Dahiana.Estaba tratando de calmar mis pensamientos, no deseaba malgastar más mi tiempo en lo que estaba ocurriendo y dejar que Eduardo se ocupara de todo. Así que tomé una ducha y empecé a organizar mi habitación, así pasé un largo rato.Hasta que a eso de las tres de la tarde, mi teléfono sonó; en la pantalla parpadeaba el nombre con el que había registrado a Eduardo, por lo que no tardó en contestar.Nuestra conversación fue como lo habitual, él me contó que estaba en casa de sus padres y que deseaba verme, de verdad no vi nada extraño. Era su voz, la reconocería donde fuera.Él me pidió vernos en la obra e incluso me dijo que no me preocupara que las cámaras habían sido retiradas.Quizás esté justificando mi estupidez, pero de verdad no había manera que yo supiera que todo se trataba de una trampa.Simplemente, accedía verlo, me alisté y salí de casa avisándole a José dónde estaría y, con quien, tomé un taxi, pero a mitad de camino, Eduardo me volvió a llamar para cambiar nuestro
Eduardo no tardó en llegar a la obra, había conducido tan rápido que había saltado, varías señales de tránsito.Pero eso en ese momento estaba lejos de importarle, en su mente solo tenía una preocupación y era que Dahiana estuviera en peligro.Su angustia aumentó al verificar que ella no se encontraba en la obra.—Señor, la señorita Pineda, no ha vuelto desde esta mañana —le informó uno de los encargados de la vigilancia.—Entiendo—dijo Eduardo.—Ocurre algo, señor—preguntó el hombre.—No es nada, gracias —dijo, luego se despidieron y volvió a su coche.Lleno de frustración, golpeó al volante. Una vez que estuvo más calmado, llamó a Aarón y le informó lo que ocurría.— Mueve a todo el personal, quiero que Dahiana aparezca —ordenó.—Sí, señor—le contestó Aarón.—Aarón, asegúrate de que nada le pase—pidió.—Cuente con eso, señor—dijo en nombre antes de colgar.**Eduardo.Nunca había pasado por una situación similar, la angustia y el desespero, me tenían al borde de la locura. Esto es
Dahiana.Estaba tratando de mantener la compostura, hacía ya más de una hora que me encontraba sola en esa habitación.Las dos mujeres se marcharon, dejándome completamente sola e incómoda.No sabía cómo terminaría esto, pero debía ser positiva y no dejar que nada de esto me traumara.Así que, como si de una enferma se tratara, decidí disfrutar de la experiencia. Si lo se debía estar loca, pero ¿qué más podía hacer?Después de un rato, un hombre de aspecto intimidante ingresó a la habitación. Mi corazón comenzó a latir como loco, pues por más que tratara de mentalizarme de que solo se trataría de una nueva experiencia, el solo hecho de pensar que alguien más que no se trata de Eduardo me tocara me daba náuseas.—¿Por qué tardaste?—le dije al hombre.Este me miró de manera extraña, quizás esperaba que estuviera gritando y llorando. A—Tanto deseas sentir placer—contestó el hombre.—No te imaginas cuánto—le dije.Este sonrió mostrando su blanca dentadura. Era un hombre apuesto; su cuerp
Eduardo.Mi corazón había vuelto a latir con total tranquilidad. Mis rodillas seguían temblando y lo hacían cada vez más con cada paso que daba acercándome al apartamento.Al llegar, había dos agentes en la sala conversando con el hombre que había visto cerca a Dahiana en la pantalla. Sentí impulso de cogerlo a golpe, pero me contuve y seguí a la habitación.—Dahiana—dije al verla.Ella se encontraba sentada en la cama, aún desnuda, con su cuerpo cubierto por una sábana.Una mujer de policía conversaba con ella y tomaba notas en una libreta.Sin importar que estuviera interrumpiendo, me acerqué y la abracé.Tenerla de nuevo en mis brazos era lo mejor, había tenido tanto miedo, pero por suerte todo había salido bien.—¿Te encuentras bien? —le pregunté.—Lo estoy —me contestó.Olvidando la presencia de la otra mujer, la besé.—Nosotros los dejamos, por favor, mañana vayan a la estación para formalizar la denuncia —dijo la mujer.Pero la verdad era que no le dimos importancia a lo que de
El premio a la constructora del año, había sido tres años de arduo trabajo, pero al final todo había rendido sus frutos.La inauguración de los nuevos hoteles Luxury fue todo un éxito. Personas de varias partes del mundo, tanto artistas como personajes de la farándula, hicieron acto de presencia. Fue un gran día, lleno de sorpresa como el anuncio del compromiso de Dahiana y Eduardo.Una pareja envidiada por algunos y amada por mucho. Rodeados de familiares y amigos.**Dahiana.Treinta y siete años, dos hermosos hijos, con una empresa que había crecido como espuma, esposa de uno de los hombres más atractivos y millonarios de todo el continente.¿Qué más podía pedir? Había sido bendecida y estaba agradecida por eso.Mi vida al lado de Eduardo ha sido toda una aventura. Hay muchos matrimonios que con los años se enfrían y eso pasa muchas veces porque damos por seguro a las otras personas y dejamos de alimentar la relación.Por suerte, mi ahora marido y padre de mis hijos se ha encargado
Dahiana.Patética, así me sentía al tener la mirada de todos en mí. ¿Pero qué era lo que yo había hecho mal? —Me preguntaba mientras sentía cómo el agua caía sobre mí. Eran las siete de la noche y una fuerte lluvia caía sobre San Francisco.Todo había empezado como lo que sería un día normal para mí. Me despedí de Luis como cada mañana, la única diferencia era que saldría de la ciudad esa mañana, para tratar el tema de un proyecto en el que iniciará a trabajar la próxima semana.Por alguna razón o quizás por obra del destino, se me habían quedado los planos que debía presentar ese día en San Diego.Sería el proyecto de mi vida que me dispararía mi carrera como arquitecta. Por suerte, pude posponer la reunión para el siguiente día, así que tomé un vuelo de regreso a San Francisco. Pero quién diría que mi día normal terminaría en un desastre total.Abrí la puerta del departamento que compartía con Luis hacía solo dos meses, para encontrarme con una de las escenas más dolorosas de mi vid
Miguel y Guillermo contuvieron las ganas que tenía de buscar a Luis y hacerle pagar por el daño que le habían hecho a su hermana. Pero ya tendrían su oportunidad.—Démosle tiempo, Dahiana es fuerte, les puedo asegurar que mañana se levantará y continuará con su vida como si nada—les dijo Maribel.Todos asintieron, luego se fueron cada uno a sus habitaciones.Tal como Maribel había dicho, Dahiana se levantó temprano y se alistó para salir rumbo a San Diego.Tomó una ducha, buscó algo cómodo para usar para su viaje y empacó un pequeño equipaje, luego bajó a la primera planta.Su padre se encontraba sentado en un sillón cerca de la entrada principal leyendo el periódico.—¿Cómo te sientes?— le pregunta su padre al verla bajar las escaleras—Ya estoy mejor—contestó ella—No tengo tiempo para sufrir, debo viajar a San Diego, en unas horas debo presentar el proyecto.Esteban conocía a su hija y sabía que por más que insistiera no iba a poder hacerla cambiar de opinión.—Bien, espero y tengas
Dahiana.Sabía que la espera me iba a volver loca, solo esperaba que al señor Triana le gustara mi proyecto.— Señorita Pineda, he quedado encantado, sé que a Eduardo le va a encantar—me dijo Ramiro.—Me alegra escuchar eso —le dije.—Sus habilidades son realmente buenas —agregó el señor Javier—. Lo más probable es que mañana mismo firmemos el contrato.—Tan pronto—dije.—Claro, Eduardo, deseaba que ese proyecto esté listo lo antes posible—dijo Pablo.—Perfecto —dije con una sonrisa.El proyecto era enorme y, por más que nos esforcemos, estaría listo en unos aproximados de tres años, lo que significaba que debía mudarme a San Diego.Después de despedirme, subí a mi habitación, llena de emoción, me moría de ganas de llamar a José y contarle, pero decidí esperar a firmar el contrato.José es mi amigo y socio; juntos creamos nuestra propia constructora, D y J constructoras. El inicio fue difícil, pero gracias a nuestras habilidades, hemos logrado crecer de manera rápida, llegando a hacer