Dahiana.
Patética, así me sentía al tener la mirada de todos en mí. ¿Pero qué era lo que yo había hecho mal? —Me preguntaba mientras sentía cómo el agua caía sobre mí. Eran las siete de la noche y una fuerte lluvia caía sobre San Francisco. Todo había empezado como lo que sería un día normal para mí. Me despedí de Luis como cada mañana, la única diferencia era que saldría de la ciudad esa mañana, para tratar el tema de un proyecto en el que iniciará a trabajar la próxima semana. Por alguna razón o quizás por obra del destino, se me habían quedado los planos que debía presentar ese día en San Diego. Sería el proyecto de mi vida que me dispararía mi carrera como arquitecta. Por suerte, pude posponer la reunión para el siguiente día, así que tomé un vuelo de regreso a San Francisco. Pero quién diría que mi día normal terminaría en un desastre total. Abrí la puerta del departamento que compartía con Luis hacía solo dos meses, para encontrarme con una de las escenas más dolorosas de mi vida. Él estaba teniendo relaciones sexuales, con quien yo creía era su jefe, una mujer de unos aproximados cuarenta años. Me quedé pasmada con lo que veía. ¿Ese era el hombre que solo unos días atrás me había propuesto matrimonio? —me preguntaba mientras controlaba mis ganas de asesinarlos. —Increíble—soltó. Él se levantó rápidamente al escucharme y buscó con qué cubrir su desnudez, mientras la mujer solo se quedó como si nada. A ella realmente no le importaba y lo pude notar al ver la expresión de su rostro. —Dahiana—dijo él, poniéndose los pantalones lo más rápido que podía. Le di una sonrisa ladeada. ¡Dahiana!, solo eso podía decir. Tenía un mar de sentimiento, me conocía y sabía que si me quedaba un segundo más, correría sangre. —Una hora —dije—. Solo eso les daré para que abandonen este lugar. Salí dejando mi bolso sobre la mesa que se encontraba en la entrada. Podía escuchar al imbécil de Luis gritar mi nombre, pero me negué a responder a su llamado. Salí del edificio en donde creí que podía formar un hogar, caminé bajo la lluvia, sin importar que eso pudiera enfermarme. — Estúpida— susurré para mí misma, pues así me sentía. Había creído en las mentiras de quien yo creía que me amaba, empecé a juzgarme, cuando la realidad era que yo no había hecho nada malo. Lo había amado, respetado y cuidado por más de tres años y lo que recibí a cambio fue su engaño. Eso no me hace culpable, eso me hace víctima de un hombre que no tiene los pantalones para hacer feliz a una sola mujer. Caminé un gran trayecto, hasta que me sentí mejor, tenía un nudo en mi garganta, pero me negué a derramar una lágrima por ese idiota. Tomé un taxi de regreso, conocía a Luis y sabía que no lo encontraría, porque si hay algo que sabe hacer es cuidar su vida, el apartamento estaba como si nada. Ingrese a la habitación, me despoje de mi ropa mojada e ingrese a la ducha. Tomé una larga ducha, antes de organizar mi equipaje y abandonar ese lugar en donde no planeaba volver más. * * Dahiana una mujer profesional, hermosa y de veintiocho años, había dedicado su vida a estudiar y trabajar. Nació en una familia acomodada. No era que tuvieran una vida de lujos, pero no pasaban necesidad. Era la segunda de tres hermanos y la consentía al ser la única hija mujer de la familia Pineda. Después de recorrer media ciudad, Dahiana se encontraba parada en la entrada de la casa de su familia; eran pasadas las once de la noche. Pero las luces estaban encendidas. Miró con nostalgia la hermosa casa de dos plantas, con un lindo jardín delantero, esa misma que había abandonado cuatro años atrás cuando se independizó. Se sentía derrotada, pero sabía que el apoyo que necesitaba lo encontraría en esa hermosa casa en donde había crecido. Maribel vio llegar a su hija desde la ventana, así que se apresuró a salir a recibirla. —Ha llegado Dahiana—grito antes de abrir la puerta, alertando a todos en casa. Maribel abrió la puerta con una gran sonrisa, amaba a su hija, pero esta se había alejado de casa por estar sumida en sus estudios y en su trabajo. —Mi niña —le dijo antes de percatarse del equipaje que traía Dahiana. —Madre—susurró Dahiana, sin poder contenerse más. Había tratado de mantenerse fuerte, pero enfrente de su madre sabía que podía sacar todo el dolor que la carcomía por dentro. Esteban, padre de Dahiana, salió junto a sus dos hijos Guillermo y Miguel a recibir a la niña de la casa, pero su rostro alegre se transformó al verla. Ninguno dijo nada, solo se acercaron y la abrazaron. Miguel tomó el equipaje de su hermana y lo llevó. Ingresó a la casa, mientras que Maribel, la guio a su antigua habitación. Ella conocía a su hija y sabía que no quería hablar del tema, así que solo la acompañó mientras lloraba. En cuanto Dahiana fue vencida por el sueño, bajó a la sala en donde el resto de la familia la esperaba. —¿Cómo está?—le preguntó Esteban. Maribel se sentó en el sofá, se sentía muy triste. Su hija la había llamado hacía un par de noche a contarle la noticia de su compromiso y ahora esta se encontraba con una profunda tristeza. —Se ha quedado dormida—respondió ella. —¿Qué habrá pasado?—dijo Miguel—. Voy a buscar a ese imbécil y le sacaré toda la verdad. Miguel se levantó con la firme intención de buscar a Luis. —Es mejor que no lo hagas, conoces a Dahiana—lo detuvo Esteban. —Pero papá, Miguel, tiene la razón, ese imbécil debe decirnos qué le hizo a mi hermana —agregó Guillermo. —Créanme, yo también me muero por buscarlo y partirle la cara, pero no quiero causarle más molestia a mi hija, ella siempre ha sido muy independiente y no le gusta que interfiramos en sus asuntos —dijo el mayor de la casa. Miguel volvió a sentarse, sabía que su padre tenía razón, así que se tragó sus ganas de golpear a Luis.Miguel y Guillermo contuvieron las ganas que tenía de buscar a Luis y hacerle pagar por el daño que le habían hecho a su hermana. Pero ya tendrían su oportunidad.—Démosle tiempo, Dahiana es fuerte, les puedo asegurar que mañana se levantará y continuará con su vida como si nada—les dijo Maribel.Todos asintieron, luego se fueron cada uno a sus habitaciones.Tal como Maribel había dicho, Dahiana se levantó temprano y se alistó para salir rumbo a San Diego.Tomó una ducha, buscó algo cómodo para usar para su viaje y empacó un pequeño equipaje, luego bajó a la primera planta.Su padre se encontraba sentado en un sillón cerca de la entrada principal leyendo el periódico.—¿Cómo te sientes?— le pregunta su padre al verla bajar las escaleras—Ya estoy mejor—contestó ella—No tengo tiempo para sufrir, debo viajar a San Diego, en unas horas debo presentar el proyecto.Esteban conocía a su hija y sabía que por más que insistiera no iba a poder hacerla cambiar de opinión.—Bien, espero y tengas
Dahiana.Sabía que la espera me iba a volver loca, solo esperaba que al señor Triana le gustara mi proyecto.— Señorita Pineda, he quedado encantado, sé que a Eduardo le va a encantar—me dijo Ramiro.—Me alegra escuchar eso —le dije.—Sus habilidades son realmente buenas —agregó el señor Javier—. Lo más probable es que mañana mismo firmemos el contrato.—Tan pronto—dije.—Claro, Eduardo, deseaba que ese proyecto esté listo lo antes posible—dijo Pablo.—Perfecto —dije con una sonrisa.El proyecto era enorme y, por más que nos esforcemos, estaría listo en unos aproximados de tres años, lo que significaba que debía mudarme a San Diego.Después de despedirme, subí a mi habitación, llena de emoción, me moría de ganas de llamar a José y contarle, pero decidí esperar a firmar el contrato.José es mi amigo y socio; juntos creamos nuestra propia constructora, D y J constructoras. El inicio fue difícil, pero gracias a nuestras habilidades, hemos logrado crecer de manera rápida, llegando a hacer
Dahiana se sentía en otro mundo, era como si hubiese atravesado un portal cuando cruzó la entrada del bar.Había mujeres que se encontraban prácticamente desnudas, mientras que otros hombres acariciaban sus zonas sensibles. —¿Es tu primera vez aquí?—le dijo el hombre llamando su atención.Dahiana saltó al escucharlo tan cerca, ella se giró para ver aún hombre de traje completamente negro. Su aroma le recordó al hombre del elevador.Aunque su vestimenta era igual de negra, lucía un poco diferente. La camisa llevaba algunos botones desabotonados, dándole un ambiente despreocupado y permitiéndole ver parte de su firme pecho. Aunque su estatura también era alta, no podía asegurar que se tratara del mismo tipo.—Así es—contestó ella.El hombre le hizo seña al bar tender para que sirviera dos copas.—En este lugar puedes ser quien deseas ser, aquí no debes preocuparte por lo que dirán —le dijo él, dándole a Dahiana una de las copas que había servido el bar tender—. Créeme, esto es algo que
Eduardo ya estaba empezando a tener curiosidad, sus dos amigos hablaban tan bien de Dahiana que sintió muchas ganas de verla.Miro a Ramiro, quien es el prometido de su prima Claudia. —No me mires así, sabes que solo tengo ojos para tu prima Claudia, pero no puedo negar que esa mujer es realmente hermosa —se defendió Ramiro.—Ramiro tiene razón, la señorita Pineda no solamente es inteligente y muy talentosa, sino que es muy hermosa —agregó Pablo.Eduardo negó con la cabeza y volvió a lo que estaba haciendo. Listo para bajar a la firma de contrato, se aplicó un poco de perfume.—Estamos listos—dijo Pablo.—Ustedes también vendrán—preguntó Eduardo.—Por supuesto, no me perdería la oportunidad de volver a ver a tan hermosa mujer —dijo Pablo con una amplia sonrisa en su rostro.Eduardo volvió a negar con la cabeza y se dirigió a la puerta en donde Javier lo esperaba con el contrato en la mano.—Señor Triana, buenos días —lo saludó el hombre.—Buenos días, Javier —respondió—. Todo listo.
Eduardo trató de calmarse, lo mejor sería solucionar el problema, luego rendiría cuenta con su cuñado.Estuvo varias horas revisando documentos y haciendo llamadas, hasta que, cerca de la medianoche, logró poner todo en orden.Ya era tarde para volver, por lo que decidió buscar un hotel en donde quedarse esa noche.Se sentía muy agotado, solo deseaba tomar una ducha y acostarse a dormir.**Dahiana.Los siguientes días estuvimos muy ocupados. Mientras José se encargaba de todo lo que tenía que ver con nuestra mudanza, yo agilicé los permisos para iniciar con la construcción.Así pasaron cinco días y el día de nuestro viaje llegó.Mis padres estuvieron muy nostálgicos, aún no habíamos tratado el tema de Luis, pero sé que él era tranquilo, los tenía a ellos tranquilos.Serían pocas horas de distancia, pero les prometí mantenerme en comunicación con ellos.—Por favor, atiende cada una de mis llamadas —me pidió mi mamá.—Claro, madre, así que, por favor, deja de preocuparte por mí —le dij
El lugar era espectacular, había de todo; rápidamente ubicó el lugar perfecto para hacer sus compras. Dahiana estaba realmente encantada con la estructura y arquitectura del sitio.Caminó como no se lo imaginaba, hasta que encontró una hermosa cafetería y decidió hacer una pausa y descansar.Dahiana estaba tomando una deliciosa taza de café, cuando fue interrumpida.—¿Primera vez aquí? —escuchó.Su cuerpo se tensó, la voz tenía algo de similitud a la del hombre de aquella noche, así que a su mente llegó lo ocurrido en aquella disco. De verdad que tenía la esperanza de voltear y que se tratara del mismo hombre del que no conocía su rostro.Pero no fue así, un señor de unos sesenta años estaba parado justo a un costado de la mesa.—Los siento, no quise incomodar—dijo el señor.—Para nada, no se preocupe —le contestó apenada—, al parecer el hombre vio su cara de decepción—. Sí, soy nueva en la ciudad, me acabo de mudar.—Eso es una excelente noticia. San Diego es un lugar tranquilo, perf
La siguiente semana, Dahiana trabajó como loca, se sentía mejor, así que dio todo para avanzar lo más que podía en el proyecto.Lo bueno era que tener tanto trabajo le mantenía la mente ocupada y así no pensaba en Luis. Aunque de vez en cuando, revisaba sus redes sociales para saber de su vida, claro que eso no es algo que le hiciera bien, pero para ella era inevitable no hacerlo.**Eduardo.Estuve una maldita semana solucionando el desastre que ocasionó el imbécil de Camilo.Por suerte, la construcción se retomó, cosa que bajó un poco el estrés que tenía. Cuando volvía a San Diego, me sorprendí al ver lo eficientes que eran los encargados de la construcción de los nuevos hoteles.En una sola semana había avanzado tanto que creo que estará todo listo para cuando yo había planeado. Eso era realmente bueno.Quería relajarme después de una semana estresante, llegué a la habitación del hotel en donde llevó viviendo cerca de un año. Sonreí al abrir la puerta y encontrarme con Laura.Laura
Dahiana. Parecía una gallina caminada de un lado al otro; estaba decidida, hasta que tuve el teléfono en mis manos. —Eres una mujer soltera, libre de hacer lo que quiera—me dije a mí misma, tratando de llevarme de valor. Tome aire antes de encender el teléfono, me mordí las uñas en lo que esperaba que este encendiera. No sabía que quería conseguir al hacer esto, quizás era una manera extrema de escapar del sufrimiento, pero de algo debía servir. Todos debemos vivir experiencias, me decía mentalmente tratando de justificar lo que estaba haciendo. Volví a llenar de aire mis pulmones, mientras revisaba el aparato, en él no había nada más que un número de teléfono registrado bajo el nombre de Hades. Ya no había tiempo de dudar, así que envié un hola y me acosté a la espera de una respuesta. No sé en qué momento me venció el sueño, cerca de las diez de la mañana me despertó la fuerte música que los chicos habían puesto, suspiré, sabía que habían iniciado con la limpieza, a