KIERAN:Al salir al otro lado, nos encontramos rodeados por los lobos del norte. El Alfa Aleph se lanzó por sorpresa sobre mí y me provocó una gran herida en el pecho con sus garras, una herida que me hizo aullar de dolor. Atka, con todo su control, lo atrapó por el cuello y, con un movimiento de sus fauces, lo eliminó. Todos mis lobos me rodearon para dar tiempo a que mis heridas sanaran, pero algo no iba bien.—Creo que las garras de Aleph estaban impregnadas con algún veneno que no me deja curar como siempre —le dije a mi Beta, Fenris, quien me cubría con su cuerpo, mientras Rafe hacía que los enemigos se retiraran. Apreté mi pecho, olvidando que todo ese dolor lo sentía mi Luna—. ¿Qué sugieres?Pero antes de que pudiera moverme, mi primo Gael apareció repentinamente y me inyectó algo que hizo que mis heridas sanaran a la velocidad habitual.&m
CLARIS:No sabía cuántas horas habían transcurrido desde que Vikra me había encerrado. Había intentado despertar a mi loba, Lúmina, pero parecía que cada vez que utilizaba sus poderes, quedaba completamente agotada. Decidí no insistir, pensando que era mejor mantenerla oculta para que Vikra no descubriera que era una mujer lobo y no una simple humana.Tenía que ganar tiempo con él. Era consciente de mi belleza y sabía cómo utilizarla. Solo era cuestión de emplear esos dones a mi favor y él caería rendido. Los alfas como él adoraban salvar a damiselas en peligro; me haría pasar por una víctima indefensa.Hasta ahora, todo lo que había leído en mis historias de fantasía favoritas sobre lobos se confirmaba: los alfas eran protectores y dominantes por naturaleza. Debía lograr que siguiera protegiéndo
KIERAN:La urgencia de limpiar mi territorio de enemigos para asegurar la seguridad de mi Luna y mis cachorros me consumía por dentro. Atka, mi lobo, estaba en sintonía conmigo, rugiendo por sangre. La ausencia del lazo con nuestra Luna nos atormentaba como una herida abierta, un vacío que se hacía cada vez más profundo.Volví a interrogar a mi primo Gael sobre cada detalle que había averiguado. Nos guió paso a paso por el territorio y, para mi alivio, cada información resultó ser verdadera. Fuimos eliminando metódicamente a todos los intrusos que encontramos, pero mi inquietud crecía con cada minuto que pasaba lejos de ella.—Regresemos —di la orden al no encontrar al alfa Renier ni a la manada de los Cazadores Oscuros donde Gael había indicado.Un presentimiento oscuro que me había estado acechando se intensificó cuando,
CLARIS: Mantuve la respiración mientras miraba al lobo a mi lado. Vikra me observaba en silencio, y podía ver la duda en sus ojos. Trataba con todas mis fuerzas de mantener mi actuación mientras mi corazón latía con fuerza, rezando para que mi estrategia funcionara. —No puedo llevarte conmigo ahora —respondió finalmente, acariciando mi mejilla con suavidad—. Mi padre y mi hermana sospecharían. Necesito preparar todo cuidadosamente. Dejé escapar un suspiro tembloroso, permitiendo que mis ojos se llenaran de lágrimas. Era un juego peligroso, pero necesitaba ganar su confianza completamente. —Entiendo —murmuré, bajando la mirada—. Es solo que... desde que descubrí este mundo de hombres lobo, todo ha sido tan confuso y aterrador. Kieran me mordió sin mi consentimiento, y ahora, estar aquí a merced de todos... Me detuve, como si el miedo me impidiera continuar. Vikra se tensó visiblemente ante mi actuación de vulnerabilidad, y supe que había tocado un punto sensible. —Te prome
No recibí respuesta a mi llamado; Claris tenía a la loba dormida y no podía responder para darme la seguridad de que estaba bien, resguardada en el lugar donde la había dejado. La furia se desató en mi interior: como Alfa, la responsabilidad pesaba sobre mis hombros. No solo debía proteger a mi Luna, sino a toda la manada. El dolor por la ausencia de Claris alimentó cada uno de mis movimientos mientras me lanzaba contra los enemigos. Mis garras encontraron las gargantas de Renier y su Luna, cercenándolas con precisión letal. La sangre brotó en un arco carmesí mientras caían sin vida. Avancé como una tormenta de muerte, eliminando a cada traidor que osaba interponerse en mi camino hasta alcanzar a Elena, la Guardiana Lunar, quien luchaba en perfecta sincronía con Rafe.—¿Es cierto? —rugí mientras despachaba a otro enemigo—. ¿Atraparon a mi Luna? —No lo sé —respondió Elena, esquivando un ataque—. Salió de la guarida por un dolor repentino y la seguí, pero me vi envuelta en esta batal
KIERAN:Podía percibir cómo seguían llegando más lobos para rodearnos, pero sabía que ella no me quería muerto, aunque a mi Luna sí. Observé a mis guerreros apostados a mi alrededor, dispuestos a dar la vida por mí. Sin embargo, yo no era un Alfa de Alfas solo de nombre; la fuerza y agilidad de mi lobo Atka, combinada con mi astucia, era sobrenatural. Era el último de un linaje que nos hacía superiores y ellos lo sabían; podía ver el miedo en sus ojos.—Estás rodeado, Kieran. Ríndete y juro que no dejaré que le pase nada a tu humana —volvió a hablar Chandra, como si no pudiera detectar la mentira en su voz—. Tienes mi palabra, dejaré que sea tu juguete preferido mientras me proclamas tu Luna.—Ella no la tiene —escuché a Atka en mi cabeza—. Pero su hermano sí. ¿Qué hacemos,
CLARIS:Miré a Vikra y, por un momento, sentí culpa; solo era un joven lobo confundido por mi olor de Loba Mística, o quizás había algo más. Lo seguí, preguntándome si tendría dos parejas destinadas, como en aquellas historias antiguas que había leído. —Deja de buscar respuestas en esas historias —resonó la voz de mi loba en mi mente—. Nuestra única pareja es Kieran Theron. Concéntrate, estoy percibiendo la presencia de un poderoso alfa acercándose. —¿Lúmina, estás bien? ¿Puedes ayudarme a escapar? —pregunté esperanzada—. Recuerda que en dos semanas todos podrán escuchar a los cachorros en mi vientre. —Pídele a Vikra que te deje cambiar de ropa y, cuando te quite el collar que impide que Kieran nos escuche, le dejaré un mensaje —me pidió de inmediato. —Clara, nuestra hermana, puede sentirnos a pesar de todo. Le indicaremos nuestra ubicación, sin importar dónde nos oculten. Debemos advertirle a Kieran sobre la gran trampa. Mientras conversaba con mi loba, Vikra me conducía, cub
CLARIS:Escondida dentro del automóvil, observaba cómo los lobos del fallecido Alfa Aleph se enfrentaban entre ellos y contra otros grupos. La batalla era brutal, con aullidos y gruñidos desgarrando la noche. De pronto, divisé a uno de los lobos leales a Vikra moviéndose sigilosamente hacia el vehículo donde me encontraba. —Vienen hacia aquí —advirtió Lúmina con urgencia—. Muévete al asiento trasero, ¡ahora! Obedecí sin dudar, deslizándome entre los asientos. El primer lobo hizo señales a otro que emergió de las sombras cargando el cuerpo malherido de Vikra. Lo colocó con cuidado a mi lado y pude ver las heridas que cubrían su torso. La sangre manchaba su pelaje, pero aún respiraba. El automóvil arrancó despacio, avanzando con las luces apagadas. No las necesitaban; los ojos de lo