléfono sonó. Ella se apresuró a tomar la llamada. —Buenas noches— saludo. —Señorita Pineda, muy buenas noches— le saludó Javier—. Llamaba para confirmar la firma del contrato para el día de mañana. Dahiana se levantó de la cama y empezó a brincar como loca, llena de emoción. —Perfecto, por favor, ¿podría indicarme la hora y el lugar?—preguntó. —¿Qué les parece si nos vemos para desayunar, en el restaurante del hotel?—dijo el hombre. —Por mí está bien—dijo ella, conteniendo las ganas de gritar. Después de finalizar la llamada, llamó a José. —Preciosa, dime que son buenas noticias—dijo el hombre al contestar. —Alista tu equipaje, nos mudamos a San Diego —le contestó Dahiana. Del otro lado se pudo escuchar el alboroto, pues todos los empleados habían escuchado la buena noticia. —No sabes lo feliz que me haces—le dijo José. —Yo también estoy feliz, tenemos tanto trabajo y uno de ellos es encontrar una casa en donde vivir —le comentó Dahiana. —Tú ocúpate del tema del contrato y eso déjaselo a nosotros —le afirmó José. —Bien, nos vemos mañana en la noche—le dijo Dahiana. —Eres la mejor, cuídate—le dijo él antes de colgar. Dahiana suspiró con una gran sonrisa en su rostro, la cual se borró al ver, el nombre de Luis que parpadeaba en su teléfono. Todos los recuerdos de la noche anterior llegaron nuevamente a su mente. Había prometido ser fuerte, pero era inevitable no sentir dolor. Con las manos temblorosas rechazó la llamada y bloqueó el número. —Te olvidaré —susurró mirando por la ventana de su habitación. Ahora solo deseaba celebrar y olvidar, así que se duchó y se vistió con algo lindo y sexy para salir a tomar algo. Un vestido negro que llegaba un poco más arriba de la rodilla con una apertura en el pecho que llegaba hasta la mitad de su abdomen. Su cabello suelto en onda y un ligero maquillaje era todo lo que necesitaba para lucir increíble. Lista para lo que se presentará esa noche, salió de la habitación y pidió el ascensor. Al abrirse, sus fosas nasales se llenaron con un delicioso aroma varonil. Dentro se encontraba un imponente hombre de aproximadamente dos pies de altura, toda su vestimenta era oscura y gritaba dinero por todos lados. Su rostro era un poema, de esos que te transportan a las estrellas. —Buenas noches—saludó Dahiana viviendo a sus sentidos. —Buenas noches—respondió el hombre con voz ronca. Dahiana no pudo evitar sentirse pequeña ante tal majestuosidad de hombre, de verdad que nunca había visto a alguien tan imponente y seductor. El sujeto era de esos que gritaban sexo y lujuria con solo verlo. El sonido del elevador anunció que habían llegado a su destino; la puerta se abrió. —Compromiso—dijo Dahiana saliendo casi corriendo. Sentía ganas de voltear y darle una última mirada a aquel hombre, pero se contuvo y salió del hotel. Dahiana estuvo caminando un largo rato hasta que encontró un lugar que llamó su atención. El lugar se veía como un disco cualquiera, pero lo que llamó su atención era el hecho de que al ingresar debía ponerse una máscara. Llena de curiosidad se acercó a la fila, uno de los guardias de seguridad se acercó a ella. —Buenas noches—la saludó el hombre. —Buenas noches —saludó ella. —¿Primera vez aquí?—preguntó el guardia y Dahiana asintió—. Señorita, antes de que ingresé hay algo que debo informarle. Dahiana lo miró con curiosidad, ¿acaso solo era una excusa para acercarse a ella?, se preguntó. —¿Y qué sería?—respondió Dahiana. — Este es un club, solo ingresan personas que desean tener sexo casual —le informó el hombre de manera directa. Dahiana se tensó al escucharlo. ¿Sexo casual? Había escuchado que existían sitios así, pero pensó que solo era habladuría de la gente. —Ok—dijo incrédula. —Señorita, no sé si comprende, pero una vez que entre por esa puerta, cualquiera cosa puede pasar—le advirtió el hombre. Dahiana miró hacia la puerta y pudo ver que todos entraban como si se tratara de una disco cualquiera. Por su mente pasaron muchas posibilidades, no sabía si debía o no ingresar. —¿Qué decide?—le habló nuevamente el hombre, sacándola de sus pensamientos. Dahiana tomó la máscara que el hombre le había tendido, quizás estaba loca, pero sentía tanta curiosidad, que sin más ingresó al lugar. El lugar estaba lleno, todos llevaban máscara, cosa que no le permitía ver el rostro de nadie. Todos se veían animados y contentos con lo que hacían. Ella se acercó a la barra y pidió un trago. El ambiente era agradable y muy animado, eso le gustó. —Su trago—le habló el bar tender. —Gracias —le dijo ella. Ella se sentó y empezó a observar el sitio. Las personas bailaban de una manera un poco, como lo diría “sensual”. Otros estaban besándose y, ¿qué decir de los que estaban ubicados en la zona vip? Esos literalmente estaban teniendo sexo ante la mirada curiosa de todos. Dahiana sonrió y se preguntó a sí misma lo que hacía en ese lugar. Estaba tan distraída que no sintió en qué momento un sujeto que se sentó a su lado.Dahiana se sentía en otro mundo, era como si hubiese atravesado un portal cuando cruzó la entrada del bar.Había mujeres que se encontraban prácticamente desnudas, mientras que otros hombres acariciaban sus zonas sensibles. —¿Es tu primera vez aquí?—le dijo el hombre llamando su atención.Dahiana saltó al escucharlo tan cerca, ella se giró para ver aún hombre de traje completamente negro. Su aroma le recordó al hombre del elevador.Aunque su vestimenta era igual de negra, lucía un poco diferente. La camisa llevaba algunos botones desabotonados, dándole un ambiente despreocupado y permitiéndole ver parte de su firme pecho. Aunque su estatura también era alta, no podía asegurar que se tratara del mismo tipo.—Así es—contestó ella.El hombre le hizo seña al bar tender para que sirviera dos copas.—En este lugar puedes ser quien deseas ser, aquí no debes preocuparte por lo que dirán —le dijo él, dándole a Dahiana una de las copas que había servido el bar tender—. Créeme, esto es algo que
Eduardo ya estaba empezando a tener curiosidad, sus dos amigos hablaban tan bien de Dahiana que sintió muchas ganas de verla.Miro a Ramiro, quien es el prometido de su prima Claudia. —No me mires así, sabes que solo tengo ojos para tu prima Claudia, pero no puedo negar que esa mujer es realmente hermosa —se defendió Ramiro.—Ramiro tiene razón, la señorita Pineda no solamente es inteligente y muy talentosa, sino que es muy hermosa —agregó Pablo.Eduardo negó con la cabeza y volvió a lo que estaba haciendo. Listo para bajar a la firma de contrato, se aplicó un poco de perfume.—Estamos listos—dijo Pablo.—Ustedes también vendrán—preguntó Eduardo.—Por supuesto, no me perdería la oportunidad de volver a ver a tan hermosa mujer —dijo Pablo con una amplia sonrisa en su rostro.Eduardo volvió a negar con la cabeza y se dirigió a la puerta en donde Javier lo esperaba con el contrato en la mano.—Señor Triana, buenos días —lo saludó el hombre.—Buenos días, Javier —respondió—. Todo listo.
Eduardo trató de calmarse, lo mejor sería solucionar el problema, luego rendiría cuenta con su cuñado.Estuvo varias horas revisando documentos y haciendo llamadas, hasta que, cerca de la medianoche, logró poner todo en orden.Ya era tarde para volver, por lo que decidió buscar un hotel en donde quedarse esa noche.Se sentía muy agotado, solo deseaba tomar una ducha y acostarse a dormir.**Dahiana.Los siguientes días estuvimos muy ocupados. Mientras José se encargaba de todo lo que tenía que ver con nuestra mudanza, yo agilicé los permisos para iniciar con la construcción.Así pasaron cinco días y el día de nuestro viaje llegó.Mis padres estuvieron muy nostálgicos, aún no habíamos tratado el tema de Luis, pero sé que él era tranquilo, los tenía a ellos tranquilos.Serían pocas horas de distancia, pero les prometí mantenerme en comunicación con ellos.—Por favor, atiende cada una de mis llamadas —me pidió mi mamá.—Claro, madre, así que, por favor, deja de preocuparte por mí —le dij
El lugar era espectacular, había de todo; rápidamente ubicó el lugar perfecto para hacer sus compras. Dahiana estaba realmente encantada con la estructura y arquitectura del sitio.Caminó como no se lo imaginaba, hasta que encontró una hermosa cafetería y decidió hacer una pausa y descansar.Dahiana estaba tomando una deliciosa taza de café, cuando fue interrumpida.—¿Primera vez aquí? —escuchó.Su cuerpo se tensó, la voz tenía algo de similitud a la del hombre de aquella noche, así que a su mente llegó lo ocurrido en aquella disco. De verdad que tenía la esperanza de voltear y que se tratara del mismo hombre del que no conocía su rostro.Pero no fue así, un señor de unos sesenta años estaba parado justo a un costado de la mesa.—Los siento, no quise incomodar—dijo el señor.—Para nada, no se preocupe —le contestó apenada—, al parecer el hombre vio su cara de decepción—. Sí, soy nueva en la ciudad, me acabo de mudar.—Eso es una excelente noticia. San Diego es un lugar tranquilo, perf
La siguiente semana, Dahiana trabajó como loca, se sentía mejor, así que dio todo para avanzar lo más que podía en el proyecto.Lo bueno era que tener tanto trabajo le mantenía la mente ocupada y así no pensaba en Luis. Aunque de vez en cuando, revisaba sus redes sociales para saber de su vida, claro que eso no es algo que le hiciera bien, pero para ella era inevitable no hacerlo.**Eduardo.Estuve una maldita semana solucionando el desastre que ocasionó el imbécil de Camilo.Por suerte, la construcción se retomó, cosa que bajó un poco el estrés que tenía. Cuando volvía a San Diego, me sorprendí al ver lo eficientes que eran los encargados de la construcción de los nuevos hoteles.En una sola semana había avanzado tanto que creo que estará todo listo para cuando yo había planeado. Eso era realmente bueno.Quería relajarme después de una semana estresante, llegué a la habitación del hotel en donde llevó viviendo cerca de un año. Sonreí al abrir la puerta y encontrarme con Laura.Laura
Dahiana. Parecía una gallina caminada de un lado al otro; estaba decidida, hasta que tuve el teléfono en mis manos. —Eres una mujer soltera, libre de hacer lo que quiera—me dije a mí misma, tratando de llevarme de valor. Tome aire antes de encender el teléfono, me mordí las uñas en lo que esperaba que este encendiera. No sabía que quería conseguir al hacer esto, quizás era una manera extrema de escapar del sufrimiento, pero de algo debía servir. Todos debemos vivir experiencias, me decía mentalmente tratando de justificar lo que estaba haciendo. Volví a llenar de aire mis pulmones, mientras revisaba el aparato, en él no había nada más que un número de teléfono registrado bajo el nombre de Hades. Ya no había tiempo de dudar, así que envié un hola y me acosté a la espera de una respuesta. No sé en qué momento me venció el sueño, cerca de las diez de la mañana me despertó la fuerte música que los chicos habían puesto, suspiré, sabía que habían iniciado con la limpieza, a
Eduardo.Una sonrisa se formó en mi rostro al ver el mensaje. Rápidamente, llamé a uno de mis hombres para que organizara algo extraordinario. Una vez estuvo todo listo, le envié la información a la que sería mi presa esta noche.Tomé una ducha, me alisté y salí para el museo de arte de San Diego. Debo de aceptar que Aarón es excelente escogiendo los lugares para mis encuentros. Cada día me sorprenden sus ocurrencias, se nota que me conoce más que a nadie. Al llegar al museo, ya todo estaba en su lugar, las luces y cámaras estaban apagadas.Yo me despojé de mi abrigo y me senté a la espera de quién sería mi acompañante.—Señor, ella está aquí —me avisó Aarón.De inmediato tomé el otro teléfono y le envié un mensaje indicando que debía poner su máscara. Me sentía un poco ansioso, llevaba semanas sin tener este tipo de encuentro y ya sentía que me hacía falta.El silencio del sitio fue interrumpido por el sonido de unos tacones. Sus pasos eran firmes, eso hizo que mi hombría despertara.
Dahiana.No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero trataba de mantener la tranquilidad, aun con mi nerviosismo. No podía negar que estaba disfrutando lo que estaba haciendo.Sentir su intensa mirada en mí, mientras subía y baja siendo pen*** con ese vibrador, me hacía enloquecer.Sabía algo del tema por algunos libros y mangas que había leído hacía algunos años. No era nada experta en el asunto, así que traté de replicar lo que había leído en aquella novela.Un orgasmo se aproximó, pero, a decir verdad, deseaba que fuera él quien entrara en mí.—Hades—susurró.—Desátame—pidió con los dientes apretados.Escuchar su demandante voz hizo que mi orgasmo llegara, me retorcí en sus piernas. Un poco agitada, recosté mi cuerpo en él.Podía sentir su corazón palpitar a mil; aparte de eso, era evidente que su miembro estaba por explotar. No sabía si seguir torturando o pasar al siguiente paso.Una idea llegó a mi mente, así que me levanté de sus piernas y me acerqué a sus manos para solta